RELATOS DE LA HISTORIA DE MOTRIL

Manuel Domínguez García

-Cronista Oficial de la ciudad de Motril-

EL PATRIMONIO DE BIENES MUEBLES DE LOS CONVENTOS MASCULINOS DE MOTRIL EN LA DESAMORTIZACIÓN DE MENDIZÁBAL DE 1835

Manuel Domínguez García -Historiador y Cronista Oficial-

Durante el siglo XIX en España, se llevaron a cabo sucesivas desamortizaciones de los bienes de la Iglesia. Esto implicó la expropiación y subasta de una gran cantidad de tierras, edificios, pinturas, esculturas y libros. Fue el conjunto de medidas dimanadas de la autoridad del Gobierno, tendentes a la desvinculación y enajenación de los bienes poseídos por ciertas instituciones «manos muertas» o entidades que no las podían vender como la Iglesia, la Corona, la nobleza o los municipios; con la finalidad de acabar con determinados privilegios y proceder así a un reparto más racional y justo de la riqueza. Este proceso constituye un elemento esencial para comprender el tránsito de la sociedad del Antiguo Régimen al Liberalismo, en el que la propiedad se concibe como individual y absoluta en lo que respecta a su gestión.

La desamortización en España fue un proceso que se desarrolló a lo largo del siglo XIX, con sus raíces en reformas introducidas por Carlos III y eventos como la expulsión de los jesuitas en 1767. Durante la ocupación francesa bajo José Bonaparte y Napoleón, se vendieron bienes de conventos y se nacionalizaron algunos de ellos. Durante el Trienio Liberal (1820-1823), se afectaron monasterios y se nacionalizaron bienes religiosos. Tras la muerte de Fernando VII, se continuó la desamortización, suprimiendo órdenes religiosas y nacionalizando sus bienes, excepto objetos artísticos y culturales.

Situación del Convento de la Victoria a fines del siglo XIX.

El proceso desamortizador acometido por Juan Álvarez Mendizábal desde 1835, ministro de Hacienda, que apeló a la desamortización y venta de los bienes religiosos para pagar la Deuda Pública. A lo largo de este período, una intensa actividad política volvió a poner en vigor decretos, leyes y órdenes, normas e instrucciones, que se habían dictado con anterioridad, acompañándose de una densa normativa que precisó los términos de la desamortización y que provocó la supresión de numerosos conventos y monasterios españoles.

 El gobierno presidido por el conde de Toreno aprobó la Real Orden de Exclaustración Eclesiástica, del veinticinco de julio del año 1835 por la que se suprimían todos los conventos en los que no hubiera al menos doce religiosos profesos. Tras la dimisión del conde de Toreno, Mendizábal pasó a ser presidente del Consejo de Ministros. Inmediatamente decretó, el once septiembre del año 1835, la supresión de todos los monasterios de órdenes monacales y militares. En los siguientes decretos se determinaría la venta de los bienes inmuebles de los conventos y monasterios en febrero 1836 y en marzo de ese mismo años se suprimieron todos los conventos de frailes

En 1835 se emitió una orden para que los gobernadores civiles formaran comisiones que examinaran y registraran los archivos y bibliotecas de monasterios y conventos suprimidos, así como pinturas y objetos escultóricos. Estos informes, que varían según la comisión, han hecho posible conocer el patrimonio artístico con el que contaba cada comunidad religiosa.

En Motril fueron desamortizados los conventos de los frailes Mínimos de la Victoria, el convento de Capuchinos y el convento de la Concepción de los Franciscanos.

En 1837 el Gobierno Civil de Granada creaba una “Junta de enajenación de edificios y efectos de los conventos suprimidos de la provincia de Granada” y nombraba una comisión científica encargada de inventariar las propiedades artísticas de los desamortizados conventos motrileños. Estaba integrada por José María Micas, Juan Iluminati, José Cuevas y Francisco Javier Díaz Reyes. El comisionado de Amortización fue Francisco de Paula Garvayo.

