EL INGENIO DEL TRAPICHE. UNA FÁBRICA DE AZÚCAR DE MOTRIL EN LOS SIGLOS XVII-XVIII
El ingenio del Trapiche fue una fábrica de azúcar que existió en Motril entre los siglos XVII y XVIII. Estaba situado en la Rambla de Capuchinos, lindando con la calle Fina y una calle que hoy no existe, pero que hasta el siglo XIX corría paralela entre la calle Nueva y la Rambla.
Ocupaba una superficie de unos 8.400 metros cuadrados donde se incluían todas las dependencias del ingenio: casa del dueño, plaza de cañas, palacio de batalla, cuarto de molinos, fogata, cocina, cuarto de blanqueo, bagacero, cuadras, alberca para las formas de azúcar, almacenes y el sitio para las cenizas de los hornos.
El origen de este ingenio azucarero se remonta al 7 de julio de 1630 cuando el caballero de origen portugués Francisco Pérez de Olivera presenta ante el rey Felipe IV y su Real Junta de Minas una máquina para moler cañas de azúcar consistente en un molino de tres rodillos verticales o trapiche, que al parecer ya se usaba en Perú, pero no en la Península; en vez del tradicional molino cañero de dos rodillos horizontales que se utilizaba desde el siglo XVI. Este nuevo molino mejoraba la molienda de cañas haciéndola en menor tiempo y con mayor extracción de jugo y sin necesidad de volver a prensar el bagazo con las prensas de vigas. Además, el socio de Pérez de Olivera, Luis Chirino de Salazar, aportó al nuevo molino unos engranajes helicoidales, llamado cóclea o besafin, con los que los rodillos se movían más deprisa. La demostración que se hizo ante la Junta Minas fue exitosa y la Corona les concede a Pérez de Olivera y Luis Chirino licencia para que puedan construir un ingenio con esas características en Motril.
El nuevo ingenio azucarero, llamado del Trapiche, para diferenciarlo de los antiguos, llamados ahora ingenios reales, que seguían molturando cañas con el molino de dos rodillos horizontales; se construyó usando el edificio de una fábrica que estaba sin uso conocida como el ingenio del Rey y que estaba situada, como hemos citado, en la Rambla de Capuchinos.
El ingenio del Trapiche debió iniciar sus labores manufactureras de azúcar en la temporada de 1635-36, ya que se le asigna por parte del Ayuntamiento sitio para cortar leña para sus hornos. Era administrador Andrés de Carrasquilla y sus dueños Pérez de Olivera, Juan de Lazarraga y su mujer, Margarita Chirino de Salazar.
El establecimiento del ingenio Trapiche no fue bien acogida por los cosecheros de cañas ni por los restantes dueños de ingenios y en 1637 hay una protesta por algunos cañeros antes el Concejo municipal alegando que el administrador de Trapiche, Luis de Amaro, había hecho gestiones para comparar la producción de caldo entre su ingenio y el ingenio Nuevo, intentado de esta manera desacreditar a los ingenios reales y obligar a sus dueños a construir trapiches. La competencia entre ingenios reales y el Trapiche va a continuar a lo largo de todo 1637 e incluso tiene que venir a Motril Gregorio López Madera del Consejo Supremo de la Corona, para intentar resolver el conflicto; como también lo hicieron Francisco Pérez de Olivera y Luis Chirino, que exigieron que se realizasen probanzas comparando la producción azucarera de un ingenio tradicional con la que se estaba obteniendo en los molinos del Trapiche. La documentación existente sobre este problema deja traslucir una cierta presión por parte de la Corona para que se sustituyesen los ingenios reales por trapiches en teoría más productivos, lo que permitiría elevar los impuestos tal y como se pretendió ese año de 1637.
En 1658 el Trapiche estaba desarmado y no había nadie que se encargase de ponerlo “corriente y moliente” para la temporada de cañas, En 1659 seguía estando cerrado y ante la gran cosecha de cañas de ese año, por el Concejo municipal se solicitó que varias personas se hiciesen cargo de su puesta en marcha, pero las gestiones en principio fueron infructuosas, hasta que en julio aceptaron Nicolás Ruiz de Castro en nombre del Ayuntamiento y Alonso Vilches de Bocanegra en nombre del comerciante genovés Marco Antonio Lomelini.
