DE VEZ EN CUANDO LA VIDA…

DE VEZ EN CUANDO LA VIDA…

José Manuel González -Director El Faro-

Hola a tod@s. Vaya por delante el deseo de que estéis todos bien: tú, la familia y la gente que te rodea. Hoy, escuchando al maestro Serrat en su maravillosa canción ‘De vez en cuando la vida’ pensé: en este vigésimosegundo día de confinamiento en España -en nuestras vidas-, he vuelto a palpar -y no se da mucho- y sentir el significado de la magistral frase «de vez en cuando la vida toma conmigo café y está tan bonita que da gusto verla, se suelta el pelo y me invita a salir con ella a escena”.

La vida sigue siendo bonita -distinta, pero hermosa-, pero se le ha corrido el maquillaje por tanta lágrima derramada por aquellos que hace días estaban, y ya yo no están, aunque sigan anclados al corazón, a pesar del maldito coronavirus.

Ella -la vida- ya no me invita a tomar café con los que considero míos. Es más, no me deja salir a escena tal y como yo quisiera, como todos quisiéramos y deseáramos. Ella, se hizo de nuestra medida en infinitas ocasiones, y no la vimos venir desde nuestra aparente zona de confort. Si nos hubiésemos percatado, hoy, seríamos tan felices como el “niño cuando sale de la escuela”.

La vida se nos ha despistado, nos ha alejado brevemente sin pedir aparentemente permiso -espero- y nos embarga el sentimiento de no poder besarla en la boca, como ella quería. Cuando nos quiso pasear por las “calles en volandas”, miramos para otro lado, nos dedicamos a saludar de forma autómata, como si fuésemos infinitos: nosotros y nuestras vanidades.

Tuvimos la oportunidad de sentirnos en buenas manos -así Ella lo quería-, aceleramos inconscientemente el paso, como si nos fuese la vida en ello; mientras, al contrario, perdíamos valiosos segundos de vida, de existencia.

No sé, si ella -la vida- volverá a sacar conejos de su ya “vieja chistera” o se nos habrá escurrido la magia al saber que lo teníamos todo tan a nuestro favor, que creímos que éramos plenos y el mundo no cambiaría, sin saber que la sabiduría estaba de la piel para adentro -y Ella- nos estaba dando pistas para transformar lo establecido, para iniciar el proceso de desaprender lo que no nos encaja, para seguir aprendiendo, esta vez, lo que sí se ciñe a nuestra alma.

La vida se nos venía presentando en “cueros”, pero la ignorancia nos hizo poner ropaje de egos y mentes viciadas por las creencias heredadas, unas veces por nuestra propia forma de entender al verla a Ella, y no atrevernos a estar vivos y sentir. Solo se trababa de sentir…

La verdad que Serrat visualizó en su melodía y letra, ya nos decía que la vida había que andarla de “puntillas” agarrados al hechizo de “estar y sentir”, como yo digo, sin dejar “de tocarla” sin miedo.

Hemos de darnos cuenta que cuando la vida “afina con su pincel”, debemos dejar volar la imaginación y las acciones que directamente nos “ericen la piel” aunque “nos falten las palabras” y no acertemos a nombrar las cosas que nos ofrece tal y como son, desde el amor.

Al final, este confinamiento, lo hemos de mirar como una “mala/macabra broma” a pesar de los miles de iguales que se nos están yendo, el error sería caer en el derrotismo: hay batallas que perdemos, la guerra sigue, y la acabaremos ganando.
Un día despertaremos aunque no sepamos muy bien “qué pasa”, y el espejo nos dirá que estamos “chupando un palo sentados sobre una calabaza”.

De vez en cuando la vida, ¡de vez en cuando la vida!… si abrimos conciencias a tiempo, habremos aprendido de este «sueño real», y ya todo, por dentro y por fuera será diferente, un atlas nuevo con nuevos colores, que ojalá sigamos contando en EL FARO con su complicidad y compañía, pues el Covid-19 pasará y el mundo seguirá girando…!!!

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