Antonio Gómez Romera
Domingo, 23 de febrero de 2025
En el DLXXXV aniversario de la invención de la imprenta de tipos móviles
Durante siglos, la única forma de reproducir textos en Europa fue la copia manuscrita. En el siglo XIII, la producción de manuscritos se trasladó de los conventos, donde los monjes copiaban pacientemente textos e ilustraciones en hojas de pergamino a los centros universitarios. A finales del siglo XIV, la xilografía permitía imprimir imágenes en papel o tela, pero requería tallar cada página, un trabajo largo y laborioso. La gran mayoría de la sociedad es analfabeta.
Tal día como hoy, domingo, 23 de febrero, festividad de San Policarpo de Esmirna (70 – 155), obispo y mártir, uno de los “Padres Apostólicos” y discípulo del apóstol Juan, en la octava semana de 2025, se cumplen 585 años (1440) de la invención de la imprenta de tipos móviles o tipografía, momento en el que se produce un antes y un después en la Historia de la Humanidad. Se trata de un cambio a nivel histórico, cultural e intelectual que es crucial para el Renacimiento, la Reforma, la Ilustración y la Revolución Científica. La primera imprenta en Italia se establece en Roma en 1467, seguida de París en 1469 y Segovia, en España, en 1472.
Los tipos móviles, letras metálicas que se combinan para formar textos, permiten imprimir rápidamente a gran escala. Aunque hay precedentes en el Lejano Oriente, hoy se atribuye su invención a Gutenberg.
Notas biográficas sobre Gutenberg
Johannes Gutenberg, el primer impresor, nace en Maguncia, Mainz, en alemán (Sacro Imperio Romano Germámico, actual Alemania), entre 1395 y 1397. Hijo menor del comerciante Friedrich Friele Gensfleisch (1345 – 1419), que adopta posteriormente -hacia 1410- el apellido zum Gutenberg, y de su esposa, Else Wirich ( ¿ – 1433). Sus antepasados paternos son comerciantes de telas y los maternos, tenderos.
Maguncia, capital del Estado Federado de Renania – Palatinado, se encuentra al suroeste de Alemania, a unos 50 minutos en coche desde Fráncfort y a orillas del curso del río Rin. La mayor parte de la vida de Gutenberg sigue siendo un misterio, apenas hay documentos escritos sobre su biografía. Hoy día se conserva la pila bautismal en la que se asegura, recibió el santo sacramento en la iglesia de San Cristóbal. Construida entre los siglos XIII y XIV en estilo gótico, excepto su torre románica, fue destruida por los bombardeos aéreos de Maguncia durante la Segunda Guerra Mundial. Fue reconstruida sólo parcialmente como monumento de la guerra y símbolo de la Maguncia desaparecida.
El lugar donde se encontraba la casa natal de Gutenberg es un edificio de viviendas de tres plantas y en sus bajos se ubica una farmacia. Una placa metálica recuerda su lugar de nacimiento: «Aquí está la casa natal de Gutenberg y la casa en la que más tarde, en 1869, se fundó la asociación de impresores alemanes. Federación de industrias de la impresión, octubre 1969.»
De acuerdo con la tradición, estudia en la Universidad de Erfurt, en donde está registrado en 1419 el nombre de Johannes de Alta Villa (Eltville). Ese año muere su padre. Tras estudiar en Erfurt, en 1434 se establece como orfebre en Estrasburgo, hoy capital de Alsacia (Francia). En 1437, descubre un sistema para pulir piedras preciosas y luego fabrica espejos para los peregrinos que se dirigen a Aquisgrán para venerar las 4 reliquias que atesora su catedral desde tiempos de Carlomagno. Hay que hacer notar que en los siglos XIV y XV, Aquisgrán se convierte en el tercer destino de peregrinación más importante de Occidente junto con Santiago de Compostela y Roma.
Las 4 reliquias de la catedral de Aquisgrán son: el vestido que llevaba la Virgen María en la noche en que nació Jesús, los pañales de Jesús, con los cuales María envolvió al niño, la tela donde yació la cabeza de Juan el Bautista tras su decapitación y el lienzo que cubrió a Jesús en la cruz.
Trabaja con Hanz Riffe, con el que va a desarrollar su imprenta. Mientras está en Estrasburgo, en 1440, Gutenberg revela su sistema de impresión denominado “Kunst und Aventur” (Arte y Empresa). Una mañana, enseña a dos amigos unas letras de plomo. Agrupa las letras, forma palabras y las coloca una detrás de la otra hasta formar una línea. A continuación, dispone una línea debajo de la otra, tal como se colocan al escribir. Impregna el conjunto con una tinta grasa y pone una hoja de papel bajo una prensa. Cuando Johannes acciona la prensa de madera y retira la hoja, las frases están reproducidas en ella y son perfectamente legibles. Acaba de nacer la imprenta de tipos móviles.
