EFEMÉRIDES DE FIN DE SEMANA

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Antonio Gómez Romera

Domingo, 29 de septiembre de 2024

En el DXIII aniversario del nacimiento de Miguel Servet, científico y erudito condenado a morir en la hoguera

Grabado de Miguel Servet.

Tal día como hoy, domingo, 29 de septiembre, festividad de los Santos Arcángeles (Miguel, Gabriel y Rafael), en su trigésimo novena semana de 2024, se cumplen 513 años (1511) del nacimiento del gran científico y erudito Miguel Servet, que ya en el siglo XVI proclamó que ninguna autoridad, ya sea eclesiástica o civil, tiene el derecho a imponer sus creencias, ni a limitar la libertad de pensamiento de cada individuo.

Placa Casa Natal de Miguel Servet.

Breves Notas Biográficas

Es mucho lo que se desconoce sobre Miguel Servet, comenzando por su origen e, incluso, su nombre auténtico. La fecha propuesta para su nacimiento se basa en que el 29 de septiembre es el día de San Miguel, y es una tradición católica elegir el nombre de los recién nacidos de acuerdo al santoral. Los historiadores discuten si nace en Villanueva de Sigena (Aragón) o en Tudela (Navarra), y si su cambio de nombre a Miguel de Villanueva, tras su primera persecución, es una vuelta a su apellido real o un homenaje a su tierra.

Miguel es hijo de Antón Serveto, notario, y de Catalina Conesa, que por línea materna desciende de familia judeoconversa, los riquísimos Zaporta, grandes banqueros. Tiene dos hermanos menores: Pedro, quien continúa con la notaría paterna, y Juan, que es ordenado sacerdote.

Cuando cuenta 17 años de edad, Miguel sale de España y se traslada a Toulouse (Francia), donde estudia la carrera de Derecho. Sin embargo, allí se siente más interesado por la Teología que por las Leyes. Viaja por Italia, Suiza y Alemania gracias a su trabajo como secretario del fraile franciscano Juan de Quintana, quien se va a convertir en confesor y consejero del emperador Carlos V (1500 – 1558). Como parte del séquito imperial, presencia en Bolonia la coronación de Carlos V como emperador en 1530. Es entonces cuando, escandalizado por el lujo y la corrupción del papado, se desvincula de su mentor e inicia un viaje por ciudades centroeuropeas donde ha calado la reforma protestante, entre las que destacan: Basilea, Estrasburgo y Haguenau, donde abraza la reforma protestante encabezada por Martín Lutero (1483 – 1546). Una vez se empapa de las principales ideas religiosas del momento, en 1531 publica su primer libro, cuyo título no esconde sus intenciones: “De Trinitatis Erroribus” (“De los errores acerca de la Trinidad”), en el que impugna el dogma de la Trinidad, lo que pone en su contra a católicos y protestantes ya que envía una copia al obispo de Zaragoza –quien no tarda en solicitar la intervención de la Inquisición-, y a los propios reformadores alemanes.

Retrato de Miguel Servet – Eugenio Ramos – IES Miguel Servet – Zaragoza.

Miguel Servet estudia la Biblia en hebreo y griego, llegando a la convicción de que la traducción oficial en latín ha tergiversado la doctrina. Igualmente, polemiza con numerosos teólogos católicos y protestantes. Empleado en una imprenta, Servet es el encargado de la publicación, traducción y revisión de la “Geografía” del astrónomo, astrólogo, químico, geógrafo y matemático griego Claudio Ptolomeo (100-170) y empieza a interesarse por la Medicina.

Tras cambiar su apellido, recala en París (1537), donde estudia en la Facultad de Medicina y no puede negarse que saca provecho de sus estudios, pues llega a descubrir algo tan importante como la circulación pulmonar o menor de la sangre, al tiempo que enseña matemáticas y astronomía.

