CUARESMA 2023: LA IGLESIA DE LA VISITACIÓN ACOGE EL X PREGÓN DE LA HERMANDAD DEL GRAN PODER

Domingo A. López Fernández

Fotos: EL FARO

FRANCIS PEREZ LORENZO EXALTA A LOS TITULARES DEL MIÉRCOLES SANTO

En la noche del pasado sábado, 11 de marzo, se verificaba en la recoleta iglesia de Nuestra Señora de la Visitación, sita en la popular calle de las Monjas, el pronunciamiento del X pregón de exaltación de los titulares de la Fervorosa Hermandad de Penitencia de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder y María Santísima del Mayor Dolor, que este año ha quedado a cargo del hermano cofrade y conocido capataz de paso, Francisco Pérez Lorenzo. La popular corporación de la que ya es madrugada del jueves santo convocaba en días precedentes a todos sus hermanos para estar presentes en el acto, y la realidad es que el poder de convocatoria cumplió a la perfección su cometido, pues el templo se vio totalmente concurrido y fueron muchas las personas que tuvieron que seguir su desarrollo de pie. Fue un día grande, desde luego, para la hermandad del Gran Poder, que el pasado mes de febrero, concretamente el día 18, procedía a la bendición de su nueva titular mariana, obra del escultor veleño Israel Cornejo Sánchez. Dicho acto se llevó a cabo sobre el altar erigido por el equipo de priostía de la hermandad en el brazo izquierdo  del crucero, en el que figuraba la Virgen del Mayor Dolor revestida con el manto de luto que hace honor a su advocación y que fue cedido por la cofradía de “Los Vigías y María Santísima del Mayor Dolor” de Vélez Málaga.

Trascurrido casi un mes de la bendición, el altar ha permanecido erigido en ese mismo emplazamiento en espera de este acto que ennoblece e impone fervor a los señalados titulares del miércoles santo. El día 10, el equipo de priostía de la hermandad efectuaba el traslado de la imagen de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder hasta ese lugar, posicionándole delante de la nueva titular mariana. Y, en un plano ligeramente superior, María Santísima del Mayor Dolor, que se muestra en estos días ataviada de hebrea por su vestidor, Jesús Ortega, y portando sus nuevos ropajes que han sido confeccionados y donados por el equipo de costura de la Real Hermandad de Nuestra Señora de las Angustias que, no olvidemos, son padrinos de su bendición. Asimismo, otros cambios acaecidos son la iluminación del altar en sus cuatro esquinas por los faroles del paso, nuevas cornucopias que ha cedido la hermandad de las Angustias y la bambalina que corona todo el conjunto que es propiedad de la hermandad de la Santa Vera Cruz.

El pregón de exaltación ha tenido lugar pasadas las 21:00 hrs de la noche, una vez concluida la santa misa que ha oficiado el consiliario de la hermandad, D. Alberto Sedano Rodríguez. Llegada, pues la hora de comienzo, ha subido hasta el ambón el presentador del pregonero,  D. Daniel Pérez Rodríguez, quien a pesar de su juventud ha mostrado grandes “tablas” para el cometido al que ha sido designado.

Desde el altar, el joven hermano de hermandad, que es hijo del pregonero, le ha dado las gracias por permitirle que fuese él quien le presentase al público. Estás, dijo,  “pregonando en la hermandad del barrio en el que te criaste, en casa de Mama Antonia, un barrio coronado por un convento de monjitas que te hizo pasar tan dulces tardes y meriendas en tu niñez y cuyo convento guarda dentro su mayor tesoro un Gran Poder que atrae hacia él a todos los hermanos”. Recordaba, igualmente, como fue este barrio en el que dio sus primeros pasos junto a la Virgen de las Angustias, “advocación a la que hasta el día de hoy sigues acompañando para seguir con la tradición familiar que te inculcaron”.

