EFEMÉRIDES DE FIN DE SEMANA

Antonio Gómez Romera

Domingo, 29 de diciembre de 2024

EN EL DXXI ANIVERSARIO DE LA BATALLA DE GARELLANO QUE SITUA A ESPAÑA EN EL DOMINIO DEL MEDITERRÁNEO

Tal día como hoy, domingo, 29 de diciembre, festividad de San David, rey y profeta (1085 – 1015 a.C.), en la quincuagésima segunda semana de 2024, se cumplen 521 años (1503) de la batalla del Garellano, en la que las tropas españolas comandadas por Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán (1453 – 1515), derrotan al ejército francés dirigido por Ludovico II de Saluzzo (1438 – 1504), enviado por el rey Luis XII de Francia (1462 – 1515) para tomar Nápoles y dominar el Mediterráneo, lo que supone la última gran batalla del Gran Capitán y el punto y final a la Segunda Guerra de Nápoles (1501 – 1504).

Movimientos de los Ejércitos en las Guerras de Nápoles.

La batalla

El Gran Capitán cree llegado el momento de atacar al ejército francés acampado frente a él en la orilla derecha del río Garellano. El plan concebido pasa por hacer creer al marqués de Saluzzo que va a retirarse a invernar, y para ello realiza una serie de movimientos de tropas para convencer al francés que se dirige hacia el Volturno, río del centro de Italia que desemboca en el mar Tirreno. Al verlo, el marqués cae en la trampa: relaja la vigilancia, envía soldados a retaguardia y permite a sus oficiales descansar en los pueblos vecinos.

El marqués de Saluzzo y el Gran Capitán han concertado una tregua navideña para los días 25 y 26 de diciembre. Cumplida la tregua, el marqués cree que han finalizado las operaciones de campaña de ese año y se retira a Gaeta, por creer imposible realizar ninguna operación militar en aquellas condiciones climatológicas, pero, el plan del Gran Capitán es atacar entonces. Desde hace varias semanas, el marino guipuzcoano Juan López de Lazcano, que ha organizado sus marineros en unidades de infantería, se encuentra en el castillo de Mondragone, situado a una quincena de kilómetros al sur del campamento español de Sessa, construyendo tres pontones que debe trasladar a un punto del río Garellano, al norte del dispositivo francés, y montarlo lo más rápido posible.

Estatua de Gonzalo Fernández de Córdoba.

El Gran Capitán, cumpliendo su plan, pretende dejar una fuerza en Cintura, muy cerca del campamento español de Sessa y frente al puente que los franceses han tratado de cruzar durante su fracasada jornada del 6 de noviembre, con objeto de hacerles creer que siguen allí. Otra fuerza marcharía al norte para cruzar el río y, una vez cruzado, atacaría a los franceses con aquella fuerza hasta tomar el campamento francés, que está en Traietto. Solo entonces permitiría a la fuerza que permanecía en Cintura atravesar el río y unirse a la persecución.

Durante la madrugada del 27 al 28 de diciembre las fuerzas del Gran Capitán se distribuyeron como sigue: Juan López de Lazcano parte desde Mondragone hacia el punto de cruce, situado a 10 kilómetros del campamento español. Transporta los tres pontones despiezados y cargados en mulas. Al llegar al punto de cruce, comienza a dirigir los trabajos de descarga de las piezas y, bajo las instrucciones del ingeniero y capitán Pedro Navarro, se montan los pontones sobre el río apoyados sobre ruedas de carros y barcas unidas por cadenas.

Mapa de la estrategia de la Batalla de Garellano.

El Gran Capitán parte desde Cintura con 8.500 soldados de Infantería y 230 jinetes encuadrados como siguen: Bartolomé Albiano, al frente de sus 3.000 hombres; Pedro Navarro y Diego García de Paredes, al frente de 3.500 rodeleros y arcabuceros; 30 jinetes de caballería pesada y 200 de caballería ligera, al mando de Próspero Colonna; y, por último, cierra la marcha el propio Gran Capitán con 2.000 lansquenetes alemanes. Todos cubren sin novedad los 15 kilómetros que les separa del punto de cruce del río.

Fernando de Andrade y Diego López de Mendoza quedan en Cintura con sus hombres para evitar las sospechas de los franceses y esperar la orden del Gran Capitán; entonces repararían el puente francés, cruzarían el río y se unirían a la persecución. Se dice que tras el paso de los lansquenetes el puente cedió, dejando una sola opción a los españoles: vencer o perecer en esa orilla. También, que el caballo del Gran Capitán, trastabilló y lanzó al general contra el barro y éste arengó a sus tropas: «¡Ea, amigos, pues si la tierra nos abraza, es que bien nos quiere!».

