LOS CUENTOS DE CONCHA

NAVIDAD, ERES TÚ

Concha Casas -Escritora-

Yo fui vocecita de cristal, y lo fui porque papá así lo quiso. Era su vocecita de cristal. ¿Habrá título más importante en el mundo?

Se habla de la magia de la Navidad, pues entonces, en aquella época siempre era Navidad.

Cuando me llevaba de la mano y metía ambas en su bolsillo para ir más calentitos. Cuando yo le decía que no que no quería crecer y él me decía que no lo hiciese nunca para seguir siempre juntos.

Cuando me acariciaba, siempre con el dorso de su mano… Nadie nunca ha vuelto a hacerlo así.

La vida con él siempre estaba llena de ilusión, turrón y mazapán. No podía vivir sin dulce, celebraba cada bocado que se llevaba a la boca y siempre me llamaba para compartirlo con él.

Cuando tomaba anís, me dejaba meter un dedito en su copa para luego chuparlo… creo que nunca me llegó a gustar, pero lo hacía cada día de las Navidades porque sentía que así compartía con él algo muy íntimo. Algo que era solo de él y mío, de los dos, nuestro.

También convertía cada noche en Navidad cuando venía a darme el beso que ponía punto final al día, y de paso le daba cuerda a mi reloj, lo hizo siempre, hasta que aparecieron los de pilas.

También compartía su pañuelo, aunque llevaba el mío propio prefería sonarme con el suyo. Creo que llegó un momento en que le empezó a molestar, pero nunca me lo dijo.

Cuando ya fui demasiado mayor para seguir haciéndolo, opté por quitarle los suyos del cajón, siempre preferí sus  enormes pañuelos, que los bordados con mis iniciales que creo que nunca llegué a estrenar.

También era Navidad cada vez que íbamos al cine. Seguí yendo con él hasta que me fui de casa. Siempre sabía quien era el malo y lo que iba a ocurrir.

En los últimos tiempos ya no me impresionaba su “intuición”, pero me producía tanta ternura que al mirarlo sonaban campanillas.

Si Navidad es sinónimo de ilusión, Navidad era cada libro que él me ofrecía como un verdadero tesoro. Primero Salgari, luego su maravillosa colección de historia antigua contada para niños y luego todos y cada uno de los que fuimos compartiendo.

Si Navidad es compartir, Navidad era cada caña que en los últimos tiempos, nos tomábamos más como cómplices que como padre e hija.

Si Navidad es amor, Navidad fueron todos y cada uno de los días que pasé a su lado.

Si Navidad es añoranza, es lo que dejó en mí tras su marcha.

Navidad, eres tú, papá.      

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