Domingo A. López Fernández
Tras la aciaga jornada del miércoles santo, la procesión del Silencio atrae a vecinos y visitantes para reverenciar el paso del sagrado crucificado
El complejo devenir que ha tenido la semana santa en la villa, en lo que a las celebraciones externas en las calles se refiere, ha dado, afortunadamente, un respiro en el día del jueves santo. El martes, la cofradía del Santísimo Cristo de la Humildad fue la corporación penitencial que tuvo el honor de inaugurar los desfiles procesionales de este año de 2024, pero la aparición de la lluvia en pleno paso por tribuna oficial hizo adelantar su regreso al templo. Se anticipaba con ello a la realidad que se iba a hacer presente en otro día grande de la fiesta mayor, el miércoles santo, con dos corporaciones que debían y querían hacer cumplir sus estaciones de penitencia. Pero la realidad se impuso y las intensas precipitaciones caídas durante todo el día motivaron a sus respectivas juntas de gobierno a tomar la decisión de suspender las procesiones. Así se presentaba, pues el jueves santo, con la incertidumbre y con el pesar que todo cofrade siente cuando una corporación se ve obligada a quedar en la iglesia y no poder cumplir con lo que estipulan sus reglas. El tiempo manda, y la preservación de la seguridad del cortejo y el propio patrimonio de la cofradía exige tomar esa decisión que se hace en bien de todos, aunque inunda de pesar a toda la junta de gobierno.
En esas circunstancias anómalas desde el punto de vista climatológico amanecía el jueves santo, pero la evolución del día fue esperanzadora y las dos cofradías penitenciales de la jornada sacra decidieron salir a la calle. El portal de la Agencia Española de Meteorología confirmaba sus previsiones, pues aunque los pronósticos eran de lluvia constante hasta las 18:00 hrs, las perspectivas eran totalmente fiables en la noche ya que el riesgo de precipitaciones se había reducido hasta el 10%.
Con este proceder, la cofradía del Santísimo Cristo del Perdón ordenaba su cortejo en el interior de la iglesia de Nuestra Señora del Rosario y, a la hora prevista de su salida, las 22:30 hrs, ponía en la calle la cruz de guía, que presenta en su cruceta el escudo corporativo que deja ver la lanza sagrada con la que el soldado Longinos atravesó el costado del Hijo de Dios, y las escaleras que habían de servir para bajar su cuerpo de la cruz. La insignia es obra del escultor granadino Antonio Díaz Fernández y va flanqueada por los dos tradicionales faroles de frente de procesión. A continuación, se disponen las dos filas de ochenta hermanos en penitencia que portan los farolillos de luz que son tan característicos en la corporación. Los hermanos exhiben en su atuendo los colores que le son propios, túnica de color negro, capa y cíngulo de color rojo y capillo de color morado, que presenta en su ribete el escudo corporativo bordado. Aquí, la devoción se plasma a pie de calle, pues algunos hermanos llevan a su lado a hijos pequeños en hábito penitencial sin capillo, y otros, de mayor edad, desfilan igualmente sin el capillo portando su correspondiente farolillo de luz. En el centro del cortejo, la típica “pavera” infantil, nutrido grupo de niños que están llamados a ser la savia nueva que ha de guiar los pasos de la cofradía en años venideros.
En el centro de la fila se hace ostentar el antiguo estandarte de la cofradía, que está confeccionado en seda sobre fondo de color negro. Igualmente, su otra insignia corporativa, más moderna, que es portada por un hermano en hermandad y que exhibe en su centro al titular cristífero, lienzo que es obra del artista malagueño Manuel Hijano Conde. Le sigue el cuerpo de incensarios, que marcha tocado con hábito y capelina de color negro y que muestra en su ribete el escudo heráldico de la corporación. Tras él, jóvenes hermanos en hermandad presentan el libro de reglas, dando pie a la representación oficial del resto de cofradías de la villa.
Tras el tramo representativo, marcha el cuarteto granadino “Ministriles de Aixa”, que ha interpretado brillantes composiciones de corte clásico y barroco que revelan en sus ritmos y sonidos la tristeza por la muerte del Redentor.
Finalmente, el trono del Santísimo Cristo del Perdón, que se deja ver con su tradicional exorno de claveles rojos expuestos a sus pies. Un foco central ilumina toda su figura, al margen de los cuatro hachones de las esquinas que le confieren un mayor esplendor. La impresionante imagen del crucificado es de autor desconocido y fue salvada de la destrucción en la guerra civil, aunque con grandes desperfectos. Se trata de un Cristo que ya ha expirado, de ahí que muestre los ojos entreabiertos y la cabeza ligeramente vencida sobre su pecho tras la inmediatez de la muerte. Se hacen destacar, igualmente, los restos de sangre que le han provocado su suplicio en la cruz y el corte provocado por el soldado Longinos en su pecho. Marcha el paso en modalidad de varal malagueño a hombros de 34 hermanos, aspecto que le confiere ese señorial porte en su forma de transitar por las estrechas callejas de la villa. El paso ha sido dirigido por su tradicional capataz, Antonio Rufino Mira.
Dispuesta su organización en la calle, el itinerario seguido por el cortejo es el tradicional, de forma que partiendo desde la puerta de la iglesia ha seguido por calle Torre, lugar en el que se encuentra ubicada la tribuna oficial, y ha continuado por Gloria, Agrela Postigo, Antequera, Carmen, Cochera, Puerta de la Villa, Real, Plaza del Ayuntamiento Bóveda, Martín Recuerda, Callejón Estación, Estación y Plaza de la Iglesia, desde donde se ha producido su encierro a las 2:00 hrs de la madrugada.
Para concluir solo decir que EL FARO ha tenido la oportunidad de hablar con su hermano mayor, Francisco Villaescusa, quien ha querido destacar el grato recibimiento que ha tenido la cofradía a su salida de la iglesia por parte de vecinos y feligreses. El Cristo del Perdón es imagen de gran devoción en la villa, aspecto que se ha dejado ver en todo el entorno de la iglesia con esa ingente cantidad de personas dispuestas por todos sus rincones para postrarse a sus pies. En esos momentos se venía a añadir un hecho circunstancial, el de haber quedado suspendidas las dos procesiones que tenían prevista su salida el día anterior. Había, pues ganas de ver la procesión, de palpar sentimientos en su trayecto y de mirar con fe a la imagen sagrada, como así pudo ocurrir en todo su itinerario.
Como momentos relevantes de su transitar en la calle, refería Francisco Villaescusa que es muy significativo el momento de la salida y el regreso al templo ya que el paso ha de arriarse casi al suelo para evitar que la cruz de Cristo roce con el dintel de la puerta. Pero singular atención ha tenido, según nos dijo, “su paso por la calle Real, donde el Santísimo Cristo del Perdón ha sido recibido por los vecinos con una gran “petalá” de flores”.