Hoy, 28 de junio de 2024, desde EL FARO, queremos recordar el primer aniversario del fallecimiento de Francisco Peña Millán, reportero gráfico que fue de este medio, así como de Ideal, Patria y varias agencias de carácter nacional e internacional. Con ello, desde hoy, y en sucesivas semanas, vamos a publicar la biografía de nuestro reportero dada la gran trascendencia que tuvo para el semanario. Francisco Peña fue, desde niño, un gran aficionado a la fotografía, profesión a la que tras los estudios pertinentes, realizados cuando contaba 13 años de edad, dedicará toda su vida. Prácticamente, con catorce años, ya era conocido por su afición, lo que le llevará a establecer un improvisado estudio fotográfico en su domicilio de las “Casas Nuevas”. Su papel como reportero gráfico de EL FARO ha sido crucial para relanzar el medio local al que accedió en 1965 de la mano del entonces gerente, Antonio Montero Barranco. Con su aportación, EL FARO supone toda una revolución, pues pasa de menudear las ilustraciones fotográficas a contabilizar un gran número de ellas y darle una gran amenidad y vistosidad en su nuevo formato. Desde entonces, número a número, comienzan a editarse hechos, sucesos, paisajes y acontecimientos locales, además de reflejarse con el paso de los años la evolución urbanística que sufre Motril. Hoy en día, el archivo fotográfico de Paco Peña supone un auténtico tesoro artístico por lo ya señalado y un legado que las generaciones actuales y las futuras valorarán en su justa medida, pues reportan a un Motril que fue que es testigo del pasado. Por tanto, sin su contribución a la profesión fotográfica no seríamos capaces de entender la evolución que ha sufrido nuestra ciudad desde los años del desarrollismo. Sin lugar a dudas, Paco Peña justifica año a año con su máquina fotográfica el paso de un Motril provinciano a lo que hoy es y representa, una gran ciudad.
Por tanto, desde EL FARO, hemos querido destacar la figura de nuestro reportero gráfico con esta primera entrega de su biografía. Sin pretenderlo y sin quererlo, Paco Peña ha pasado a la historia como testigo de ella en un medio, el fotográfico, que en muchas ocasiones no ha sido valorado en su justa medida. Su biografía, no obstante, tendrá la continuación con la de Magdalena Ferres Sánchez, su mujer, que también fue reportera gráfica y mano derecha en el estudio fotográfico que mantuvieron abierto en la calle Vílchez. Magdalena fallecía en Motril el día 14 de febrero de 2024 y no ha podido ver el homenaje que le ofrece nuestro medio y la publicación de su biografía, aspecto que esperaba con gran ilusión. Así pues, desde EL FARO, va por ellos. He aquí la primera entrega de la biografía del gran fotógrafo motrileño Francisco Peña Millán.
MEMORIA DE ANIVERSARIO: FRANCISCO DE PAULA PEÑA MILLAN, FOTÓGRAFO Y REPORTERO GRÁFICO (1948-2023)
(I)
Domingo A. López Fernández
Cronista oficial de la ciudad de Motril
Francisco de Paula Peña Millán nace en Motril el día 14 de junio de 1948. Lo hace en el albor del nuevo día, martes por más señas, cuando las manecillas del reloj muestran las siete de la mañana. Como es costumbre en la época, el nacimiento tiene lugar en el domicilio familiar que sus padres tienen establecido en la calle Santísimo, casa que es propiedad de los abuelos maternos, los también motrileños Antonio Millán González y Dolores Pérez González. El mismo Francisco Peña así lo reconocía ya marcado en edad, afirmando que su casa natal se localizaba en el lugar que antaño ocupó la desaparecida librería Alapont en la popular calle “del Cementerio”. Son sus padres Luis Peña Ocaña y Carmen Millán Pérez, matrimonio acomodado en el que el cabeza de familia desempeña las labores de oficial mecánico en la azucarera de San Fernando. Según expone su hija, contaba entre su formación con el título de mecánico, así como el de delineación, al margen de otros como el de mecánica paracaidista que le faculta para la supervisión del artefacto y su plegado, aunque no para el salto. Sin duda, la aviación era su gran hobby. Su capacitación y formación le confieren gran estima y le va a permitir ejercer las labores de dirección de la fábrica de forma accidental ante la ausencia del cuerpo directivo.
