EFEMÉRIDES DE FIN DE SEMANA

✍Antonio Gómez Romera

Domingo, 30 de marzo de 2025

En el CCLXXIX aniversario del nacimiento del genial pintor Francisco de Goya y Lucientes

Tal día como hoy, domingo, 30 de marzo, festividad de San Zósimo (571 – 660), obispo de Siracusa y abad del monasterio de Santa Lucía que fue notable por su celo en la enseñanza del pueblo y por su generosidad con los pobres, en la decimotercera semana de 2025, se cumplen 279 años (miércoles, 1746, reinando Felipe V, primer rey de la casa Borbón en España) del nacimiento, en el pueblecito de Fuendetodos, situado en la comarca de Belchite, a 45 kilómetros al Sur de Zaragoza, del genial pintor y grabador Francisco José de Goya y Lucientes, uno de los más grandes artistas de la Historia.  Considerado el “Padre del Arte Contemporáneo”, se adelanta a todos y cada uno de los movimientos pictóricos que aparecen en Europa, desde el Romanticismo al Surrealismo, pasando por el Impresionismo y el Expresionismo.

Autorretrato, hacia 1773 (colección privada).

BREVES NOTAS BIOGRÁFICAS

Francisco José es hijo de Braulio José Benito Goya Franque (1713 – 1781), maestro dorador de retablos de ascendencia vizcaína, concretamente de Cerain (Guipúzcoa), y Gracia Lucientes Salvador (1715 – 1785), de estirpe hidalga e hija de labradores acomodados. Ambos contraen matrimonio 10 años antes, el lunes, 21 de mayo de 1736, en la zaragozana Iglesia de San Miguel de los Navarros.

En marzo de 1746, se origina un brote de peste en Zaragoza capital, por lo que su madre marcha a la villa de Fuendetodos, su pueblo natal, donde Francisco José nace el miércoles 30 de marzo, en el número 18 de la calle Alhóndiga, situada en el Barrio Bajo.

Es bautizado al día siguiente en la Iglesia Parroquial de la Asunción, siendo padrino su padre y la madrina una familiar, Francisca de Grasa. Los hombres iban vestidos de justillo, faja, calzón y medias blancas y las mujeres de corpiño apretado, pañolón y falda de campana. Un mes después del nacimiento de Francisco, la familia regresa a Zaragoza.

Francisco José es el cuarto de seis hermanos: Rita (1737); Tomás (1739), dorador también y citado a veces como pintor; Jacinta (1743); Mariano (1750), muerto en plena infancia, y Camilo (1753), eclesiástico y capellán desde 1784 de la colegiata de Chinchón. Su infancia transcurre en Zaragoza, primero en el domicilio familiar de la calle de la Morería Cerrada, hoy del Teniente Coronel Valenzuela y, a partir de 1760, en la calle de Rufas, donde se traslada la familia al heredar su madre, de su tía doña Isabel Lucientes, la casa número 3 de dicha calle. Francisco debió crecer sin sobresaltos entre el barrio de la parroquia de San Gil y alguna de las escuelas zaragozanas de primeras letras regentadas por órdenes religiosas, posiblemente, los padres Escolapios.

Autorretrato de Francisco de Goya – 1796.

Al finalizar los estudios primarios entra en el taller del pintor barroco zaragozano José Luzán Martínez (1710 – 1785), pintor de cámara de Felipe V, hijo también de un dorador vecino de los Goya, de formación napolitana y vinculado a la Academia de Dibujo. En el taller coincide con Martín Zapater Clavería (1747 – 1803), con quien va a mantener una estrecha amistad durante toda su vida.  A estos efectos su hijo, Francisco Javier Goya Bayeu (1784 – 1754), en las notas biográficas sobre su padre para la Academia de San Fernando (1832), asegura que “estudió el dibujo desde los trece años en la Academia de Zaragoza bajo la dirección de José Luzán, y concluyó su carrera en Roma”.

Más adelante continúa su formación con el pintor zaragozano Francisco Bayeu Subías (1734 – 1795), relacionado por lejano parentesco con la familia Goya. Se traslada a Madrid en 1763, siguiendo a Bayeu, que trabaja en la decoración del Palacio Real. El 4 de diciembre de este mismo año Francisco concursa para obtener una pensión de la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, pero le es denegada (15 de enero de 1764). Después de los modestos inicios en Aragón, donde se le atribuye (1765) el relicario destruido de la parroquia de Fuendetodos que representa la Aparición de la Virgen del Pilar a Santiago, así como varias pinturas para la devoción privada, la carrera cortesana se perfila como la única posible para un joven pintor con ambiciones.

En 1766 se presenta al premio de primera clase de pintura de la Academia, que no le es concedido, y en junio de 1769 viaja a Italia por sus propios medios. La tradición le sitúa en Roma en el n. º 48 de la Strada Felice (Via Sistina), barrio de los artistas, en casa del pintor polaco Taddeus Kuntz (1727 – 1793), abuelo del pintor romántico Federico Madrazo y Kuntz (1815 – 1894), amigo del pintor neoclásico de origen checo alemán, Anton Raphael Mengs (1728 – 1779), pintor de cámara del rey Carlos III.

