18 de agosto: 20 años sin María Teresa Fernández

José Manuel González/EL FARO

«Una hija duele mucho, y después de veinte años te encuentras vacío por dentro y por fuera, incluso, a veces te sientes inútil» declara con tristeza la madre de la joven motrileña

MARÍA TERESA FERNÁNDEZ, EN EL AÑO 2000…

María Teresa Fernández desapareció el 18 de agosto del año 2000, por lo que se cumplen 20 años sin saber nada de su paradero, a pesar que la Policía Nacional no ha dejado de indagar, buscar e investigar nuevas pistas que pudieran esclarecer este caso que, por otra parte, traumatizó a toda una familia desde su punto de partida y, por consiguiente, a todos sus paisanos de la ciudad de Motril.

María Teresa tenía 18 años cuando despareció y estaba en la Avenida de Andalucía de Motril, en un semáforo a doscientos metros de una parada de autobús, junto al Cerro de la Virgen. Eran las nueve y media de la noche y su padre la acababa de llevar en coche hasta allí, porque iba a encontrarse con unos amigos para marchar hasta el recinto ferial y ver un concierto -que nunca llegaría a presenciar- con motivo de las fiestas patronales del año 2000.

Su padre le ofreció dinero, pero ella ya llevaba 2.000 pesetas de las de entonces y dinero suelto, y le dijo que no le hacía falta más. Mientras esperaba el autobús, envió un mensaje a su novio, que trabajaba en un bar junto a la playa, en el que le decía “Puede que tarde, pero voy. Espérame”.

María Teresa, en aquel año de su desaparición, era delgada, medía 1.70 metros y tenía el cabello rubio y largo. Llevaba un pantalón largo de color burdeos, una camiseta de tirantes azul marino y unas deportivas.

TERESA FERNÁNDEZ, MADRE DE LA JOVEN MOTRILEÑA…

EL FARO con motivo de tan triste fecha ha contacto, una vez más, con la madre de la joven, Teresa Martín, quien reconocía, con la voz entrecortada, “que María Teresa siempre está en nuestro pensamiento, pero estos días aún más”; son jornadas donde el dolor se acrecienta para toda la familia, “estamos destrozados, cansados, aunque seguimos esperanzados, en gran parte, gracias a los amigos y conocidos que nos dan fuerzas cada día, y a los que quiero dar públicamente las gracias en un día como el de hoy”.

“Sabemos que no estamos solos en esta lucha y seguiremos hacia adelante mientras estemos rodeados de personas que nos animan para no desfallecer en el camino. No sé si somos fuertes o valientes, pero sí somos padres de una hija que todavía no ha aparecido y no pararemos de buscarla hasta dar con ella”, contaba Teresa casi entre lágrimas.

La madre de la joven motrileña reiteraba, “os llevo a todos en el corazón, os doy las gracias desde lo más profundo, a pesar del tremendo sufrimiento que llevamos por dentro Antonio –padre- y yo”.

“Seguiremos luchando con uñas y dientes porque María Teresa merece ser encontrada, de la forma que sea, y mientras nos quede un soplo de vida no vas a dejar de luchar” y añadía “una hija duele mucho, y después de veinte años te encuentras vacío por dentro y por fuera, e incluso, a veces te sientes inútil porque no sabes qué más pasos se pueden dar, dónde buscar o qué preguntar, pero también con la ayuda de Dios, si él quiere, la encontraremos”, manifestaba de manera compungida Teresa Martín este diario.

MOTRIL RECORDANDO A Mª TERESA, EN EL AYUNTAMIENTO…

La búsqueda incesante   

Desde el primer momento de la desaparición, transcurridas 48 horas, sus padres iniciaron una campaña de búsqueda, repartiendo carteles con su fotografía por todas las comunidades autónomas, manifestaciones multitudinarias mensuales para evitar que el caso cayese en el olvido. También contactaron con pescadores y camioneros para que llevasen la imagen de su hija a todos los rincones del país y anunciaron recompensas en páginas web a quien aportara pistas sobre su paradero.

Desde el inicio, los padres de María Teresa, Antonio y Teresa, descartaron la posibilidad de que su hija se escapara de casa, porque no había razones para ello.

La policía continúa con la investigación mientras han ido pasando las semanas, los meses y los años hasta  alcanzar el vigésimo sin saber nada de su paradero y, en principio, sin tener aparentemente nuevas pistas que puedan llevar hasta su localización para que la familia, especialmente, sus padres y hermanas puedan descansar y rebajar la tensión, la angustia y el drama que les acompaña desde aquel fatídico 18 de agosto del año 2000.

El caso no está ni mucho menos en el olvido, pues la Policía Nacional sigue pendiente de cualquier indicio, por lo que la esperanza se mantiene viva mientras a la espera de una pista certera que pueda esclarecer este caso que, desde un principio, está rodeado de muchas incógnitas, dudas y preguntas sin respuestas.

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