Manuel Domínguez García
Cronista Oficial de la ciudad de Motril
El ingenio azucarero de La Palma de Motril en 1641
El sector más importante de la economía motrileña a lo largo de la Edad Moderna fue la agricultura y en especial el monocultivo de la caña de azúcar, pero además de esta estructura agraria cañera, hay que contar con otro factor de capital importancia consistente en que el fin último de la agricultura de la caña, es su transformación industrial en azúcar; con lo que se presenta una más que obvia correlación entre los avatares del monocultivo cañero practicado en esta época y el desarrollo de la manufactura del azúcar.
La evolución del número de ingenios en el Motril de la Edad Moderna, corrió paralela a las expansiones o crisis del cultivo de la caña de azúcar en la vega del Guadalfeo, ciclos económicos dependientes de coyunturas propicias o contraproducentes a nivel local, nacional e incluso internacional; inmersos en una estructura típica del Antiguo Régimen muy limitada por toda una seria de condicionamientos económicos, sociales, políticos y culturales.
En los años iniciales de la primera mitad del siglo XVI, los datos ofrecidos por los cronistas del siglo XIX y principios del XX apuntaban la existencia de 14 ingenios en Motril y uno en la alquería de Pataura. Si realmente existieron tantos, está aún por contrastar documentalmente, pero lo que si debe ser cierto es que bastantes de ellos debieron ser propiedad morisca y eran aduanas de azúcar de tipo musulmán que molían las cañas usando atahonas o lo que es lo mismo, molinos de piedra corredera vertical y serían fábricas de pequeña capacidad de producción.
Al mediar el siglo XVI, según atestiguan los mismos cronistas decimonónicos, el número parece que se redujo a ocho; reducción, si la hubo, que podríamos pensar que se debió a la introducción de nuevas técnicas azucareras, como es el caso de la aparición del molino de rodillos horizontales que aumentó la capacidad de molienda de cañas y de producción azucarera; más que a la disminución de cultivo cañero que debió permaneció muy estable en esas fechas. En los años inmediatamente anteriores a la sublevación morisca y a la guerra, habían molturado cañas y producido azúcar seis o siete ingenios y aduanas, entre ellos los de los moriscos Hernando Abul Uçey, Jerónimo al Cebtini, Madriles, Luis Abul Uçey y Buenchy.
Las operaciones bélicas y la expulsión de los moriscos debieron tener su incidencia negativa sobre el sistema cañero – azucarero. Así en 1570 solo funcionaron en Motril tres ingenios por lo reducido de la producción cañera. Uno de los que no manufacturaron azúcar en este año fue el de Luis Abul Uçey, que había sido confiscado por la Corona y arrendado a Cristóbal de la Fuente. Este ingenio molía las cañas con un molino de dos rodillos de encina horizontales movido por fuerza animal. Poseía una prensa de viga para el bagazo y tenía una caldera de jarope, cinco de melar y dos tachas para dar el “punto de azúcar”.
Pero la crisis producida por los acontecimientos militares, expulsión de la población morisca y posterior repoblación del territorio; no debió alcanzar elevados niveles y pronto el sector se recuperaría a cotas parecidas a las anteriores al conflicto bélico.
En el proceso repoblador, ni las tierras de cañas, ni las susceptibles de ser plantadas con ellas, ni los ingenios azucareros, se dieron en el repartimiento a los nuevos pobladores cristianos viejos y permanecieron de propiedad real; dándose en principio en arrendamiento y a partir de 1575 vendidos en pública subasta. Y es precisamente desde esta época, cuando el cultivo cañero y, paralelamente, la construcción y remodelación de ingenios, empieza a desarrollarse a niveles muy importantes, fomentado especialmente por mercaderes motrileños, granadinos y genoveses, que adquieren la mayoría de los ingenios y la casi totalidad de las tierras de cañas vendidas por la Corona.
En 1575 trabajaron cuatro ingenios de fabricar azucares. Había entre ellos uno de Diego Ramírez de Haro situado en arrabal del Manjón cercano al camino de Salobreña, otro era el arrendado a los herederos de Pedro Hernández de Montilla que seguramente sería el de Jerónimo al Cebtini y uno más en Pataura propiedad de Gonzalo Hurtado y que estaba arrendado a Pedro Lucas.
Otro ingenio del que tenemos algunos datos en 1578 era el de Diego del Castillo y que estaba situado fuera del cercado de la villa, frontero a la ermita de San Sebastián y lindando con una casa y huerta del conde de Bornos que tenía en arrendamiento el genovés Lucas Palma .
