. CAPITULO III
Al igual que el presidente italiano Aldo Moro, quien fue brutalmente asesinado por las Brigadas Rojas (casualmente también, justo después de reunirse con Kissinger y con el cual tuvo una tremenda discusión) Carrero Blanco es también vilmente asesinado (con explosivos antitanque norteamericanos y a manos de ETA) el 20 de diciembre del 73. Pese a los muchos avisos por parte de policía y guardia civil durante los meses previos, señalando que algo grave se estaba tramando (contra Franco o el presidente) con denuncias de reuniones y movimientos muy sospechosos, por parte de los etarras y en diversos puntos de la capital, no se hizo nada. Todas las investigaciones siempre se veían bloqueadas por el servicio secreto español, quienes de forma continuada tapaban las actividades de los asesinos. Masones en altos cargos, algunos compañeros del presidente o incluso encargados de su seguridad personal, le tendieron una trampa y dieron al etarra Argala, en la cafetería del Hotel Mindanao, en Madrid, una carta sin remitente que decía lo siguiente: “El almirante Luis Carrero Blanco, vicepresidente del gobierno, acude todos los días laborables a la misa de las nueve de la mañana que se celebra en la iglesia de los jesuitas situada en la Calle de Serrano, frente a la embajada de Estados Unidos. Lleva muy poca protección de escolta y recorre siempre el mismo trayecto”. ¿Qué pintaba mi padre en todo esto? En primer lugar, como su ministro de Ciencia, conocía perfectamente los planes del presidente en cuanto a materia nuclear y segundo, tras sus sospechas previas al asesinato y la consiguiente consumación de este, fue el primero que se dio cuenta del complot organizado en la trágica muerte del presidente y su lealtad y patriotismo incondicionales le costaron el puesto. Pero a mi padre no le importaba, porque como decía ¨sin quijotes se escribe una historia de letra pequeña¨. Tras la toma de posesión de Arias Navarro y después de dejar muy claro que el nuevo gobierno no contaba con él, ¨por su fallido intento de la reforma educativa¨, se omitieron las verdaderas causas. Si se hubiera dicho la verdad, el mensaje sobre este asunto hubiera sido el siguiente: ¨Prescindimos de Julio Rodríguez como ministro de Educación y Ciencia porque se ha dado cuenta, el muy patriota, del complot que hemos organizado para asesinar al presidente y cambiar los destinos de España hacia una sumisión total y absoluta a Estados Unidos, bajo la nueva monarquía del Rey Juan Carlos I. En cambio, ascendemos en sus cargos por decreto de ley a varias personas encargadas de la seguridad del presidente asesinado, por su magnífico hacer en sus funciones¨. El duro golpe del asesinato de Carrero Blanco acabó con el régimen de Franco. El breve gobierno formado por Arias Navarro fue ya un mero trámite. Franco fallece en 1975 triste y enfermo. Nunca se recuperó del asesinato de su Almirante.