RELATOS DE LA HISTORIA DE MOTRIL

Manolo Domínguez García -Cronista Oficial de la ciudad de Motril-

LOS HABITANTES DE MOTRIL EN 1752

Manolo Domínguez García -Historiador y Cronista Oficial de la ciudad de Motril-

Lo primero que tenemos que considerar es conocer quiénes eran estimados como vecinos del municipio. En Motril, como en todas la ciudades de la Corona de Castilla, la noción de vecino arranca de la concepción medieval del municipio como una entidad  territorial y políticamente cerrada y con un sistema social planteado en base a la total diferenciación entre vecino y forastero, donde el calificado como vecino gozaba de todos los privilegios y mercedes otorgados a la municipalidad, mientras que el foráneo era considerado como un extraño al que legalmente no habría que dejar gozar de las citadas prerrogativas.

Para Motril no conocemos, por ahora, ninguna ordenanza expresa y concreta emitida por el Concejo municipal donde se recojan las condiciones necesarias para ser considerado vecino, pero sí que hay en los libros de actas del Cabildo multitud de acuerdos en los que se conceden cartas y licencias de vecindad en base a determinadas estipulaciones:

  • Hombres casados que se comprometiesen a traer a sus familias a Motril y residir en la ciudad.
  • Presentar ante el Concejo carta de fianza firmada por un vecino de Motril.
  • Estar casado con un vecino o vecina de la ciudad.
  • Presentar ante el Concejo carta de fianza comprometiéndose a residir en el municipio al menos por 10 años.
  • Tener una profesión u oficio cualificado y presentar carta de fianza firmada por un vecino.
  • Poseer propiedades territoriales o urbanas en Motril o su “tierra”.
  • Merced de vecindad concedida por la Corona.

La vecindad se conseguía solicitando al Concejo la correspondiente carta, solicitud que debía ser acompañada de una declaración jurada del lugar donde se pensaba domiciliar y el compromiso de residencia por 10 años. Hasta que no se otorgase la citada carta el individuo era considerado “estante” o “morador”. Una vez conseguida la carta de vecindad, el nuevo vecino tenía el derecho de gozar de los privilegios, mercedes y exenciones que la ciudad poseía. En caso de Motril las ventajas que tenían los vecinos eran las siguientes:

  • Exención del impuesto de alcabalas de todas los mercaderías y productos que se comprasen, vendiesen, contrataren o se produjesen en Motril, siempre que fuese entre vecinos o entre vecinos y forastero.
  • Exención del impuesto de almojarifazgo, cargo y descargo por mar y tierra y diezmo y medio diezmo de lo morisco.
  • Exención de pedidos e impuesto de moneda forera.
  • Exención de tener que pagar para el mantenimiento de las acequias de regadíos.
  • Exención de la obligación de tener que alojar a militares y gente de guerra.
  • Privilegio prohibiendo la introducción de uva y vino de fuera del municipio hasta que no se consumiese la producción de los vecinos.
Portada de Catastro de Ensenada de Motril en 1752.

En lo que se refiere al desarrollo demográfico de Motril podemos afirmar que su poblamiento fue bastante dificultoso, fundamentalmente por su situación en la costa del reino de Granada, frontera de un África hostil, y casi en guerra permanente desde la conquista cristiana, lo que provocó que no fuese un polo de atracción de población exterior e incluso pudo actuar como repelente de la propia población autóctona; lo cual fue muy negativo para una economía que como la azucarera necesitaba de una abundante mano de obra y que tuvo que recurrir a un gran número de trabajadores estacionales venidos de casi toda Andalucía. De todos modos, se puede observar como la población motrileña creció al ritmo del desarrollo de la producción cañera y azucarera. Para 1510, aun cuando la agricultura cañera no se había liberado de los estrechos límites del policultivo musulmán, la población era de 190 vecinos. En 1547 nos encontramos ya con 584 vecinos y tras la crisis demográfica provocada por la expulsión morisca, tenemos para los primeros años del siglo XVII, momento en que la caña se convierte en monocultivo y la industria manufactura del azúcar la única de la ciudad, una población de 713 vecinos; número que va a seguir incrementándose  notablemente  en estas primeras décadas de la centuria para llegar a los 1.200 vecinos en 1657; crecimiento que va a continuar, salvo coyunturas de corta duración, hasta un número aproximado de 2.000 vecinos  en los años intermedios del siglo XVIII, cifra en la que se va a estancar o incluso reducir a fines de la centuria debido a la decadencia de la agricultura cañera y la gran crisis sufrida por la economía local. Un informe de Manuel Moñino al conde de Floridablanca en 1788 es elocuente con respecto a la crisis finisecular de los pueblos cañeros de la costa granadina:

“Es espantosa la decadencia en que se hallan casi todos los pueblos de la costa del reyno de Granada y tal parece increíble que los cerros despoblados, los valles desiertos y los campos ahora áridos de Motril hayan sido capaces de la fertilidad y de la abundancia de que es fama gozaron aquellas miserables ciudades (…) La ciudad de Motril es un pobre pueblo de dos mil vecinos”.

Estas palabras de Moñino fueron refrendadas unos años después por las del gobernador político y militar de Motril, Jaime Moreno, en un discurso ante el Concejo en 1801:

Desde mi yngreso a este gobierno, consideré por mi primera obligación atender con el mayor esfuerzo el restablecimiento de esta ciudad que se hallaba en el más deplorable estado, perdido su antiguo esplendor, disminuido su numeroso vecindario, emigradas las más esclarecidas familias y reducida a una corta porción de pobres avitantes.

Para terminar con esta visión general, podemos decir que una vez iniciado el siglo XIX, la situación demográfica vuelve a cambiar totalmente y con la reactivación económica estimulada por la implantación del cultivo algodonero y una incipiente industria de despepitado e hilado, se produce un nuevo incremento de los efectivos poblacionales, como se pone de manifiesto en los datos que sobre la población ofrece en 1827 Sebastián Miñano, que da para Motril un total de 2.493 vecinos.

Una vez presentadas estas líneas generales sobre la evolución de la población motrileña en la Edad Moderna, vamos a particularizar en un momento determinado como fue 1752, año en el que conocemos una relación pormenorizada de los vecinos y sus familias con ocasión de la realización del censo para el Catastro de Marqués de la Ensenada que da la cifra, una vez cotejadas todas la anotaciones, de 2.047 vecinos y una población total de 7.364 habitantes, incluidos seglares y clérigos de Motril y sus anejos y los 12 vecinos reales de la alquería de Pataura.

El recuento final daría los siguientes datos:

  • Hombres cabezas de casa…………………….. 1.616
  • Mujeres cabezas de casa……………………… 1.557
  • Hijos mayores de 18 años……………………      372
  • Hijas mayores de 18 años……………………..    329
  • Hijos menores de 18 años……………………. .1.314
  • Hijas menores de 18 años………………….…. 1.185
  • Padres, hermanos y parientes………..……….     105
  • Madres, hermanas y parientas…………….….     288
  • Criados……………………………………….       78
  • Criadas………………………………………..    117
  • Clérigos, sus familias y sirvientes…………….    403

                                                                            ————————————-

                                                                                         Total: 7.364 personas.

El Estado Seglar

De las 6.961 personas que conforman el estado seglar, 3.485 eran hombres y 3.476 mujeres, es decir el 50,06% y el 49,94% respectivamente.

La pirámide resultante después de analizar los grupos de edad recogidos en el censo, correspondería claramente a un régimen demográfico de tipo antiguo, ancho en la base, alta mortalidad infantil (una tasa aproximada de mortalidad infantil del 50,79%), se ampliaría entre los 6 y 25 años, alcanzando su máximo en los grupos de 25-40 años, para volver a reducirse a partir de esa edad. En los datos se puede entender una clara muesca importante en los grupos de edades 40-55 años, que parece corresponder a una reducción de nacimientos debido a la mortalidad catastrófica por la incidencia de epidemias, como fue la ocurrida en 1751, posiblemente tifus.