Sobre su vida, ligada ahora al ambiente semana santero, el presentador aludió a su trayectoria en el toque de tambor de una banda de cornetas motrileña, para seguir igualmente acompañando ya sólo y con ese mismo timbal a la imagen del Santísimo Cristo de la Salud y su Madre del Mayor Consuelo. Un paso más fue su incorporación al cuerpo de la “costalería” para portar sobre sus hombros a diversos titulares, entre ellos el Resucitado, el Cristo de la Salud, Jesús Orante y la Borriquita. Es más, no fue solo en Motril, sino que el pregonero abrió también su honroso campo a la capital.

Llegó más tarde el cargo de capataz del paso del domingo de Ramos y, con él, el del martes santo misericordioso, pero su presencia quedaba incompleta sin el Señor del Gran Poder, “la hermandad del barrio más señero, especial y nazareno”. Reconoció el presentador queel germen cofrade de su padre le ha sido traspasado con prestancia, de forma que pudo salir en cuanto pudo, portando el paso “chico” del Gran Poder. Daniel Pérez finalizaba su discurso dando las gracias al pregonero por enseñarle los entresijos que lleva consigo ser cofrade y costalero e, igualmente, porque “esta noche el aprendiz presentará a su maestro, porque este círculo sigue y seguirá vivo, padre, porque no dejare que ese sentimiento que tú nos das y que te vino dado de los tuyos acabe nunca”. Y concluía que tenía que ser aquí, “en este barrio nazareno con olor a miércoles santo, bendito y eterno, por todos los que están y por todos los que se fueron, por esta nuestra hermandad, nuestra juventud y para que se  vuelva a oír al capataz y a ese mismo saetero, para que nos llenes de amor, alegría, paz y consuelo, por todos nosotros, tuyo es el atril y tuya es la palabra”.

Con un fuerte abrazo filial, el pregonero accedía hasta el ambón, para compartir con el público presente un sueño compartido, el que el tiempo le ha enseñado que no estaba equivocado y que todo lo que lleva aparejado la Semana Santa se encuentra ya a un paso de nuestros días. Por ello, hilvanando bellas frases salidas desde el mismo corazón llegó a decir que “el sonido del metal en tantas noches de ensayo ha empañado las bocinas que emitían dulces tonos que repetían los ecos. Los tambores resonaban como nunca, el cielo oscuro como siempre y las miradas, las miradas juguetonas, cómplices y a veces cansadas. ¡Ponerse que voy a llamar! Y ya están en alza los corazones y no el cuerpo que espera. ¡Llama Paco, llama cuando quieras¡. ¡Contesta otra voz que atento estaba! Un sonido seco golpea el paso y el impulso, el coraje, la devoción, el alma entera, la esperanza, la añoranza, la ilusión que corretea, hace que el paso acaricie el cielo como siun trozo de cielo fuera y con ella se fue el viento y llego la primavera, con ella se marchitaron todas las noches en vela, con esta «levanta» vestí por vez primera entre clamorosos suspiros, el alma de costalero, conseguí vencer al tiempo, acabar con el reloj y su loca espera ¡Llama Paco llama cuando quieras¡ ”.

Tras estas sentidas frases, llega ahora el verso primoroso que dedica a sus titulares y la noche del miércoles santo: Campanas tañen con dolor/ La tarde del miércoles santo,/ Trayendo hasta mí el olor,/ Envuelto en pena y llanto,/De una ofrenda de amor,/ De un Cristo que con encanto/Ofrece su vida en flor,/Haciendo suyo el llanto,/Y redimiendo al pecador…

El protocolo del pregón marca ahora las salutaciones de rigor y el momento emocionado de los agradecimientos que entona el pregonero. Primeramente, a la junta de gobierno por dejarle “abrir el corazón a nuestros titulares”. Seguidamente, a su presentador, al que pregona su grandeza como hijo y como cofrade. Y dirige ahora un momento introspectivo hacia su Cristo, al que agradece “estar siempre a mi lado y por el amor que me das y permitirme compartir la vida contigo”.

