Antonio Gómez Romera
Domingo, 14 de abril de 2024
En el CXII aniversario del hundimiento del Titanic
Hoy domingo, 14 de abril, festividad de San Valeriano, mártir romano, en su decimoquinta semana de 2.024, se cumplen 112 años (domingo, 1.912) del naufragio del paquebote británico “Titanic”, el “objeto móvil más grande jamás creado”.
ANTECEDENTES
En 1.907, los presidentes de la naviera “White Star Line”, Joseph Bruce Ismay (1.862 – 1.937), y de los astilleros “Harland & Wolff” de Belfast (Irlanda del Norte), Lord William James Pirrie (1.847 – 1.924), ponen en marcha un ambicioso proyecto: construir tres transatlánticos que deben ser los más grandes, rápidos y lujosos del mundo para combatir la innegable supremacía en viajes transoceánicos que ostenta su gran rival, la “Cunard Line”. Todo un desafío de la ingeniería de principios del siglo XX. Deciden bautizarlos con nombres inspirados en la mitología griega: “Olympic”, “Titanic” y “Gigantic”, cuyo nombre se cambia a “Britannic”, después del hundimiento del “Titanic”.
Los motores, con 55.000 caballos de fuerza motora, le permiten navegar a una velocidad máxima de 22,5 nudos, 42 kilómetros por hora, desplazando más de 50.000 toneladas de agua a su paso. El “Titanic” se crea la fama de insumergible, aunque sus creadores nunca lo afirman. Esta afirmación se acrecienta gracias al empleo de los mejores materiales en su construcción y al diseño de un casco de doble fondo dividido en dieciséis compartimentos estancos, de modo que el barco podría permanecer a flote hasta con cuatro de ellos inundados. Los camarotes de primera clase del “Titanic”, diseñados como un hotel de lujo, son los mejores que jamás ha tenido un barco, con algunas suites que cuentan, incluso, con un pequeño espacio privado al aire libre, algo de lo que carecen el resto de barcos.
SU PRIMER Y ÚLTIMO VIAJE
Miércoles, 10 de abril de 1.912. Incidente en el puerto de Southampton. La partida del “Titanic” en su viaje inaugural hacia Nueva York, desde el Muelle del Océano, atracadero nº 44, pudo causar graves daños. Suelta amarras y es remolcado desde el muelle. Cuando ya se mueve por su propio vapor, río Test abajo, el agua que desplaza provoca la rotura de las 6 amarras de un pequeño vapor atracado en la dársena, el “New York”. Éste comienza a virar sin control hasta que su popa queda apuntando directamente al “Titanic”. Una acción rápida de los remolcadores evita la colisión por menos de un metro y medio. Si se hubiese producido esa colisión, el retraso ocasionado por el percance habría obligado al “Titanic» a zarpar muchas horas después, con lo que, tal vez, habría evitado el choque con el iceberg.
Al mando de la nave está el capitán Edward John Smith (1.850 – 1.912), un veterano de la “White Star Line”, elegido porque ya ha capitaneado el transatlántico “Olympic” y lleva un año haciendo la misma ruta. Este va a ser su último viaje antes de jubilarse, un reconocimiento a modo de premio por parte de la Compañía, para terminar su carrera de marino.
Ese mismo día, el “Titanic” hace escala en Cherburgo (Francia) y, al día siguiente (jueves, 11), en Queenstown, actual Cobh, (Irlanda), para recoger a todos los pasajeros que han adquirido su pasaje. El capitán Smith marca una ruta más al Sur de lo habitual, para evitar el potencial peligro de los icebergs.
El “Titanic”, con sus 52.310 toneladas de peso, 267 metros de eslora (longitud) y 53 de altura, en su viaje inaugural lleva a bordo 1.309 pasajeros y 898 tripulantes, todos ellos, tranquilos y confiados, ya que navegan en un buque moderno y seguro y dotado con todos los adelantos de la técnica. Promete ser una travesía tranquila.
La noche del domingo, 14 de abril, se encuentra al sur de Terranova. Acaba de terminar un baile en el que se hallan reunidos todos los pasajeros de primera clase. El resto del pasaje, duerme. A eso de las diez de la noche, el capitán se retira a su camarote y el barco queda al mando del primer oficial, William McMaster Murdoch (1.873 – 1.912), quien ordena reforzar la vigilancia y cerrar todas las aperturas en el castillo de proa, para ahogar cualquier luz o reflejo que pudiera entorpecer la visión de los vigías esa noche. Hace una noche llena de estrellas, aunque sin luna. El mar permanece en una calma casi irreal. Faltan 20 minutos para la medianoche, cuando el vigía Frederick Fleet (1.887 – 1.965) advierte una sombra apenas perceptible que podría ser un iceberg, aunque no ve ningún tipo de espuma. Informa de inmediato a Murdoch y éste da la orden de virar a babor y, apenas unos segundos después, detener los motores. Se logra evitar la colisión, pero debido a la inercia del barco, el hielo golpea y rasga el casco por la amura de estribor, 5 metros debajo de la línea de flotación. En minutos los compartimentos de seguridad de la proa, comienzan a inundarse de agua helada a una gran velocidad.
A posteriori se ha especulado sobre cuál fue la causa de este choque y los investigadores continúan lanzando hipótesis al respecto. Sí parece claro que varios factores contribuyeron al desastre: a esa latitud, en principio, no debería haber icebergs; además, la noche sin la luz de la luna y el mar en calma hicieron que el bloque de hielo resultara casi indetectable.
