Otra vez el Valle del Darro
Que «las cosas de Palacio van despacio» es harto sabido para la ciudadanía, cuando debe enfrentarse a cualquier trato con la administración, mientras que lo de «vuelva usted mañana» parece que debería grabarse con letras de oro en el escudo nacional, pero es que, en el caso de la protección del Valle del Darro, la cosa empieza a ser más que preocupante, viendo como el tiempo pasa y esa zona, de extraordinaria fragilidad, sigue sin figurar dentro de una figura de protección que evite «tentaciones» que podrían ser devastadoras para ese entorno.
El expediente de incoación para inscribir el Valle del Darro como Bien de Interés Cultural en la Delegación de Cultura, sigue durmiendo el sueño de los justos desde hace más de un año, claro está que ahora no hay elecciones autonómicas en el horizonte, como sí las había cuando la Junta adquirió el compromiso de otorgarle esa protección.
Añadan a ese tiempo, algunos otros detalles, como el anuncio reciente de nuevos accesos y aparcamientos en el entorno de la Abadía del Sacromonte, también declarado Bien de Interés Cultural, dentro del Planeamiento Especial del Albayzín-Sacromonte, que igualmente fueron rechazados en 2019 por la sociedad y que no obedece a una demanda vecinal ni a ninguna necesidad y el mosqueo se les irá acrecentando.
Todo lo anterior ha llevado a la asociación conservacionista, «Oppidum Eleberis», ha manifestar su preocupación por una situación que está generando una «alarma social evidente», incrementada por noticias que han ido apareciendo en los medios, donde una vez más se sacan del cajón viejos proyectos como el Cierre del Anillo o Ronda Este que ya fue rechazado en su momento de forma contundente por parte del Patronato de la Alhambra y por la sociedad, que motivó su archivo definitivo, al menos eso creíamos.
Habitualmente nuestros políticos nos demuestran una enorme capacidad a la hora de inventar excusas de todo pelaje con las que justificar el incumplimiento de sus compromisos, pero lo cierto es que este caso se lleva la palma, ya que la «explicación» que «Oppidum Eleberis» ha recibido de la Delegación de Cultura, fue, ni más, ni menos, que la de la «falta de experiencia». Sin duda de aurora boreal, en una administración cuya principal competencia es precisamente esa.
Dice la Consejería de Cultura, que «el motivo inicial de la paralización del trámite del expediente fue la publicación de la resolución de mayo de este mismo año, por la que se transmitía al delegado y a la Delegación la competencia y la tramitación para resolver los expediente de incoación de los Bienes de Interés Cultural, delegación que si bien, está pensada para agilizar estas tramitaciones, al principio puede plantea problemas por falta de experiencia y personal que lleve esta nueva competencia».
Ante semejante dislate uno no sabe si algunos de nuestros políticos creen que somos imbéciles, o sencillamente lo son ellos. Pero mucho ojito, porque como muy bien señala «Oppidum Eleberis», «lo que no se llega a entender desde la asociación es el empecinamiento de la Junta y del Ayuntamiento en seguir confundiendo a la sociedad con proyectos ya rechazados que ponen en peligro el Valle y el Patrimonio Mundial, sin terminar de aceptar la realidad y apostar de una vez por un Valle del Darro por y para las personas, acelerando su protección y presentando proyectos en esta dirección que serían muy bien recibidos por la sociedad».
Si hay algún espacio natural en la ciudad de Granada que merece una especial protección y por lo tanto su declaración como bien de interés cultural, ese es sin duda, el Valle del Río Darro, un espacio tan vulnerable y delicado, que podría sufrir un daño irreversible con cualquier actuación urbanística, por mínima que fuera.
Estamos hablando de un entorno que configura uno de los ejes más bellos de todas las ciudades europeas. El equilibrio entre naturaleza, monumentalidad y espacio vivo, se alcanza aquí en unas cotas únicas en el mundo y por ello, pensar que ese equilibrio podría ponerse en riesgo por la ausencia de una figura de protección que lo salvaguarde, sería sencillamente imperdonable.
Y no es que nos estemos poniendo la venda antes de recibir la herida, es que ya venimos avisados. Hagan memoria «vuesas mercedes» y recuerden los proyectos, todos ellos auspiciados por el PP, para la construcción del ascensor a la Alhambra, el túnel subterráneo, la ronda Este, la construcción de un hotel en la hacienda-cortijo de Jesús del Valle, además de las futuras urbanizaciones de lujo en la zona, largamente deseadas por la flor y nata de los promotores inmobiliarios de esta ciudad.
El Valle del río Darro es el último espacio natural que no hemos destruido de forma irreversible por la locura desenfrenada del ladrillo y es que no podemos cometer los errores del pasado, cuando la especulación y la falta de civismo, embovedaron el curso fluvial a su paso por Granada, destruyendo un entorno que hacía a nuestra ciudad única en el mundo.
Debemos ser conscientes de que nosotros no somos los propietarios de la ciudad y de su entorno, sino simplemente los depositarios de una maravilla que nos legaron quienes estuvieron antes que nosotros y que tenemos la obligación de entregar a quienes nos sucedan en mejores condiciones de las que la recibimos, por eso no tendría perdón no proteger esa joya que es el valle del río del oro.
Recuerden para terminar, la demoledora reflexión de Ángel Ganivet, tras el primer crimen contra nuestro río, que no fue otro que su embovedado. Decía el autor de «Granada la Bella» que «Contra un pueblo que renuncia a ver el agua que corre a sus pies, no queda más recurso que echarse a llorar» … Ojalá no tengamos todos que llorar sin tardarse mucho tiempo.