Una semana más y este país no estalla por las costuras. Mientras el Gobierno agota los fuegos artificiales por el pírrico descenso del paro, la cloaca nacional, sigue esparciendo su fetidez, hacia y desde los cuatro puntos cardinales del solar patrio.
A cualquier observador medianamente informado, le resultará incomprensible, que una sociedad que en otros tiempos, tiraba de navaja cabritera, por una mirada atravesada, aguante atropello tras atropello, con un estoicismo tibetano.
Parece increíble pero cada semana que pasa, el esperpento supera a la de la anterior, por muy imposible que semejante cosa pudiera ocurrir. Ya ni siquiera nos atrevemos a aventurar que el recipiente de la podredumbre, que sonroja a la ciudadanía honrada haya llegado a su borde. Quien más, quien menos, se teme, que esto no ha hecho más que empezar y que lo que vamos conociendo en medio de la nausea, sea solo la punta de un iceberg de infamias, que quienes nos llevan gobernando desde hace décadas, han ido generando ante la indolencia bovina, de una sociedad que ha hecho dejación de su responsabilidad de control y exigencia, hacia quienes hemos encargado la tarea de gobernar este país.
A veces me temo que los medios de comunicación, -en los que día tras día descubrimos las fechorías de esos padres de la patria, que hemos elegido indolentemente en las urnas- son tan solo válvulas de escape, interesadamente dispuestas, para desactivar la indignación popular, que podría llevarse por delante todo el chiringuito montado, por quienes han diseñado milimétricamente el actual escenario
Entre otras muchas fechorías, sabemos que un juez da por hecho, que el PP tenía una caja B, con la que se pagaban las obras de su sede, o se participaba en la ampliación de capital de medios de comunicación que sonrojarían a Falange Española; que un secretario general y exministro de Aznar, ha sido imputado por estas “cosillas”; que la actual secretaria general del PP, podría serlo por financiación irregular de su campaña electoral en Castilla-La Mancha, hechos por los que también se ha imputado al otrora ejemplar alcalde de Toledo, muy similares a los que han llevado a compartir imputación, al todopoderoso alcalde popular de Roquetas y presidente de la Diputación de Almería; que el exvicepresidente económico del Gobierno, no sabía de contabilidad; que el honorabilísimo Blesa, pretendía que MAPFRE, le pagara la fianza por sus chorizadas en Caja Madrid; que la jueza Alaya ha pedido las actas de los “consejillos” de viceconsejeros de la Junta de Andalucía, desde que Chaves era corneta; que la policía ha registrado durante horas el domicilio del benjamín, del no hace mucho imprescindible Pujol, alumno aventajado de don Corleone; que algunos cuatreros de la política, han cargado a las cuentas de la Generalitat Valenciana, todo tipo de “mamandurrias”; que el fustigador de corruptos Francisco Granados, había montado un chiringuito choricero, con lo más granado de las alcaldías madrileñas y por fin que el presidente extremeño, ha acumulado más horas de vuelo que el comandante de un Jumbo, viajando gratis total a Canarias, para visitar a su novia.
Pues bien, ante este insoportable panorama, toda la respuesta del personal, parece limitarse a jurar en arameo, ante la pantalla del televisor, viendo al Gran Wyoming o a Jordi Evole, o ya en un ejercicio supremo de indignación, abrir el twitter y poner a caer de un burro al político de turno.
No es de extrañar que ante tan “temible” reacción de las masas ciudadanas, nuestros políticos se sigan descojonando de nosotros, con esperpentos como esa regeneración democrática que enarbola el PP con desparpajo digno de mejores causas, o con declaraciones dignas de pena de galeras, como las de Rajoy y Cospedal, asegurando que su partido trabaja para que “esto no vuelva a ocurrir”, o esa prueba de la suprema caradura del presidente del Gobierno, diciendo aquello de: “Ya sé que en los últimos tiempos se han producido cosas que no nos gustan”.
En resumen, si para que haya corrupción, es necesario que haya corruptores; para que haya políticos y gobernantes miserables, es necesario que haya ciudadanos que lo consienten y de eso si que somos responsables todos y cada uno de nosotros.
* Artículo publicado en @eldiarioandalucia