Domingo A. López Fernández
El tiempo dio una tregua en la villa y dejó de manifiesto la devoción pública a sus dos titulares
Como ha ocurrido en todas las poblaciones de la costa granadina y la mayor parte de Andalucía, Salobreña y sus gentes han vivido el día grande de nuestra semana mayor pendientes de la evolución del tiempo. Las procesiones de Semana Santa son todo un atractivo en la villa, devocional, por supuesto, pero también turístico, y ello tanto para los naturales como para todos los que han decidido fijar su destino vacacional en la costa y, muy particularmente, los residentes en su segundas viviendas. El triste precedente se había dado en el día anterior, jornada en la que quedaron suspendidas las procesiones del Santísimo Cristo de la Humillación y Nuestro Padre Jesús Nazareno por causa de la lluvia. Sin embargo, el tiempo, revuelto en la mañana, dio una tregua y despejó todas las dudas, ¡el jueves santo habría procesiones en toda la comarca costera!
En el día, dos procesiones tenían prevista su salida penitencial en la villa, una, la más temprana, a las 21:45 hrs de la tarde, que es organizada por la Cofradía de Nuestra Señora y Madre María Santísima de las Penas y el Apóstol San Juan Evangelista. La otra, la del Santísimo Cristo del Perdón, lo hace desde el mismo templo parroquial a las 22:30 hrs de la noche. Ambas, confieren esplendor y grandiosidad a un jueves santo que es jornada festiva en la mayor parte de España.
La cofradía de “La Penas”, como es conocida popularmente, ha organizado su cortejo en el interior de la iglesia, desde donde con la dificultad propia de las dimensiones del paso, su cuerpo de hermanas costaleras ha tenido que arriarse de rodillas y, ya a gatas, efectuar su salida penitencial. En la calle, a modo de escolta, se han situado el resto de hermanas costaleras que sostienen los soportes del paso y el hermano mayor, Francisco Blanco, que ha seguido con detenimiento sus movimientos. Mientras, en el exterior, se ha desplegado en torno a la Plaza de la Iglesia una ingente cantidad de fieles y vecinos, así como extranjeros del lugar, a los que llama poderosamente la atención este tipo de actos religiosos.
La procesión aparece abierta por la cruz de guía, realizada en madera y orfebrería, a la que siguen las dos filas de hermanos en penitencia que portan farolillos de luz en sus manos. Visten todos los colores que le son propios a la corporación penitencial, hábito de color blanco y capillo y faja de color verde. En el cuerpo central se deja ver el estandarte de San Juan, realizado en terciopelo de color verde, figurando en su óvalo central la imagen del santo orlada de motivos vegetales. A continuación, tras el incensario, el otro estandarte, el de María Santísima de las Penas, que igualmente deja ver en su centro a la titular mariana sobre fondo de terciopelo rojo. Se disponen a continuación tres jóvenes mantillas que exhiben sobre cojines de color rojo el libro de reglas de la hermandad, los clavos con que ha sido crucificado el Hijo de Dios y la pequeña corona de la Virgen que le glorifica como reina del cielo. Siguen a ellas todo el cuerpo de camareras, que igualmente portan en sus manos los típicos farolillos de la corporación.
Se ubican a continuación en el cortejo las representaciones oficiales del resto de cofradías de la villa, y la presidencia oficial que ostenta su hermano mayor, Francisco Blanco, escoltado por dos hermanos con varas presidenciales. Le siguen el cuerpo de acólitos que da paso al trono de sus dos titulares, bella obra de orfebrería que ha sido realizado en talleres granadinos. Sobre su canastilla, las dos imágenes titulares, la Virgen de las Penas y San Juan Evangelista. La titular mariana es obra del escultor gaditano Antonio Aparicio Mota y data del año de 1993. Aunque la cofradía no tiene imagen cristífera, si bien la hubo en sus principios, la Virgen de las Penas exhibe la traza sevillana en la que en su apostura y sus manos dirige la vista al Hijo que no está presente, aunque sí en su corazón, de ahí el rostro consternado que exhibe. Por lo que respecta a la imagen de San Juan, el discípulo amado de Jesús, es obra del escultor Domingo Sánchez Mesa. Ambas imágenes han estrenado nuevos ropajes, concretamente la Virgen de las Penas una saya que ha sido donación de varias hermanas de la cofradía, de la misma forma que el atuendo de San Juan. Hay que hacer destacar que el paso es portado por una exclusiva cuadrilla de mujeres en modalidad de trabajadera granadina, y está dirigido por Olga Rodríguez Aguit. Ha cerrado el cortejo la Banda Municipal de Música de Gualchos-Castell, que desde el año de 2014 viene acompañando de forma ininterrumpida a la cofradía con sus sones y la interpretación de conocidas marchas procesionales.
Este año, el ejercicio penitencial ha recordado una sentida efeméride, la del XXX aniversario de la primera salida procesional de María Santísima de las Penas, hecho que ha dispuesto un mayor disfrute y consideración en la junta de gobierno, así como en los propios hermanos. Asimismo, a la salida de la calle Bóveda, la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno ha tenido la deferencia de recibir a los titulares con sus dos estandartes al frente, lo que ha motivado el abrazo fraternal de sus dos hermanos mayores. En su correspondencia, la cofradía saliente dispuso sobre la marcha que el hermano mayor nazareno, Ángel Rufino, realizase la “levantá” del paso frente a las insignias.
El cortejo de la Virgen de las Penas ha verificado su encierro en la iglesia de Nuestra Señora del Rosario a las 0:30 hrs de la madrugada tras realizar su recorrido procesional sin ningún tipo de incidente. Han sido varios los momentos significativos de su tránsito por las calles de la villa, pero a juicio de su hermano mayor, Francisco Blanco, el momento de la salida del paso por el pórtico lateral de la iglesia tiene una especial significación y resulta muy gratificante que el pueblo, apostado en la plaza, reconozca la labor del cuerpo de hermanas costaleras y le ofrezca un sonoro y pronunciado aplauso. Asimismo, ha destacado el tránsito por la calle Real, donde milimétricamente pasa el paso rozando casi las paredes, momento relevante que suele ser captado por fotógrafos y particulares apostados a su salida.
Ya en el interior de la iglesia, el cuerpo de hermanas costaleras han posicionado el paso en su lugar y se han dado escenas de confraternidad y gozo por haber cumplido con su deber, el de que un año más, la Virgen de las Penas y San Juan Evangelista hayan podido salir a la calle desafiando a las inclemencias meteorológicas.