Antonio Gómez Romera
Domingo, 3 de marzo de 2024
EN EL DXI ANIVERSARIO DE LA EXPEDICIÓN EN BUSCA DE LA FUENTE DE LA ETERNA JUVENTUD
Hoy domingo, 3 de marzo, festividad de San Emeterio, soldado romano decapitado por profesar el cristianismo (Calahorra, La Rioja, 298 D.C.), novena semana del año 2.024, se cumplen 511 años (1.513) del inicio de la expedición del explorador y conquistador, Juan Ponce de León (Santervás de Campos, Valladolid, c. 1.465 – La Habana, Cuba, 1.521), en la búsqueda de Bimini, la Fuente de la Eterna Juventud, donde quienes entran a bañarse como viejos salen como jóvenes, donde quienes beben sus aguas curan todas sus dolencias y recuperan el vigor sexual. Se dice que la Fuente de la Eterna Juventud está en Bimini Sur, una de las 724 islas que conforman las Bahamas. Los nativos de Puerto Rico y Cuba hablaban que allí se encontraba una fuente que «convertía a los viejos en mozos«, un rumor que llegó a muchos aventureros españoles. En su búsqueda, Juan Ponce de León, primer Gobernador de Puerto Rico, partirá rumbo Noroeste desde el puerto de San Germán, con dos naos, Santa María de la Consolación y Santiago, y un Bergantín, San Cristóbal.
Antecedentes
Durante milenios, encontrar el elixir de la eterna juventud fue el sueño de alquimistas, hechiceros y magos. Y leyendas llegadas desde los más lejanos rincones de la tierra hablan de ríos, fuentes, árboles, frutos y pócimas con poderes para rejuvenecer a los hombres. Ya en Babilonia, el agua es considerada el símbolo de la vida por su poder curativo fertilizante y Ea, Dios de las Aguas Dulces, surte las corrientes, canales y ríos. En el Epílogo del “Código de Hammurabi”, se invoca al dios Hadad para que prive a los enemigos de la lluvia del cielo y de las aguas de las fuentes. Los asirios rinden culto a Ishtar, diosa del amor y de la guerra, purificadora de las aguas y patrona de los manantiales “que traen la vida”. En Egipto se diviniza al Nilo en el dios Hapi, abastecedor de fuentes y manantiales, y es representado sosteniendo dos plantas: el “papyrus” y el “lotus”, o bien dos vasos de los que manan sendos ríos. En la India, a las Apsarás, ninfas que habitan las aguas, fuentes, lagos y ríos, especialmente el Ganges, se les atribuye la misión de conducir las almas de los guerreros muertos en los campos de batalla a la mansión del Sol. Los griegos, desde los albores de su cultura, consideran que el agua que mana de las fuentes, corredora y murmuradora, posee un espíritu personal inmanente, “daimon” o “numen”, al que dan una forma concreta definida, relacionándolo con divinidades superiores como Hermes, Apolo, Artemisa y Dionisios.
En cuanto a la leyenda de la Fuente de la Eterna Juventud, se dice que los iranios creían en la existencia de una fuente de la vida, Adnisur; el historiador y geógrafo griego Heródoto hace alusión a ella en el tercer volumen de sus Historias. Se cuenta, igualmente, que Alejandro Magno buscó el agua de la inmortalidad en la India. Y La Biblia, en el capítulo 5 del Evangelio de San Juan, dice: “Un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese”. Según Claudio Eliano (siglo II), la “Terra incognita” existía y en ella un río llamado Voluptuosidad; quien comía de los frutos de los árboles que a sus orillas crecían “paulatinamente se rejuvenecía, pasando de la ancianidad a la edad viril, de ésta a la juventud, y luego a la adolescencia y la niñez, hasta reducirse a la nada”.
El personaje ficticio Juan de Mandeville, del “Libro de las Maravillas del Mundo”, afirma: “Y al pie desta montaña [Plumbe] está una fuente que ha olor y sabor de todas las especias, y en cada hora muda su olor y su sabor; y si alguno bebe de aquella agua tres vegadas en ayuno, sana de cualquier enfermedad que haya. Y los que allí moran beben muchas veces de aquesta agua, por lo cual ellos no tienen alguna enfermedad. E yo he bebido tres o cuatro vegadas de aquella agua, y parésceme que yo valgo más por aquello agora. E dicen que aquella fuente viene del paraíso, y que por tanto es tan virtuoso. E por tanto éstos que cada día beben della, paresce que sean mozos. Por donde algunos dicen que la llaman la fuente de la mocedad”.