Al parecer, algunos pasajeros notan una ligera vibración, mientras que otros contemplan con curiosidad como el barco pasa junto al iceberg. El extraño sonido que se produce mientras el hielo raja el casco no provoca ninguna inquietud, ni siquiera en parte de la tripulación, quienes piensan que quizá se deba a la rotura de algún aspa de las tres gigantescas hélices de la nave de 71 metros de diámetro y 38 toneladas de peso cada una.
El capitán Smith, avisado del incidente, ordena al diseñador del “Titanic”, el ingeniero naval Thomas Andrews (1.873 – 1.912), que viaja a bordo, hacer una evaluación de los daños. Su informe, vaticina que al barco le quedan 2 horas antes de hundirse. El capitán da la orden de preparar la evacuación y de lanzar un SOS por telégrafo a todos los barcos que estén lo bastante cerca como para acudir al rescate de los pasajeros. Sin embargo, se tarda demasiado en dar la voz de alarma y comenzar con la evacuación.
Según los especialistas, si el barco hubiera chocado de frente con el resultado de un gran impacto, todo el pasaje se habría despertado e inmediatamente habrían tomado conciencia del peligro que se corría, y las tareas de evacuación podrían haberse acelerado.
El capitán ordena que todos los pasajeros se reúnan en cubierta y que las mujeres y los niños suban a bordo de los botes salvavidas. La operación se desarrolla con un desorden indescriptible y los botes no se llenan hasta su máxima capacidad. En la escena, los 8 músicos de la Orquesta del “Titanic” (“Wallace Hartley Band”) interpretan el himno “Más cerca de ti, Dios mío”, que es coreado por las 1.600 personas que aún permanecen a bordo.
Desde el principio, el capitán y el diseñador del “Titanic” son conscientes de que es imposible evacuar a todos los pasajeros, pues en los 20 botes salvavidas con que va dotado el barco sólo pueden embarcar una cuarta parte del pasaje. Y, cuando se pide con megáfonos a los botes que ya están en el agua que regresen para poder embarcar a más pasajeros, la mayoría no lo hacen, por miedo a ser engullidos por la fuerza de succión del barco al hundirse. De haberse llenado al completo todos los botes se podrían haber salvado entre 300 y 400 personas más.
La gente, se percata de la gravedad de la situación cuando el “Titanic”, comienza a hundirse por la proa. Cunde el pánico y numerosos pasajeros se lanzan al mar. A las 2:05 hrs se arria el último bote salvavidas, y pocos minutos después, la proa se hunde, levantando la popa del barco y provocando que este se parta en dos.
A las 2:20 hrs, el barco desaparece en las profundidades junto con casi el 70% de las personas que están a bordo, entre pasajeros y tripulantes. Alrededor de las 4:00 hrs de la madrugada, el barco de la “Cunard Line”, RMS “Carpathia” llega al lugar del suceso. Logra rescatar a 705 pasajeros; el resto han muerto ahogados o congelados debido a la glacial temperatura del agua. Más tarde llega el SS “Californian”, un barco mercante.
Se dice que “Carpathia” se encontraba a sólo 20 millas de distancia y habría podido llegar al rescate antes del hundimiento, pero el oficial de comunicaciones había desconectado el telégrafo debido al trato desagradable que había recibido por parte del telegrafista del Titanic poco antes del choque. El “Californian” se ocupa de recuperar cadáveres del agua: se recuperan poco más de 300 cuerpos, de los cuales más de 100 son devueltos al mar por su mal estado.
COLOFÓN
El «Titanic» fue construido en 2 años, navegó durante 4 días y medio y, tras chocar con un iceberg, se hundió en 2 horas y 40 minutos llevándose consigo más de 1.500 vidas. El capitán Edward Smith y el diseñador del “Titanic”, Thomas Andrews, murieron a bordo. Bruce Ismay, presidente de la “White Star Line”, fue sometido a una investigación oficial y absuelto, aunque cayó en una depresión y nunca se perdonó por el desastre, como tampoco lo perdonó la opinión pública.
El lunes 15 de abril de 1.912, muchos periódicos publican ediciones extraordinarias para informar sobre el naufragio del “Titanic”. El “Evening Sun”, informa que, aunque el barco ha chocado contra un iceberg y se ha hundido, todos los pasajeros están a salvo. Pero al día siguiente, se conoce la verdadera dimensión de la catástrofe. El hundimiento del “Titanic” llena las calles de vendedores de periódicos.
Los restos del Titanic son localizados el 1 de septiembre de 1.985 por una expedición del IFREMER, Instituto Francés de Investigación y Explotación Marina y la Institución Oceanográfica de “Woods Hole”, a 3.821 metros de profundidad. Ocupan cinco kilómetros cuadrados con dos grandes piezas, la proa y la popa, y miles de restos y objetos diseminados en el lecho marino.
La película “Titanic” (1.997) de James Cámeron, protagonizada por Leonardo DiCaprio y Kate Winslet, reaviva la pasión por la historia del “barco de los sueños”. Aunque no es la primera ni la más fiel representación de lo que sucedió, sí se ha convertido en el referente cinematográfico más importante y uno de los principales motivos de la fama del “Titanic” en nuestros días, dando lugar a innumerables exposiciones y documentales a medida que se van conociendo mejor las causas que llevaron al desastre marítimo más famoso de todos los tiempos.
A causa de la corrosión provocada por el agua marina, el casco se encuentra en muy mal estado: casi toda la madera ha desaparecido y el metal está oxidado. Intentar salvar un pecio de ese tamaño a tal profundidad es una tarea casi imposible y, eventualmente, el “Titanic” está condenado a desaparecer definitivamente.