INTELIGENCIA ARTIFICIAL O COMO CONTROLAR EL MUNDO
Allá por aquellos años de nuestra tierna infancia (sobre todo los años de la infancia de los que rondamos el medio siglo) cualquier acontecimiento que fuera novedoso en algún sentido nos agudizaba el oído, y los corrillos en tabernas y calles no hablaban de otra cosa que no fuese de aquello tan extraño que había ocurrido en aquella España que por aquel entonces nacía a la Democracia y no tenía demasiados entretenimientos. En aquellos provincianos años de esa España de principios de los 70 del siglo pasado la chiquillería (entre los que me incluía por aquél entonces) vivíamos inmersos en otros quehaceres más mundanos como jugar al clavo, al fútbol, pilla-pilla y el escondite, juegos inocentes y grupales que apenas pueden vislumbrarse en la actualidad. Nuestros padres –de clase media obrera en la mayoría de los casos- ya andaban bastante ocupados en una tediosa y a la vez vertiginosa vorágine de trabajo y crianza de sus hijos. Poco o nada de tiempo les quedaba para algo más.
Los niños, despreocupados como decía, vivíamos con una intensidad tal y nos alborozábamos de una manera tan exagerada por cualquier noticia que nos sacara de nuestra rutina, que podíamos alargarla en el tiempo durante varios días intercalando juegos y serias mesas redondas donde elucubrábamos sobre el hombre en la luna, las películas de ovnis y las guerras en las oscuras y lejanísimas galaxias; podía pasar también que el tema derivara en la noticia de alguna que otra muerte luctuosa que había aparecido en los periódicos o en la única cadena de televisión existente: la TVE o TVE1 cuando años más tarde apareció la segunda cadena (TVE2).
Conforme se iban acumulando los años sobre nuestras espaldas, los intereses de aquella marabunta de niños convertidos ahora a mediados de los 80 en adolescentes de pantalones imposibles y pelos escardados, también cambiaron los gustos y los temas de conversación. De jugar al tejo y la gallinita ciega pasamos, casi sin darnos cuenta y a golpe de pecho las chicas y de pelillos en el bigote los chicos, a preocuparnos por la llamada de la Naturaleza: el sexo contrario y su conquista a cualquier precio. Bueno, eso y los vídeo-juegos que, aunque ya conocíamos muchas maquinitas de los salones recreativos que proliferaron en nuestra ciudad, ahora se metían en nuestras casas en forma de consolas arcaicas de juegos y ordenadores primitivos que nos parecían venir de un mundo tan irreal y diferente al nuestro como puede ser de diferente un lago del desierto. Si nuestros hijos pudiesen ver qué aparatejos utilizábamos y cómo sufríamos para cargar los dichosos juegos en la consola procurando que no se produjera ningún fallo y rezando para que la descarga no se cortara a la mitad, les daba un infarto. Como mínimo. Y es que previo al inicio del juego (que venía en formato casi casi cinta VHS de lo grande que era el cartucho) había que insertarlo en la consola compatible con ese tipo de juego (nunca otro) y cruzar los dedos para que se “descargase” sin ninguna incidencia ni interrupción en la sincronización con nuestro viejo y destartalado televisor del salón.
¡Ah, aquellos maravillosos e inocentes años! Ya hace mucho que pasaron, qué duda cabe, dejando paso a dispositivos varios, inventos y excentricidades que no nos habríamos siquiera atrevido a soñar. El Futuro –así, en mayúsculas- aboga y se ha encaminado sin remisión a un mundo controlado por la Inteligencia Artificial. Es cierto. Si hay algo que puede (y de hecho ya lo está haciendo) cambiar el concepto de todo lo que conocemos es la Inteligencia Artificial. De aquellas maquinitas nimias de nuestra niñez y adolescencia hemos pasado a uno de los mayores logros del ser humano en toda su Historia. En el futuro se prevén hitos como la auto programación de las máquinas y la creación de nuevos algoritmos imposibles de entender para las personas. Con el único y fijo objetivo de ofrecer sus prestaciones y esfuerzos al ser humano, todo está ya llegando. Los electrodomésticos en casa, coches auto conducidos, la total funcionabilidad en industrias y empresas obviando a mujeres y hombres…
No cabe duda de que nos estamos adentrando en un proceso de convivencia entre seres humanos y máquinas donde todo está por llegar y probar. Y aunque algunos vean su llegada como una especia de Apocalipsis, no debemos preocuparnos en demasía. Siempre dependerá, no obstante, de las manos en las que caiga la información extraída por estas inteligencias artificiales. Encontraremos sólo ventajas si hacemos buen uso de ella, pero también es obvio que puede tener sus inconvenientes.
Las fórmulas y las propiedades son incontables. Apenas si comenzamos a vislumbrar todo (pero absolutamente todo) lo que se puede llegar a conseguir con una dichosa máquina.
Pasen, pónganse cómodos… y vean.