El cuadro siguiente muestra la distribución del número de individuos en grupos de edades y sexo, atendiendo que en el Catastro no se distinguen, a veces, grupos de edades por debajo de los 15 años que aparecen recogidos con el término genérico de “menores”:

AñosHombresMujeres
Hasta 15 años13341270
16 – 20348305
21 – 25237323
26 – 30324392
31 – 35219226
36 – 40352357
41 – 45149150
46 – 50254236
51 – 55115132
56 – 6081140
61 – 653514
66 – 701718
71 – 7577
+ 7556

Podemos observar también la distribución que hace el Catastro de hombres y mujeres teniendo en cuenta la ocupación laboral de los cabezas de casa, entendida como una etapa antecedente a lo que sería la distribución de la población activa, datos bastante fiables ya que cuando se confecciona el Libro de Cabezas y Casas de Familia se hace casa por casa y se va consignando el nombre y apellidos del cabeza de familia, profesión y estado civil; quedando, también, reflejados todas las personas que están a su cargo y bajo su mismo techo (esposa, hijos, padres, hermanos, criados, etc.).

Hoja del vecindario de Motril en 1752.

Por citar algunos ejemplos mencionemos la familia de Juan Rubio, jornalero de profesión, de 50 años de edad, integrada por Catalina Noguera, su mujer, de 40 años; María, su hija, de 18; María Ramona, hija, de 16; Joseph, su hijo menor de 14, Julián, hijo de 11; Antonio, hijo, de 5 y otros dos hijos menores de 5 años llamados Joseph María y Juan.

Otra familia sería la de Nicolás Rodríguez Vázquez, oficial mayor del Correo de 38 años, cuya familia estaba formada, por María Antonia su esposa de 37, su madre María López de 70 y Francisca Rodríguez, su hermana de 40.

Por último la familia de Tomasa Muñoz, viuda pobre de solemnidad, de 36 años que tenía a su cargo su hijo Juan de 6 años; Antonia, su hija de 9; sus hermanas Francisca y Manuela de 29 y 20 años respectivamente y su madre viuda y pobre María Rodríguez de 50.

OcupaciónHombresMujeresTotal / %
Cargos públicos169220389 / 5,59%
Comercio119122241 / 3,46%
Salud212647 / 0,67%
Dependientes Iglesia243054 / 0,78%
Artesanos388392780 / 11,21%
Labradores8094174 / 2.50%
Jornaleros133710902427 / 34,87%
Soldados17080250 / 3,59%
Criados208170378 / 5,43%
Educación101121 / 0,30%
Transporte473279 / 1, 13%
Azucareros523471994 / 14,28%
Viudos/as/Solteras59149208 / 2,99%
Pobres Solemnidad330589919 / 13,20%

Esta distribución nos ofrece un esquema general característico de una ciudad del Antiguo Régimen, donde existe lógicamente un gran número de personas dedicadas al sector primario, pero con la peculiaridad que en el caso de Motril aparece también un elevado porcentaje de población que depende de la industria del azúcar, incluso podríamos incluir en este porcentaje no sólo a los trabajadores azucareros, sino también a gran parte de los artesanos y transportistas que también se ocupan por las fábricas o por la exportación del azúcar. En realidad en una ciudad como Motril a mediados del siglo XVIII, el monocultivo de la caña de azúcar y su manufactura es la casi exclusiva base económica, eso implicó que casi el 68% de la población se subordinan a las rentas básicamente provenientes del campo. Por otro lado el grupo que vivía de las rentas de los demás alcanza prácticamente el 11%, incluyendo en este porcentaje cargos y oficios públicos, dependientes de la Iglesia y soldados.

Es de citar el elevado número de pobres de solemnidad en una ciudad potencialmente rica en la época que se realiza el censo para el Catastro, la mayor parte de ellos viudas pobres, sus hijos menores y parientes próximos.

En lo que se refiere a la cuestión de establecer un coeficiente conversor del número de miembros que componen un grupo familiar aplicable a cada uno de los vecinos de Motril y con el análisis de los datos aportados por el censo del Catastro para el estado seglar en la fecha concreta de 1752, la media del número de habitantes por vecino podría evaluarse en términos generales en el 3,43, quedando incluidos en ella todos los múltiples componentes de la familia típica del Antiguo Régimen.