Servet hereda de Andreas Vesalio (1514 – 1564), considerado el padre de la Anatomía Moderna, el puesto de ayudante en las disecciones. En su conocimiento de la obra de Galeno (129-201), médico grecorromano cuyas teorías triunfan por entonces, no tiene rival. Hasta entonces prima la teoría de Galeno, según la cual el aire viaja al corazón por la vena pulmonar para mezclarse con la sangre, que después cruza de un ventrículo a otro a través de poros para distribuirse por el organismo. Servet propone, en cambio, que la arteria pulmonar lleva la sangre a los pulmones no sólo para nutrir estos órganos, sino para recoger el aire a través de capilares, y que después regresa por la vena pulmonar al corazón. Es decir, no existe comunicación entre los ventrículos, algo que Vesalio ya había cuestionado, sino que la sangre pasa de uno a otro únicamente previa circulación por los pulmones para su aireación.

Miguel Servet – óleo – retrato idealizado.

Pero Miguel vuelve a meterse en problemas: tras una disputa con las autoridades universitarias, emigra de nuevo para establecerse en Vienne, en el sureste de Francia, donde ejerce como médico y corrector de imprenta. Pero todos éstos, son para él temas secundarios. En realidad, la atención de Miguel Servet se centra en los problemas teológicos y quiere discutirlos con Juan Calvino (1509-1564), el reformador suizo. Tenían que haberse encontrado en París en 1534, pero en aquella ocasión las comunicaciones eran difíciles y Miguel no puede acudir a tiempo a la cita. Doce años más tarde (1546) establecen correspondencia entre los dos y Miguel le envía a Calvino el borrador de su obra “Christianismi restitutio” (“Restitución del Cristianismo”), un tratado de Teología que contiene sus indagaciones sobre Medicina, esperando los comentarios de éste. Las ideas de Servet no le agradan a Calvino y, en respuesta, le manda su libro “Institutio religionis Christianae” (“Institución de la Religión Cristiana”), publicado en 1536. Servet lee la obra de Calvino y se la devuelve con unas anotaciones muy críticas al margen que exasperan tanto a Calvino que decide ignorarle. Del enfado de Calvino con Servet da testimonio la carta que el propio Calvino envía a un amigo suyo, en la que llega a decir: “Si [Servet] viene aquí, si mi autoridad sirve de algo, nunca le permitiré que se marche vivo”.

Calvino y Servet – obra de Theodor Pixis.

A principios de 1553 se publica de forma anónima, su obra “Christianismi restitutio”: para él, la Fisiología revela la conexión divina del ser humano: “Quien realmente comprende cómo funciona la respiración del hombre ya ha sentido la respiración de Dios y por tanto salvado su alma”.

Es la doctrina teológica de Servet la que levanta un gran revuelo y motiva su persecución, principalmente por su negación de la Trinidad y su rechazo al bautismo infantil. La Inquisición de Lyon recibe parte de la correspondencia entre Servet y Calvino, tras lo cual Servet es detenido, interrogado y encarcelado. A pesar de esto, logra escapar, y el 17 de junio es sentenciado a muerte “in absentia” y quemado en efigie. Junto a la imagen de Servet, arden sus libros y su descripción de la circulación menor de la sangre.

De camino hacia Italia, el 13 de agosto de 1553, Servet hace escala en Ginebra, y, por motivos que se desconocen, acude a la iglesia donde predica el mismísimo Calvino. Allí es reconocido y denunciado por éste, comenzando un proceso de dudosa legalidad que dura 2 meses. A Servet se le niega un abogado y sufre grandes penalidades durante su cautiverio. En el juicio, se juzga mucho más que a un hombre, más bien dos formas de entender la Religión. Una liberal, que busca explicaciones filosóficas, escépticas y con grandes dosis de relativismo; la otra centrada en la ortodoxia, la intransigencia y una actitud paternalista. Estos dos puntos contrapuestos siguen presentes en la actualidad en el Protestantismo.

Estatua de Miguel Servet – Parque de Annemasse.

El 22 de septiembre, Servet escribe una última alegación en la que culpa a Calvino de hacer acusaciones falsas de herejía contra él y solicita que también sea detenido e interrogado. Servet afirma: «Estaré contento de morir si no le convenzo tanto de esto como de otras cosas de que le acuso más abajo. Os pido Justicia, Señores, Justicia, Justicia, Justicia».