Autorretrato con gafas – 1800 – Musée Goya, Castres, Francia.

El Cuaderno italiano (Madrid, Museo del Prado), álbum de apuntes comprado en Italia, recoge anotaciones de las ciudades que visita, todas del norte, entre ellas Bolonia, Venecia, Parma y Milán, viajando de regreso (1771) a través de Génova y Marsella. El 27 de junio de 1771, la Academia de Parma cita a Goya como “scolaro del Signor Francesco Vajeu” y le concede el segundo premio de pintura. Varios dibujos del Cuaderno italiano copian esculturas clásicas de Roma, un fresco del pintor Corrado Giaquinto (1703 – 1766), así como composiciones propias y las primeras ideas documentadas de cuadros tempranos. Su primer encargo es el fresco del coreto de la basílica zaragozana del Pilar, en el que representa la Adoración del Nombre de Dios, de excepcional y moderna grandeza que pinta entre 1771 y 1772.

Francisco contrae matrimonio en Madrid el día 25 de julio de 1773 con Josefa “Pepa” Bayeu Subias (1747 – 1812), hermana de Francisco, en la iglesia de San Martín de la parroquia de Santa María. Los padrinos de la boda son su cuñado Francisco y su esposa, Sebastiana Merklein y Salillas (1741 – 1796), hija del pintor de origen flamenco Juan Andrés Merklein, y de la zaragozana Gregoria Salillas.Francisco y Pepa llegan a tener 20 hijos, pero sólo sobrevive uno, Francisco Javier Pedro de Goya y Bayeu (1784 – 1854).

Autorretrato 1824 – Museo del Prado.

En 1774 Francisco ingresa en la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara. Deja Zaragoza y llega a Madrid el 10 de enero de 1775, según queda anotado en su Cuaderno italiano, para iniciar su trabajo como pintor de cartones de tapices encargados por Mengs para la Real Fábrica de Santa Bárbara con el sueldo de 8.000 reales de vellón al año. El 30 de octubre de 1775 hace la primera entrega de cartones para tapices y cobra 7.000 reales. Los temas representados, elegidos por el rey, son de caza, la afición más importante de Goya a lo largo de su vida. El Cuaderno italiano revela que Goya intenta regresar a Italia con Mengs en 1777, pero enferma gravemente a finales de ese año. Dos años más tarde, el 24 de julio de 1779, solicita una plaza de pintor en la corte, que finalmente se adjudica al pintor valenciano Mariano Salvador Maella Pérez (1739 – 1819). El 7 de julio de 1780, con el óleo “Cristo en la cruz” (Madrid, Museo del Prado), ingresa como miembro de mérito, por unanimidad, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Desde 1783 firma sus obras como “Francisco de Goya”, señalando sus orígenes hidalgos por su ascendencia vizcaína, pero todos los esfuerzos que hace para obtener una infanzonía resultan fallidos. Francisco de Goya es nombrado teniente director de Pintura de la Academia de San Fernando el 1 de mayo de 1785 con el sueldo de 25 doblones anuales (2.000 reales) y, al año siguiente, el 25 de julio de 1786, limadas sus diferencias con Bayeu y a propuesta de Maella, se le nombra pintor de cámara del Rey con el sueldo de 15.000 reales. En noviembre de 1787, está aprendiendo francés, el italiano ya lo habla, y se ha vuelto “viejo con muchas arrugas que no me conocerías sino por lo romo y por los ojos undidos […] lo que es cierto es que boy notando mucho los 41”.

Francisco de Goya reanuda sus trabajos para la Fábrica de Tapices de Santa Bárbara tras 6 años de inactividad, y entre 1786-1787 realiza la serie de las “Cuatro Estaciones” para el comedor del príncipe en El Pardo. En 1788 ultima los bocetos para los cartones de tapices del dormitorio de las infantas, entre los que destacan “La pradera de San Isidro” y “La gallina ciega”, único del que ejecuta el cartón porque se suspenden los trabajos por la muerte de Carlos III. Francisco de Goya alcanza una excelente situación en la Corte pintando sólo para la más alta aristocracia y para el Rey, de quien realiza el retrato como cazador (1787, Madrid, Museo del Prado). En Valencia, acompañado de su mujer, toma “aires de mar” y pinta las obras para la capilla de la duquesa de Osuna en la catedral. Tiene relación con la Academia de Bellas Artes de San Carlos a través de su secretario, Mariano Ferrer y Aulet, y es nombrado Académico de Mérito de ésta el día 20 de octubre de 1790. A Goya le gusta asistir al teatro, a la ópera y a los conciertos de música en la Corte. También a las corridas de toros, incluso Moratín dice, ya en los años de Burdeos, que Goya se jactaba de haber toreado en su juventud. Hacia fines del año 1790 aparecen los primeros síntomas de la grave enfermedad que le va a sobrevenir a principios de 1793, con temblores y mareos.

