Domingo A. López Fernández
Cronista Oficial de Motril
Una placa con su nombre rotula la nueva plaza en la barriada de Santa Adela
Desde el viernes, 27 de mayo, el barrio de Santa Adela cuenta ya con una plaza dedicada al sacerdote motrileño José Montero Vives, fundador de la Escuela del Ave María-Varadero, centro educativo que tras 64 años de servicio sigue y ha seguido forjando “hombres y mujeres cabales”. Ha sido, sin duda, un homenaje debido y honrado que hace historia a un hombre que con 21 años fue consciente de las grandes carencias de la barriada y que al momento se dijo a sí mismo “aquí hay que hacer algo por estos hermanos nuestros”. Y lo hizo, a fe que lo hizo, llevando la “luz de la educación” a los humildes hijos que por allí campaban sin ningún tipo de futuro y dotando al barrio de un transformador eléctrico que pudo humanizar las formas de vida de sus familias. Tras varias suspensiones debidas a la pandemia y el mal tiempo, el ayuntamiento de la ciudad, el Patronato de la Fundación del Ave María, la Asociación de Vecinos del barrio y antiguos alumnos avemarianos protagonizaban en la tarde del viernes el acto de inauguración de la placa que rotula con su nombre la plaza que se ubica a las espaldas del centro educativo que el mismo forjó con ayuda del Patronato, el propio ayuntamiento y numerosas familias de la ciudad.
Los actos programados para el homenaje principiaban a las 18:15 hrs con una eucaristía que tuvo lugar en la capilla de Santa Adela y que fue concelebrada, actuando de ministro oficiante D. Enrique Gervilla, patrono de la fundación y coordinador del área pastoral de las Escuelas del Ave María, asistido por D. Roberto Benavides Rodríguez, párroco de la iglesia de Nª Sª del Carmen del Varadero, D. Antonio Rodríguez Hervás, párroco de la iglesia de Capuchinos y D. Jorge Nieto García, párroco de la iglesia de Nuestra Señora del Rosario de Salobreña. Durante la homilía, el preste, al que unió una gran amistad y labor educativa con D. José Montero Vives, hizo significar las virtudes del sacerdote motrileño y la obra que con su esfuerzo personal hizo desarrollar en esta barriada, al margen de trabajar intensamente en la obra del Ave María. Finalizada la santa misa, una antigua maestra del colegio, Dª Antonia Valero Morales, dirigía unas sentidas palabras en las que ponía de relieve los sesenta y cuatros años de servicio que el colegio lleva realizando fiel a los preceptos e ideario del fundador. E, igualmente, agradeciendo públicamente a D. José Montero Vives el haber dedicado su vida y su obra a las Escuelas del Ave María y en favor de los niños y jóvenes más necesitados de nuestra sociedad. El canto del himno avemariano ponía el colofón a la santa misa, que se hizo oír con fuerza en un emotivo ambiente de espiritualidad por parte de todos los que sienten en lo más hondo de su corazón el ideario del fundador.
Tras la santa misa, los actos se trasladaban a la plaza donde se iba a protocolizar el acto de la inauguración. Comenzaba el mismo con las palabras de bienvenida que protagonizaba D. Diego Martínez, Director General Académico del Ave María, quien en nombre de la institución quiso agradecer el gesto del ayuntamiento de la ciudad hacia quien definió como “uno de sus vecinos, que fue un actor importante en la historia reciente y no tan reciente de las Escuelas del Ave María”. Refirió, asimismo, la cercanía de la institución municipal para con el Patronato, sus colegios y la labor social que vienen desarrollando, aspecto que se ha podido materializar en las últimas fechas en el homenaje al Fondo Solidario Avemariano que tuvo lugar el 19 de abril, o la cesión del Teatro Calderón de la Barca para su obra benéfica el pasado 20 de mayo.