Por lo que respecta al coeficiente correspondiente a cada uno de los grupos profesionales que hemos citado en la tabla anterior, tenemos el siguiente cuadro:

OcupaciónCoeficiente
Cargos y Oficios Públicos4
Comercio4,2
Salud3
Dependientes de la Iglesia3,2
Artesanos4
Labradores4
Jornaleros4,2
Soldados2
Criados3,5
Educación2
Transporte3,4
Azucareros4
Viudos/as/Solteras2,5
Pobres de Solemnidad4

El que sobrepasen la media los cargos y oficios públicos, artesanos, comercio y labradores puede estar en parte explicada en la incidencia de los criados, asistentes, factores y aprendices que formaban parte de la familia. Igual sucede en los jornaleros, trabajadores de las industrias del azúcar y pobres de solemnidad, donde también nos encontramos que el núcleo familiar está integrado, además de por esposos e hijos, por toda una caterva de abuelos, hermanos, cuñados, primos y otros parientes que seguramente no tienen posibles y que no les queda más remedio que agruparse para poder sobrevivir.

La media de hijos por matrimonio era baja, según los datos que ofrece el censo estaría situada en 2,1 hijos por matrimonio. No eran muchos los matrimonios sin hijos, siendo lo usual que tuviesen dos hijos y bastantes con un solo hijo.

La edad media de los matrimonios es de 35-40 años y de edades prácticamente parecidas, estando la diferencia mayor a favor del hombre. La citada edad media nos puede indicar matrimonios tardíos, sobre los 20 años para las mujeres y 23 para los hombres, y por lo tanto bastante dependencia de los hijos con respecto de las familias hasta una elevada edad. Es curioso observar que la natalidad también es tardía, la mayoría de los matrimonios tienen hijos a partir de los 23-25 años, lo que puede corresponder al matrimonio demorado o incluso a cierta idea de inseguridad económica que les obligaba a retrasar la natalidad hasta que la familia no tuviese una relativa estabilidad en el trabajo o pecuniaria.

Por grupos sociales no advertimos importantes diferencias con respecto al número de hijos. En algunos casos sí que es verdad que los matrimonios con mayor capacidad económica tienen un mayor número de hijos, pero no en la cantidad suficiente para aseverar con determinación que exista una relación directa entre rentas más elevadas y una mayor natalidad. Igual ocurre con las familias con menos posibilidades económicas, en las que el descenso de la natalidad tampoco es indicativo de la relación directa con los ingresos económicos. La media del número de hijos por unidad familiar se sitúa en torno a 2, cifra que mantienen prácticamente igual los núcleos familiares con rentas más altas y los que poseen remuneraciones más bajas. Lo que eleva el coeficiente del número de miembros en la unidad familiar por vecino no es, como señalábamos anteriormente, la preponderancia de la cantidad de hijos sino la cifra de otros individuos agregados a la familia: padres, suegros, parientes, criados, etc.

No podemos hablar de un estancamiento demográfico en el Motril de 1752, pero si de un bajo o suave crecimiento vegetativo que implicaría que la ciudad apenas aumentara sus efectivos poblacionales a lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII, donde una alta natalidad superaría levemente a una alta mortalidad, apareciendo cada cierto tiempo un “pico” de sobremortalidad que segaba ese pequeño superávit, frenando así el crecimiento.

El Estado Eclesiástico

El número de personas dependientes de la Iglesia era en Motril de 387. Entre ellas se recogen los eclesiásticos seculares y regulares, sus familias, criados y sirvientes. Además existía un pequeño número de seglares, 16, con salario eclesiástico que aparecen recogidos en el vecindario de estado secular como son sacristanes, tenientes de sacristanes, caniculario, pertiguero, notarios, ministros, etc.

No conseguimos realizar una completa organización por edades de los individuos pertenecientes a este estado, ya que en el censo no las declaraban los presbíteros, clérigos de órdenes mayores, ni frailes ni monjas; si algunos de los de menores al estar incluidos con sus familias en el vecindario secular. Lo que si podemos observar es la existencia un importante número de sirvientes y criados jóvenes entre 15 y 25 años, la mayoría de ellos mujeres y con edades superiores también había mujeres dedicadas al servicio de los eclesiásticos: criadas, sirvientas, amas, dueñas, etc. Además mantenían un nutrido grupo de familiares: madres, hermanas y sobrinas fundamentalmente.

