Opinión.-
Y Juana llevaba razón
Después de haber tenido que pasar por prisión, de un calvario judicial, mediático y político, en el que poco menos se le acusaba de haber inventado una película de terror para perjudicar a su ex marido, pero sobre todo, después del desgarro y la impotencia que debe sentir una madre, al comprobar, día tras día, que sus hijos menores están siendo víctimas de malos tratos por parte de su padre, sin que nadie haga nada por evitarlo, un vídeo de su hijo mayor denunciando los malos tratos de su padre, demuestra que Juana Rivas, tenía razón y decía la verdad y todos los demás no, incluido el “peculiar” juez que la envío a la cárcel y el PP que se opuso a su indulto parcial.
Ahora, cuando hemos sabido que la fiscalía italiana acusa a Francesco Acuri, ex marido de Juana y padre de sus dos hijos, de malos tratos hacia los niños, desde estas modestas líneas exijo a quienes lincharon a esta mujer, la enviaron a prisión y la convirtieron en carne de cañón mediática, dediquen el mismo tiempo y los mismos “alardes” que emplearon en lapidarla, en decir que tenía razón, que su marido era un maltratador, primero con ella y luego con sus hijos y que su decisión de no devolverle a los menores, solo tenía como objetivo el protegerles.
«Yo soy su voz. Vengo a pedir ayuda». Así comienza su mensaje Gabriel, el hijo mayor de Juana. Con un testimonio absolutamente impactante pide ayuda para su hermano menor, Daniel, que sigue viviendo con su padre, a quien le otorgaron su custodia mientras su madre peleaba para demostrar que tanto ella como sus dos hijos, entonces menores, eran víctimas de violencia.
«En 2017, dice Gabriel, me arrancaron de mi casa, a mis 11 años y a los 3 de mi hermano Daniel, que sigue viviendo en ese infierno que yo viví hasta los 16… Vive con un maltratador. Tiene miedo. Se siente en riesgo de muerte, como yo me he sentido en riesgo. Mi reflejo lo veo en él… Conozco a mi padre y sé que no es capaz de controlar su impulsividad y su ira. Mi hermano está en gran peligro…Vengo a pedir ayuda, a darle un mensaje a aquellas personas que sí pueden hacer algo por nosotros».
Este demoledor mensaje coincide con la decisión de la Fiscalía italiana de procesar a Francesco Arcuri, el padre de los dos hijos de Juana Rivas, por presuntos malos tratos a sus hijos.
Ante tan escalofriante panorama, el equipo jurídico en España de Juana Rivas, ha difundido un comunicado en el que reclaman a las autoridades competentes que se adopten las medidas necesarias para la protección efectiva de Daniel, recordando que el pasado mes de marzo, el Tribunal Supremo italiano, tras acoger en todos sus términos el recurso de Casación de Juana Rivas, anuló la sentencia de la Corte de Apelación de Cagliari, evidenciando las graves irregularidades del proceso llevado a cabo, entre otras, la ausencia de valoración adecuada del “interés superior “ de los dos hijos, los cuales fueron separados, concediéndole a Francesco Arcuri la custodia del menor, el cual sigue aun viviendo con su padre, en Italia y que hace menos de un mes, el 14 de noviembre, ha procesado a Arcuri, acusado de maltrato a sus hijos Gabriel y Daniel, “sometiéndolos habitualmente a violencia física, vejaciones, insultos y amenazas”, por lo que ese equipo jurídico ha manifestado su máxima preocupación ante el hecho de que, un menor, se vea obligado a seguir viviendo con su padre tras la existencia de un proceso penal abierto por maltratarle y, en cuya instrucción, se ha concluido que hay pruebas más que suficientes para imputar a dicho padre y proceder, por tanto, a la apertura de juicio penal contra él.
Ante este cúmulo de evidencias cabría esperar que las autoridades judiciales españolas revisaran con urgencia las actuaciones seguidas en este procedimiento, muy especialmente las protagonizadas por el “peculiar” juez, Manuel Píñar, algunas de las cuales, fueron más propias de la época de la inquisición, que las de una justicia moderna y democrática que es la que supone tenemos en este país, aunque a la vista de casos como este, es mucho suponer.
Sería el momento para que el Consejo General de Poder Judicial empezara a poner pie en pared y terminara con el bochornoso corporativismo imperante en la judicatura y que permite que jueces como Manuel Píñar, se puedan seguir comportando como lo hizo este con Juana Rivas.
Conviene recordar la obsesión de este personaje con Juana, lo que le llevó a oponerse a su puesta en libertad después de su indulto parcial concedido por el gobierno, haciéndolo incluso contra el criterio de la Fiscalía y de la Justicia italiana y la defensa de su ex pareja, ninguno de los cuales se opusieron a la suspensión de la condena. Según “su señoría” poner en libertad a Juana “podría representar un grave peligro para sus hijos”.
El pasado mes de febrero supimos de las vergonzantes respuestas de semejante “juez”, investigado por un delito de odio, ante otro juez, negando que las bochornosas, homófobas, racistas y xenófobas publicaciones de sus redes sociales fueran suyas y añadiendo que, en caso de serlo, utilizarlas sería un delito contra su intimidad…
Parece absolutamente incomprensible que alguien como Manuel Píñar haya podido ser juez y por lo tanto dueño de vidas y haciendas, máxime tras comprobar la enorme cantidad de prejuicios que su señoría atesoraba y que quedaban públicamente reflejadas en sus redes sociales, donde compartía fotomontajes de Sánchez con las manos manchadas de sangre, acusándole de ser “presidente gracias a estar de rodillas delante de los herederos de los asesinos”; llamando “miserable” a Irene Montero, o insinuando que era “gilipollas” por un informe del Instituto de la Mujer en el que se recogía que los hombres contaminan más que las mujeres.
En su cuenta de Facebook, el magistrado no tuvo reparo en afirmar que “el feminismo está cada vez más metido en la estupidez”; en criticar el presupuesto de Igualdad, o en compartir contenido en el que se insultaba directamente a la entonces ministra Irene Montero. Tampoco oculta su animadversión por el titular de Interior, Grande-Marlaska, al que califica de “lerdo” por las “barbaridades” que “está aplicando” en lo que Piñar considera “un sistema penitenciario buenista, tonto y ñoño surgido del social comunismo”.
Afortunadamente desde el pasado mes de junio, este señor ha dejado de ser juez por “jubilación voluntaria”, aunque hubiera debido dejar de serlo por una sanción disciplinaria que le hubiera expulsado con deshonor de la carrera, cosa que no ha ocurrido.