A partir del 1579 empiezan a ser subastados y vendidos definitivamente los ingenios expropiados a los moriscos expulsados y en este año es cuando el comerciante granadino Juan de Deza compra un ingenio real que estaba en funcionamiento con sitio de casa y corrales que estaba situado en el extremo de poniente del arrabal del Manjón. Había pertenecido a Jerónimo el Cebtiní y a su hijo Juan del Buenaño el Cebtiní, acaudalados mercaderes granadinos del Albaicín, y que lindaba con la ermita de San Sebastián, una rambla que bajaba de los montes del Magdalite, el camino de la Yeseras y una calle pública. La extensión total de la propiedad adquirida fue de 2.314 m2 por la que Deza pagó 5.500 ducados. Este ingenio había sido arrendado con anterioridad por la Corona en 1572 a Ferrúz y Hernández de Montilla, en 1577 a Diego Pérez de Cáceres y Cristóbal de la Fuente y arreglado su edificio y pertrechos por el Consejo de Población, lo que puede explicar el precio tan elevado alcanzado en la subasta.
En 1580 este ingenio pertenecía a la familia Chavarino, mercaderes genoveses afincados en Granada, que lo habían arrendado para la molienda a Lucas Palma, que era, también, genovés, vecino de Granada y recaudador del diezmo general de cañas dulces, azúcares y mieles de Motril y Pataura
Desde este momento la fábrica empieza a ser conocida como “ingenio de Lucas Palma” o “ingenio de la Palma”, continuando de propiedad de la citada familia genovesa Chavarino, que lo arrienda en diversas ocasiones como es el caso de los arrendamientos efectuados a los comerciantes genoveses Jusepe Nasso en 1606 y a Juan Bernardo Oliver y Veneroso en 1641 por tiempo de 6 años y cuya escritura de inventario se firmó ante el escribano motrileño Pedro Ruiz el 30 de noviembre de citado año, en conformidad de que el dueño del ingenio, Alejandro Chavarino, entregaba el ingenio a Oliver y Veneroso con todos sus cobres, máquinas y herramientas e instalaciones adecuadamente limpias y arregladas y el arrendatario las tendría que devolver en la mismas condiciones al cabo de un año una vez terminada la molienda.
Según el inventario el ingenio de la Palma tenía lo siguiente:
Cobres
Tenía el ingenio siete calderas de melar hechas la base de hierro y los paños laterales de cobre de un peso aproximado cada una entre 17 y 19 arrobas.
Un colador para el caldo usado, el suelo de cobre y los paños de cobre que pesó siete arrobas. Otro colador, el suelo de metal y los paños de cobre usado que pesó diez y ocho arrobas
Cinco calderillas que llamaban tachas, el suelo de metal y los paños de cobre que pesaban
cada una entre 7 y 9 arrobas
Dos calderas de jarope que llamaban las del Rincón y la Capitana, el suelo de metal y los paños de cobre, que pesaban cada una 42 arrobas aproximadamente
Todas estas calderas se entregan al arrendatario limpias, lavadas y descostradas en el patio
del ingenio, para que se puedan sentar en los hornos la cocina.
Instrumentos de cobre
Cuatro “tanjiles” de tachas usados, los tres remendados por arriba con unos remiendos pequeños.
Cuatro “remillones” usados, los tres remendados y el otro nuevo.
Dos batideras de tachas usadas y sanas.
Una “cogedera” para la tierra vieja con dos remiendos.
Un tanjil de jarope usado y sano.
Tres tanjiles de melar, los dos usados con dos remiendos y el uno nuevo.
Un tanjil de las cenizas usado viejo y remendado.
Tres “repartideras” de los bancos viejas, las dos remendadas y la otra usada sin remiendo.
El perol del banco, usado sano y bueno.
Cuatro cubos de melar, usados y sanos.
Un cubo para las bromas, viejo y remendado.
Un capacete viejo y roto para remendar.
Una cogedera de melar usada y sana.
Una batidera de melar usada y sana.
Otra batidera de melar nueva.
Una batidera de jarope nueva.
Dos espumaderas de melar, la una nueva usada y la otra remendada.
Dos espumaderas de jarope usadas, la una con tres remiendos y la otra sana.
Un “rayo” de cobre para el aljibe nuevo.
Un “signo” de bronce usado para sacar lexías que pesó diez y ocho arrobas
Otro signo de bronce usado para lo mismo que pesó diez y seis arrobas
Un aljibe donde cae el caldo de la molienda hecho de paños de cobre que por estar sentado de albañilería no se pesó y se redujo a medida y tuvo de delantera vara y media y de fondo vara y media y una sesma, de alto media vara y un decano.
Otro aljibe donde cae el caldo del cuarto de vigas usado hecho de paños de cobre que es
cuadrado y tiene siete cuartas de cuadro y de fondo media vara.
Diez tinajones de barro en la ribera de la cocina sentados de albañilería para echar la miel, los cinco nuevos y los cinco usados con sus mamperlanes.
