Manuel Domínguez García
Cronista oficial de la ciudad de Motril
EL ALCAIDE PEDRO DE VITORIA Y SU TESTAMENTO EN EL MOTRIL DE 1520
Hace bastantes años, cuando leí en el antiguo periódico motrileño Vida Nueva de 21 de febrero de 1907 el artículo titulado “Una pregunta” del entonces cronista oficial de la ciudad Manuel Rodríguez Martín, en el que trascribía el testamento y codicilo de últimas voluntades de Pedro de Vitoria, fechados respectivamente el 19 y 20 de marzo de 1520; me llamo la atención el propio testamento y la figura del testador, que decía que era vecino de Motril y que había sido alcaide del castillo de Salobreña.
Decidí investigar un poco más sobre Pedro Vitoria, aunque pensaba que tendría bastantes dificultades por lo temprano de la época, que era el testamento más antiguo que conocemos por ahora en Motril y la escasa documentación conocida de esos años finales del siglo XV y primeros de XVI, sería complicado conseguir muchos datos.
Poco a poco, he ido reuniendo algunas escasas noticias que me han permitido conocer un poco mejor a este personaje vinculado a esta parte de la costa del antiguo reino de Granada en los años últimos del siglo XV e inicios del XVI, tras de la conquista de Salobreña y Motril por las tropas de los Reyes Católicos.
Pedro Vitoria fue “contino” de la Real Casa de los monarcas, es decir que debió tener cometidos civiles y cortesanos relacionados con la Corona y es posible que su cargo en la corte estuviese en relación con su matrimonio con Isabel Ramírez, hermana de Francisco Ramírez de Madrid, capitán de la artillería de los Reyes y secretario real, que tuvo un papel muy destacado en la conquista de la Málaga en 1487 qué le valió honores, cargos públicos, mercedes y propiedades para él y su familia.
Francisco Ramírez, tras la conquista de Málaga, se asienta en la ciudad y es nombrado escribano del Crimen, adquiriendo bastantes propiedades y otros cargos públicos. No es de extrañar que su cuñado Pedro de Vitoria se registrara por esas fechas, también en esa ciudad, donde recibió casas y tierras por repartimiento y el cargo de regidor en el Concejo malagueño en 1491-1492.
Salobreña y Motril se entregan a partido, es decir con algún tipo de capitulación cuyo texto no conocemos, a las tropas de los Reyes Católicos en diciembre de 1489, pero el verano de 1490 los mudéjares se sublevan y el rey granadino Boabdil pone cerco la fortaleza salobreñera, pero los continuos ataques de la artillería de Francisco Ramírez desde el peñón y el mar y los rumores de la llegada del Rey Católico con sus ejércitos, hicieron que los musulmanes levantaran el asedio y abandonaran el intento de tomar el castillo. Salobreña y Motril quedaron definitivamente incorporados a la Corona castellana A principios del siglo XVI, Beatriz Galindo, esposa de Ramírez de Madrid, poseía un lienzo con una pintura de Salobreña y Motril tras la conquista cristiana.
Ramírez de Madrid es enormemente recompensado por sus acciones militares en la Guerra de Granada y la conquista de Motril y Salobreña por los Reyes con numerosas propiedades en la zona y con el cargo de alcaide, encargado de la guarda y defensa, del castillo de Salobreña, que estaba generosamente remunerado con sueldo de 250.000 maravedís anuales. En 1491 los reyes le hacen donación de un molino, un horno de hacer pan, un baño y diez caballerías de tierras a razón de 50 fanegas de sembradura cada una, propiedades que habían sido de la reina Aixa al Horra en Motril y su término.
Pero Francisco Ramírez no va ejercer el cargo de alcaide directamente y nombra como su lugarteniente en la alcaidía de la fortaleza a su cuñado Pedro de Vitoria, que se viene de Málaga y ya lo tenemos presentado como vecino de Salobreña en 1492, ejerciendo el empleo de alcaide de la fortaleza “por mi señor hermano Francisco Ramírez de Madrid”.
Una de sus acciones de estos primeros años en el cargo, es conseguir que se haga traslado del privilegio de asilo concedido por los reyes en 1490 a Salobreña. Estuvo presente, también, en el deslinde de los términos municipales de Salobreña con Motril, con Lobres y con Pataura en 1493.
Recibe numerosas casas y tierras en el repartimiento de propiedades de mudéjares de Salobreña de 1492 y seguramente recibiría también algunas propiedades en Motril en esas fechas, que lo convierten en uno de los hombres más poderosos de la costa del reino de Granada en esta época. Fue regidor en el Concejo de Salobreña en 1497 y ejerció el cargo de alcaide del castillo, al menos hasta 1512, tras la muerte del secretario, en nombre de Beatriz Galindo, esposa de Ramírez de Madrid, y de su hijo en comendador Hernando Ramírez de Madrid y Galindo, quien había obtenido en 1501 la tenencia anual de la fortaleza por merced de los Reyes y en la misma condiciones que la había tenido su padre.
En 19 de marzo de 1520, año en que otorga su testamento, era ya un anciano, “con la vejez no puedo firmar ni escribir” y vive en Motril: “vecino de esta villa de Motril, estando enfermo de cuerpo y sano de voluntad”.
