Las crisis tampoco son para siempre y alguna vez les llega el fin, como a los periodos de expansión. La cuestión está en que se había perdido el hábito de los tiempos duros. En Motril las etapas menos dinámicas del tiempo posterior a 1960 se habían dejado sentir con menos fuerza que en el resto de España. Pero desde el verano de 2007 España atraviesa por una prolongada etapa de dificultades económicas pronunciadas. Tales dificultades son visibles sobre todo en la falta de crédito, en la perdida de empleos, en el aumento del paro y en el descenso del nivel de vida de amplios estratos de población.
No es segura la supervivencia del euro. Los bancos norteamericanos han tomado precauciones ante la posibilidad de rompimiento de la Eurozona. La propia economía mundial se esta viendo afectada de forma negativa por el debilitamiento de la economía europea, en especial de la de los 17 países del euro. La falta de previsión de mecanismos para hacer frente a las crisis financieras en dicha área económica esta prolongando de forma absurda una etapa de claro retroceso económico en Grecia, Portugal, Irlanda, y ahora le puede tocar a España.
Los recortes pueden ser imprescindibles para pagar la deuda y reducir los déficits, pero detrás de tales recortes de gasto público se esconden abundantes dramas humanos. Los empleos públicos que desaparecen no tienen sustitutos fáciles en el sector privado. España debe de cambiar su base productiva, tiene que reorientar su actividad hacia la exportación. Ello conlleva necesariamente la presencia de empresas con ganas y posibilidades de competir, circunstancia que no siempre se produce.
Motril ganó peso en la provincia de Granada desde los años sesenta del pasado siglo hasta 2007. Después de ese año su cuota de población provincial ha retrocedido, lo que implica que la crisis económica le está afectando de lleno. Si en España es necesario mejorar la competitividad, diversificar la producción y lograr vender sus producciones en todo el mundo, algo equivalente deberá suceder en esta ciudad para impedir una clara decadencia.
Con frecuencia se ha pensado que los servicios eran la nueva base productiva, cuando con muchos servicios solo se redistribuye lo que se produce en otras actividades. En el Motril de antaño se salía por las carreteras y se veían fábricas de algo que se vendía fuera de Motril y también habia un campo en el que se producían frutos que también iban a parar al resto del mundo. Algo de eso habrá que reintroducir en el panorama productivo de esta ciudad si se aspira a superar la crisis. Afortunadamente no todas las fábricas han desaparecido, cierta agricultura aguanta contra viento y marea, y también existe un claro potencial turístico a desarrollar. Esto último no debe de lograrse a base de construir viviendas que no se venden, con créditos que luego los debe de pagar toda la sociedad (véase el «banco malo» que va a crear el gobierno solo para quitarle el «empacho inmobiliario» a la mayoría de los bancos españoles con dinero público que habrá que devolver a Europa en su día). Dicha construcción masiva de viviendas reduce además la disponibilidad de un recurso limitado como es el suelo.
Desde 2012 Motril tiene por primera vez en su historia una mujer al frente del ayuntamiento. Ello resulta positivo: todos los cargos políticos deben de poder ser ocupados por hombres y mujeres. Lo que pase en España y en Europa será decisivo para lo que suceda en Motril, que no vive al margen del mundo y de lo que pasa en su entorno. Pero algo puede hacerse desde el gobierno local para facilitar y apoyar los cambios necesarios para recuperar el dinamismo económico. Las experiencias de la crisis iniciada en 2007 son demasiado fuertes como para volver a repetir los errores de planeamiento que tan negativos han sido para la economía de esta ciudad. Dicho planeamiento debería de estar al servicio de todos y no de minorías.