Vivencias de un niño traen ahora a la mente su primeros desvelos, los de un joven que llegando la cuaresma cambiaba los juguetes por cruces y tambores. Era el sueño de un niño que pronto comenzaba a soñar con hermandades y cofradías, que dibujaba enseres e imágenes y que organizaba una procesión con figuritas. Ese niño, dijo, a los nueve años ya se vestía de nazareno en su hermandad del Santísimo Cristo de la Salud, y también se integraba en la banda de tambores de los ADECU. De ahí comenzó a marcar el paso del Cristo de los Estudiantes y ahí “fue cuando se encontró con tu mirada”. Era, sin pronunciarlo, el sentido encuentro del Gran Poder en el que llegabas “portentoso y valiente hasta los agustinos, con un derroche de arte y con esos sones añejos. No sé qué me llamaba, no sé qué sentía al verte, pero tu rostro no se me iba de la mente”.

Aquellos años de su infancia forman parte de su memoria cuando acudía con su abuela a coger sitio en la plaza de las Monjas para estar cerca del Gran Poder y su Madre del Mayor Dolor. Veía su paso majestuoso “y señorial, bajando la calles de las Monjas como si supiese el destino tan horrible que le esperaba”. La multitud y el silencio conferían la nota al lugar, para dejar escuchar las voces de las RR.MM Nazarenas, “que desprendían calma y esperanza para ese Hijo condenado a muerte por todos los hombres”.

El pregonero tiene ahora un momento para el sentimiento que anida en la hermandad del Gran Poder y del legado de caridad que practican y siguen realizando en entidades como Jesús Abandonado y familias necesitadas del barrio. Que buen sentimiento es, desde luego, servir a los demás.

El verso que llega al alma tiene ahora su protagonista en el Gran Poder; “Solo estaba su mirada/Solo su color moreno/Solo estaban en las monjas/Conmigo y sus anhelos… /Solo con pronunciar tú nombre/Creía que estaba en el cielo/Eres verdad, vida cierta/Segura resurrección/Y la salvación más plena/Cristo del Gran Poder/Señor del cielo y la tierra.

El mensaje de fe se traslada ahora a su Virgen del Mayor Dolor, aquella que adivina el dolor del Hijo, aquella que reza con él. En tu dolor, dijo, rezabas al Dios de la justicia y la misericordia, por tu Hijo, y por todos los hombres. Él se encontró ya contigo en el camino de la cruz, y permanece muy cerca de la cruz, y “tu María, te mantienes en pie”. Y con voz firme expresa que por la fuerza de tu fe profunda pervive “ese amor que se une de una manera muy especial al del sacrificio de tu hijo, el Redentor. Él te confía a Juan, su amigo. Pero tú te conviertes también en su madre y en la de todos nosotros. Jesús nos ha salvado por su Pasión y su Muerte. Es la victoria del amor sobre el mal y el pecado. La sangre de Cristo derramada sobre la cruz se convierte para nosotros en fuente de amor y libertad, siempre presente en cada eucaristía. Por ello, Jesús nos invita a ser muy fieles a ella”.

El pregonero reconoce frente a su auditorio que no hay dolor comparable con el de María y que en sus lágrimas no solo hay tristeza, sino también emoción y esperanza. Porque en el sacrificio de Jesús hay, sobretodo amor, un amor absoluto, incondicional y generoso. Por ello afirmó que es la prueba más grande que Dios quiere y espera de los hombres, pues por la fe sabemos que “quien da su vida por amor no morirá para siempre”.

