Contra la amnistía, Juanma vive mejor
Fue el gran Manolo Vázquez Montalbán, quien acuñó a finales de los ochenta del siglo pasado, aquella frase de que «Contra Franco vivíamos mejor», aunque el periodista y novelista solía insistir en que él siempre la usó entre interrogantes. Lo que venía a decir el «padre» de Pepe Carvalho, es que, una vez llegada la tan ansiada democracia, no sabíamos qué hacer con tanta libertad y es que todos sabemos que el exceso de oxígeno puede llegar a ser tan nefasto como la ausencia del mismo.
Sirva esta introducción para explicarles la razón del título de esta columna, porque sin interrogantes y más bien como una rotunda afirmación, al presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, este «lío» de la amnistía le está viniendo de perillas, para escaquearse de los marronazos de su gestión en terrenos tan sensibles como la sanidad o la educación.
Desde hace semanas al presunto «delfín» de Núñez Feijóo, solo se le escucha despotricar contra la amnistía y profetizar para España el Apocalipsis trufado con las siete plagas de Egipto, en caso de que la ley llegue a término.
Escuchando a Bonilla pareciera como si de la amnistía dependa la existencia misma de Andalucía y los andaluces, la desaparición del flamenco, la extinción de los langostinos de Sanlúcar y de los gorrinos de Jabugo, la muerte del Pedro Ximénez, la evaporación de la Alhambra, de Sierra Nevada y Doñana y la demolición de la Giralda… Y no es éso. Créanme que no lo es.
Lo cierto es que al adversario sucesorio de Díaz Ayuso, le está viniendo Dios a ver con esto de la amnistía. Me explico, mientras Juanma nos alerta, un día sí y otro también, de que se rompe España, no tiene un minuto para explicarnos como es posible que las listas de espera andaluzas, sin publicar durante un año, hayan ocultado un aumento del 227% de andaluces fuera del plazo legal para operarse; ni tampoco como en junio de 2022, 10.992 andaluces hubieran rebasado el plazo máximo garantizado por la ley andaluza para ser atendido y solo un año después, en junio de 2023, fuéramos ya 36.004, o lo que es lo mismo 25.000 más.
La «manta» de la amnistía que todo lo tapa, no le deja un segundo a Juan Manuel para contarnos despacito, como es posible que Andalucía contabilice hoy más de un millón de personas en lista de espera para operarse, o para ser atendido en consulta por un especialista, o por qué en junio de 2023, los andaluces pendientes de una intervención quirúrgica fuéramos 192.561, un 11% más que hace un año; ni tampoco el demoledor dato de que en total, las listas de espera sanitarias afecten ya al 12% de la población andaluza empadronada en junio (8,6 millones de habitantes).
Mientras en el Palacio de San Telmo andan angustiados porque ya vivamos en una dictadura, después de que a Pedro Sánchez le hayan hecho presidente del Gobierno todos los partidos del arco parlamentario, a excepción del PP y del Vox, en lo que sin duda es el Golpe de Estado más «raro» de la historia, Juanma no está para zarandajas como la de que nuestra comunidad se sitúe entre las tres primeras de España con la tasa más alta de pacientes en espera para operarse por cada 100.000 habitantes -23,24 frente a los 17,55 de media nacional-; ni que seamos la segunda con el peor tiempo de espera para una cita con el especialista (139 días, cuando la media de España son 112).
Debe pensar Juanma que la «tragedia» de demoler el estado de derecho es mucho más importante para el día a día de los andaluces que las listas de espera en el Sistema Andaluz de Salud, que llevaban un año y medio sin publicar “por un problema técnico”, según la consejera del ramo, Catalina García, y que ocultaran un aumento del 227,5% de pacientes fuera del plazo legal para ser operado, es decir, pacientes que han rebasado los tiempos máximos de respuesta en atención especializada que establece el decreto de garantía de plazos de la Junta, o lo que es lo mismo, que el 25% de los 192.561 andaluces pendientes de una intervención quirúrgica, lleve más de seis meses esperando.
Pero es que además, el «heroico» combate de Bonilla contra la pérfida amnistía, no le da la vida y es por eso por lo que no le hemos escuchado una palabra sobre que la pobreza infantil haya aumentado en Andalucía un punto y medio en el último año, o lo que es lo mismo que 30 niños andaluces de cada 100 se encuentren en situación de pobreza, que cuatro de cada diez hogares monomarentales de nuestra comunidad -dos puntos más que en 2021- también lo estén, o que diez de cada cien pequeños andaluces no puedan comer carne, pescado o pollo cada dos días.
La cruzada «juanmanuelina» contra la ruptura del solar patrio, tampoco le permite a nuestro prócer dar explicaciones a padres y madres de alumnos, profesores y personal educativo, de como es posible que la educación pública andaluza ande hecha unos zorros, motivo por el que el pasado fin de semana salieron a las calles de Sevilla y Málaga, miles de incautos andaluces que no se han enterado de que España se está yendo al carajo, pero sí de, que los coles públicos donde trabajan o mandan a educar a sus niños estallan por las costuras.
Y claro, como Juanma está luchando para evitar que nos convirtamos en Venezuela o Hungría, no puede estrar a contarnos como ha conseguido hacer pasar a Andalucía de liderar en España la ayuda a países pobres junto con Euskadi y Extremadura, con un 0,14 por ciento de su presupuesto en 2018, a estar a la cola del gasto en materia de cooperación internacional, con un 0,5% en 2023 reduciéndose un 10% y colocándonos entre las cinco comunidades que menos destinan a ese menester, teniendo nuestra comunidad el mayor presupuesto de su historia.
Está claro que los andaluces somos una panda de desagradecidos, incapaces de valorar los desvelos de Bonilla para que España siga siendo «Una, Grande y Libre», porque nos preocupa más la salud, la educación, el bienestar infantil o la solidaridad con quienes menos tienen y eso no debe ser nada patriótico en la escala de valores del Capitán Trueno de las esencias hispánicas, porque ya saben, «contra la amnistía, Juanma vive mejor»