Un hijo no se compra

GRACIELA PALMA

Terminado el año, el balance es inevitable. Los ciudadanos que buscamos nuestra verdadera identidad de origen aún no encontramos respuestas a nuestros reclamos que simplemente son facilitarnos las herramientas para nuestras búsquedas.

No fuimos adoptados sino anotados como hijos propios (supresión de estado civil e identidad). No existe a nivel nacional ningún lugar que se ocupe de manera completa de nuestros casos. Somos las víctimas del tráfico de bebés. Y tampoco se ha hecho algo por la prevención ya que este delito (que prescribe) la sociedad lo ha incorporado como una costumbre bien vista porque «se salva a un niño» y lo que en realidad hacen es enriquecer el negocio del tráfico de bebés. Tampoco se piensa en el daño irreversible que se le ocasionará a ese niño. Comprar, aceptar de regalo un bebé, permitir que el médico o la partera extiendan un certificado de nacimiento con todos los datos cambiados e ir a un Registro Civil y anotarlo como su hijo biológico no es salvarlo: lo condenan a un sufrimiento profundo. Los bebés deseados o no merecen ante todo respeto y no ser tratados como objetos que se remarcan, que se venden y manipulan al antojo de los adultos. La incertidumbre sobre nuestro origen, si fuimos robados o entregados voluntariamente, producto de una violación, si tenemos hermanos, a quiénes nos parecemos, en fin, nos preguntamos lo mismo que quizás también se pregunten los adoptados solo que en nosotros se suma la ilegalidad. No tenemos expediente de adopción, nada.

Y por más trágica que sea nuestra historia tenemos derecho a conocerla, necesitamos conocerla para vivir en la Verdad y a partir de ahí reconstruirnos como personas y armar un proyecto de vida sólido. Un hijo merece ser amado pero el amor se basa en la Verdad es decir que sepa sus orígenes. En estas Fiestas mi brindis será pedir para que la sociedad reaccione, que no siga apropiándose de bebés, que no los compre ni acepte de regalo. Que no crea en los intermediarios y ante todo que siempre piense en el Bien Superior del Niño. Todos nuestros actos generan consecuencias, cuando hay un niño de por medio más que nunca debemos meditar muy bien nuestros actos y dejar de lado egoísmos personales. No le echemos la culpa solo al Estado, reconozcamos que la sociedad también ha hecho las cosas mal.

Que en este 2012 a ningún bebé más le roben su verdadera identidad.

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