GRANADA «DE MODA» EN EL NEW YORK TIMES

Granada «de moda» en el New York Times

Agustín Martínez -Periodista-

Aparecer en el New York Times no es algo que esté al alcance de cualquiera. El rotativo neoyorkino fundado hace 172 años está considerado como uno de los principales periódicos del mundo. Baste recordar que en sus vitrinas se agrupan nada menos que 132 premios Pulitzer -los oscar del periodismo- y que en su redacción firman los periodistas más prestigiosos del planeta.

Con casi ocho millones de suscriptores, el New York Times es uno de los periódicos más influyentes, si no el que más y conseguir hacerse un hueco en sus páginas está al alcance de muy pocas personas y muy pocas historias.

Pues bien, desde el pasado 20 de agosto, Granada se ha convertido en la «estrella» informativa del verano en el NYT. Dicho así sería para hacer una fiesta por todo lo alto, ya que aparecer en sus páginas es ponerse en el mundo.  Granada ha tenido más presencia en estos 26 días en el rotativo de la gran manzana, que en los 172 años anteriores de su historia… Aunque mejor hubiera sido no haber aparecido ni una sola.

La «catarata» de referencias neoyorkinas de Granada comenzó con el culebrón de Luis Rubiales, que ha conseguido que el nombre de esta maravillosa tierra se haya visto vinculado al de un auténtico gañán, protagonista de uno de los episodios más sonrojantes de los últimos tiempos, que ha sido relatado puntualmente por ese gigante del periodismo que incluso llegó a llevarlo a su portada, espacio reservado a los elegidos mundiales, para bien y para mal y en el caso que nos ocupa ha sido para muy mal.

Pero cuando pensábamos que con lo de Rubiales agotábamos el cupo de aparecer en el NYT para otros 172 años, hete aquí que el periódico ha dedicado un pedazo de reportaje a los infames y reiterados apagones que padecen los vecinos del Distrito Norte de Granada desde hace años.

El rotativo neoyorquino ha desplazado hasta Granada a su reportero Constant Méheut, adscrito a su oficina de París, quien habla directamente de barrios «pobres» y ha entrevistado a algunos de los residentes para quienes los fallos en el suministro eléctrico pueden suponer un riesgo vital para los enfermos que necesitan respiradores. «La comida se pudre en los refrigeradores y las baterías de los teléfonos se agotan. Los dispositivos médicos dejan de funcionar…»,

El reportero relaciona los apagones, que se suceden desde hace una década, con el cultivo de marihuana en las viviendas, recordando que la compañía Endesa culpa a la proliferación de los invernaderos de droga de las constantes interrupciones en el suministro, pero los vecinos que aparecen en el ‘New York Times’, sin negar ese problema, se quejan de que la empresa lo utiliza como excusa para no invertir en la imprescindible renovación de sus infraestructuras.

La publicación de los apagones de la zona norte de Granada en el periódico más influyente del mundo, se traduce en una pésima publicidad para una ciudad que tiene en el turismo su principal industria y debería suponer una muy seria llamada de atención para las autoridades que siguen pasándose la pelota unas a otras, mientras los vecinos continúan a media luz, como diría el tango.

Para que no quedara duda alguna de la ciudad donde  el reportero sitúa el despropósito, Constant Méheut concluye: «A sólo quince minutos en coche del famoso palacio de la Alhambra, el distrito norte de Granada es el más pobre de la ciudad, con la mitad de su población viviendo con menos de 8.000 dólares al año…».

Si lo de Rubiales es una desgraciada conjunción planetaria de la que nadie, salvo él mismo, tiene la culpa, de los infames apagones que afectan a más de mil familias en esta ciudad todas las administraciones son responsables, por la escandalosa omisión de su deber de garantizar a la ciudadanía un derecho fundamental que les limita dramáticamente su vida diaria.

Solo me quedaría pedirle al New York Times, que ya que se ha aprendido el camino a nuestra ciudad, regrese a ella en clave más positiva y relate al mundo las maravillosas gentes que alberga, su talento, su riqueza patrimonial e histórica, su belleza y su futuro, que con toda seguridad será mucho más «luminoso» que Luis Rubiales y los apagones de la zona norte.

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