Francisco Peña hace el número tres de los cuatro hijos habidos en el matrimonio, que encabeza Luis, el mayor, al que sigue Antonio, luego Paco y, finalmente, una hija, Loli Carmen. Fiel a los arraigados sentimientos religiosos de los padres, Francisco es bautizado en la parroquia de la Divina Pastora el día 3 de julio por su entonces párroco, D. Antonio Romero Arias, actuando como padrinos en la administración del sacramento sus abuelos maternos, Antonio Millán González y Dolores Pérez González.
LA INFANCIA
En sus primeros años de vida Francisco ingresa como párvulo en la escuela de D. Manuel Castillo, sita en la conocida plaza del Tranvía, donde sigue sus estudios primarios. En su devenir, cuando cuenta ocho años de edad, el año de 1956 va a ser proverbial en muchos aspectos de su vida. Ese año es inaugurado y abierto al público el Colegio de San Agustín, que es regentado por la orden de Agustinos Recoletos, en el que se puede obtener matrícula para cursar los estudios de primer grado. Igualmente, otro hecho circunstancial en este año va a marcar para siempre su destino. Es, concretamente, el cambio de domicilio de sus padres, pues con él va a poder adentrarse en la que ha de ser su pasión en vida, la fotografía. Efectivamente, el 10 de enero de 1956, el Conde de Vallellano, entonces Ministro de Obras Públicas, visita Motril para hacer la entrega simbólica de doscientas viviendas que han sido construidas por la Obra Sindical del Hogar en el llamado llano de la Fundición. Se trata del barrio “General Mola”, conocido popularmente como “las Casas Nuevas”, una zona de expansión que viene a paliar en parte el grave problema de vivienda en la ciudad de Motril. Lo que antes era un erial al borde del camino de la conocida “Alberquilla de los Peces”, viene ahora a constituir un nuevo barrio que enlaza Capuchinos por el tendón del Matadero y el Gibraltarillo, y que en palabras de la época da lugar a “un gran cuerpo de casas y una nueva ciudad hija menor de Motril”.
INICIOS EN SU AFICIÓN A LA FOTOGRAFÍA
La construcción de la barriada de “la Casas Nuevas” permite a numerosas familias motrileñas adquirir una vivienda en la que poder vivir dignamente. Luis Peña Ocaña compra una de las Casas del Hogar Sindical, la enclavada en la entonces Plaza del Generalísimo, nº 10, que se ubica en su amplia placeta central. Y, con él, otro personaje que ha de ser crucial en la vida de Paco Peña, Emilio Durán Frías, quien adquiere por ese tiempo otra vivienda lindante a la suya. Emilio Durán pertenecía a una conocida saga de fotógrafos antequeranos que encabezó su padre, Genaro Durán Vigil de Quiñones, natural de Utrera, al que ayudó en el estudio junto a su hermano José. En homenaje a su persona, el mismo Paco Peña le plasma en una fotografía con historia y reconstruye su vida en agradecimiento a todo cuanto ha aprendido de él, siéndole de reconocer a Genaro que en base a su profesionalidad, el diario madrileño “Ahora” le nombró corresponsal gráfico en 1931, según hacía constar el periódico El Sol de Antequera de fecha 15 de febrero de dicho año. Sabemos que Emilio Duran Frías trabaja desde temprana edad con su padre en el laboratorio fotográfico que tienen abierto en la calle Santa Clara de Antequera. Fallecido el cabeza de familia, Emilio continúa a cargo del laboratorio hasta 1944, año en que vende el mismo tras la muerte de su madre. En ese mismo año traslada el negocio a un local de la calle Lucena, manteniéndolo abierto hasta 1950, año en el que marcha definitivamente a Motril.