Busto de Goya de Mariano Benlliure, 1902 (Museo Provincial de Bellas Artes de Zaragoza).

En 1791 Goya pone dificultades para seguir pintando cartones de tapices a las órdenes de Maella y es acusado de ello al Rey por Livinio Giorgio Stuyck (1756 – 1817), director de la Real Fábrica de Tapices, aunque la intervención de Bayeu y la amenaza de que se reduciría su salario le hacen reconsiderar su postura.

En 1793 viaja a Sevilla, donde cae enfermo. Su amigo, el comerciante gaditano Sebastián Martínez Pérez (1747 – 1800), asegura en enero que “la naturaleza del mal es de las más temibles” y, a fines de marzo, que “el ruido en la cabeza y la sordera nada han cedido, pero está mucho mejor de la vista y no tiene la turbación que tenía que le hacía perder el equilibrio”.

A la muerte de Bayeu, el 11 de agosto de 1795, Francisco de Goya es nombrado director de pintura de la Academia de San Fernando, con un sueldo de 15.000 reales, e inicia en este brillante período sus álbumes de dibujos, los llamados “Álbum de Sanlúcar” y “Álbum de Madrid”, fechados ahora hacia 1794 – 1795, sin que se advierta en su técnica segura y delicada rastro alguno de los temblores de su enfermedad. Cuatro años después (31 de octubre de 1799) es nombrado por el Secretario de Estado, Mariano Luis de Urquijo y Muga (1769 – 1817) primer pintor de Cámara, escalón supremo de su carrera cortesana, con el sueldo de 50.000 reales de vellón y casa.

En los inicios del siglo XIX comienzan los elogios al artista por la altura de su arte, entre los que destaca el poema de Manuel José Quintana y Lorenzo (1805) valorando su figura por encima de la de Rafael de Urbino y augurándole la fama universal en siglos venideros.

Casa natal de Francisco de Goya en Fuendetodos.

Francisco de Goya permanece en Madrid (Puerta del Sol, 9, 4°, 2°) durante la Guerra de la Independencia (1808 – 1814) y jura fidelidad a José Bonaparte como oficial de palacio. Recibe también la orden de España, que no recoge, y retrata a alguno de los ministros y autoridades del nuevo gobierno francés. En el año 1810, como pintor de cámara del nuevo rey, proporciona listas de cuadros de la Colección Real con destino al Museo creado por Napoleón en París, aunque se tienen escasas noticias documentales de su actividad en esas fechas, con largos períodos de silencio.

El 3 de junio de 1811, el matrimonio Goya – Bayeu, redacta y firma su testamento ante el notario madrileño Antonio López Salazar. Y un año después, el 20 de junio de 1812, fallece su esposa, Josefa Bayeu, a los 60 años de edad, siendo enterrada en el cementerio de la Puerta de Fuencarral. Vive Goya aún en la calle de Valverde cuando el 27 de febrero de 1819 adquiere una casa de campo a las afueras de Madrid conocida como la “Quinta del Sordo”, que guarda sus “Pinturas negras”, preludio del expresionismo o el surrealismo, corrientes que aparecerían un siglo después.

Retrato del pintor Francisco de Goya (1826), por Vicente López, Museo del Prado, Madrid.

Colofón

Francisco de Goya, en 1824, solicita y obtiene permiso (30 de mayo) de S. М. el Rey don Fernando VII, para trasladarse a la ciudad de Burdeos (Francia) alegando problemas de salud que requieren los baños medicinales de Plombières. Moratín narra al abate Melón (27 de julio de 1824), amigo común, la llegada del artista, “sordo, viejo, torpe y débil, y sin saber una palabra de francés […] y tan contento y deseoso de ver mundo”. La sordera provocada quizás por el saturnismo, una intoxicación por derivados del plomo, pues el color blanco se hacía con este metal, le agrió el carácter y lo volvió cada vez más huraño y solitario, y lo hizo conocido, también, por su mal humor.

Tumba de Goya en la ermita de San Antonio de la Florida, sobre la que se encuentra la lápida primigenia de su tumba en el cementerio de Burdeos.

En 1828 su nuera, Gumersinda de Goicoechea y su nieto Mariano, van a visitarle, llegando a Burdeos el 28 de marzo y 5 días después, el 2 de abril, Goya queda sin habla y medio paralizado, falleciendo en su domicilio (Cours de l’Intendence 39, 3) la noche del 15 al 16 de abril de 1828. Deja un asombroso y numeroso legado que incluye más de 700 pinturas, 300 litografías y 900 dibujos.

Francisco de Goya es enterrado en un pequeño panteón del cementerio de La Grand Chartreuse de Burdeos junto a su consuegro, Martín Miguel de Goicoechea. Años después (1889), los restos de Goya son desenterrados a petición del gobierno español y trasladados a una tumba en la ermita de San Antonio de la Florida, en Madrid, bajos los frescos que había pintado en 1798.

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