DOMINGO LOPEZ FERNANDEZ
En el marco litúrgico de la Cuaresma, la ciudad de Motril ha acogido durante estos días la presencia del “Lignum Crucis”, un fragmento de la madera de la cruz en la que murió Jesucristo para salvar al mundo y siguiendo el programa previsto, ha recorrido las distintas parroquias motrileñas para ofrecer la oportunidad de contemplar de cerca una reliquia verdaderamente sagrada de la pasión de Cristo. La visita se enmarca en un proyecto emanado de la Confraternidad Nacional de Cofradías de la Vera Cruz de España, que en su disposición ha dispuesto su cesión por unas semanas a la cofradía motrileña de la misma advocación. Concretamente su llegada a la ciudad se verificaba el pasado 19 de febrero, momento en el que tuvo lugar su recepción con una solemne función religiosa en la que fue dada a besar a los fieles presentes.
Con motivo de la visita, el jueves, 8 de marzo, a las 8’30 de la tarde, tenía lugar en la parroquia de la Encarnación una conferencia que impartía D. Antonio Muñoz Osorio, Canónigo de la Catedral Metropolitana de Granada y Delegado Diocesano para el Patrimonio Cultural, cuyo tema versó sobre el Lignum Crucis, su significado y las vicisitudes a las que se ha visto sometida la reliquia a lo largo de la historia. Según el sacerdote, una antigua tradición atribuye a Santa Elena, madre del emperador Constantino, el descubrimiento de la cruz de Jesucristo, acontecimiento que tuvo lugar en Jerusalén el día 3 de mayo del año 326. La leyenda relata que interrogó a los habitantes de Jerusalén por el lugar donde se enclavaba el Monte Calvario y haciéndose presente en él ordenó cavar la tierra. Allí encontró numerosos restos de cruces, algunos clavos y el “títulus crucis”, cartela que fue ordenada poner en la cruz por Poncio Pilatos. Según esa misma leyenda Santa Elena quiso descubrir cuales de esos restos eran los verdaderos y por ello les hizo colocar junto a un cortejo fúnebre de tal forma que al pasar junto a los originales el difunto volvió a la vida.
Continuando su exposición D. Antonio Muñoz relató que antes de volver a Roma, Santa Elena decidió que la cruz fuera partida en dos. Una parte permaneció en Jerusalén y la otra se trasladó a Roma, edificándose para ella la basílica del Santo Sepulcro y la basílica de la Santa Cruz, respectivamente. Según daba a conocer, hay constancia histórica muy antigua del culto que se le tributaba a la santa cruz en ambas ciudades. Las vicisitudes por las que pasó Jerusalén en siglos pasados provocaron que el Lignum Crucis de la basílica del Santo Sepulcro desapareciese en el año 1187, caso contrario al de Roma, que ha perdurado hasta nuestros días. Según informaba el conferenciante, con el transcurrir de los siglos se fueron sacando de ambas reliquias pequeños fragmentos que hoy se conservan repartidos en basílicas, catedrales, iglesias y monasterios de todo el mundo. En el caso concreto de España, D. Antonio Muñoz se detuvo especialmente en varios santuarios que custodian el Lignum Crucis, en concreto el Monasterio de Santo Toribio de Liébana (Cantabria), la Real Basílica-Santuario de la Santísima y Vera Cruz de Caravaca (Murcia) y la Santa Cruz del Voto de Canjáyar (Almería). También refirió los lugares de Granada en los que también se conserva el Lignum Crucis, a saber, la Catedral Metropolitana, la Capilla Real y la Parroquia de Deifontes. Finalmente, D. Antonio concluía su intervención con unas reflexiones sobre el significado de la Cruz para el cristiano y una breve oración en la que estuvo acompañado por los numerosos fieles presentes en la iglesia.