Tras su intervención tomaba la palabra D. Antonio Almendros Gallego, Presidente del Patronato del Ave María, quien tras los saludos de rigor iniciaba su intervención con una significativa frase: “los pueblos deben rendir tributo a sus hijos ilustres, aquellos personajes que los han engrandecido con sus obras y han afirmado su identidad como tales”. D. Antonio Almendros aludió a todas las personas que han contribuido a este sencillo homenaje a D. José Montero, persona entrañable que fue amigo personal y, sobretodo, maestro. Fueron muchas las horas compartidas con él en ámbitos ligados a la educación y el Patronato del Ave María y, por ello, afirmó que “siempre admiré su desprendimiento heroico, su generosidad sin límites, su defensa de los grandes valores, sus ansias de humanismo y su imperturbable fe, valores éstos que nos interpelan en su recuerdo”. D. Antonio Almendros finalizaba su intervención con un sincero reconocimiento de gratitud a una persona que entregó su vida al servicio de la educación y la formación de maestros en sus queridas escuelas del Ave María, a las que quiso dotar de instrumentos y recursos pedagógicos imprescindibles y en las que hizo enraizar los valores de su fe cristiana y, asimismo, la necesidad de que fuesen a la vez instrumentos de formación y transformación social y humana.
A continuación tomaba la palabra D. Antonio Escámez, teniente de alcalde de urbanismo de la corporación municipal, quien daba las gracias a Gabriel Cabrera, vecino del barrio, por haber abanderado esta iniciativa que rinde homenaje a D. José Montero. Para él, dijo, “D. José debía de ser considerado un pionero en la protección de los derechos sociales y fundamentales tales como la educación y la integridad personal”, para lo cual hacía trasladar a los presentes a aquella época en la que vivían infinidad de menores sin recursos, a los que él quiso educar y darles un futuro prometedor. Por ello reconoció que “fue un adelantado de su tiempo en un momento de la historia de Motril en la que todo estaba por construir, pero más importante fue que aterrizara en una de las zonas más humildes, donde más se necesitaba su trabajo, generosidad y capacidad de servicio. Dedicó el impulso de su juventud a servir a los demás sin pedir nada a cambio, sin importarle pedir a los más pudientes para mejorar la vida de los más humildes; llevo la electricidad al barrio, construyo la primera nave del colegio y trajo la luz de la educación a los niños que allí vivían”. Finalmente, recordó a todos aquellos niños que han pasado por la escuela, que hoy se sienten orgullosos de su origen y de su barrio, personas de provecho que son el legado del centro y, por supuesto, el de D. José Montero. Un emocionado Antonio Escámez culminaba su discurso agradeciendo a Gabriel Cabrera su iniciativa por hacerle partícipe de una de las propuestas del pleno de las que más orgulloso se siente en su carrera política y “que sin duda es uno de los actos de distinción más justos que ha aprobado por unanimidad una corporación de la ciudad”.
La primera edil, Luisa Mª García Chamorro, tomaba su relevo para glosar la figura de D. José Montero, símbolo “que representa el trabajo del amor que siempre sintió por su ciudad”. Del homenajeado dijo que “se dio a su ciudad y a los demás y lo hizo tal y como era, generoso, solidario y bondadoso”. Continuó su discurso afirmando que toda su vida estuvo orientada al Ave María unas veces como director, otras como capellán y siempre al servicio de las escuelas y de los más necesitados. Fue, durante 62 años, “la palabra continuada y entusiasta del Ave María, y su lema, servir a los demás sin esperar nada a cambio, se ha convertido en el referente de los maestros que imparten en el colegio sus enseñanzas”. En este colegio del Ave María-Varadero afirmó que queda su legado y en esta placa que recuerda su figura queda igualmente el símbolo que representa el amor al trabajo que este hombre siempre sintió por su ciudad. Tras sus palabras, D. Francisco Montero Vives, también sacerdote y hermano del homenajeado, procedía junto a la alcaldesa a descubrir la placa que rotula la plaza dedicada a D. José Montero con la sentida frase de “Por traer la luz de la educación al barrio de Santa Adela”.
Tras el acto de inauguración intervinieron igualmente Marisa Gómez de la Tría, directora del centro Ave María-Varadero, la vecina Mª Carmen Sabio Rodríguez, antigua alumna avemariana, el sacerdote motrileño José Cobo Fernández y el profesor D. Andrés Palma Valenzuela, quien finalmente, como colaborador de D. José Montero y miembro del patronato, hizo una semblanza personal del homenajeado.
Brillante acto, pues el desarrollado en la tarde del viernes que ha venido a reconocer la figura de un ilustre motrileño que no era partidario de homenajes y al que la ciudad le debe tributo de admiración por la obra desarrollada en la ciudad que le vio nacer. En próximos días y gracias a la aportación de D. Andrés Palma, se publicará en EL FARO la vida de este ilustre motrileño para que se pueda dimensionar en toda su amplitud la obra que para siempre nos ha legado en Motril.