Domingo, 10 de julio de 2022
EFEMÉRIDES DE FIN DE SEMANA: EN EL 65 ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE LA ACTRIZ MARÍA JOSÉ CANTUDO
Hoy se cumplen 65 años (miércoles, 1957), del nacimiento en el Hospital de Andújar (Jaén), de la actriz, vedette, decoradora y restauradora iliturgitana María José Cantudo (María Purificación Josefa Cantudo Porcel).
Notas biográficas
Hija de Antonio Cantudo Orozco y de Araceli Porcel Leyva. Su padre es empleado de Renfe y su madre trabaja en las labores del hogar. Esta familia humilde vive en el n° 7 de la calle José Antonio Girón. María José es la mayor de cuatro hermanos: dos varones, Antonio y Jesús, y una mujer, Francisca Araceli. Con 7 años, pasa unos meses en Puente Genil (Córdoba) con su familia materna y allí hace su Primera Comunión. Después reside un tiempo en Almería (1964-65), y así se hace constar en el artículo “Alfonsito, su tío Juanico y el bar Puga”, publicado en “La Voz de Almería”, en la edición correspondiente al 19 de junio de 2019. En él se refiere que “en la parte alta de la calle Gutiérrez de Cárdenas (en el número 2) frente a la fachada lateral del convento de Las Puras, se conserva intacta la casa donde vivió durante un tiempo la famosa actriz española María José Cantudo, que había venido a Almería siguiendo los pasos de su padre, trabajador de Renfe”.
La familia regresa a Andújar y viven en un ático sito en el n° 16 de la calle Ollerías. A María José le encanta el Arte y las Antigüedades. Ella misma reconoce que “como mi abuelo era arquitecto, de pequeñita me dejaban hacer casitas con ladrillitos y hacía mis joyas con trozos de botella. Entrábamos por un agujero en el palacio de una marquesa cercano a mi casa que estaba abandonado y sacábamos telas y palitos. Yo hacía figuras con ellos y luego les ponía la tela y el marco y le pedía a mi madre que me pusiera un cristal. Siempre me han encantado esas cosas (…) pero yo no vi obras de arte hasta que fui interna a un colegio de monjas. Allí me fijé en los cuadros y en los candelabros, en las cosas de la iglesia”.
María José estudia por correspondencia “Arte y Decoración”. De su pueblo (Andújar) lo que más quiere es al Señor de los Señores, Nuestro Padre Jesús Nazareno, imagen de la parroquia de San Miguel Arcángel donde ella fue bautizada, donde contrajo matrimonio y de la que sale el Señor de los Señores todos los viernes de Semana Santa con solo mujeres como costaleras.
María José es una anónima joven de Andújar que llega a Madrid (1972) a estudiar. Según refiere: “cuando llegué (a Madrid), de jovencita, lo primero que hice fue ir al Museo del Prado. Y al zoo para ver los animales. De mí se sabe poco y a veces la información está equivocada. Yo llegué a Madrid con 15 años para estudiar idiomas y decoración. Trabajaba como secretaria y me salió trabajo para interpretar fotonovelas. Pero cuando iba por la calle y veía que había una exposición, entraba, miraba todo, me llevaba los folletos a casa y me los empapaba (…) Vivía en una residencia de monjas y tenía que pagarme mi comida y mis cosas”.
Sus comienzos son como secretaria, como modelo en desfiles de moda y anuncios publicitarios y actriz de fotonovelas, género en el que adquiere cierta notoriedad y popularidad: “Corín Tellado”, “Selene”, “Amores”, “Emociones” etc. Según sus propias palabras «aprendí mucho de cuando hacía fotonovelas, algo que no se ha valorado lo suficiente y requiere saber expresarte con la mirada. Decirlo todo en una imagen. No pude ir a una academia de interpretación, pero aprendí con maestros. Desde Antonio Mercero a Valerio Lazarov, que era muy exigente e hizo de mí una gran profesional”.
Trabajando como actriz de fotonovela, conoce al director Carlos Aured (Los Alcázares, Murcia, 22 de enero de 1937 – Denia, Alicante, 3 de febrero de 2008), con quien inicia su carrera cinematográfica en 1973, en la película de terror “El espanto surge de la tumba”. Aquí, los brujos medievales Alaric de Marnac (Paul Naschy) y su compañera Mabille De Lancré (Helga Liné), vuelven a la vida en pleno siglo XX, iniciando un reino de terror en el que incluso los muertos vuelven a caminar. Sobre esta etapa recuerda que “yo tenía escasamente 16 años, estaba recién llegada de mi pueblo e hice ésta película porque necesitaba ganar dinerillo para costearme mis estudios de arte y decoración y pagarme la residencia. Me pidieron que llevara un camisón y al final se lo presté a Emma Cohen. En ese momento no era consciente del proyecto en el que estaba metida, nunca pensé que se iba a convertir en una película de culto en todo el mundo. Sólo pensaba en no cogerme una pulmonía para no gastarme el poco dinero que me pagaban. De Luis Ciges, te puedo decir que veía a un señor muy serio y cuando levantaba la hoz para degollarme, pensaba: “este hombre es capaz de hacerlo… ¡ay dios mío ayúdame!…”. Y continúa con «Don Quijote cabalga de nuevo», “Autopsia” o “Siete chacales”.