Una tinaja junto al dicho tinajón metido en la tierra, sana y buena para echar lejías.
La estera y palos que cubren los dichos tinajones.
Las canales de piedra por donde va el caldo a las calderas de jarope usados y aviados.
El telar de palo para poner las frisas en los coladores.
Las tablas de jarope, horno grande y tachas.
Una espátula de hierro.
Un contador de hierro.
El pie de madera donde se pone el perol.
Los hierros a donde se pone el rayo en el aljibe.
Fogata
Un aguador de hierro para desaguar los hornos.
Seis hornallas de dos dientes.
Tres hornallas de tres dientes, la una nueva.
Una pala de hierro usada.
Dos rodillos de hierro uno nuevo y otro usado.
El quemadero con su tejado y puertas que está en el patio junto a la puerta de la molienda.
Tres tinajones que pueden servir, donde se lavan las formas, con sus mamperlanes sentados.
Otro tinajón sentado.
Otro tinajón para llenar formas junto a la puertezuela por donde se entra al banco, ajustado con ladrillo y mezcla.
Un tinajón y una tinaja usados, donde cae el agua para el servicio del ingenio.
Otro tinajón nuevo que está sentado y una tinaja sana en los muleros donde cae el agua que gastan.
Ingenio
Primeramente el dicho ingenio, casa de vivienda del con todas sus puertas, cerraduras y llaves y alhacenas con sus llaves.
El corralillo de la dicha vivienda limpio y su puerta con llave
La noria nueva con su puerta y llave y su rueda y dos chumaceras, eje, rueda y pino y ceños y todo lo que le pertenece con su pileta y canales hasta llegar a la cocina y limpia toda la mina hasta llegar a la acequia y caldera de ella, con declaración que no tiene la dicha noria arcaduces ningunos. Y en la caballeriza de la noria, su pesebre con sus mamperlanes nuevos.
Todos los cuartos que tiene el dicho ingenio para blanquear y los palacios de caña con sus puertas y ventanas y cerraduras y llaves en que se incluyen seis candados.
Dos puertas usadas que están la una a la puerta del andén y la otra a la puerta de los muleros.
Otras dos puertas, la una a la entrada de la vivienda que es de dos puertas nuevas y otra puerta al corralillo que está en las caballerizas de los muleros usada.
Las caballerizas de dicho ingenio, la de los caballos y muleros aviadas, aderezados pesebres
con sus mamperlanes y tejados de madera y ataderos.
Veinte y dos chozas hechas de tablas con sus cerrojos y llaves en el patio debajo del terrado y en el cuarto de vigas, todas nuevas para la vivienda de los trabajadores.
Las casas de los obligados de la caña donde asisten la temporada con todas sus puertas,
ventanas cerraduras y llaves. Las puertas de la caballeriza de los caballos nuevas todas con sus llaves de coba y aldabones, cerrojos y aldabas.
La casa de los muleros con su puerta y llave de coba nueva.
Las puertas del corral del gabazo y cerca del dicho ingenio, la una nueva y la otra remendada
con su llave de coba y aldabón.
Cuarto de Vigas
Cuatro prensas de vigas, dos que llaman de recibo y dos de recargo. La prensa de viga era una maquina usada en los ingenios azucareros para exprimir el bagazo resultante de la molienda de las cañas. Media cada una unos 20 metros de longitud y estaban formadas por piezas de madera de pino superpuestas de unos 10 metros de largo y unos 30 centímetros de grueso, unidos por ceños de hierro y maromas Se bajaban mediante un husillo y contrapesos de piedra.
Molienda
El telar de la molienda con seis vírgenes, cuatro de los ejes y dos del eje grande nuevas con diez pernos de hierro y la tablazón para las formas nuevas.
Ocho teleras nuevas en el dicho telar.
El tablero del cebador y volvedor con todo lo que le toca para poder moler nuevo.
Ocho chumaceras de bronce chicas y grandes nuevas donde andan los ejes e injerto.
El eje grande nuevo con sus guijos y ceños, dentado puesto en el telar de la dicha molienda con treinta y un verdugos viejos y afilados que pesan setecientas y trece libras, que hacen veinte y ocho arrobas y trece libras clavados en el dicho eje.
El eje chico nuevo con sus guijos y ceños puesto en el telar de la molienda con sus chapas de hierro.
El injerto usado con que enlaza el eje grande, con tres ceños y un guijo chico con su linterna y telarillo y chumaceras que se incluyen en las ocho de arriba y tiene los brazuelos de la linterna nuevos.
La voladera nueva con sus ceños nuevos cuatro de ellos y todo lo que le pertenece y cuatro cuartones por contraspas.
