Antonio Gómez Romera
Domingo, 12 de mayo de 2024
En el CCLVII aniversario del nacimiento de Manuel Godoy, Príncipe de la paz y valido del Rey Carlos IV
Hoy domingo, 12 de mayo, festividad de San Pancracio (289 – 304), el santo de los afligidos por la pobreza, de la fortuna y de los juegos de azar, en la decimonovena semana de 2.024, se cumplen 257 años (martes, 1.767) del nacimiento en Badajoz de Manuel Godoy (Manuel Godoy Álvarez de Faria Ríos Cáceres Ovando y Sánchez Zarzosa, 1.767 – París, Francia,1.851), Príncipe de la Paz, príncipe de Bassano, duque de Sueca, marqués (I) y luego duque (I) de Alcudia, conde de Evoramonte, barón de Mascalbó y valido del rey Carlos IV (1.748 – 1.819).
Notas biográficas
Cuarto hijo de José Alfonso Godoy Cáceres Ovando y Ríos (1.731 – después de 1.808, regidor de Badajoz) y de María Antonia Justa Álvarez Serrano de Faria y Sánchez Zarzosa (1.732 – dama de la reina en la corte del rey Carlos III).
El apuesto Manuel ingresa, con 17 años de edad (17 de agosto de 1.784), en la Guardia Real, 1.ª brigada de la Compañía Española de Guardias de Corps, cuerpo en el que sirve Luís (1.761 – 1.797), su hermano mayor, y que tiene como misión la custodia de los reyes y familiares. Una caída casual cambia el rumbo de la vida de Manuel. El 12 de septiembre de 1.788, mientras acompaña al séquito del futuro Carlos IV y de su esposa María Luisa de Parma en el camino de La Granja a Segovia, cae del caballo y, pese a lesionarse en una pierna, domina al animal, vuelve a montarlo y continúa cabalgando.
Al día siguiente, y con el pretexto de interesarse por su salud, los príncipes le llaman a sus aposentos. Ayudado por la recomendación del brigadier Miguel Trejo Bracamonte y Amezaga Mieses Ordóñez y Sáenz de Viterí, primer teniente de Guardias de Corps y amigo de la familia Godoy, Manuel será asiduo de las tertulias organizadas en los cuartos de los príncipes (Carlos y María Luisa de Parma), cuya confianza se gana de inmediato y va en aumento.
En cuanto el príncipe Carlos ocupa el trono (diciembre de 1.788), Manuel asciende de forma vertiginosa en la Corte y en el Ejército. El 30 de diciembre de 1.788 pasa de guardia de Corps a cadete; el 28 de mayo de 1.789 es nombrado exento supernumerario de su compañía, equivalente a coronel de caballería; el 16 de enero de 1.791 asciende a brigadier; un mes después, el 18 de febrero, a mariscal de campo, y el 17 de julio, a sargento mayor de Corps y teniente general. En menos de 3 años ha recorrido el escalafón militar, que culmina el 23 de mayo de 1.793 al ser ascendido a capitán general. Sólo el gozar en altísimo grado del favor real, explica esta portentosa elevación, pues no ha participado en hechos de armas, ni realizado servicio notorio al Estado. Con la misma rapidez recibe nombramientos y honores en la Corte. El 5 de enero de 1.790 es armado caballero de la Orden de Santiago; el 1 de enero de 1.791, nombrado gentilhombre de cámara de Su Majestad en ejercicio, cargo que le proporciona acceso directo al monarca; el 25 de agosto de ese año entra como caballero Gran Cruz en la Orden de Carlos III y el 21 de abril de 1.792 Carlos IV lo hace “Grande de España”, tras otorgarle el título de duque de La Alcudia, que ha sido precedido poco antes por el marquesado de la Alcudia.
Económicamente, en 1.790, suma a su sueldo militar las rentas de la encomienda de Valencia del Ventoso, de la Orden de Santiago y, a partir de abril de 1.792 su estado económico experimenta un giro radical después de recibir del Rey la dehesa de La Alcudia. Junto a nuevos títulos y gracias, desde este momento y hasta 1.808 va acumulando bienes raíces, inmuebles urbanos y rentas de todo tipo, producto unas veces de donación real (Soto de Roma), otras de permutas con el Rey (Albufera de Valencia y señorío de Huétor de Santillán) y otras de compra, bien al Rey (señorío de Sueca), bien a particulares (dehesas en Extremadura y casas en Madrid, Aranjuez, El Escorial y Granada). Godoy se convierte en uno de los señores jurisdiccionales más importantes de la España de su tiempo y, acorde con la tradición, funda 2 mayorazgos al estilo de los regulares de Castilla: el de La Alcudia y el de Sueca. Es, al mismo tiempo, un celoso administrador de sus bienes, incrementados en 1.797 gracias a la herencia de su esposa, la condesa de Chinchón. Por otra parte, aprovechó su alta posición para utilizar recursos del Estado en beneficio propio, obtener regalos valiosos y comprar libros, joyas y obras de arte. Su biblioteca y su colección de pinturas de los grandes maestros europeos son muy destacadas por su calidad y cantidad. Poco tiempo le cuesta a Godoy, ambicioso y no sobrado de escrúpulos, realizar una carrera meteórica tan fulgurante, que a los 26 años es nombrado Primer Secretario de Estado, cargo que equivale al de Primer Ministro o Valido.