En 1974, cuando está rodando la película «Las alegres vampiras de Vögel», dirigida por José María Elorrieta (Madrid, 1 de febrero de 1921 – 22 de febrero de 1974) y Julio Pérez Tabernero y, embarazada de casi 4 meses, contrae matrimonio en la iliturgitana Iglesia de San Miguel con el cantante y actor Manolo Otero (Madrid, 25 de junio de 1942 – São Paulo, Brasil, 1 de junio de 2011), con quien tiene a su único hijo, Manuel (1974). “Me fui un viernes, me casé un sábado y volví el domingo para rodar el lunes”. «Aquellas películas las hice siendo muy jovencita. Yo era estudiante e hice cine como podría haber hecho cualquier otro trabajo. No pretendía ser estrella, solo dar de comer a mi hijo. Me adapté a la industria que había en ese momento y todavía hoy en día me sorprendo de la trascendencia que tienen esas películas, como “El espanto surge de la tumba” o “Las alegres vampiras de Vögel”, que ya entonces se veían en el resto del mundo y siguen teniendo sus admiradores. En aquel entonces yo ni me enteraba, soy un poco como Heidi”.
El realizador de televisión rumano, Valerio Lazarov (Bârlad, 20 de diciembre de 1935 – Tres Cantos, Madrid, 11 de agosto de 2009) se fija en ella (1974) y la contrata para presentar la revista musical de TVE, “¡Señoras y señores!”, junto a la cantante Ángela Carrasco (Monte Cristi, República Dominicana; 23 de enero de 1951), la “vedette” Norma Duval (Barcelona, 4 de abril de 1956) y la actriz Victoria Vera (Madrid, 19 de febrero de 1953). “Entonces, el productor José Frade me ofreció una exclusiva de seis películas. Yo era menor de edad, cumplí 18 años el 10 de julio haciendo “La trastienda”, mientras rodábamos las escenas de los Sanfermines en Pamplona, así que me tuvo que firmar mi marido las películas». Es la protagonista del primer desnudo integral visto a través de un espejo de la historia del cine español: “La trastienda” (1975), dirigida por Jorge Grau (Barcelona; 27 de octubre de 1930-Madrid, 26 de diciembre de 2018).
Sobre esta película que marcó la historia del cine español recuerda que “El rodaje de ‘La trastienda’ me pilló con dieciocho años y, al principio, como era una chica de pueblo, aquel desnudo me dio mucha fatiga, pero ahora estoy orgullosísima. ¡Estoy en todos los libros de historia gracias a aquello! (…) Era una película intelectual para hablar del Opus, no era destape. Ni yo hacía destapes, ni era la intención del filme. El desnudo era pequeñísimo. El personaje que yo interpretaba, la enfermera, era el símbolo del pecado y se me ve desnuda comiéndome una manzana reflejada en el espejo de un armario, como la tentación de Eva. Todo muy simbólico, muy bíblico (…) En el rodaje lo pasé muy mal porque yo soy muy pudorosa. He sido moderna vistiendo, pero no he sido una mujer exhibicionista. Yo soy tímida y en aquellos momentos me costó trabajo y me sentía mal y también me sentiría mal ahora mismo. Tardamos dos días en grabar la escena porque yo no paraba de llorar, hasta que el director decidió que nos quedásemos solos el cámara y yo. Por eso siempre le estaré agradecida a Jorge Grau (…) Mi desnudo era más bien simbólico en una película intelectual que fue la más taquillera en España desde ‘El último cuplé’ y que fue un escaparate de los Sanfermines en todo el mundo”.
“La Trastienda” se estrenó el 14 de agosto de 1976 en el cine Moderno de Almería. Venía avalada por mostrar el primer desnudo integral de una actriz española, nada más y nada menos que de María José Cantudo, una mujer que en Almería tenía doble atracción por haber pasado varios años en nuestra capital, donde su padre estuvo destinado como trabajador de Renfe. El atractivo de asistir al primer desnudo en un cine y el morbo de que se tratara del cuerpo de María José Cantudo, provocó un éxito rotundo para la empresa de Juan Asensio. Según recoge La Voz de Almería, en el artículo que firma Eduardo de Vicente bajo el título de “Las películas toleradas y las de mayores”, publicado en su edición de 9 de marzo de 2020, “No es la película de la apertura, es la película de la libertad”, decía el anuncio. Muchos adolescentes que no tenían aún los 18 años reglamentarios, se dejaban crecer el vello del bigote para parecer mayores y hubo hasta quien falsificó la edad en el carnet de identidad para poder burlar al portero, que si estaba de buen humor hacía la vista gorda y te dejaba entrar”.
Para finalizar, solo resta decir que según expone el periodista Manuel Román en el artículo titulado “María José Cantudo y el primer desnudo del cine español”, publicado en Libertad Digital en su edición de 11 de mayo de 2014, la película “estaba ambientada en los sanfermines y se rodó en Pamplona para darle todo el verismo requerido. El argumento planteaba un triángulo amoroso, entre un médico, su mujer, que lo engañaba y una atractiva enfermera. El papel del doctor lo encarnó un discreto galán, Frederick Stafford; el de su esposa, la despampanante Rossana Schiaffino, que tenía unos maravillosos ojos y un cuerpo que quitaba el hipo (como tuve la suerte de comprobar personalmente), en tanto el tercer personaje en discordia fue a manos de María José Cantudo. Favor que le hizo su buen amigo, el productor José Frade, al que le adjudicaban muchos ligues con sus estrellas. La trastienda batió récords de taquilla. En muchos pueblos, para qué decirles, los mozos se refocilaban con las escenas eróticas y llegado el éxtasis con la imagen de la enfermera en cueros vivos a través de un espejo era festejada a coro con toda suerte de alaridos e incluso fervorosos aplausos. En la España de entonces nada exageramos con tales recuerdos”.