Antonio Gómez Romera
Domingo, 15 de diciembre de 2024
EN EL XLVIII ANIVERSARIO DEL REFERÉNDUM SOBRE EL PROYECTO DE LEY PARA LA REFORMA POLÍTICA EN ESPAÑA
MOTRIL VOTO UN 97,24%
Tal día como hoy, domingo, 15 de diciembre, festividad de San Valeriano (377 – 460) obispo de Abbensa (África proconsular), en la quincuagésima semana de 2024, se cumplen 48 años (miércoles, 1976) de la celebración del Referéndum de la Nación sobre el Proyecto de Ley para la Reforma Política, de rango fundamental, aprobado por las Cortes Españolas en su sesión plenaria del día 18 de noviembre, que dispone el artículo segundo de la Disposición Final del Real Decreto de la Jefatura del Estado 2635/1976, de 24 de noviembre («BOE» núm. 282, de 24 de noviembre).
El artículo tercero de la Disposición Final del Real Decreto, literalmente, dice: “La consulta se llevará a cabo formulando la siguiente pregunta: «¿Aprueba el Proyecto de Ley para la Reforma Política?»”.
Antecedentes
Fallecido el Jefe del Estado, Francisco Franco Bahamonde, el jueves, 20 de noviembre de 1975, la mayoría de la clase política del Régimen tiene claro que los españoles quieren una Democracia, y esta debe efectuarse con una transición pausada y firme, y tan pacífica como permitan aquellos sectores que, quizás por miedo a perder su preeminencia o quizás por pensar que el nuevo régimen político pueda excluirles, se pueden negar al cambio.
En julio de 1976, y bajo una importante presión en la calle, a la que cada día se incorporan nuevos actores y sectores sociales, el Rey decide sustituir al presidente del Gobierno, Carlos Arias Navarro (1908 – 1989), desbordado e inmóvil, para dar paso a Adolfo Suárez González (1932 – 2014), con el mandato de iniciar un proceso de reforma pactada y ordenada del régimen dictatorial, pues en caso contrario, la propia corona comienza a correr riesgo. En ese punto arranca, sin rumbo claro, el Proceso de Transición: un proceso dinámico e incierto, en el que participan las elites reformistas del régimen anterior encabezadas ahora por el presidente Adolfo Suárez, la oposición política, y una movilización ciudadana que emerge cada vez con más fuerza reclamando derechos políticos, amnistía y la desaparición de la dictadura.
Adolfo Suarez es nombrado presidente del Gobierno el sábado, 3 de julio de 1976. En su programa político reconoce los derechos y libertades fundamentales a los partidos políticos y las aspiraciones autonómicas de las comunidades históricas; además, promete amnistía para los presos políticos. Propone la elaboración de un Proyecto de Ley para la Reforma Política donde se compromete a convocar elecciones generales en el espacio de un año, en un marco de pluralidad política; a crear dos cámaras, el Congreso, con 204 diputados, y el Senado con 350 miembros, todos ellos elegidos por sufragio universal, a excepción de un número de senadores por nombramiento real que se encargarán de elaborar una nueva Constitución. Su objetivo es convertir España en una democracia homologable al resto de las occidentales. La única premisa de aquella aventura es que debe concretarse a través de un proceso de reforma y no de demolición de las antiguas estructuras dictatoriales, es decir, se debe transitar, pacíficamente, de la ley a la ley. El primer paso en aquel incierto camino es convencer a las propias elites de la dictadura de la necesidad de desmantelar desde dentro y, ordenadamente, las instituciones dictatoriales para evitar que como ha sucedido en Portugal, ese desmantelamiento acabe haciéndolo la oposición, sin el control y la protección del reformismo en el gobierno. Ese mecanismo se activa con la aprobación por parte de las Cortes franquistas de la Ley para la Reforma Política (LRP), una norma que autoriza la disolución de aquellas Cortes y abre la vía para su reconstitución bajo parámetros plenamente democráticos. En la tarea de convencer a militares, dirigentes del Movimiento Nacional (el partido único) y los propios procuradores de las Cortes franquistas para que apoyen y aprueben aquella ley, resulta fundamental la capacidad de presión y persuasión del presidente del Gobierno, Adolfo Suárez.
La Ley de Reforma Política es aprobada por una abrumadora mayoría del 80 % por los Procuradores de las Cortes el jueves 18 de noviembre de 1976. Al día siguiente se dicta el Real Decreto de 19 de noviembre de 1976, por el que se regula el procedimiento para la aplicación de la Ley de Referéndum, que actualiza las Leyes de
Referéndum de 1945 y de 1966. Se acuerda que pueden votar todos los españoles mayores de 21 años, y deben votar sin distinción de sexo, estado o profesión. Se organiza la división territorial en distritos y secciones y la confección de colegios y mesas electorales y, asimismo, se regula el voto por correo.