Unos inventarios de los bienes muebles de estos conventos motrileños de 1837 y 1838 se conservan en el Archivo Histórico Provincial de Granada.

Iglesia y convento de la Victoria años, primeros años del siglo XX.

El convento e iglesia de Nuestra Señora de la Victoria de los frailes Mínimos de la Victoria era el más antiguo de la ciudad. Había sido fundado al sur de la población en 1573 y su iglesia terminada de construir en 1605 bajo el patronato del mercader motrileño Alonso de Contreras. Era el convento que había poseído más propiedades rusticas y urbanas. Había sufrido daños y saqueo durante la Guerra de Independencia, siendo cuartel de las tropas francesas de ocupación de la ciudad. Cuando la exclaustración tenía 2 frailes y un lego.

Según el inventario, en el altar mayor estaban las imágenes de Nuestra Señora de la Victoria, san José y san Francisco de Sales. Un crucifijo, seis candeleros, cinco tablillas, un atril, tres sillas, dos ciriales, una lámpara de metal dorado y varios cuadros en el retablo y en las paredes de la capilla mayor.

Un altar del beato Simón de Rojas, una cruz, una sacra, atril dos bujías, dos tablillas, una imagen de san Bruno de madera y un mantel de un devoto.

Altar del Crucificado, sobre una camilla. Un atril, una cruz dos candeleros. Dos tablillas. Imágenes de san Juna Bautista y santa Lucia y una lámpara de hojalata.

Altar de san Blas. Una cruz, un atril, un ara, dos candeleros, una lámpara de hojalata, una imagen de un Ecce Homo de medio cuerpo y un mantel de un devoto.

Altar de santa Ana. Una cruz, dos tablillas, un atril y un mantel de un devoto.

Altar del Santo Padre. Un sagrario de madera, ara, una cruz, dos tablillas, un atril, un mantel de un devoto, un velo viejo y unos cuadros fijos en el retablo.

Altar de Nuestra Señora del Carmen. Una cruz, una imagen de Santiago, una imagen de san Sebastián, un atril, dos candeleros, un ara, dos tablillas, un imagen de san Andrés, una lámpara de hojalata y un mantel de un devoto.

Un pulpito, un escaño, un cancel, se advierte la falta de algunos confesionarios.

En la sacristía, una cajonera sin nada de ornamentos y ropa, ya que esta se trasladó a la Iglesia Mayor de orden del Arzobispo.

Iglesia y ruinas del convento de San Francisco a mediados del siglo XIX.

Una urnita de metal para el Jueves Santo, una bujía, una cruz de madera para la procesiones, seis varas de madera para palio, un Señor Amarrado a la Columna rotos los brazos, dos espejos de vestir sin azogue, tres bancos, un escaparate grande viejo, un medio cancel de madera, un oratorio con la imagen de un Ecce Homo y dos figuritas chiquitas.

Coro. Sillería de madera, una especie de facistol delante de la silla del presidente. Otro facistol en medio del coro, un órgano de tres fuelles.

En la torre una campana y un esquilón.

El convento estaba completamente derrotado, hundiéndose parte de sus ángulos, puertas rotas, otras con faltas de llaves y cerrajas. En fin, en un estado completo de deterioro, pues hasta una porción de ladrillos se habían llevado, debiéndose advertir que no debe hacerse cargo al comisionado de Arbitrios de Amortización, pues este lo entregó a la Guardia Nacional y ha estado el edifico en completo abandono.

En el convento no hay más archivos que el que se conservan los títulos de pertenencia, ni biblioteca, ni pinturas; solamente existen en el claustro bajo diez cuadros grandes viejos de la vida de san Francisco de Paula, otro en el refectorio, otro en la escalera, otro del señor san Miguel y otro de san Francisco de Sales, igualmente viejos; no existiendo más enseres de utilidad a los institutos de Ciencias y Artes.