Gonzalo Fernández de Córdoba – Detalle óleo.

Suio, guarnecida con 300 ballesteros normandos, cae a la primera acometida; al poco tiempo le sigue Castelforte, que no puede aguantar el ataque que se le viene encima. El siguiente objetivo del Gran Capitán es Vallefredda, situada al norte y última guarnición francesa en la zona. Está defendida por Ives d´Alègre, veterano noble francés de las campañas italianas desde la época del rey Carlos VIII, pero no puede contener la inesperada acometida enemiga y cae con escasa resistencia. Las tropas del Gran Capitán se dedican a perseguir a los franceses durante todo el día y a consolidar lo conquistado. Ese día, el Gran Capitán duerme en Castelforte. La sorpresa del marqués de Saluzzo es grande cuando los supervivientes del ataque a Suio le anuncian al anochecer de ese día, en el campamento de Traietto, la llegada inminente de los españoles. El marqués convoca un consejo de oficiales y ordena la inmediata retirada a Gaeta.

Batalla del Garellano – Defensa del puente.

Cuando en la mañana del 29 de diciembre las tropas de Bartolomé Albiano y Pedro Navarro llegan al campamento francés lo encuentran vacío. El Gran Capitán ordena entonces la reparación del puente francés y el avance de las tropas de Andrade y López de Mendoza para que se unan a la persecución por el camino de la costa en cuanto crucen el río. Ordena a Próspero Colonna que persiga con la caballería a los franceses, sin dejar de hostigarles, y a Bartolomé Albiano que marche con rapidez por el norte para envolver a los franceses, cortarles la retirada e impedir que se refugien en Gaeta. Por último, el resto de sus fuerzas prosigue la persecución detrás de los franceses hacia Mola y Gaeta. En su retirada los franceses tropiezan con un desfiladero, donde una pasarela cruza un río que va bastante crecido y que añade inseguridad al lugar. Allí son alcanzados por la caballería de Próspero Colonna y el marqués de Saluzzo decide hacerles frente para evitar que la retirada se convierta en un descalabro total. Pierre Terrail de Bayard (1476 – 1524), más conocido como el caballero Boyardo, que ha estado toda la noche protegiendo la retaguardia francesa de los ataque españoles, forma en batalla a sus escasos «hombres de armas» y se lanza en una carga contra la caballería de Colonna. El choque es brutal. Los caballos de Colonna retroceden y se topan con los lansquenetes alemanes que marchan a continuación. La sorpresa es tal que éstos quedan inmóviles, sin reaccionar. El Gran Capitán tiene que tomar el mando rápidamente, los organiza de nuevo y les hace formar el cuadro. La segunda carga del caballero Boyardo no consigue penetrar el cuadro de lansquenetes y allí pierde la mayoría de los hombres que le quedan. Los franceses se disponen a defender el paso del desfiladero, pero la llegada de los hombres de Pedro Navarro, Diego García de Paredes, Fernando de Andrade y Diego López de Mendoza, les hace desistir de su empeño.

Batalla del Garellano – Grabado coloreado.

Por la tarde, el marqués de Saluzzo ordena una retirada general hasta alcanzar Mola con intención de pernoctar allí. La retirada es muy desordenada. Los franceses dejan abandonado su material de guerra y muchos soldados son muertos o hechos prisioneros. El ejército del Gran Capitán, pese a su inferioridad numérica, ha conseguido poner en fuga a los franceses, totalmente descompuestos y a la carrera en una especie de sálvese quien pueda. El único que combate a los españoles hasta la extenuación es el caballero Boyardo, que deja de hacerlo al caer la noche.