Sus muchos enemigos, y ante todo los parciales del conde de Aranda, quienes constituían el llamado “partido aristócrata” o “aragonés”, aludieron desde el primer momento a “razones inconfesables”, dando a entender que todo derivaba de la relación amorosa entre Godoy y la Reina. Esta explicación ha gozado de fortuna durante largo tiempo, pero ha sido rectificada por la historiografía actual. Carlos IV estaba disconforme con la forma como sus secretarios de Estado habían conducido hasta entonces las relaciones con Francia y, en concreto, no le satisfacían las actuaciones destinadas a garantizar la pervivencia de la monarquía en ese país y la suerte personal de su rey, Luis XVI, jefe de la Casa de Borbón.
Desde el 15 de noviembre de 1.792, fecha en que alcanza éste puesto “por la confianza que me merece”, tras el cese del conde de Aranda (Pedro Pablo Abarca de Bolea y Ximénez de Urrea, 1.719 – 1.798) “por su avanzada edad”, Godoy es el dueño poco menos que absoluto de España y, ese año, el rey le otorga el palacio del marqués de Grimaldi; en su nueva e imponente residencia, va a acumular una selecta colección de arte. Entre sus “tesoros” se cuentan obras como “La Venus del espejo” de Velázquez o las “majas” de Goya. Según reconocía Manuel Godoy en sus “Memorias”, “No fue culpa ni ambición de parte mía que se hubiese propuesto y quisiese Carlos IV tener un hombre de quien fiarse como hechura propia suya, cuyo interés personal fuese el suyo […], libre de influencias y relaciones anteriores”. Sin embargo, todo lo que en los reyes es confianza ciega en su favorito, en el Príncipe de Asturias, en el futuro rey Fernando VII es animadversión. Alentado por su esposa, María Antonia de Nápoles, y por el que fuera su preceptor, el canónigo Escoiquiz, Fernando, profesa un odio visceral hacia el valido, al que acusa de pretender usurpar los derechos que por nacimiento corresponden al heredero. Así, alrededor de Fernando se agrupan todos los descontentos de la Corte, que no son pocos, para enfrentarse a los partidarios del Valido. Los bandos enfrentados tienen un punto en común: las negociaciones con Napoleón, que juega al mismo tiempo con los dos, para conseguir sus propios fines. Simpatizante de corrientes culturales progresistas como la de los ilustrados, frenan la censura efectuada por el tribunal de la Inquisición e impulsan la construcción de obras públicas y la creación de instituciones culturales y benéficas. Funda el Real Instituto Militar Pestalozziano.
En 1.793, Godoy declara la guerra a la República Francesa. Nada hace pensar que, poco después, tras el curso desfavorable del conflicto, va a firmar con Francia el tratado de Basilea. Esta rúbrica le acarrea un nuevo título, el de príncipe de la Paz, y como tal, el tratamiento de alteza real, reservado para los miembros de la familia real. La paz de Basilea también conlleva un total replanteamiento de la política exterior, que en 1.796 concluye con el primer tratado de San Ildefonso que establece la alianza hispano – francesa.
Desde marzo de 1.798, no desempeña cargo alguno en la Corte, salvo el de gentilhombre de cámara de S.M. y capitán general de la milicia pero sin mando efectivo de tropa. Pedro Ceballos Guerra (1.759 – 1.838) es nombrado secretario de Estado y Napoleón renueva el tratado de San Ildefonso en 1.800, pues el apoyo de la marina de guerra española resulta vital en su lucha a muerte contra Inglaterra, en la que se juega la supremacía en el continente.
Desde Enero de 1.801, con la firma de la Convención de Madrid por la que Francia y España acuerdan la guerra a Portugal, Manuel es nombrado general en jefe de las tropas aliadas. A partir de entonces, su gestión militar se convierte en una sucesión imparable de fracasos. Su mayor exponente es el descalabro de la armada hispano – francesa en Trafalgar (1.805), que consagra a la flota británica como hegemónica en el Atlántico. La guerra contra los ingleses interrumpe el comercio español con las colonias americanas, que provoca una fuerte crisis económica.
