UN HOMBRE MACHADIANO

Agustín Martínez/Obituario en Granada Hoy

José Cruz encarnaba a la perfección la frase del poeta sevillano «más que un hombre al uso que sabe su doctrina, soy, en el buen sentido de la palabra, bueno» 

Agustín Martínez (Izqda) junto a Pepe Cruz.

Ayer lunes despedíamos en Jaén, en «su» Jaén, a José Cruz González, para quienes le conocíamos y queríamos, Pepe Cruz. El destino no fue justo con él y se lo llevó demasiado pronto. No le tocaba, pero sin embargo la vida le hizo marcharse y dejar sola a María Luisa, a Vanessa, a Rubén y a todos sus amigos y compañeros que tantos momentos especiales compartimos con él.

Antonio Machado no conoció a Pepe, pero cuando Don Antonio escribió aquello de «más que un hombre al uso que sabe su doctrina, soy, en el buen sentido de la palabra, bueno», no se imaginaba lo bien que esos versos le cuadraban a Pepe, porque ese grandullón fue ante todo y sobre todo, un hombre bueno.

Tuve la suerte de conocerle hace 40 años, cuando de la mano de otro giennense de excepción, Pepe Gutiérrez, desembarcó en Guadix, con la misión de pacificar una opinión pública en pie de guerra por las justas demandas de un hospital, que llevaron a esa ciudad a unas cotas de conflictividad solo comparables con las de la minería o las reconversiones industriales.

Pepe se hizo cargo de Radio Guadix, emisora del grupo de Radio Granada y desde allí moduló la «temperatura” de una ciudadanía que lo mismo convocaba una huelga general antes de desayunar que cortaba carreteras y vías férreas con el levante después del ángelus. Y Pepe lo consiguió, convirtiéndose en todo un referente en aquella ciudad, golpeada y olvidada, a la que dio voz más allá de sus limites locales que desde entonces le consideró como alguien suyo.

De Guadix, Pepe saltó a Granada, donde desde la cabecera de aquella red de emisoras tuvo la complicada tarea de intermediar entre sus compañeros periodistas, técnicos, locutores, publicistas y administrativos y una dirección, dejémosla en muy difícil. Lo cierto es que desde que él llegó, todos lo llevamos un poco mejor, él sabrá los sofocones que le costó nuestro bienestar con la planta “noble”.

Su pasión por el deporte, fuera el que fuera, pero sobre todo por su Jaén y su Granada, fue una constante en su vida, bien es cierto que con más penas que gloria, hasta que hace solo una década por fin pudo disfrutar de la primera división en el Estadio de Los Cármenes… Y vaya si lo disfrutó.

De entre todas sus facetas siempre me llamó la atención la de «conseguidor». No había nada que se le resistiera por muy peregrino o complicado que pudiera parecer. Pepe era el rey del trueque y solo los administradores de Radio Granada sabrán la de decenas de miles de euros que le ahorró a la emisora. Porque Pepe vivía por y para Radio Granada, a la que consideraba como suya y en cierta medida suya fue, porque contribuyó en un lugar de influencia que nunca más volvió a ocupar.

“Bon vivant” como pocos, disfrutaba con sus cinco sentidos de una buena mesa, de un buen vino, de un buen viaje, de una buena conversación y de una buena compañía. Aún recuerdo lo que pudimos disfrutar en aquel inolvidable periplo a Estámbul, nada menos que al primer concierto en vivo de las entonces megacelebridades Spice Girls, que solo unos meses antes Pepe contribuyó a que vinieran a Granada, en lo que fue todo un acontecimiento.

Es cierto que el destino ha sido cruel llevándoselo tan pronto, pero no lo es menos que Pepe ha disfrutado la vida como pocos y que en la suya caben decenas de otras vidas ordinarias, porque la suya no lo fue.

Orgulloso de los suyos como pocos -nadie sabía hacer mejores rosquillos que su Luisa, nadie era más guapa y lista que Vanessa y nadie más simpático e imprevisible que Rubén, por cierto su vivo retrato-, Pepe los ha tenido a su lado hasta el final y estoy seguro que eso le ha confortado en esa lucha titánica que ha mantenido con su maldita enfermedad.

Porque siguiendo con Machado, don Antonio -del otro mejor no hablar-, su final también ha respondido a los versos del sevillano: «Y cuando esté al partir la nave que nunca ha de tornar, me encontraréis a bordo ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar».

Descansa en paz, Amigo.

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