Dedica ahora el pregonero un momento a la juventud, aspecto que personifica en Juan Carlos Rodríguez Fortes, quien en unión de otros varios hermanos sacó adelante un pequeño paso para empezar con su cuadrilla la andadura costalera. Con ellos traía hasta su mente “los frutos hoy día rodeados de esa eterna juventud. Sábado de pasión y una marea nazarena inunda nuestras calles a sones de agrupación y chiquillería. Gracias a todos los que hicisteis posible este sueño, gracias por dejarnos disfrutar de unos niños ilusionados con su labor y su gran trabajo que, ensayo tras ensayo, se superan y mejoran cada día, y como no gracias a ti, gracias por todo lo que diste a tus niños y tu dedicación más plena, gracias porqué con su esfuerzo y trabajo hoy en día esto es una realidad. Sé que tu eterna sonrisa siempre estará en nuestros corazones y sé que desde allí arriba estas disfrutando como nunca con tu grupo joven, Gracias Carlos”.

Y como no hablar de los costaleros que a golpe de martillo hacen arrancar los pasos. Tiene el pregonero alma de poeta cuando habla de ellos. Así hace referir que “bajo una trabajadera, la discreta sinfonía de la emoción y el esfuerzo se escapa por los respiraderos, como música celestial, para el Señor y su Santísima Madre. Se desmoronan en unas horas, como pétalos de rosas, esas mañanas de “igualás”, de reencuentros, de añoranzas y de abrazos cálidos como bufandas de invierno. Si el ser humano se mirase por un instante en vuestros ojos, se daría cuenta de que no es difícil creer en un mundo mejor. Es vuestro esfuerzo altruista, la llave que abre todas las puertas, la luz que deshace todas las sombras y el camino más corto entre los hombre y Dios”. Qué bonito es ser costalero de Dios, dijo, un auténtico privilegio que muy pocos podemos disfrutar y que el mismo Dios nos otorga, pues ser los pies del Gran Poder y María Santísima del Mayor Dolor implica seriedad, respeto y arte de “costalería”, y de eso la cuadrilla del Gran Poder va sobrada. La tribuna sirve al pregonero para cantar a los cuatro vientos que ahora que se acerca la semana santa, sueñen sus costaleros con una “chicota” valiente, con un rezo en Señor de Junes, y que subimos a nuestro barrio como si nos eleváramos al mismo cielo, “que aquí está la gloria eterna de nuestro sufrimiento y sudor”.

Su mensaje va llegando a su fin y dedica sus palabras al Señor que murió en la cruz para redimir a los hombres. Y dirigiendo su mirada hacia Él refiere que “estoy despierto, y no puedo verte, entre viejos recuerdos ya pasados, percibo que estás ahí, pero no te siento, rebusco en mi subconsciente, pero no te encuentro, quiero acercarme a ti, acompañarte un año más, en tu camino de siete días inolvidables, sentir contigo el cariño y amor que te profesa un pueblo ansiado de cuaresmas, quiero portar tu pena, quiero levantarte cuando caigas y sobre todo elevarte al cielo para demostrar tu grandeza”. Con una serie de hilvanadas frases salidas desde lo más hondo de su corazón el pregonero afirma ante todos los presentes que “sé que no has muerto porque te siento vivo, andando sobre estas tierras, consolando al afligido, soportando las penas de este, tu pueblo bendito”.

Y con una bella poesía final, concluía su pregón, momento en el que el público presente, puesto en pie, ofrendaba al pregonero un largo y pronunciado aplauso. Llegaban aquí y ahora los consabidos reconocimientos al presentador y al actor principal del pregón, que no paraba de recibir parabienes y felicitaciones de hermanos de hermandad, cofrades presentes, amigos, vecinos y familiares. Francisco Pérez Lorenzo quiso, igualmente, dedicar unas palabras a EL FARO para mostrar sus sentimientos en un instante de especial significación en el que ha sido su recoleto templo de la infancia. Con ello refería a esta redacción, este pregón “supone mucha historia porque me he criado aquí, cincuenta metros abajo en la casa de mi abuela Antonia, y ha sido una de las hermandades que he visto nacer y crecer y para mí ha sido todo un orgullo poder rezarle a Nuestro Padre Jesús del Gran Poder a mi manera”.

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