La gorra que se desbarató y vuelto a hacer con la madera que tenía y solo de nuevo se le han echado todas las rotas y tablero pinto y tejuelo y un ceño que la dicha gorra tiene, sus dientes, timones y ocho argollones.
Siete cajas adonde se estiva el gabazo hechas de dogas de hierro nuevas con veinte y ocho
ceños de hierro, los diez y ocho viejos aderezados y puestos en las cajas y los dos nuevos con sus grilletes y llaves.
Un pisón con que se estiva el gabazo herrado todo nuevo.
Unas parihuelas nuevas para sacar los “frailes”.
Un torno para apretar las maromas a las vigas nuevo con sus armas de hierro.
Dos garabatos para los volvedores.
Un martillo de cajas.
Dos rodillos de hierro uno de la molienda y el otro del cuarto de vigas.
Un peso de cruz para pesar las cañas con arroba y media en una pesa y tres libras sueltas.
El vaivén de fierro con que se aprietan los guijos en los ejes.
Ocho cuñas de madera.
Una espiocha.
Una palanqueta.
Un redoblador.
Diez manecillas de hierro para desbancar las cajas.
Un rascador de hierro para las calderas.
Una manecilla de hierro para limpiar los ejes.
Cuatro piquetas para rascar las calderas, las tres usadas y una nueva.
Diez y ocho candiles, los cinco usados y los trece nuevos.
Quince candilejas viejas, las ocho con garabato y las siete sin llave.
Un candil de hierro con cuatro mechas para poner encima de la molienda.
Un cuadro del señor San Antón con su fanal.
Tres tinajas para hacer pez en el sótano.
El enlosado de la molienda y cuarto de vigas tiene lo siguiente:
En el enlosado de la molienda hay veinte y seis varas de losas que se retundieron sin levantarse.
Setenta y siete varas de losas que se levantaron y retundieron y se volvieron a sentar en el cuarto de vigas. Doce varas de losas nuevas en el cuarto de vigas que se sentaron.
Tres soleras nuevas que la una está en la segunda viga del eje y las dos en las dos vigas del recargo que se sentaron. Una solera vieja retundida en la viga del recibo primero que se levantó y volvió a sentar.
Las tres soleras viejas que tuvieron doce varas se pusieron en el cuarto de vigas.
Soleras nuevas con sus cojinetes en las vírgenes.
Una solera nueva con sus cojinetes en el telar de la molienda. Cinco soleras nuevas sin cojinetes en las vírgenes del fiel y las demás soleras que hay en los fieles y guiaderas se han desmontado sentado y retundido.
Cinco varas y media de caños viejos retundidos se levantaron.
Treinta y tres varas de caños nuevos.
La pila que está debajo de los ejes que se retundió y rebajó.
Todo el dicho enlosado está zulacado.
La puerta principal del dicho ingenio, dosel y sótano y patio del limpio.
Las cenizas que se hacen en la temporada sacadas.
Una tinaja para agua en el cuarto de vigas sana.
El ingenio, casas, cobres, prensas de vigas y demás cosas contenidas y declaradas en este inventario, fueron entregados por Juan Bautista Molina en nombre de Alejandro Chavarino y en virtud de su poder, al citado Juan Bernardo Oliver y Veneroso y, en su nombre, a Francisco de Ciezar Havela su administrador que se encargaría del funcionamiento del ingenio.
Para 1659 el ingenio, corrales y demás edificios, habían sido adquiridos por Juan de Victoria y Castro en una subasta en el concurso de acreedores por la quiebra de Alejandro Chavarino, que arregla el ingenio y construye la actual casa solariega que hoy aún se conserva. Victoria, en su testamento de 1666, funda un mayorazgo con todos su bienes y posteriormente los diversos miembros familiares mantienen la propiedad del ingenio hasta su cierre definitivo en 1789 debido a la crisis azucarera que asoló a Motril en la segunda mitad del siglo XVIII, donde el cultivo cañero y la producción azucarera aparecían, en esta ciudad y en esas fechas, como una especulación demasiado poco productiva, incapaz de sostener ya una verdadera economía agrícola e industrial. Era un sistema arcaico y económicamente retrasado, en el que los antiguos ingenios de azúcar habían dejado de ser rentables.
Fue el fin de la manufactura del azúcar. Cuando la caña vuelva a resurgir pujante en la segunda mitad del siglo XIX y cubriese de nuevo totalmente la vega del Guadalfeo, del antiguo sistema de fabricación del azúcar no quedaría nada, pronto ni siquiera el recuerdo de aquellos ingenios que durante 300 años molturaron ingentes “tareas” de cañas y produjeron innumerables “formas de azúcar en prieto”. La antigua manufactura azucarera y el famoso ingenio de la Palma habrían desaparecido para dejar paso a la industria moderna.