En 1664 el propietario de Trapiche era el Colegio Imperial de la Compañía de Jesús y estaba arrendado a Nicolás Ruiz de Castro. En septiembre de 1673 nadie quería hacerse cargo del avío del Trapiche que estaba desarmado. De nuevo el Concejo encargó a Nicolás Ruiz de Castro que se hice cargo del ingenio por el Ayuntamiento, pero este alegó que no tenía los recursos económicos suficientes para efectuar la molienda y manufactura del azúcar. Para noviembre no se había resuelto nada y a fines de ese mes llegó a Motril el procurador general de la Provincia de la Compañía de Jesús con la orden de vender el ingenio y si no se lograba, desarmarlo definitivamente. Ante la posibilidad de perder el Trapiche, Nicolás Ruiz al final se hizo cargo de la fábrica e inició los preparativos para ponerlo en funcionamiento. Desde esta fecha, siempre la familia Ruiz de Castro fue arrendataria del ingenio hasta que consiguieron comprarlo posteriormente.
A principios del siglo XVIII, 1704, el Trapiche estaba otra vez arruinado, desarmado, falto de todo los necesario para efectuar la molienda y sin dueño legítimo. Sobre 1706 o 1707 lo adquirió la familia Ruiz de Castro. En octubre de 1707 fray Juan Ruiz de Castro, en nombre de sus hermanos José, Nicolas, Esteban y Gregorio, como dueños de Trapiche; presentó una petición al Ayuntamiento diciendo que el ingenio estaba muy deteriorado en cobres, maderas e hierros y que para ponerlo en marcha necesitaban que se les autorizase a pedir a los cosecheros de cañas que ayudasen al avío del ingenio, anticipando cantidades a cuenta. El Concejo acordó que los cosecheros de cañas alifas dicen 100 reales adelantados por tarea de cañas que fuesen a moler y los de cañas de tercio 150 reales.
Desde mediados del siglo XVIII empieza ser llamado Trapiche Viejo, ya que se había abierto otro ingenio trapiche, el Nuevo, en la calle del Infierno.
Con más o menos altibajos, siendo aviado en ocasiones por el Ayuntamiento, el Trapiche Viejo continuó con la molienda de cañas y fabricación de azúcar, hasta que en 1794 los Reales Estudios de san Isidro de Madrid, como continuadores de las propiedades de la Compañía de Jesús, expulsada de España en 1767, promovieron un expediente de apremio por una supuesta hipoteca de 7.000 ducados impuesta sobre el Trapiche. Los Ruiz de Castro no pudieron pagarla y el ingenio se sacó a pública subasta. La Junta de Cosecheros de Cañas de Motril solicitaron que el Trapiche se les adjudicase a ellos o que se subastase con la condición de que no fuese destinado a otro uso que a la fabricación de azúcar. Finalmente, la Junta de Comercio del Reino de Granada decidió adjudicarlo a los cosecheros motrileños con la obligación de redimir la citada hipoteca.
La Junta de Cosecheros no pagó la anterior cantidad y el Trapiche Viejo pasó a manos de caudal de Temporalidades de la Corona que lo dejó abandonado hasta que en 1803 fue cedido nuevamente a la Junta de Cosecheros. En 1804 fue adquirido por Ignacio Barranco y para 1808 ya no molía cañas, los documentos de la época solo citan el Trapiche Nuevo y el Ingenio Viejo, también, en ruinas. En 1818 las escasas cañas producidas en la vega de Motril fueron molidas por el ingenio construido por Francisco Javier de Burgos en el cerro de la Glorieta, hoy Alcoholera. Ya no hay más datos de Trapiche Viejo. Parte de su edificio se conservó hasta los primeros años de la década de 1970 que fue definitivamente todo derribado para construir un nuevo edificio de viviendas en la Rambla de Capuchinos. Testigos del derribo y excavación nos narraron la gran cantidad de posibles restos del ingenio que aparecieron durante las obras.