En la ciudad, Emilio Duran vive de alquiler primeramente en la calle Sacristía, desde donde se mudará a La Posta, hasta que le es posible comprar la vivienda de las “Casas Nuevas” cuando ejerce su trabajo como listero de una empresa constructora. Emilio es hombre dicharachero y con un gran don de gentes, lo que le va a equiparar a una especie de alcalde de barrio, aspecto que le granjea una especial afección con todo el mundo, pero muy particularmente con su pequeño vecino, Paco Peña, que es muy amigo de su hijo, Emilio Duran Guillén. Fue tal el afecto y la pasión que supo trasmitirle al entonces niño, que años después el mismo Paco Peña le reconocerá en vida que “tú tienes la culpa de que yo sea fotógrafo”.
Cercano a cumplir los 10 años de edad, Francisco Peña recibe el sacramento de la confirmación en su parroquia de manos del entonces Ilmo. Sr. Arzobispo de Granada, D. Rafael García y García de Castro. Acontece el hecho el día 5 de mayo de 1958 y fue, desde luego, una ceremonia solemne, pues llegado a la ciudad, el prelado accedía al templo bajo palio para administrar la confirmación a cuatrocientos niños de la barriada.
Mientras tanto, Emilio Duran Frías trabaja en estos años como pesador en la fábrica del Pilar y es aquí donde posiblemente da a conocer su pasado artístico al fotógrafo Fernando Valdivieso González, lo que le va a permitir ser contratado en su estudio. Este acreditado establecimiento fotográfico fue regentado originariamente por Fernando Valdivieso Palizas y se localizaba en la calle Burgos. A su muerte, acaecida el día 1 de abril de 1954, se hará cargo su hijo Fernando Valdivieso González, ubicándose ya en la céntrica calle Hernández Velasco, justamente al lado del conocido local del Centro Cultural Recreativo.
Junto a Emilio Duran Frías va a ser contratado su hijo, Emilio Durán Guillen, en calidad de aprendiz, establecimiento en el que por amistad y afición va a permitir a Paco Peña ser muy asiduo al mismo. Con esta predisposición, e igual sintonía de afinidades, Emilio Duran hijo y Paco Peña deciden estudiar fotografía por correspondencia en el acreditado Instituto Internacional de Enseñanza AFHA, con sede en Barcelona, obteniendo matricula en el mes de julio de 1961. La práctica por correspondencia le lleva a ejercer en su propio domicilio la técnica estenopeica, el verdadero origen de la fotografía, que se obtiene mediante la manipulación de la luz. Lo hace mediante una caja de zapatos “de color amarillo anaranjado”, en la que por un pequeño agujerito proyectará una imagen que queda plasmada en una película fotográfica que se encuentra en su interior.
Dice un viejo refrán que “sarna con gusto no pica” y, en verdad, le es perfectamente aplicable a Paco Peña, pues los estudios por correspondencia le van a apasionar. En su seguimiento y práctica tuvo que realizar numerosas fotografías y su correspondiente revelado que había de remitir a la central de AFHA para su evaluación. En continua proyección y con un desenvolvimiento que no es nada habitual para su edad, Francisco Peña se adhiere a la empresa Central de Ventas por Correo que tiene dos sedes, Madrid y Barcelona, para recibir a domicilio carretes y material fotográfico. Por la parte comercial, le es expedido en fecha de 20 de diciembre de 1961 el carnet de comprador nº 53983, con las ventajas que ello le va a suponer en sus adquisiciones. Así pues, con 14 años recién cumplidos, comienza a ejercer como fotógrafo “aficionado” en su barrio, estableciendo como estudio su propio domicilio de la Casas Nuevas, donde dedica una pequeña habitación como cuarto oscuro para revelar sus carretes. Asimismo, en el salón, coloca un fondo con paisaje para las fotografías de bautizos, niños, primeras comuniones, fiestas y fotos de carnet, entre otras. En toda la barriada es conocido por su ahora profesión y se deja ver por sus calles siempre con una cámara de fotos colgada al cuello que es propiedad de su hermano Luis.