El convento fue vendido en pública subasta y comprado por José López Ruiz por 34.000 reales. El templo, adquirido después por el Ayuntamiento, fue usado como secadero de seda y teatro y desde 1843 actuaba como ayuda de parroquia. Posteriormente el convento fue comprado por la empresa Martín Larios para aperos de su fábrica Nuestra Señora de la Cabeza. En 1899 iglesia y convento son cedidas a la orden de Agustinos Recoletos que los restauran.

La huerta de San Francisco a mediados del siglo XX, donde estuvo el convento franciscano.

El segundo convento de frailes que se establece en Motril fue el de la Inmaculada Concepción de frailes Franciscanos Observantes. En principio fundaron su convento en el la ermita de la Virgen de la Cabeza en 1613 y en 1630 se trasladaron a un nuevo convento, construido en una huerta a poniente de la ciudad, en las cercanías de la casa de la Palma. En estos años de la desamortización había 27 religiosos.

En la iglesia, el altar mayor con tabernáculo y escaleras de madera. Imágenes de un Cristo Crucificado, una Purísima Concepción, san Antonio de Padua, san Antonio Abad, seis lienzos con santos, un manifestador, cuatro floreros viejos, seis candeleros, una cruz, dos tablillas, dos ciriales y tres atriles.

Altar de san Bernardino. Imagen del santo, una cruz dos candeleros, dos tabletas, ara, atril y mantel de un devoto.

Altar de la Virgen. Imagen en lienzo, dos espejitos, cuatro floreros pequeños viejos, atril, tablilla, cruz, dos candeleros, ara y mantel de un devoto.

Altar de Nuestra Señora de los Ángeles. Imagen vestida de seda encarnada y blanca. Dos tablillas, una cruz, el atril, dos candeleros, ara y mantel de un devoto.

Altar del Crucificado. Imagen en lienzo, atril ara, cruz y dos bujías.

Altar de san Francisco Solano. Cruz de madera, dos candeleros, atril, tablillas y ara.

Altar de san Diego de Alcalá. Imagen con velo viejo, cruz, dos tablillas, dos candeleros, ara y mantel de un devoto.

Altar de san José. Una cruz, seis candeleros, un atril, dos tablitas y el mantel de los bienhechores.

Altar de santa Rosa de Viterbo. Cruz pequeña sin Cristo, dos candeleros, atril y dos floreros muy viejos.

Altar de San Antonio. Imagen de bulto. Cruz, dos candeleros, dos tablillas, ara y mantel de un devoto. Una mesa de piedra, una cajonera con dos taquillas a los lados, faltándole los cajones. Un cuadro de lienzo viejo.

Altar de san Francisco. Cruz, dos candeleros, atril, dos tablitas y el mantel de un devoto.

En el cuerpo de la iglesia. Un pulpito, ocho cuadros grandes pegados a la pared, un cancel y se advierte la falta de algunos confesonarios que se trasladaron a la parroquia.

En la sacrista. Una cajonera mediana de madera, con dos tacas a los lados sin contener en ellas ningunas ropas ni ornamentos, que se trasladaron a la parroquia por orden del Arzobispo.

Un cuadro de la Concepción, un san Antonio roto, cuatro cuadros viejos, un espejillo, tres cornucopias, otros dos cuadros viejos, una cruz de madera para la procesiones, una mesa de piedra, una mesa redonda vieja y dos sillas.

En el coro. Un órgano descompuesto con falta de veintidós trompetas y una tecla, facistol grande de torno, sillería de madera, una cruz en las barandas del coro, dos cuadros, dos atriles para el prelado.

Una campana y un esquilón.

El convento sumamente deteriorado, tiene falta de algunas cerrajas, llaves y otras puertas estropeadas, falta de ventanas y solería y en una celda llamada librería hay un pequeño estante con unos doscientos libros viejos que quedaron de resultas de la invasión de los franceses.

Las efigies y adornos de los altares, el pulpito, algunos confesionarios, bancos y cuadros de lienzo fueron trasladados a la parroquia e iglesias particulares de la ciudad, excepto algunos santos que fueron entregados a devotos.

Se encuentra una capilla llamada de la Orden Tercera en buen estado y la sacristía está ruinosa.

