Manuel Domínguez García
Cronista Oficial de la ciudad de Motril
PODER Y PATRIMONIO DE LA FAMILIA CONTRERAS EN EL MOTRIL DE LOS PRIMEROS SIGLOS DE LA EDAD MODERNA
-Capitulo IV-
Los montes del Magadalite son un conjunto colinas y lomas bajas situadas al oeste de Motril, entre la rambla del Cuerno y camino de Granada a levante y el rio Guadalfeo a poniente. Desde época musulmana estos montes fueron muy ricos en el cultivo de viñedos de secano de muy buena calidad, admirados en todo el reino de Granada. Su cultivo comenzó a decaer al fin del siglo XVIII y se extinguió definitivamente con la plaga de la filoxera a fines del XIX, siendo utilizados sus terrenos posteriormente para olivos y almendros. Fue famosa la fuente del “Macerol” en el monte Hacho, cerca del nacimiento de la Rambla de la Brujas. Se accedía a estos montes por los caminos de Minasierra, de Pataura, de Panata y el camino de los Perdidos del Vicario. Estuvieron estos montes muy poblados de cortijos. La viña más conocida fue la que poseyó desde principios del siglo XVII Alonso de Contreras.
Antonio Velázquez, regidor y vecino de Motril, vendió a Cristobal de Ojeda y Francisca Copete, su mujer, una heredad de viñas de secano que tenían en el citado pago del Magalite que habían conseguido de Pedro Serrano y Juan Beltrán. Lindaba la heredad con viñas de Alvaro de Luna, Alonso Sánchez de Álora, Salvador de Perpiñan, del beneficiado de la Iglesia Mayor licenciado Valverde de Haro y tierras de Martín de Espinosa. La venta a Ojeda se hizo por 2.400 ducados, libre de todo censo, tributo y gravamen, como consta por escritura de venta otorgada en Motril ante escribano Luís Pérez de Robles el 10 de junio de 1600.
Posteriormente la finca se le embargó a Ojeda por las cantidades que debía a la Corona del tiempo que fue bastimentero y tenedor de bastimentos de la gente de guerra de guarnición en la villa motrileña. La viña se vendió en pública almoneda, rematandose en Alonso de Contreras en 13.000 reales, dándole escritura de venta Pedro Pérez de Puebla, ejecutor del embargo designado por Fernando Hurtado de Mendoza, capitán general de la Costa del Reino de Granada, y en nombre del rey. El documento se firmó en 28 de agosto de 1606.
D. Alonso ampliaría posteriormente esta propiedad, comprando unas tierras calmas a Martín de Espinosa que lindaban con la anterior viña. Estas tierras pertenecían a Espinosa desde 1578 por dote de su esposa Ana de Beas, hija de Francisco de Beas que las compró al morisco Mateo el Hadid en 1576. En 1620, Contreras, se haría con ellas pagando 600 reales. La viña del Madgalite tendría finalmente una extensión total de 200 marjales, con su casa, bodega y lagar.
En 1615 Mateo de Lisón y Biezma vendió a su suegro D. Alonso, unas casas principales con dos accesorias en la rambla que llamaban del Corucho, fuera de la puerta de Castil de Ferro que era la calle de la Muralla hacia el postigo de Beas. Una de las casas adquiridas fue de Lorenzo Martín que la vendió por 274 ducados a censo a Juan Gutiérrez en 1589. Ana de Rojas, mujer de Martín, se casó tras la muerte de este con el armador Pedro de la Peña, recuperaron la casa en 1594, ya que Juan Gutiérrez no podía pagar el censo, y la vendieron ese mismo año a Francisco de Santiago y este al mesonero Juan Bautista Camacho en 1595.
Otra de las casas en la mencionada rambla y que lindaba con la rambla de Anea, fue de Simón Ruiz que en 1582 la transfirió a Andrés del Peral. Un hijo de este último propietario, Alonso que era panadero, vendió la casa que tenía tres aposentos cubiertos y tejados y un patio a lo largo, junto con un corral a Juan Bautista Camacho en 1606. Camacho fue avalista de los hermanos Alonso y Domingo Martín, arredadores de los toldos de la sal de Motril y Granada y como no pudieron pagar la deuda que tenían por el arrendamiento, Contreras como juez administrador de la salinas del Reino de Granada, embargó todos los bienes, de los Martín y de su fiador.
Las casas de Camacho en la rambla del Corucho fueron embargadas y subastadas en 1614, haciendose con ellas el alferez Otazo de Alamíquez que las vende, a Lisón y este, como indicábamos, a D. Alonso en 1615.
Tambíen, como consecuencia de embargo de bienes a Domingo y Alonso Martín, Contreras consigue la posesión de un horno de pan cocer y una casa contigua en la calle de la Muralla, que “sube de la puerta de Castil de Ferro al postigo de Beas, linde con casas de Dionisio Medrano y la calle que va a salir a la placeta de Andrés Martín de Mera”. En la subasta efectuada en 1614, se remató en Juan Fernández de Cordoba, regidor y almojarife de la villa, quien la vende a Mateo Lisón y este a D. Alonso en 1616.