La LRP, que bien puede calificarse de Octava Ley Fundamental de la Dictadura, va a ser sometida a Referéndum el miércoles 15 de diciembre de 1976. Adolfo Suárez ha dirigido RTVE durante 4 años y sabe bien del poder de la televisión y le encarga el diseño de la campaña institucional a Rafael Ansón Oliart (1935), nombrado director de RTVE en el mes de julio. Se destinan casi 500 millones de pesetas para financiar la campaña. Primero se pide el voto, y se insta a la población a informarse para ello, pero a medida que se acerca la fecha del Referéndum se pide abiertamente el sí. Según Rafael Ansón, “Sólo había una televisión y con una audiencia de 25 millones de espectadores, era un instrumento fundamental. Toda la programación se encaminó a lo mismo. Los telediarios fueron fundamentales pero la parrilla entera estuvo pensada en traer la democracia (…) Nunca se temió perder (…) Había que hacer una campaña muy moderna y distinta de la época anterior, y por eso pusimos tanto énfasis en las canciones, que en ese momento eran concebidas como revolucionarias (…) Se apeló básicamente al pueblo y a darle voz. No se recurrió a temas de autoridad ni del pasado, sino de modernidad y colectividad. Tenías que dar la sensación a la gente que tras la muerte del dictador las cosas habían realmente cambiado, que no se cambiaba a Franco por otro Franco”.
Paradójicamente, los partidos de izquierda, sin acceso a los canales de comunicaciones tradicionales y sin poder hacer campaña por estar todavía en la clandestinidad, buscan medios alternativos para hacerse oír. No terminan de confiar en el Gobierno de Adolfo Suárez y piden la abstención «porque un referéndum sin libertad es un referéndum sin democracia». El ‘búnker franquista’, por su parte, pide el voto negativo, porque «Franco habría votado no».
El Gobierno utiliza todo su aparato propagandístico para pedir el «sí». Los carteles, pintadas y grafitis se convierten en “arte electoral” cuando el Gobierno recurre a la contra-pintada para cambiar los mensajes: en la oscuridad de la noche, los muros que piden la «Abstención» cambian para decir «Abstención es incultura» o «Abstención es cobardía»; «No votes» se convierte en «No votes no». Es una pequeña e incipiente muestra de un nuevo talante: atrás queda la tachadura, tan usada en la etapa franquista.
De entre todos los lemas, el gran triunfador es “Habla, pueblo, habla”, especialmente por la popularidad que alcanza la canción del grupo folk yeclano “Vino Tinto”. Fue la canción que cantamos todos los españoles en aquellos momentos que resultaron tan decisivos. El presidente Suárez se dirige al país por televisión: «Pedimos el sí porque queremos construir una España sin tópicos ni complejos».
Colofón
Hace frío en España aquél día, 15 de diciembre de 1976. Las temperaturas máximas son de 18 grados en Sevilla, Cádiz y Almería. Las mínimas, 0 grados en Burgos, Valladolid, Ciudad Real, Vitoria y Logroño. Llueve en la mitad del país, pero el Pueblo Español (Electores, 22.644.290 – Votantes, 17.599.562) decide darle su apoyo mediante Referéndum Nacional al Proyecto de Ley para la Reforma Política. Con una participación del 77’4 %, obtiene el voto afirmativo del 94,2 %, el voto negativo del 2,6%, y el voto en blanco / nulo del 3%. En número de votos, los resultados totales son: Votos en pro, 16.573.180; Votos en contra, 450.102; Papeletas en blanco, 523.457 y Papeletas nulas, 52.823. La lectura del Gobierno es que la vía reformista recibe el respaldo popular, mientras que la vía rupturista e inmovilista queda debilitada. Ya sea por moderación, o por el miedo a un cambio revolucionario (abrupto), o incluso a un proceso involucionista que retrase la democratización del país, la voluntad ciudadana aprueba el inicio de la “ruptura negociada”. Es el primer paso para la instauración de la Democracia en España, que culmina con la celebración de las primeras Elecciones Generales (miércoles, 15 de junio de 1977), y la aprobación por todos los españoles en Referéndum Nacional de la Constitución Española (miércoles, 6 de diciembre de 1978).
Nota Final Personalmente, el día de la votación popular del Referéndum, ya tengo 18 años recién cumplidos, soy estudiante “veterano” en la Universidad de Granada y “vivo” muy intensamente todo el proceso que culmina éste gran día. Estoy “internado” en la Residencia Carmelitana de la granadina calle Martínez de la Rosa, donde comparto habitación con mi amigo y paisano, Gabriel Espín de la O. Acabo de comenzar, a principios de octubre, el año académico 1976 – 1977, el Segundo Curso de la Licenciatura en Derecho. Acudo diariamente, a primera hora de la mañana, al aula asignada al Grupo B, situada en el primer patio de la cara sur del antiguo edificio universitario, a la que accedo por la puerta de la calle Duquesa. Más yo, NO puedo emitir mi voto porque, legalmente, aún soy “menor de edad”. De hecho, hasta dentro de 2 años y 14 días (29 de diciembre de 1978) con la aprobación y publicación en el B.O.E. (n° 311) de la Constitución Española (Título I: De los derechos y deberes fundamentales – Capítulo 1: De los españoles y los extranjeros – Artículo 12) no se va a modificar la mayoría de edad en España, a los 18 años de edad, equiparando la legislación española con la de los países de nuestro entorno político y cultural europeo. Aunque no pude introducir en la urna mi “voto físico”, apoyé en todo lo que pude (en los inicios de nuestra actividad política) el titubeante caminar de la Democracia en nuestro país. ¿El fin de las dos Españas de Francisco de Goya, de Ramón Menéndez Pidal y de Antonio Machado? ¡Esa era la Esperanza de la mayoría de los españoles!