El convento fue adquirido por el diputado granadino José Pareja Martos en 41.000 reales y la iglesia por el alcalde granadino Nicolás de Roda en 38.100 reales. El convento fue parcialmente demolido en 1842 y la iglesia usada como almacén de azúcar de la cercana fábrica del Nuestra señora de Pilar. A fines del siglo XIX parte de la iglesia y el claustro fueron vendidos a un norteamericano y desmontados para su traslado a Estados Unidos. No llegó a su destino, el barco que trasladaba las piedras hasta el puerto de Málaga se hundió en el trayecto.

Situación del convento de Capuchinos a mediados del siglo XIX.

El tercer convento que se crea en Motril es el de frailes Capuchinos, que se había empezado a edificar en 1641 en la antigua ermita de san Antón bajo el patronato de Jerónima de Arroyo. Tras un pleito con Franciscanos y Mínimos que se oponían a la fundación, fue iniciada la construcción del convento en 1644 y la iglesia en 1652. Iglesia y convento fueron usados como cuartel por las tropas francesas de ocupación durante la Guerra de la Independencia. Fue vendido en la desamortización de Mendizábal al terrateniente motrileño José Hernández Guerrero en 24.220 reales. En 1885 el Ayuntamiento adquiere el edificio de convento a su propietario en esa época, Sr. Herrera Castillo, para establecer el hospital de Santa Ana y la iglesia se usó como criadero de seda y como ayuda de parroquia desde 1853. Cuando la exclaustración tenía 40 frailes.

En el inventario de 1837 la iglesia de Capuchinos tenía en el altar mayor un sagrario y encima un tabernáculo, ocho floreros muy viejos con pies de madera, dos tablitas y cuatro imágenes mayores de san Francisco, San Antonio, santa Ana y san Antonio Abad.

Un cuarto con trastos viejos y el esqueleto de un cadáver y sobre la puerta un cuadro de san Bartolomé.

A la entrada de la iglesia una ermita pequeña con un cuadro del el Salvador.

Un altar con la efigie de Nuestra Señora de los Dolores vestida con un manto negro y un delantal con putillas de plata entrefina y lo mismo el paño de manos. Cruz, dos candeleros, un atril, dos tablitas, un velo viejo de seda, un ara y dos cuadritos.

Altar con la imagen de señor san Francisco. Dos tablitas, ara y atril.

Altar de santa Teresa. Dos tablitas y ara.

Altar de san Miguel. Dos candeleros, atril, dos tablitas, ara y velo viejo.

El cuerpo de la iglesia contiene un pulpito con su guarda voz, una araña de cristal mediana y un vía crucis alrededor de la iglesia, advirtiéndose la falta de algunos confesionarios.

La sacristía tiene una cómoda o cajonera, otra larga y cajones chiquitos para guardar los amitos, sin ninguna ropa de ninguna clase, pues de esta se hizo cargo el señor cura párroco por orden del señor Arzobispo de la Diócesis.

El coro con asientos de madera embutidos en la pared, un facistol, una tarima de madera y en la torre una campana mediana.

En el convento faltan algunas puertas, algunas llaves y ladrillos por su mucho uso.

Iglesia y convento de capuchinos a mediados del siglo XX.

Una habitación con libros muy viejos a los que el convento daba el nombre de librería, donde se conservaban dos estantes de madera grandes, cada uno con veintiocho casilleros, todos los cuales llenos de libros, a pesar de los que se extraviaron cuando la invasión de los franceses.

Ningún altar tiene manteles.

Hay una capilla llamada de la Orden Tercera sin santo ninguno y sin un retablo, con un camarín.

Desgraciadamente las descripciones de los bienes muebles y artísticos de estos conventos motrileños que se hacen en estos inventarios son muy escuetas y desconocemos donde fueron a parar muchas de estas imágenes, cuadros, documentos, libros y demás enseres, pero de todas maneras nos sirven para conocer parte del escaso patrimonio conventual motrileño en la época de las desamortizaciones de mediados del siglo XIX.

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