Cuando tratamos de poner en perspectiva la fisonomía de lugares como Motril en las postrimerías del siglo XVI hasta principios del siglo XVII, imaginamos, además de un lugar de cultivo de cañas y producción azucarera, un lugar de paso para el interior del reino de Granada; es decir, un punto que habría de convertirse, desde muy temprano, en una conexión geográfica obligada. A esta idea inicial debemos sumarle que como casi cualquier población que había nacido bajo el cobijo de la actividad cañera azucarera, Motril se vio imbuido desde el siglo XVI en una febril actividad comercial debido al tráfico del azúcar y del constante avituallamiento de trigo, carne, harina y otros géneros que recibía el pueblo de las regiones cercanas. Esta realidad implicaría, en consecuencia, el constante ingreso y egreso de carreteros y arrieros con sus bestias de carga, así como de personas que venían a Motril por muy diversas causas, algunas de las cuales pasaban largas estancias en el pueblo. Este trajín de personas con sus carros y animales hacían necesario que el pueblo contara con espacios para alojarse y resguardar sus bestias y mercancías; es decir, la necesidad de contar con mesones.
El mesón motrileño que mejor conocemos es el de la Puerta de Granada, situado en la calle del mismo nombre que daba entrada a Motril desde el camino de Salobreña y una de más bulliciosas de la población.
Se trataba de un edificio de unos 500 metros de solar, con doble altura que se situaba en el lateral derecho en el sentido hacia la rambla de Manjón, en el último tercio de la calle. Su estructura se configuraba por medio de dos crujías paralelas a la alineación de la calle, unidas por otras dos laterales y otra de fondo que alindaba con la antigua casa de Alonso de Contreras.
La casa donde se establecería el mesón fue propiedad del primer vicario de Motril Gonzalo Hernández de Herrera que en su testamento de 1537, la incluyó entre los bienes de una de las dos capellanías por él fundadas y que heredaría el capellán Francisco de Lamas, quien la convirtió en mesón en 1566: “Una casa mesón que está en la calle principal que baja desde la plaza a la rambla del Manjón, alindaba con casas del beneficiado Cristóbal Sánchez y unas casas del hospital de esta villa que eran de Álvaro Ruiz de Salcedo y la calle real por delantera”.
En su testamento de 1588 Francisco de Lamas fundó una nueva capellanía de misas en la Iglesia Mayor y nombró para futuro capellán a Juan de Andrade, dejándole el mesón para que, con su renta, se ordenase sacerdote y que, si no se ordenaba, el mesón se trasfiriese a Francisca Pérez de Lamas, mujer de Bartolomé Melguizo, y que esta nombrase a alguien para decir las misas. Como el citado Juan de Andrade se casó, Francisca Pérez y Melguizo pasaron a ser dueños de mesón. En 1593 este matrimonio vende a Alonso de Contreras un corral de 16 metros cuadrados en la parte posterior del mesón y que lindaba con su casa, por el precio de 50 ducados y 16 maderos de pino cuartones de 5 metros de largo, seguramente para reparar el edificio.
En su testamento de 1612 Bartolomé Melguizo fundaría un patronato para ayudar a casar huérfanas y ordenó que a su muerte se vendiesen todos sus bienes en pública subasta y entre ellos el mesón de la puerta de Granada. La venta del mesón se remató en Baltasar de Contreras, quien lo cedería a su tío Alonso de Contreras que lo adquirió en 2.200 ducados, firmándose escritura pública de posesión el 3 de septiembre de 1616.
Ese mismo año el Concejo de Motril decidió comprar a la Corona las rentas de la Corredurías de la villa en precio de 5.500 ducados y para ello hipotecaron los bienes comunes del Ayuntamiento y algunos bienes de los regidores. Alonso de Contreras, depositario general del Concejo municipal, decidió hipotecar, entre otras cosas, el mesón que poseía en la “calle empedrada que va de la puerta de Granada a la plaza”.
En 1622 el citado Alonso de Contreras y su mujer Ana Gutiérrez fundaron un mayorazgo para su nieta Francisca de Lisón y Contreras e incluyeron entre los bienes el mesón.
El banquero, factor y asentador del rey, el genovés Nicolás Balbi, residente en Madrid vendió a Mateo de Lisón y Viedma en 1608 un juro de 407.000 maravedís de renta anual, por un total de 814.000 maravedís de capital principal que el genovés tenía sobre las rentas reales de tercias y alcabalas de Motril, Salobreña y su partido y Almuñécar, por privilegio otorgado por Felipe II en 1598. El juro pasó a Mateo Lisón por cédula de Felipe III en marzo de 1608 en la misma forma que lo tenía Balbi. En realidad el juro fue comprado con dinero de Alonso de Contreras y para su beneficio, tal y como reconoce el propio Mateo Lisón en escritura otorgada en Granada en 1615.