En 1447 tiene bien elaborada su idea e imprime un salterio con letras mayúsculas y después un calendario. En 1448 regresa a Maguncia, pide al banquero judío Johannes Fust dos créditos de 800 florines cada uno e instala su primera imprenta en su casa natal “Hof zum Gutenberg», que va a ser destruida durante la Segunda Guerra Mundial. Gutenberg fabrica miles de caracteres con una aleación de plomo, estaño y antimonio, obtiene una tinta grasa de color negro intenso a base de aceite y perfecciona la prensa de escribir. En Europa la gente ha usado la prensa de tornillo para prensar aceitunas y uvas desde que la inventaron los romanos. A continuación, emprende su empresa más ambiciosa: la tarea de componer en latín la Biblia de 42 líneas (“B42”, número de líneas impresas, a dos columnas, en cada página), el incunable más famoso de la historia. La impresión de las 1.282 páginas finalizó, según algunas fuentes, el 23 de febrero de 1455. Parece ser que se imprimieron 180 ejemplares, 1/6 de los cuales se hizo en pergamino y el resto en papel. Se encuadernó en 2 volúmenes de tamaño folio, de 324 y 319 páginas. En esa tarea tardó aproximadamente tres años utilizando cuatro prensas en funcionamiento simultáneo, seis tipógrafos y una docena de prenseros. Gutenberg dejó espacios en blanco para las letras capitales que completarían los iluminadores a mano y cuyos gastos costearían sus propietarios. Esta labor otorga la peculiaridad de que cada libro sea distinto. Una de ellas se sabe que fue terminada en 1456 por Enrique Cremer, vicario de la Colegiata de San Esteban de Maguncia, y que se le llamó Biblia Mazarina, por pertenecer al cardenal Mazarino (Jules Raymond Mazarin, 1602 – 1661). En la actualidad se conoce el paradero de 49 ejemplares originales de la Biblia de Gutenberg, pero sólo 21 están completos Son 4 en pergamino y 17 en papel y uno de ellos se encuentra en Burgos. Sabemos el coste del ejemplar de la Biblioteca Pública de Burgos: Luis Garcés de Maluenda, canónigo y tesorero de la catedral de Burgos, en su testamento fechado en 23 de septiembre de 1488, dona al monasterio de San Juan de Ortega «la mi biblia de molde grande que me costó tres mil e dozientos e cinquenta maravedíes».
Es importante señalar que todas las copias de la Biblia de Gutenberg se habían vendido antes de finalizar su impresión, pero sin embargo Gutenberg no ganó dinero con su creación. Antes de finalizar los trabajos de impresión de su Biblia, solicita otro préstamo a Johannes Fust. Éste se lo niega y Gutenberg tiene que ofrecer a Fust parte de la imprenta en garantía y formar una sociedad con él para que se lo conceda.
Gutenberg demuestra que su imprenta puede producir libros de la misma calidad que los manuscritos más exquisitos de la época. Fust, en 1455, pone un pleito contra Gutenberg por malversación para recuperar el dinero que le ha prestado, reclamando 2.026 florines por el préstamo y los intereses. La sentencia da por terminada la sociedad y coloca al frente de la imprenta al sobrino de Fust, que es aprendiz de Gutenberg. Además, Fust se apropia del material de impresión y, con su futuro yerno, Peter Schoeffer (1425 – 1503) crea un taller de impresión.
Gutenberg también es víctima de la represión en Maguncia y se exilia temporalmente. Aunque enfrenta dificultades económicas, continúa su trabajo. Pese a todo, parece que Gutenberg puede abrir un segundo taller en el que imprime entre otras, su última obra, la “Summa Grammaticalis”, más conocida como el “Catholicon” de Johannes Balbus. Uno de estos ejemplares se conserva en la Biblioteca Nacional de España.
Su gran trabajo es reconocido en 1465 por Adolfo de Nassau-Wiesbaden-Idstein (1423 – 1476), arzobispo de Maguncia, quien le otorga un estipendio vitalicio, el título de Hofmann (caballero de la corte), y otros beneficios como ropa y alimentos.
El impresor alemán Johannes Gutenberg fallece, según registros eclesiales, el 3 de febrero de 1468, y es enterrado en una iglesia de Maguncia propiedad de los franciscanos. Su tumba se perdió durante los incendios que azotaron a Maguncia en 1793.
Colofón
La Universidad de Gutenberg, llamada así en su honor, se funda en Maguncia en 1477. El Museo del Libro y el Arte de la Impresión Gutenberg (Weltmuseum für Buch- und Druckkunst), se encuentra desde el año 1900 en el centro histórico de la ciudad, dentro del “Palacio Zum Römischen Kaiser”, un edificio histórico del siglo XVII. Cuenta con dos ejemplares originales de la Biblia de Gutenberg. En la escalera del Museo se documenta su historia mediante una línea de tiempo y dibujos del ilustrador Jörn Kaspuhl. El pasado 7 de octubre de 2024 cerró sus puertas el Museo para afrontar una remodelación total del edificio, que deberá abrir de nuevo sus puertas en 2028 con un presupuesto para las obras de 108 millones de euros. Temporalmente, todos sus fondos se han trasladado al edificio que alberga el Museo de Historia Natural (NHM), donde en 1.030 m2 muestra una pequeña parte de sus objetos.
Gutenberg no inventa la imprenta, pero sí que idea el procedimiento de impresión en caracteres móviles o tipografía. Es el origen de la imprenta moderna, que abarata a niveles nunca imaginados los libros ayudando al desarrollo de las lenguas vulgares, a la alfabetización de las clases medias y bajas, a la difusión de la información y del conocimiento, a la creación de universidades y bibliotecas, algo inconcebible en los tiempos de los manuscritos (iluminados y carísimos).
Gutenberg logra demostrar que por medio de la imprenta se puede elaborar un libro tan perfecto como los manuscritos, con la única diferencia que, de esta manera, se pueden realizar copias iguales, acelerando la producción y sin “sacrificar” la calidad. Se convierten en lectores: la burguesía, formada por mercaderes, cirujanos, comerciantes, etc. y los sectores populares del ámbito urbano, incluidas las mujeres. La lectura se va a extender entre la población y ello va a cambiar y transformar radicalmente la vida cultural y social.