Finalizado el proceso, y tras rechazar el bautismo y negar la Trinidad, el tribunal dicta sentencia: «Te condenamos a ser atado y llevado a la colina de Champel. Allí serás atado a una estaca y quemado vivo junto con tus manuscritos y tus libros impresos hasta que tu cuerpo se convierta en cenizas». Miguel se desploma, y les grita en español: «¡Misericordia, misericordia, ¡Jesús, salva mi alma! ¡Ten piedad de mí!».

Busto de Servet en el parque de Huesca.

Aunque es Calvino quien promueve la persecución contra Servet y quien dictamina que debe ser ejecutado, el propio Calvino trata de conmutar su pena de muerte en la hoguera por una más piadosa, la decapitación, pero es inútil: el tribunal, presidido por una facción opuesta a Calvin, confirma la sentencia, y en Champel, cerca de Ginebra, el 27 de octubre de 1553, Servet arde vivo con un ejemplar de su obra atado al brazo víctima de los fanáticos de la intolerancia. Para Castellio (1515-1563), humanista, biblista y teólogo cristiano reformado francés, “Matar a un hombre no es defender una doctrina, sino matar a un hombre. Cuando los ginebrinos ejecutaron a Servet no defendieron ninguna doctrina, sacrificaron a un hombre. Y no se hace profesión de la propia fe quemando a otro hombre, sino únicamente dejándose quemar uno mismo por esa fe”.

Estatua de Miguel Servet en Villanueva Sigena.

Colofón

La teoría de Servet tuvo poco eco; tal vez porque se publicó en un volumen de Teología en el que relacionaba la circulación sanguínea con la diseminación del alma por el cuerpo, pero también porque sus obras fueron quemadas a su muerte. El italiano Mateo Realdo Colombo (1516-1559), alumno y sucesor de Andreas Vesalio, describe también correctamente la circulación pulmonar en su obra póstuma “De Re Anatomica”, publicada seis años después que la de Servet, pero no es hasta el siglo XVII cuando este conocimiento queda firmemente asentado con los trabajos del médico inglés William Harvey (1578 – 1657).

Estatua de Servet en el Pórtico del Museo de Velasco.

Todavía Servet va a ser quemado en efigie una tercera vez. En 1902 el ensayista y autor barcelonés Pompeyo Gener (1846-1920) propone en el Congreso Internacional de Librepensadores, celebrado en Ginebra, que se erija un monumento a Servet en Champel, el lugar de la ciudad suiza donde fue ejecutado. Ante la oposición del Ayuntamiento de Ginebra, que se limita a colocar una placa conmemorativa  defendiendo la libertad de conciencia pero expiando el error de Calvino, la estatua de “Servet en prisión”, obra de la ginebrina Clotilde Roch (1867-1923), fue finalmente erigida en 1908 en Annemasse, a pocos kilómetros de Ginebra pero en territorio francés. Sin embargo, la estatua no sobreviviría a otra inquisición moderna, la del nazismo: el 13 de septiembre de 1941 el gobierno francés de Vichy, colaboracionista con la ocupación nazi, retiró y fundió la escultura de bronce.

Grabado de Miguel Servet en la hoguera.

El 20 de septiembre se celebra el “Día Mundial de la Libertad de Expresión del Pensamiento”, una ocasión para reivindicar este derecho fundamental consagrado en 1948 por la Organización de las Naciones Unidas y que hoy sigue quebrantándose en multitud de países. Para el filósofo español Ángel Alcalá (1928 – 2017), la búsqueda de la verdad y el derecho a la libertad de conciencia fueron los dos grandes legados de Servet. Y según el filósofo y teólogo estadounidense Marian Hillar (1938), “Miguel Servet fue uno de los primeros pensadores cristianos de los tiempos modernos que abogó por el derecho de cada individuo a seguir su propia conciencia y expresar sus propias convicciones. Fue el primero en expresar la idea de que era un crimen perseguir y matar por las ideas (…) desde una perspectiva histórica, Servet murió para que la libertad de conciencia pudiese convertirse en un derecho civil del individuo en la sociedad moderna”.

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