Entre 1614 y 1615 compró fuera de Motril tres cortijos de gran importancia. El primero en Montejícar al comerciante genovés Alejandro Chavarino. El cortijo llamado de “Jailón” tenía 242 fanegas de extensión, incluyendo tierras desembradura, monte bajo y dehesa con encinas, quejigos y chaparros, con sus casas y corral. El precio pagado fue de 2.650 ducados. El segundo lo compra por 1.900 ducados en Priego al también genovés y alguacil mayor de la Chancillería de Granada, Juan Pedro Veneroso. Conocido como el cortijo de “Almarcher”, su extensión era de 200 fanegas de tieras de sembradura y monte bajo. En esta operación utilizó como apoderado, al igual que en otras muchas ocasiones, a su yerno Mateo Lisón. Y el tercero, llamado “Curriadero” en el término de Algarinejo de viñas y olivares, comprado a Fisco de la Inquisicíon.
En 27 de noviembre de 1622 moría Alonso de Contreras a la longeva edad de 97 años, no sin antes casar a su única hija, María, con Mateo Lisón y Biezma, señor de Algarinejo y dejarles una enorme fortuna en forma de mayorazgo y la dote fue la enorme cantidad de 16.000 ducados, comprando para su futuro yerno el título de Caballero Veinticuatro del Ayuntamiento de Granada, lo que completaría posteriormente con el legado de dos mayorazgos creados para sus nietas, Mariana y Francisca Lisón y Contreras, dotados con más de 50.000 ducados.
Había hecho un último testamento cerrado junto con su mujer, Ana Gutiérrez cuatro dias antes de morir en Motril ante el escribano Juan de Salcedo“estado enfermo de cuerpo y sano de la voluntad y en su juicio natural”, siendo amortajado con el hábito de la orden de San Francisco de Paula y enterrado en la cripta de su capilla de la iglesia de la Victoria.
En 1623 a pedimento a su viuda Ana Gutiérrez y por mandato de la justicia de Motril se hizo inventario de los bienes que quedaron a la muerte de D. Alonso, el patrimonio que había reunido ambos cónyuges era inmenso, aquí citamos algunos, más miles de ducados en censos a su favor. Como llegó a tener la enorme riqueza que invirtió en comprar tantas propiedades en apenas treinta años es, por ahora, un enigma. Desconocemos el origen de su fortuna inicial, su explicación quizás se encuentre en la ingente cantidad de documentos que, sobre la familia Contreras, se conservan en el Archivo Histórico de la Nobleza en Toledo y que aún no conocemos totalmente:
- Un juro de 22.000 ducados de plata sobre las tercias y alcabalas de Motril, Salobreña y Almuñécar
- Las casas principales de Motril valoradas en 7.000 ducados
- Una casa frontera con la principal, en 1.500 ducados
- Un solar en la calle de la Carrera., en 1.200 ducados
- El oficio de regidor y depositario general de Motril, valorado en 2.300 ducados
- 426 marjales de tierra puesta de zoca de cañas en Trafarramal , valorados en 17.240 ducados
- 247 majales de tierra calma en Trafarramal, en 2.740 ducados
- Una casa y huerta en Trafarramal, en 1.000 ducados
- 50 marjales de zoca de cañas en la Cañada de Lezcano, en 2.640 ducados.
- Patronato de la Capilla de la Iglesia de la Victoria, en 22.000 ducados
- Una huerta en el aljibe de la Villa con su casa, en 1.500 ducados
- 300 marjales de tierra en diversos pagos de la vega, en 8.619 ducados
- El ingenio Nuevo, en 9.000 ducados
- El ingenio Viejo, en 9.500 ducados
- Una aceña, en 2.000 ducados
- 3.000 ducados que le dieron en joyas y ajuar a Luis Fernández de Córdoba
- 30.601 reales que le dieron a Luis Fernández de Córdoba en joyas y plata
- 3.000 ducados en que se valoraron los muebles y plata que había en el oratorio
- 33.000 ducados que le dieron a Sebastián de Prado por casamiento con su nieta Francisca de Lisón y Contreras
- 21.033 ducados de valor del azúcar, cañas alifas y segunderas, lino y acero que tenían
- 17.000 ducados que le dieron a Mateo Lisón por el casamiento de su hija María de Contreras
- 1.000 ducados que le dio Ana Gutiérrez s su nieta cuando se casó
- 13.605 ducados en azúcar, cañas alifas y segunderas, lino y acero
Terminaba así la larguísima vida de este mercader y empresario motrileño que, seguramente, fue una excepción en la esperanza de vida media de los motrileños de su época. Conoció el Motril del primer tercio del siglo XVI, cuando se estaba forjando la nueva villa cristiana, pasó épocas de auge y de crisis, sintió el miedo a los ataques de los piratas berberiscos, fue protagonista del desarrollo del cultivo cañero y la producción azucarera, gobernó la villa como regidor y depositario municipal, sobrevivió a dos grandes epidemias que asolaron la villa y vivió las dos primeras décadas del siglo XVII, en las que la villa de Motril empezaba a despegar poblacional y económicamente.
Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III