Ponce de León y Bimini
Algunos historiadores señalan que Ponce de León llega a las entonces llamadas Indias Occidentales en 1.493, en el segundo viaje de Cristóbal Colón (1.451 – 1.506); pero otros, que lo hace en 1.502, con la flota de Nicolás de Ovando (1.451 – 1.511). Dos años después, lo encontramos asentado como rico hacendado en La Española, la actual República Dominicana y Haití, isla en cuya colonización ha participado como capitán en las guerras del Higuey y es nombrado capitán de las tropas de Santo Domingo. Tras la pacificación, participa en la fundación de los pueblos de Salvaleón de Higuey y Santa Cruz de Aycayagua.
En la cercana isla de Puerto Rico, entonces llamada San Juan Bautista, circulan rumores sobre la existencia de oro y, en 1.508, solicita permiso real para colonizarla. Lo consigue y es nombrado su gobernador. Pero la llegada en 1.509 del hijo de Cristóbal Colón, Diego (1.479 – 1.526), pone fin a tal potestad, al ser nombrado nuevo gobernador de las tierras que su padre ha descubierto en el Nuevo Mundo y Ponce tiene que firmar su Capitulación y buscar otros lugares donde asentarse y enriquecerse, aunque ya posee importantes propiedades y plantaciones. Solicita permiso real para explorar ciertas islas del Noroeste, donde se supone que hay fabulosas riquezas. Y así, el cronista Antonio de Herrera y Tordesillas (1.549 – 1.626) en su “Historia General de los hechos castellanos en las Islas y Tierra Firme del mar Océano” (1.601), señala: “Hallándose Juan Ponce de León sin oficio y viéndose rico, determinó de hacer alguna cosa con que ganar honra y acrecentar su hacienda, y como había nueva que se hallaban tierras a la banda del Norte, acordó de ir a descubrir hacia aquella parte”.
En el año 2.000, el historiador Robert H. Fuson explica en su obra “Juan Ponce de León and the Spanish Discovery of Puerto Rico and Florida”, que “(Ponce de León) buscaba Bimini, una región vagamente descrita por los indios arahuacos –o taínos– de La Española, Cuba y Puerto Rico como una tierra rica al noroeste. Aseguraban que existía un paraíso en Bimini, una de las islas del archipiélago de las Lucayos, en las Bahamas, y que un tal Sequene, jefe arahuaco de Cuba, había efectuado una expedición en busca de una fuente con poderes curativos. Sin embargo, Sequene nunca regresó”.
El 23 de febrero de 1.512 el rey Fernando otorga en Burgos una Capitulación a Juan Ponce de León con el propósito de ir a descubrir y poblar la isla de Bimini. Tras varias semanas de navegación, el domingo de Resurrección o Pascua Florida, 27 de marzo de 1.513, la expedición descubre lo que parece una isla, a la que bautizan la Florida por la efeméride y por tratarse de un territorio de frondosa vegetación. El inca Garcilaso (1.539 – 1.616) describe así ese momento: “con tormenta, dio en la costa al septentrión de la isla de Cuba, la cual costa, por ser día de Pascua de Resurrección cuando la vio, la llamó Florida y fue el año de mil y quinientos treze, que según los computistas se celebró aquel año a los veinte y siete de marco”.Pero el recibimiento de los nativos no es amistoso. La visión de aquellos hombres “acorazados” que vienen en “casas flotantes” les parece tan amenazadora que los atacan,por lo que Ponce y sus hombres levan anclas y se dedican a costear hacia el Sur, ennavegación magistral del piloto Antón de Alaminos, reconociendo cabos y ensenadas.
El 2 de abril toman tierra al Norte de cabo Cañaveral y reconocen la costa hacia el Sur a pesarde la dificultad de navegar contra la corriente a través del canal de las Bahamas; handescubierto la Corriente del Golfo, que fluye de Sur a Norte y va a ser utilizada por losnavíos españoles, cargados de plata, como ruta de regreso habitual en su tornaviaje haciala península ibérica.
Tras el descubrimiento, Ponce de León regresa a España para informar al monarca y asegurar su hallazgo. Se le otorga una nueva Capitulación para poblar Bímini y Florida, y es nombrado Adelantado. Permanece en España desde finales de 1.516 hasta 1.518, pero ante los nuevos descubrimientos en América, solicita permiso real para seguir explorando, aunque su viaje se retrasa debido al fallecimiento de su esposa Leonor. Finalmente, equipa a su costa dos carabelas y sale del puerto de San Germán el 26 de febrero de 1.521. El inca Garcilaso, escribe sobre la expedición de Ponce de León: “armó dos carabelas y fue en demanda de una isla que llamaban Bimini y según otros Buyoca, donde los indios fabulosamente decían había una fuente que remozaba a los viejos, en demanda de la cual anduvo muchos días perdido, sin la hallar”.
