RELATOS DE LA HISTORIA DE MOTRIL

MANUEL DOMINGUEZ -Historiador-

Se escribe historia local en cuanto tiene que ver con la trayectoria de una comunidad, cumplida dentro de un espacio físico que ha elegido o heredado y que, por lo mismo, compromete al historiador con sentimientos muy íntimos de pertenencia y permanencia dentro de un marco con el cual se encuentra identificado. El paso del tiempo termina por borrar las huellas del pasado y es necesario volver la mirada sobre esas pequeñas porciones de nuestra historia para comprender quienes somos como pueblo y hacia donde debemos ir como comunidad y destino. Con estos pequeños relatos de la historia de Motril pretendemos, desde EL FARO, dar a conocer algunos episodios de nuestro pasado, traerlos a nuestro tiempo y hacerlos patentes  a los motrileños de hoy.

LA LICENCIA REAL PARA CONSTRUIR UN CASTILLO EN EL VARADERO EN 1618

El concejo de la villa de Motril había elevado en 1612 una petición a la Corona, explicando la necesidad que tenían de que, para la seguridad y defensa de los navíos que fondeaban en la rada del Varadero, convenía que se construyese un fortín o fuerte terraplenado junto a  la torre que ya existía en esa playa desde principios del siglo XVI. En este nuevo castillo, según los regidores motrileños, se deberían colocar cuatro cañones y una guarnición de seis soldados, además del alcaide. La villa ofrecía al rey que todos los gastos que conllevasen la citada obra y el mantenimiento de los soldados correría por cuenta del Ayuntamiento.

El rey pidió informes al respecto a Diego López de Iñigo, a la sazón gobernador de la gente de guerra de la costa del reino de Granada y a Iñigo Briceño de la Cueva, su lugarteniente en ese cargo. Los dos coincidieron que habría que consultar a un ingeniero militar para decidir cómo se debería edificar el citado castillo.

PROYECTO CONSTRUCCIÓN CASTILLO VARADERO MOTRIL, SIGLO XVIII

El estudio técnico para la construcción del castillo fue encargado a Gerónimo de Solo, que visitó detenidamente  nuestra comarca para estudiar las necesidades de  la defensa costera. Este ingeniero realizó el proyecto necesario para la edificación de la nueva fortaleza costera, determinando que a  la torre existente en el Varadero se le añadiese una extensión semejante al recinto murado que la protegía, haciendo la muralla más alta con el fin de evitar su escalo por los enemigos que intentasen asaltarla. Quedaría al final un recinto rectangular donde la antigua atalaya actuaria un poco como la torre de homenaje del castillo y sería capaz para cuatro cañones culebrinas y en los ángulos delanteros del mencionado reducto se levantarían dos baluartes, haciendo entre los dos una plataforma o muralla para la artillería. En estos baluartes no se colocarían cañones, ya que estaba previsto que desde ellos se pudiese defender la plataforma artillera con arcabuces y mosquetes. Para cerrar el reducto se levantaría por la parte de atrás, un edificio con cabellerizas para  veinte caballos y viviendas para el alcaide y la guarnición.

Por otra parte, el ingeniero señalaba que los almacenes y alfolí de la sal que estaba construidos cerca de la antigua torre se tendrían que trasformar, también, en reductos aspillerados con troneras que posibilitaren su defensa.

Además de lo señalado con respecto a la construcción de un nuevo castillo en el Varadero, Gerónimo de Solo, y según un informe enviado por el concejo municipal, señalaba que toda la villa estaba cercada a casa-muro, a excepción de los arrabales que no poseían ninguna defensa y hacia hincapié en que se debería conservar en buen estado lo ya fortificado y que se reparase lo que estuviese en ruinas, de manera que estuviese toda la población cercada, disponiéndose la muralla en forma que la pudiesen rodear los soldados  por dentro sin que les estorbasen las casas ni las estrechas calles.

Al final en 1618 Felipe III concedería la licencia para edificar el citado castillo costero del Varadero, pero cuando en 1741 se copia esta real licencia en el libro de cabildo del Ayuntamiento de Motril, aún no se había construido en la playa ninguna fortificación y únicamente se tenía para la defensa la vieja torre en ruinas. Las obras del castillo del Varadero  no comenzarían realmente hasta 1779 y  se no se concluyeron hasta 1783.

La razón por la que, la entonces villa motrileña, no pudo contribuir con sus recursos económicos a la construcción de esta fortaleza  y al mantenimiento de los soldados, parece que estuvo explicada porque nunca, en estos años, tuvo los presupuestos municipales necesarios  para conseguir realizar las obras y cuando ya parecía que habían conseguido los caudales necesarios en 1679, se desencadenó en Motril  una mortífera epidemia de peste que diezmó su población y produjo casi el total despoblamiento de la ciudad. Los dineros recaudados tuvieron que dedicarse finalmente a socorrer al gran  número de enfermos pobres, a la compra de alimentos y medicinas para el enorme números de afectados por el contagio que sobrepasó, en los cálculos más moderados, las 5.000 personas.

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