En 1.807, Godoy llega a un acuerdo con el emperador francés para invadir Portugal, un tradicional aliado de Inglaterra que se niega a cerrar sus puertos al comercio británico, de acuerdo con el “bloqueo continental” impuesto por Napoleón. En virtud del tratado de Fontainebleau, España y Francia deciden dividir en tres partes el reino lusitano. La del sur pasaría a manos de Godoy, que se convertiría en príncipe de los Algarves. Para ejecutar el plan previsto, las tropas napoleónicas comienzan a entrar en la península.
En marzo de 1.808, ante la actitud cada vez más autoritaria de los franceses, Godoy aconseja a los reyes que la Corte se traslade a Andalucía, donde sería más fácil resistir a las presiones de Napoleón Bonaparte. El viaje es impopular, pues el pueblo piensa que los reyes, por dignidad, debían permanecer en los Reales Sitios. El rey Carlos IV desmiente la noticia del traslado, pero nadie queda convencido y Fernando aprovecha la circunstancia para sus fines. La familia real prosigue los preparativos del viaje en Aranjuez, donde se han reunido gran número de madrileños y los cortesanos partidarios del príncipe Fernando.
El 17 de marzo, a una señal del príncipe Fernando, los reunidos asaltan el palacio de Godoy, arrasando con cuanto encuentran a su paso. Éste logra escapar de la multitud escondido en un rincón del inmueble entre las alfombras del desván. No aparece hasta dos días más tarde, en la mañana del 19, cuando la sed le obliga a abandonar su escondite y a ofrecer joyas y dinero a un soldado a cambio de agua.
De resultas de estos hechos, conocidos como el “Motín de Aranjuez”, el rey Carlos IV abdica en favor de su hijo y acaban los 16 años de gobierno de Godoy. El nuevo rey se apresura a ordenar la confiscación de todos los bienes de Godoy y la apertura de una causa judicial contra él. Tras poco más de un mes en prisión en Aranjuez, Pinto y Villaviciosa de Odón sucesivamente, Godoy es liberado por orden de Napoleón y trasladado por tropas francesas a Bayona, donde el emperador ha convocado a Carlos IV y Fernando VII para obligarles a renunciar a la Corona de España.
Tras los sucesos de Bayona, comienza Godoy su exilio, acompañado por su amante Josefa (Pepita) Tudó (Josefa Petra Francisca de Paula de Tudó y Catalán, Alemany y Luesia, 1.779 – 1.869, I condesa de Castillo Fiel) y los dos hijos habidos con ella (Manuel Luís, 1.805 – 1.871 y Luís Carlos, 1.807 – 1.818), así como por Carlota Luisa Manuela de Godoy y Borbón (1.800 – 1.886), fruto de su matrimonio con María Teresa de Borbón y Villábriga (1.780 – 1.828), XV condesa de Chinchón y sobrina del rey Carlos III, la cual permanece en España.
Hasta la muerte de los reyes Carlos IV y María Luisa (Enero de 1.819), sigue en su compañía como servidor fiel hasta el extremo y gobernante de una corte fantasmal y decadente sujeta a los designios de Napoleón e instalada sucesivamente en Compiègne, Aix-en-Provence, Marsella y, desde 1.812, en Roma.
Colofón
En 1.829, tras la muerte el año anterior de su esposa, contrae matrimonio con Josefa Tudó en Roma, ciudad de la que ambos parten el 17 de enero de 1.830 para instalarse en París. Impulsado por Tudó, intenta la vía de los negocios y compra dos casas en París y una refinería de azúcar cerca de Le Havre. Ocupado en la educación de sus nietos, Godoy mantiene en París una vida oscura, obsesionado por salvar el honor de Carlos IV y el suyo propio como gobernante, y por conseguir el levantamiento del secuestro de sus bienes. El 30 de abril de 1.837, una resolución del Ministerio de Hacienda ordena la devolución de sus bienes y la restitución de todos sus títulos y honores, salvo el de príncipe de la Paz, y diez años más tarde, es autorizado a regresar a España y a percibir la paga correspondiente a su empleo de capitán general. El regreso no es posible a causa de las enfermedades propias de su avanzada edad, pero sí logra la satisfacción de reivindicar su honor mediante la publicación de sus “Memorias” en 1.836. Fallece en París el 4 de octubre de 1.851, a los 84 años de edad. Su última voluntad es ser enterrado en España. Sus familiares y amigos aguardan que las autoridades españolas decidan repatriarlo, tiempo en el que su cuerpo permanece en la cripta de la Iglesia de Saint Roch. Pero no hay repatriación, y el 16 de enero de 1.852 sus restos son trasladados a una modesta tumba del cementerio del Este (actual Père-Lachaise). Su lápida dice: “Don Manuel Godoy, príncipe de la Paz, duque de Alcudia, nació en Badajoz a 12 de Mayo de 1.767. Falleció en París a 4 de Octubre de 1.851”.