El cronista Pedro Mártir de Anglería (1.457 – 1.526), en el capítulo X de su “Década II”, dice: “a la distancia de trescientas veinticinco leguas de la Española, cuentan que hay una isla, los que la exploraron en lo interior, que se llama Boyuca o Ananeo, la cual tiene una fuente tan notable que, bebiendo de su agua, rejuvenecen los viejos. Y no piense Vuestra Beatitud que esto lo dicen de broma o con ligereza: tan formalmente se han atrevido a extender esto por toda la corte, que todo el pueblo y no pocos de los que la virtud o la fortuna distingue del pueblo, lo tienen por verdad. Pues si Vuestra Santidad me pregunta mi parecer, responderé que yo no concedo tanto poder a la naturaleza madre de las cosas, y entiendo que Dios se ha reservado esta prerrogativa cual no menos peculiar que es escudriñar los corazones de los hombres o sacar las cosas de la nada, como no vayamos a creer la fábula de Medea acerca del rejuvenecimiento de Esón o la de la Sibila de Eritrea, convertida en hojas”.
Mientras que, el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo (1.478 – 1.557), escribe: “y entonces se divulgó aquella fábula de la fuente que hacía rejovenescer o tornar mancebos los hombres viejos; esto fue el año de mili e quinientos y doce. E fue esto tan divulgado e certificado por indios de aquellas partes, que anduvieron el capitán Joan Ponce y su gente y carabelas perdidos y con mucho trabajo más de seis meses, por entre aquellas islas, a buscar esta fuente. Lo cual fue muy gran burla decirlo los indios, y mayor desvarío creerlo los cristianos e gastar tiempo en buscar tal fuente (…) e cómo anduvo en busca de aquella fabulosa fuente de Bimini, que publicaron los indios que tornaba a los viejos mozos. Y esto yo lo he visto (sin la fuente), no en el subjeto e mejoramiento de las fuerzas, pero en el enflaquecimiento del seso, e tornarse, en sus hechos, mozos y de poco entender, y déstos fue uno el mismo Joan Ponce, en tanto que le turó aquella vanidad de dar crédito a los indios en tal disparate, e a tanta costa suya de armadar de navios y gentes (…) después que descubrió a Bimini e le dio el Rey título de adelantado por lo que había gastado e servido en sus armadas e buscando aquella fuente de Bimini, que los indios habían dado a entender que hacía renovar e retoñecer e refrescar la edad e fuerzas del que bebía o se lavaba en aquella fuente, como todo aquello paró en la vanidad que debía de parar una cosa tan fabulosa e mendace, e vido que había seído burlado e mal informado, no cansado por gastos ni trabajos, volvió a armar con más acuerdo y expensas”.
Ponce de León parte con 200 hombres y 2 carabelas, y desembarcan cerca de lo que hoy es la bahía de Tampa, pero inmediatamente son atacados por los indios Calusa, con tal violencia que mueren todos los soldados menos 7, y el propio Ponce de León recibe una flecha envenenada. En estado grave reemprende el regreso a La Habana, donde fallece a los pocos días, siendo enterrado en la catedral de San Juan de Puerto Rico. Junto al pueblo floridano de Sarasota existe un lugar llamado Warm Mineral Springs. Es un balneario, y a la entrada un mural dice lo siguiente: “este manantial es el que buscó en vano Ponce de León. Oyó de los indios su existencia, y en 1.521 hizo su segundo viaje para la búsqueda de esta fuente. Sus barcos fueron anclados en Charlotte Harbor, algo al Sur del manantial, y de resultas de un ataque indio resultó herido, regresando y muriendo poco después”.
Colofón
Ponce de León jamás llegó a pisar la isla de Bímini. Y es que una vez descubrió Florida, se concentró en explorar esta nueva tierra de la que seguía pensando que era una gran isla, buscando nuevas riquezas y batallando contra los nativos de esta península. Se iniciaba así la exploración y colonización española de América del Norte. Tras la muerte de Ponce de León, varias expediciones continúan con la exploración y colonización de lo que hoy son los Estados Unidos. Aventureros como Lucas Vázquez de Ayllón (1.478 – 1.526), Pánfilo de Narváez (1.470 – 1.528), Tristán de Luna (1.510 – 1.573), Hernando de Soto (1.500 – 1.542) o Francisco Vázquez de Coronado (1.510 – 1.554) siguen el ejemplo de Ponce de León hasta que en 1.565, Pedro Menéndez de Avilés (1.519 – 1.574) funda la ciudad San Agustín.