Desconocemos si estuvo casado, parece que no tuvo hijos ya que sus bienes se los deja a su hermana María de Vitoria e Illescas y a sus sobrinos Francisco, Juan y Alonso de Vitoria.
Ordena su entierro en la Iglesia Mayor motrileña en una capilla que había fundado en 1519 y que estaba bajo la advocación de San Sebastián, disponiendo que se diesen a la Iglesia 40.000 maravedís de sus bienes para que la citada capilla, fuera perpetuamente para él y sus herederos “para siempre jamás” y por su memoria, se le dijesen tres misas rezadas cada mes. Para el pago de las misas, dejaba un haza de cinco marjales con cinco morales.
No se olvida de sus años en Salobreña y en el testamento ordena que el día de su entierro, su cuerpo sea acompañado por la cruz y los sacerdotes de Motril y, también, los de Salobreña, trayéndose los ornamentos de su iglesia. Además, lo acompañarían los miembros de la cofradía motrileña del Señor San Sebastián.
Como todos los ricos, Pedro Vitoria tenía esclavos y como era costumbre en la última voluntad del dueño, se les solía dar libertad. Así Vitoria ratifica en su testamento la libertad que le había otorgado a su esclava Isabel y sus hijos y les legaba a ella y a su hijo Perico, cuatro ducados de un censo impuesto sobre unas tierras de viñas que tenía en Salobreña. Otro de sus esclavos, Juan, era destinado a servir en la Iglesia Mayor durante cuatro años, al término de los cuales se le daría la libertad y con el dinero de sus servicios se comprarse un cáliz de plata para la capilla de San Sebastián.
A su sobrino Francisco de Victoria, que era receptor de impuestos de la villa de Motril, le dejaba un mesón que tenía junto a la acequia y 6.000 maravedís de un censo impuesto sobre el dicho mesón. Le dejaban además, 46 hanegadas o fanegas de tierra en Salobreña, una haza siete marjales, otros 14 marjales el pago de Algancer y 14 marjales en Lieña. A su sobrino Alonso de Vitoria le daba una casa y huerta, con la condición que no se las facilitarían hasta su casamiento. A su último sobrino, Juan de Vitoria, 500 maravedís que tenía a censo sobre una huerta, 11 marjales en el Camino del Mar, 40 marjales en Paterna y una viña en el término de Motril.
Para su hermana María, mandaba 10.000 maravedís de un censo que poseía en Granada, para que los disfrutara durante su vida y después los heredara su hijo Francisco de Victoria.
A su amigo Bernardino de Villalpando, tres hazas de tierra en Salobreña.
Para camas del hospital de Motril, dejaba tres marjales en el pago de Vallejo.

A su criada Isabel la cama, la ropa de vestir y una colcha. Cuatro ducados al beneficiado Pedro Taran para que rogase por su alma y otros cuatro a su criada Catalina, por los servicios que le había prestado.
Nombraba por sus albaceas testamentarios a Pedro Sánchez de Martos, vicario de Salobreña, al bachiller Gonzalo Hernández de Herrera, vicario de Motril, y a Juan Castilla regidor de esta villa.
A día siguiente 20 de marzo, mandaba llamar de nuevo al escribano Hernán Vázquez para que fuese a su casa y “estando en cama en su seso y entero entendimiento”, otorga un codicilo en el que especifica que de los 40.000 maravedís que le debían Juan Zutren y María Dueñas de una huerta, le paguen a Francisco Ponsis 7.000 y 3.000 maravedís a Bernardino de Villalpando, por los favores que ambos le habían hecho.
Por último, declaraba que se le debían por parte de Beatriz Galindo y su hijo Hernando Ramírez por tres años y medio que sirvió en sus nombres como alcaide del castillo de Salobreña entre 1509 y 1512, a razón de 40.000 maravedís por año. Daba poder a su sobrino Francisco de Vitoria, para que los pudiese reclamar y cobrarlos como si fuesen suyos.
Como no podía firmar, lo hicieron en su nombre Pedro de Toro y Juan de Castilla. Dando fe el citado escribano Hernán Vázquez.
Seguramente el poderoso alcaide Pedro de Vitoria moriría poco después.
Con el tiempo, otros Vitoria tendrían poder y propiedades en Motril, pero eso sería ya a mediados del siglo XVII.
Fuentes:
Rodríguez Martín, M.: “Crónicas motrileñas. Una pregunta”, en Vida Nueva, nº 284. Motril, 21/2/1907.
Cruces Blanco, E.: “La guerra como promoción social. La familia Ramírez de Madrid en el reino de Granada”, en Actas III Jornadas Hispano-portuguesas de Historia Medieval. La Península Ibérica en la Era de los Descubrimientos (1391-1492). Sevilla, 1997.
Porras Arboledas, P.: Francisco Ramírez de Madrid. Primer madrileño al servicio de los Reyes Católicos. Madrid, 1996.
Malpica Cuello, A. y Verdú Cano, C.: El libro de repartimiento de Salobreña. Salobreña, 2008.