José Manuel González/EL FARO
El luctuoso suceso tuvo lugar en la emblemática finca Villa Astrida un 31 de julio de 1993, en la residencia de verano de los Reyes de Bélgica
Motril mantiene en el recuerdo la figura del Rey Balduino de Bélgica, fallecido en su residencia de verano motrileña hace ahora 31 años, pues moría un 31 de julio de 1993 en Villa Astrida, donde pasó largas temporadas junto a su esposa, la Reina Fabiola.
Los reyes belgas tuvieron su primera visión de la Costa de Motril desde el cielo, a bordo de un helicóptero. Ese mismo cielo desde el que hoy sigue contemplando los amaneceres y atardeceres del delta del Guadalfeo, aquellos que contempló una y mil veces en sus eternos paseos por la playa, por la vega, hablando con pescadores y agricultores; dejándose llevar por los modos ancestrales y genuinos de nuestras formas de vida; porque aquel rey necesitó siempre del valor de lo sencillo para alimentar su alma y dar forma a su labor y a su responsabilidad. Balduino, dio forma a una maravillosa finca, a la que honró con el nombre de su madre, la reina Astrid de Bélgica. Aquí mismo caminó de la mano de su adorada Fabiola y, en este lugar, terminó por ser adoptado como un motrileño más enamorado de las costumbres y paisajes de su pueblo.
Hoy miércoles, en el 31º aniversario de su fallecimiento, se entiende como de justicia que la ciudad lo recuerde, en el lugar geográfico donde el rey de los belgas contempló el mundo por última vez para marcharse tal y como lo había hecho durante toda su vida, sin hacer ruido, humilde y sin ostentación, con el carácter cercano y afable que poseía el monarca, sin olvidar, su vinculación con la ciudad y su playa fue tan extraordinaria como cariñosa.
Una placa situada en el vial central que discurre frente a la finca, refuerza, precisamente, la unión del pueblo motrileño con Bélgica a través de la figura histórica del aclamado monarca, Balduino, donde figura la fecha de su fallecimiento (31-07-1993) en su memoria.