La serenidad no está reñida con la sensatez
Los cofrades, cuando nos ponemos «albaceteños» no hay quien nos gane y, en ocasiones, pareciera que vamos a ralentí. La autoridad eclesiástica, la misma conferencia episcopal, viendo que se han cerrado a nivel nacional museos, conciertos, colegios, incluso bares y terrazas, no por gusto, sino para que no acuda nadie evitando la propagación del «bicho», todavía creo no ha actuado eficazmente.
Si hemos esperado a que la autoridad sanitaria se pronuncie y las autoridades nacionales ejecuten normas, ¿qué hacen las iglesias abiertas?, hay templos que la gente acude más por lo artístico que allí se cobija, que por lo devocional. Hay cristianos que acuden a escuchar misa y por tanto se aglutinan, con el consiguiente riesgo de propagación. ¿a qué espera la autoridad a emitir una dispensa popular para todo el que no quiera asistir a misa?. Las noches, que dan para escuchar tres o cuatro programas, en algunas ocasiones dan «vergüenza ajena», comentarios sobre «lo que cuestan las flores», «¿cómo nos vamos a quedar sin salir a la calle?», «vamos a esperar a ver que pasa, seamos serenos»…etc. y mientras, los expertos no paran de recordar que se podría tener controlada la pandemia en 2 meses si hacemos caso a las recomendaciones, si, 2 meses para controlarla, no para extinguirla. No se trata de ser alarmista, ya es tarde para eso, creo que es el momento de actuar de modo sensato, serio, sin paños calientes y, sobre todo, de modo solidario.
Aunque mañana mismo se decretara extinguido el brote, ya no sería lo mismo. Nuestra Semana Santa este año, se celebre con procesiones o no, ya no va a ser lo mismo. Ni la espera que llegue la Semana Grande, ni la ilusión de la fecha es lo mismo, esta «cuaresma negra» ya está haciendo que lo que está por venir no se viva plenamente, ni con total devoción y festividad. El «Culto público», que es primer objetivo de nuestras hermandades, este año, no será igual.
Miles de familias lo están pasando realmente mal. Miles de infectados, cientos de muertos en españa, y sumando, cultos suspendidos, pregones, ensayos, por supuesto, una muy mermada asistencia de público, cientos de familias se han visto abocadas a perder el trabajo, empresarios que están viendo sus ingresos sesgados, familias con problemas laborales, por no tener quien le pueda cuidar a sus menores que no pueden asistir a clase, imprentas que están llegando a acuerdos con las hermandades para que los trabajos ya realizados y que no se podrán cobrar, el gasto no sea tan crítico, cientos de personas mayores, vagabundos que son seres humanos especialmente vulnerables, y a partir de ahí un largo, largo etcétera. Y los cofrades «vamos a esperar» ¿a qué?. Cada minuto que pasa va en nuestra contra. Desde que falleció la primera persona y se suspendió el primer acto en reconocimiento de la grandeza infinita de Dios, como son los cultos, esta Semana Santa ya no será lo mismo.
Ayer mismo dejaba claro el delegado de Hermandades y Cofradías de Sevilla que, por ser causa mayor, las corporaciones no tendrían que solicitar la suspensión de su Estación de Penitencia a palacio, simplemente con informar sería suficiente.
La estabilidad de un barco se pone a prueba con un temporal, no con la mar en calma. Los cofrades, los verdaderos cofrades claro está, la vida nos pone a prueba, una vez más, por responsabilidad, por hermandad, por dignidad, por propia humanidad, por ejemplaridad, pensando en lo verdaderamente importante de una corporación, que es el patrimonio humano, y en el público que nos arropa por las calles, creo que es el momento de dar carpetazo este año. En fechas más lejanas se podría organizar una multitudinaria procesión de gracia y rogativa y, a partir de ahí, empezar a vivir, de nuevo, lo verdaderamente importante de nuestras corporaciones, el día a día de hermandad, de caridad, de amistad. Si un año no se sale a la calle, no pasa nada. No hay que esperar a qué hace el vecino. Por supuesto no hay que pedir disculpas de nada, si algo se suspendiera, por coherencia y la propia humanidad está por encima de todo. Las páginas de la historia, también necesitan información que no nos gusta para llenar sus renglones. Creo.