Antonio Gómez Romera
Domingo, 31 de diciembre de 2023
EN EL CLIV ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DEL GENIAL PINTOR, GRABADOR Y ESCULTOR FRANCES HENRI MATISSE
Hoy domingo, 31 de diciembre, festividad de San Silvestre (285 – 335), obispo de Roma y 33 papa de la Iglesia Católica Romana durante el Imperio de Constantino (272 – 337), primer emperador cristiano, quincuagésimo segunda y última semana del año 2.023, se cumplen 154 años (1.869) del nacimiento en Le Cateau – Cambrésis (Picardía, Norte de Francia) del genial pintor, grabador y escultor Matisse (Henri Émile Benoît Matisse), maestro del color y del dibujo. Henri es hijo de Emile Hippolyte Matisse (1.840 – 1.910) y de Anna Heloise Gerard (1.844 – 1.920), que se dedican al comercio: droguería y venta de semillas.
Breves Notas Biográficas
En 1.887, con 17 años de edad, Henri Matisse se traslada a París para estudiar Derecho en la Universidad y, en las vacaciones, trabaja como pasante de abogado en Saint – Quentin. En 1.890, sus estudios se ven interrumpidos por una apendicitis que lo retiene en cama. Durante su convalecencia, su madre le regala una caja de óleos y material de dibujo, y él, para entretenerse, comienza a pintar y pronto, está decorando la casa de sus abuelos en Le Cateau.
En 1.891 abandona la abogacía y regresa a París para convertirse en artista profesional, sin la aprobación de su padre: “¡Te vas a morir de hambre!, ¿Me oyes, Henri…? ¡Es una carrera para vagabundos…!”. Con el fin de prepararse para el examen de ingreso a la Escuela de Bellas Artes, se matricula en la escuela privada “Académie Julian”, donde recibe clases del maestro William – Adolphe Bouguereau (1.825 – 1.905).
En 1.892, Matisse deja la “Académie Julian” para recibir clases nocturnas en la “École des Arts Décoratifs” y en el taller del pintor simbolista Gustave Moreau (1.826 – 1.898) en el “École des Beaux-Arts”. Moreau es un maestro tolerante, que no intenta imponer su propio estilo a sus alumnos, sino que los anima a desarrollar su personalidad y a aprender de los “tesoros” del Museo del Louvre y que le predice: “usted ha nacido para simplificar la pintura”. Y Henri practica el dibujo del natural en un estilo más bien tradicional, como se aprecia en “El tejedor bretón”, y realiza copias en el Louvre. Más adelante, dejándose llevar por los aires impresionistas de la época, pasa a pintar luminosos paisajes de Córcega y de la Costa Azul y practica esporádicamente el “Divisionismo”. En esta etapa tiene como discípulo y gran amigo al pintor japonés Yoshio Aoyama (1.894 – 1.996), el cual ha dejado en la historia del arte el término de “azul Aoyama”.
Durante 1.898 Paul Signac (1.863 – 1.935), teórico y líder de los “Neoimpresionistas”, o “Puntillistas”, publica en la revista literaria “La Revue Blanche” su principal manifiesto, “D’Eugène Delacroix au Néo-Impressionnisme”. Matisse, en 1.899, de regreso a París, lee el artículo y se interesa por la idea puntillista: obtener mezclas aditivas de color en la retina mediante puntos yuxtapuestos sobre el lienzo. Amplía su investigación sobre nuevas técnicas comprando, al conocido marchante modernista Ambroise Vollard (1.868 – 1.939), “Los tres bañistas” de Paul Cézanne (1.839 – 1.906); “Cabeza de niño” de Paul Gauguin (1.848 – 1.903); y un dibujo de Vincent van Gogh (1.853 – 1.890).
Acompañado por su amigo Albert Marquet (1.875 – 1.947), que también se interesa por el problema del color puro, comienza a pintar escenas al aire libre en los jardines de Luxemburgo, en el suburbio de Arcueil, y desde la ventana de su apartamento que da al Sena. También compra a Vollard un modelo en yeso del busto de Henri Rochefort de Auguste Rodin (1.840 – 1.917), y durante 1.899 comienza a asistir a clases nocturnas de escultura.
Sus primeros trabajos escultóricos revelan la influencia de Rodin y de Antoine-Louis Barye (1.795 – 1.875), considerado el mayor escultor de animales francés. Con el cambio de siglo lidera junto con André Derain (1.880 – 1.954) el grupo conocido como “Fovismo”: movimiento indisciplinado y efímero que sólo celebra tres exposiciones. La primera en el Salón de Otoño de 1.905, donde las pinturas expresan emoción con colores salvajes y disonantes. El crítico de arte Louis Vauxcelles (1.870 – 1.943) escribe: “Donatello au milieu des fauves!” (‘Donatello entre bestias salvajes’), refiriéndose a una escultura de tipo renacentista que está en el Salón donde se celebra la Exposición.
Matisse y Derain pasan el verano de 1.905 en Collioure (Occitania), un pequeño puerto pesquero en el Mediterráneo, a unos 30 kilómetros de la frontera española. Y la deslumbrante luz del sol hace que se libere de lo que él llama, “la tiranía” del puntillismo. Matisse y Picasso se conocen en 1.906. Los que conocen a Pablo Picasso dicen que es un tipo peculiar, egoísta y grosero, y quienes conocen a Matisse, por su parte, hablan de un hombre educado y reservado. El caso es que entre ellos surge una de las mayores rivalidades de la Historia del Arte. En realidad, los dos artistas sienten gran admiración a la vez que envidia el uno del otro, y sus obras respectivas les sirven de inspiración en numerosas ocasiones.
