Vivir para la cultura (y no morir en el intento)
Motril experimenta en los últimos tiempos una formidable expansión de actos y asociaciones culturales.
Es cierto que la relación de Motril con la cultura siempre ha sido una relación de amor-odio dependiendo de las ganas y posibilidades del Gobierno de turno. También es cierto que las caras visibles de la cultura motrileña son harto conocidas por todos, porque siempre –o casi siempre- son las mismas.
Pero algo está ocurriendo en la ciudad últimamente que hace sospechar un repunte de la actividad cultural y unas ganas faraónicas de emprender actos, la mayoría de las veces espontáneos, para deleite de toda clase de público que se encuentra con una amplia oferta de entretenimiento que satisfaga sus necesidades. Un público que se destapa como un ansioso devorador de recitales poéticos, teatro, conferencias, conciertos, exposiciones o presentaciones de libros y que en los últimos años dispone de un amplio abanico de opciones para su ocio que pluraliza y amplía el marco de infinidad de expresiones artísticas.
Así, han proliferado algunas asociaciones con alto nivel participativo que se están convirtiendo poco a poco en una reseña ineludible de cultura para el motrileño e, incluso, para gente que viene de otros lugares atraídos por la calidad de los actos programados. Nombres muy conocidos ya como la Asociación Francisco Javier de Burgos, Ateneo o la más reciente Aguaviva luchan diariamente con muy pocos medios ni ayuda por sacar una programación digna e interesante. A todo ello hay que sumar infinidad de acontecimientos, grupos, academias…, que más modestamente aportan su grano de arena y su ilusión.
“La inquietud cultural en Motril –según Gerardo Martín, Presidente de la Asociación Francisco Javier de Burgos y que lleva junto a su gente batallando desde hace años ofertando todo tipo de actos culturales a través de su Aula de Pensamiento como interesantísimas ponencias, exposiciones fotográficas o de pintura y presentaciones de libros- ha proliferado debido a la crisis actual que estamos padeciendo. La crisis tiene sus cosas malas, por supuesto, pero también las tiene buenas y una de ellas son las manifestaciones culturales espontáneas y participativas, lo que redunda en una menor intervención de la administración en todas estas actividades, consiguiendo así que la variedad de ideas sea mayor y más abierta”. En el mismo sentido se manifiestan otros responsables de asociaciones culturales en el municipio: “La verdad es que no hay mucha ayuda de la Administración. Entendemos que el patio no está como para tirar cohetes y no se les puede reprochar nada. Solo demandamos un poco más de atención y una mínima ayuda que sí se está cumpliendo en la mayoría de los casos. Vamos tirando con muchas ganas, energía y, sobretodo, con una ilusión desbordante”.
En la actualidad hay muchas personas que participan activamente y sin ningún ánimo de lucro en la preparación y realización de todo tipo de actos culturales encuadrados dentro de alguna de las asociaciones existentes. Esto nos da a entender que el ciudadano de a pie, independientemente de su situación personal o laboral, demanda efusivamente un rincón donde dar rienda suelta a sus pasiones culturales y abstraerse de la triste y gris rutina diaria.