El Gran Capitán ordena a Pedro Navarro y a Diego García de Paredes que marchen fuera de caminos hasta colocarse detrás de Mola para cortar la retirada al enemigo y atacarles de flanco y por su retaguardia. Al amanecer del día siguiente, 30 de diciembre, los franceses salen de Mola. Les sigue el grueso del ejército español y, cuando les alcanzan las tropas de Pedro Navarro y Diego García de Paredes, caen sobre ellos provocando el colapso de los franceses, que se desbandan e inician una desordenada huida perseguidos por la caballería de Colonna, abandonando la artillería que llevan consigo, banderas, equipajes y carros de transporte. La plaza de Mola, defendida por el genovés Bernardo Adorno con instrucciones de ganar algo de tiempo, sucumbe ante los españoles. Los supervivientes de aquel día se refugian en Gaeta, mientras que el ejército vencedor acampa en Castiglione, frente a Gaeta. El 31 de diciembre los supervivientes franceses del desastre llegan ante Gaeta. El marqués de Saluzzo e Ives d´Alègre pretenden organizar la defensa de la plaza y para ello el marqués ordena a unas compañías ocupar posiciones en el Monte Orlando, clave para la defensa de la plaza, que en la desordenada huida nadie se ha preocupado en guarnecer. Pero los franceses encuentran en el monte a unidades españolas que se les han adelantado y que les rechazan cuando intentan subir. Ello significa que Gaeta está perdida sin remedio; el marqués de Saluzzo no tiene más opción que rendirse.

Fortaleza de Gaeta.

El 1 de enero de 1504, el Gran Capitán y el marqués de Saluzzo firman la capitulación. Se estipula el intercambio de prisioneros y la salida del ejército francés. El marqués y sus altos oficiales viajarán por mar, de vuelta a Francia, en dos carracas francesas recientemente capturadas y «gentilmente» devueltas; el resto del ejército francés tiene que hacer un largo y penoso viaje de vuelta a Francia atravesando Italia, hostigados constantemente por la población local, en venganza de las tropelías causadas por los franceses, lo que hace aumentar el número de bajas hasta casi las 18.000. Solo regresa un tercio del ejército francés. Al llegar a Francia, el rey Luis XII les prohíbe la entrada al reino como castigo a su derrota y capitulación.

Soldados de la Infantería Española.

Colofón

La destrucción del ejército francés es total. Aparte de las innumerables pérdidas de material, especialmente de toda su artillería, los franceses sufren entre tres y cuatro mil muertos y otros tantos desaparecidos y prisioneros. Los españoles tienen sólo 900 bajas.

El 2 de enero de 1504 el Gran Capitán entra en Gaeta, y tras los avances sucesivos de las fuerzas españolas, Nápoles es abandonado por los franceses. Según una “Crónica manuscrita del Gran Capitán”, de autordesconocido, se relata lo ocurrido afirmándose que “Al tiempo que la ciudad de Gaeta fue tomada (…), habiendo venido un caballero catalán, llamado Cerbellón, al combate algo más tarde de lo que fuera necesario (…), armado con muchos penachos y muy galán en una barca (…), llegó don Diego de Mendoza preguntando quién era aquél que venía tan bien armado, aunque tarde. Gonzalo Fernández le contestó: «Como sois corto de vista, no conocéis que es San Telmo», y es porque llaman los marineros la estrella de San Telmo aquella que se muestra encima de la entena después de una oscura y grande tormenta, prometiendo bonanza. Los que presentes estaban rieron tanto que en desembarcando el Cerbellón le saludaron por San Telmo, el cual sobrenombre le quedó entre los soldados para siempre”.

Tras el desastre, Luis XII se ve obligado a firmar una tregua con los Reyes Católicos y, pocos meses después, el Tratado de Lyon, donde se pone fin oficialmente a la Segunda Guerra de Italia y se reconoce a Fernando «El Católico» su posesión sobre el Reino de Nápoles. Gonzalo Fernández de Córdoba recompensará a Paredes por su esfuerzo en la campaña italiana con el señorío de Coloneta.

Dibujo de Diego García de Paredes defendiendo el puente sobre el río Garellano.

Garellano es la última batalla que dirige personalmente Gonzalo Fernández de Córdoba. Con la muerte de la Reina Isabel –su máxima valedora–, Gonzalo queda expuesto a las envidias que suscita en la Corte y a la animadversión creciente de Fernando, fruto de las malas lenguas que envenenan su mente.  Fernando «El Católico» reemplaza en 1507 al Gran Capitán como virrey de Nápoles. Ambos regresan en la misma comitiva a España. Gonzalo buscará sin éxito ser nombrado Maestre de la Orden de Santiago y volver a ponerse al frente de los ejércitos del Rey.

Gonzalo Fernández de Córdoba ya no volverá a dirigir tropas, pero el sistema de combate y de organización de los ejércitos que él ha diseñado convierte a la infantería española en reina indiscutible de los campos de batalla. La guerra medieval ha terminado y comienza la guerra moderna.

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