Matisse y Granada
Entre el miércoles, 16 de noviembre de 1.910 y el miércoles, 25 de enero de 1.911, Henri Matisse realiza un viaje en tren a España, en el que visita Madrid, Sevilla, Granada, Córdoba, Toledo y Barcelona. El viernes, 9 de diciembre, parte en ferrocarril desde Sevilla hacia Granada, un largo trayecto de más de 8 horas de viaje. Lo hace en un vagón bellina, emplazado al final del convoy, rodeado de ventanas acristaladas que le permiten disfrutar del paisaje, al que no duda en calificar de hermoso: “Primero, las llanuras fértiles con palmeras, eucaliptos, granados y naranjos. Las paredes de las haciendas y casas ornamentadas con viváceas púrpuras y follaje verde oscuro con el más bello efecto”. Permanece en Granada tres días, en los que se aloja en la Pensión “Villa Carmona”, ubicada en el interior del recinto de la Alhambra. “La Alhambra es una maravilla. Sentí allí una intensa emoción”. Las decoraciones nazaríes le provocan una sensación de armonía y suntuosidad y así se lo transmite por carta a su esposa Amélie. También aprovecha para visitar el barrio gitano del Sacromonte, donde asiste, como un turista más, a un tablao flamenco, el Albayzín y el centro de la ciudad. Allí adquiere algunas antigüedades: “olambrillas”, piezas de azulejos hispano musulmanes, objetos de vidrio de Castril que envía a su mujer advirtiéndole por carta de su gran fragilidad, y un vistoso mantón de Manila de extraordinario colorido que regala a su mujer y lo luce, con peineta y abanico, en el lienzo “La española”, de 1.911.
Nadie sabe nada de la visita de Matisse a la Alhambra hasta que la Directora del Patronato de la Alhambra y el Generalife, María del Mar Villafranca Jiménez, descubre en el Libro de Firmas el autógrafo del artista y comienza a indagar sobre un viaje fundamental en la obra de Matisse pero que había pasado desapercibido. En 1.910, Matisse viene a España para “curarse” del reciente fallecimiento de su padre y de una crítica frustrante. Dos de sus obras más reconocidas, “Danza” y “La Música”, han sufrido el rechazo absoluto y el pintor decide buscar entonces un nuevo lenguaje. Sevilla y Granada van a resultar esenciales en aquella búsqueda. María del Mar escribe en la Revista “Descubrir el Arte”: «La visita, realizada el día 10 de diciembre, activó sus capacidades creativas revelándose ante sus ojos los acordes de las composiciones ornamentales alhambreñas como el objetivo plástico perseguido desde hacía tiempo. La continuidad de las formas decorativas constituida por los zócalos de azulejos polícromos de las distintas salas y patios de la Alhambra, los paneles de yeserías profusamente ornamentados y los techos de madera con sus características composiciones de lazo conformaban un auténtico tapiz arquitectónico, una superficie que expresaba la riqueza plástica de la cultura refinada que los concibió».
El viernes, 15 de octubre de 2.010, la Infanta Elena, acompañada por el Presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán Martínez; el Consejero de Cultura, Paulino Plata Cánovas, y el alcalde de Granada, José Torres Hurtado, entre otras muchas autoridades, inauguran la Exposición “Matisse y la Alhambra (1.910 – 2.010)”, organizada por el Patronato de la Alhambra y el Generalife con la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC), y la colaboración de la Fundación “la Caixa” de Barcelona, comisariada por María del Mar Villafranca y Francisco Jarauta Marión, catedrático de Filosofía de la Universidad de Murcia, en el Museo de Bellas Artes de Granada, situada en la planta superior del Palacio de Carlos V en el recinto de la Alhambra. Muestra que incluye más de 100 piezas, entre las que hay 35 obras del artista. Se mantiene abierta al público hasta el 18 de febrero de 2.011 y que está dividida en cinco secciones: “Lección de Oriente”, “El viaje a España: Matisse y la Alhambra”, “De Marruecos a Niza”, “Odalisca: paisaje interior” y “Luz y armonía” que pretenden aportar un mayor grado de conocimiento de la vida y obra del pintor. “Lección de Oriente”, incluye sus últimas obras antes de su visita a España y está representada por el dibujo a carboncillo de “La danza”, por la escultura “Estudio de pie” y por “La Argelina”‘. “El viaje a España: Matisse y la Alhambra”, reconstruye el viaje de Matisse a España, una visita que se documenta por primera vez en la Exposición, en la que participan 30 instituciones de prestigio: Museo del Hermitage de San Petersburgo, MOMA de Nueva York, Metropolitan de Nueva York, Louvre de París, Victoria and Albert de Londres o Pushkin de Moscú. También participan coleccionistas privados, como Carmen Cervera (baronesa Thyssen) y Claude y Bárbara Duthuit, herederos de Matisse, que han apoyado el proyecto. Por primera vez en una Exposición se han podido ver juntos los 3 cuadros que Matisse pintó en Sevilla, donde compartió estudio con su amigo y pintor Francisco Iturrino González (1.864 – 1.924). Dos bodegones y un retrato: “Bodegón Sevilla I” y “Bodegón Sevilla II”, en el que plasma el tapiz alpujarreño que compró en Madrid, y “Joaquina”, el retrato de una bailaora que su amigo, el también artista, Auguste Bréal (1.869 – 1.941), le buscó de modelo.