En 1960 Louis Pauwels y Jacques Bergier publicaron en Francia un libro titulado Le Matin des Magiciens que venía a ser un revoltillo de asuntos supuestamente inexplicables relacionados con las civilizaciones desaparecidas, parasicología, alquimia y todas esas cosas «raras» que por lo insólito captan la curiosidad de la gente. Fue un superventas que se tradujo a muchos idiomas apareciendo en España la primera edición en 1962 como El Retorno de los Brujos.
Recuerdo perfectamente la expectación que causó el libro. Plaza y Janés, que fue la editora en España, debió hacer un sustancioso negocio que se amplificó con una serie de obras sobre temas similares y la puesta en el mercado de la revista Horizonte, de corta vida quizá por su precio, que venía ser la versión española de Planete, creada por los mismos Pauwels y Bergier.
Entre los asuntos «inexplicables» que abordaba El Retorno de los Brujos dio mucho que hablar el de los mapas de Piri Reis. Así comenzaba el libro de marras contando la historia de los mapas:
«A mediados del siglo XIX un oficial de la marina, turco, Piri Reis, regala a la Library of Congress un paquete de mapas que ha descubierto en el oriente. Los más recientes datan del tiempo de Cristóbal Colón; los más antiguos del siglo I después de Jesucristo». Sigue diciendo que estudiados por un especialista en cartografía comprueba que hay cosas que no parecen estar en su sitio pero al proyectarlos sobre un globo terráqueo muestran la situación correcta, así como es exacto el relieve de la Antártida a pesar de estar cubierto de hielo. Y terminaba preguntándose. «¿Habrán sido trazados partiendo de observaciones hechas a bordo de una nave volante o espacial? ¿O serán notas tomadas por visitantes venidos de fuera?»
Artículos de prensa y libros nacidos al calor del interés por lo que se llamó «realismo fantástico» dieron nuevas vueltas de tuerca al asunto de los mapas de los que casi todo el mundo hablaba como si acabara de hacer un máster en cartografía antigua.
Sin embargo aunque la lectura de El Retorno de los Brujos resultaba en verdad sugestiva no faltaban en su texto los errores que nada tienen que ver con la interpretación que cada cual dé a los hechos allí presentados. En el caso que nos ocupa Piri Reis no pudo regalar nada a mediados del XIX porque había vivido a caballo de los siglos XV y XVI, por lo que me parece inexplicable que cometieran tal error los autores. En realidad la explicación de los mapas resulta menos misteriosa aunque no deje de ser apasionante.
Piri Reis había nacido en 1465 en Galípoli y a la edad de doce años comenzó a navegar con su tío Kemal Reis1(Endnotes), almirante de la marina turca. Con él aprendió además del arte de la navegación, la cartografía y las lenguas más usuales entre los marinos del Mediterráneo, con especial atención al español. Intervino en todas las guerras en que se vio involucrada la Sublime Puerta. En 1487 recibió del sultán Bayaceto II la orden de proteger al emir de Granada y efectuó un desembarco cerca de Málaga. Cuando llegó la hora de la debacle del emirato nazarí cooperó con sus barcos al transporte de los musulmanes y judíos fugitivos hasta las costas de las provincias dependientes del imperio otomano.
En 1501 el tío de Piri había capturado varias naves en las costas del Levante español y entre los tripulantes que cayeron prisioneros en su poder se encontraba un antiguo acompañante de Colón en su tercer viaje. Este poseía una carta geográfica que era copia de otra del célebre descubridor que le fue confiscada y debió pasar a poder de Piri quien más tarde escribiría refiriéndose a su famoso mapa: «Las costas e islas de este mapa son tomadas de otro de Colombo».
Además de esta excepcional pieza de la cartografía Piri Reis nos dejó una magnífica colección de portulanos que fueron recopilados en su obra Kitab –i Bahriye («Libro de Navegación»). Entre ellos resulta de singular importancia para nosotros el dedicado al tramo de litoral comprendido entre el poniente de la ciudad de Málaga y el levante del cabo de Gata, con su correspondiente explicación bajo un epígrafe que reza: «Este capítulo describe los castillos de Malika (Málaga) y Almeriye (Almería) en Andalusia, que están en las costas del famoso país de Granada»
En dicho capítulo se cita a Motril bajo el nombre de «Menkib», que aparece representado en el portulano correspondiente. Puesto que el texto puede resultar de interés para el lector, se procede a copiar los párrafos más curiosos:
Málaga es «una gran ciudad en la costa con castillos y alcázares hacia el sur-sureste». Agrega que está plantada de higueras y llegaban los barcos para cargar los higos. Treinta y dos millas al noreste se encontraba Falkon (no identificado) y a setenta y dos millas, también de la gran ciudad, el castillo de Menkib (Motril). En algún punto no precisado entre Málaga y Motril se encontraba Balis (identificado por algún investigador como El Palo, pero que más bien parece pudiera ser Vélez Málaga). Hace un inciso para hablar algo de Granada que está representada en el portulano como una gran urbe amurallada y circundada de montañas hacia el interior, con unas desproporcionadas dimensiones.
Su descripción de la ciudad de los nazaríes está precedida por estas palabras: «Me han dicho que desde el castillo de Menkib sale un camino, y a un día de camino está la Mahrusa Kirnata (Granada)». Efectivamente en el mapa dibuja un camino que une ambas localidades. Más tarde vuelve a la costa para indicar que desde Motril a Almería hay setenta millas.
La importancia de este portulano estriba en que quizá sea el primero en que está representado Motril, pues aunque se conocen otros más antiguos en que aparece su costa, el topónimo no se encuentra en ellos marcado.
1 Su verdadero nombre era Hâjjî Mehmet. «Reis» no es apellido sino una palabra que según el contexto significa «señor», «almirante», «jefe militar» o «patrón de un barco». De la misma raíz viene el español «arráez».