Estado Eclesiástico Secular:

Pertenecían a este estado 61 clérigos de todo tipo vinculados básicamente a la Iglesia Mayor Colegiata de Nuestra Señora de la Encarnación, vicaria, parroquia y ayudas de parroquia en la Garnatilla, los Tablones, Torrenueva y Calahonda; no así Pataura que, a pesar de estar vinculada jurisdiccionalmente a Motril, eclesiásticamente dependía de la vicaría de Salobreña:

                                   1 Vicario

                                   14 Canónigos y capellanes de coro

                                   3 curas y tenientes de curas

                                   1 Capellán

                                   16 Presbíteros

                                   5 Diáconos y subdiáconos

                                   19 Clérigos de menores tonsurados

                                   2 monjes

De este total, 43 aparecían incluidos como vecinos eclesiásticos y 18 formando parte de las familias seculares. El resto de las personas dependientes de los clérigos contenidas en el censo eran 150: 89 eran parientes y 61 criados y sirvientes. Esto nos daría un coeficiente de miembros por unidad familiar en el estado eclesiástico secular de 4,49, superior claramente al coeficiente del vecindario secular.

Por último citar que el número de vecinos por clérigo secular era de 114,11 habitantes, cifra similar a la mayor parte de los pueblos de Andalucía.

Declaración jurada para el Catastro de un jornalero motrileño. 1752.

Estado Eclesiástico Regular:

La cifra de eclesiásticos regulares es muy superior a la de seculares: 152 personas, de los cuales 129 eran frailes y 23 monjas. Para todos ellos se anotan en el censo un total de 42 criados y sirvientes.

No se puede efectuar una ordenación interna de estos clérigos ya que no se dice en el censo del Catastro cuántos de ellos eran sacerdotes, novicios y legos o profesas o novicias y legas. Solamente de hace mención a la cifra total donde se indican todos los miembros de cada uno de los conventos, colegio u hospital sin distinción alguna.

INSTITUCIÓNNÚMERO INDIVIDUOS
Convento de San Francisco40 frailes
Convento de Ntra. S.ª de la Victoria25 frailes
Convento de Padres Capuchinos48 frailes
Convento de Madres Nazarenas15 monjas
Colegio de la Compañía de Jesús  8 frailes
Hospital Eclesiástico de Santa Ana16 hermanos (8 hermanos y 8 hermanas)

La importancia relativa en número de individuos y económica de los conventos y órdenes religiosas masculinas puede ser fácilmente explicada por su mayor antigüedad en Motril. El primero en establecerse fue el los Mínimos de la Victoria cuya fundación, al sur de la entones villa, es autorizada por el arzobispo de Granada en 1573 bajo el patronato de Alonso de Contreras, aunque en esta época es el que menos frailes tiene de los tres conventos masculinos; a continuación en 1613 hacen su fundación los Franciscanos que se establecen originariamente en la ermita de la Virgen de la Cabeza, trasladándose a su nuevo convento construido al oeste de la ciudad en 1630 y en 1641 inician su fundación los Capuchinos en la ermita de San Antón y que se instalan, tras superar un pleito puesto por los otros conventos, definitivamente en Motril en 1644. El convento de la Monjas Nazarenas de San Agustín fue fundado en 1717 por sor Sebastiana María de la Cruz en una casa que fue Gaspar Paniza de Guevara. Los hermanos y hermanas de la Congregación del Divino Pastor se establecieron en el hospital de Santa Ana en 1730 con el fin de asistir a los enfermos pobres que llegaban a esa institución sanitaria y por último, el Colegio de la Compañía de Jesús fue institución del Cardenal Belluga en 1738 en la casa que fue de Melchor Herrera y Flores situada al sureste de Motril.

El Catastro del Marques de la Ensenada de Motril que se encuentra en el Archivo Histórico Provincial de Granada, es muy rico en información demográfica, permitiendo un análisis detallado de la población motrileña a mediados del siglo XVIII y, por lo tanto, un mejor conocimiento de la historia de la ciudad en esa época.

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