Domingo A. López Fernández, Cronista Oficial de la ciudad de Motril
Fotos: Paulino Martínez Moré, Cronista Oficial Gráfico de Motril
La procesión del “Silencio” confiere el esplendor debido a la última estación de penitencia que el tiempo ha sabido respetar
En Motril, el jueves santo, se ha se ha erigido en jornada inaugural de los desfiles procesionales en las calles, al menos de forma completa y sin ningún tipo de incidentes. Resulta hasta cierto punto insólito y nada habitual lo ocurrido hasta ahora, el transcurso de tres jornadas oficiales de nuestra semana santa en las que dos cortejos penitenciales quedaron suspendidos y otro tuvo que recogerse anticipadamente por cauda de la lluvia. Al margen de estas circunstancias, y fuera del circuito oficial, Motril pudo vibrar de emoción con la estación de penitencia de la Santa Cena, auténtico preámbulo a nuestra semana santa, que no auguraba en nada lo que estaba por llegar.
El día del jueves santo los pronósticos del tiempo han sido totalmente favorables a las salidas penitenciales que se han podido ver en la calle. Los resultados no dejaban lugar a dudas, pues aunque la mañana estuvo revuelta y con intensas precipitaciones, por la tarde la situación se modificó y trajo paz y sosiego a las respectivas juntas de gobierno de las cofradías motrileñas. ¡Se iba a poder salir a la calle!
Son tres la procesiones que marca la jornada festiva del jueves santo motrileño, la de Pasión, el Nazareno y Buena Muerte. Con un transcurrir verdaderamente solemne, y con un público rendido a la celebración externa de nuestra semana santa, se han podido verificar las dos primeras estaciones de penitencia del día. Fiel a su cita, la cofradía del Santísimo Cristo de la Buena Muerte lo ha hecho a las 0:00 hrs del ya viernes santo por la puerta norte de la iglesia Mayor. A esa misma hora, por la puerta sur, transcurría el paso de Nuestro Padre Jesús Nazareno por la plaza de España.
La salida a la calle del Santísimo Cristo de la Buena Muerte es todo un espectáculo de fervor popular hacia una imagen de Cristo que ya figura muerto en la cruz en la madrugada del nuevo día que ha quedado en llamarse de “Luna de Nisan”, la primera luna llena de la primavera. La tradición marca que las luces de las calles queden apagadas desde momentos antes de desplegar el cortejo en el exterior y aparecer la imagen bajo el dintel de la puerta, momento único e irrepetible, pues se lleva a cabo con una compleja maniobra que permite que la cruz sea arriada para poder atravesar el pórtico. La escena que se produce en este momento es todo un ceremonial en el que el foco de atención está centrado en la imagen del crucificado con la única luz que se hace visible, la de los cuatro hachones de su paso. El toque a silencio incide en la espectacularidad de la noche, ya que resurge de una corneta que llama, asimismo, a la conmiseración, pues avisa que Cristo muerto y crucificado está ya en la calle.
La cofradía del Santísimo Cristo de la Buena Muerte tiene una larga tradición en la semana santa motrileña. Fue fundada en el mes de abril de 1981 y sus hermanos en hermandad visten hábito y capillo de color negro, y cíngulo de esparto. No suele brindar esta cofradía estrenos para la que es su estación de fe, pero este año ha tenido algo de especial, ya que debido a las obras que se están llevando a cabo en la calle Cardenal Belluga han tenido que modificar su recorrido procesional. Como innovación, la única que se recuerda en muchos años, han partido desde la plaza de la Libertad para continuar por calle Tahona, Plaza de Cappa, Federico Gallardo, Curucho y, de ahí, conectar con la Plaza Canalejas donde se ha de verificar ya el itinerario que le es habitual.
La procesión del “Silencio”, tiene un particular discurrir por las calles, pues lo hace con las filas de hermanos penitenciales sujetos a un cordel de esparto. Son tres las secciones en las que se habilitan, comenzando la primera desde los faroles del frente de procesión hasta los farolillos que disponen la marcha de la segunda sección y a cuyo término se da lugar a la tercera sección. Abren su marcha dos timbales que con sonido bronco señalan el lugar por donde trascurre el cortejo. Junto a ellos se muestra la cruz guía de madera con el emblema pasionista de la corona de espinas en su cruceta. A continuación, en el centro de las filas penitenciales, se deja ver el estandarte corporativo, la típica pavera infantil con capillo bajado y la presidencia oficial que ostenta el cuerpo de la policía local en su calidad de “Hermanos Honorarios”.
El paso del Cristo de la Buena Muerte se muestra a continuación que, en plano alzado, deja ver la impresionante figura de Cristo en la cruz, efigie que fue realizada en 1954 por el escultor granadino Domingo Sánchez Mesa. Curiosamente, es un imaginero especialista en esta concreta iconografía de la pasión, y como anécdota hay que referir que su primera obra escultórica fue ultimada en Motril para la iglesia de las Dominicas cuando contaba veinte años de edad, efigie que fue destruida en la guerra civil española. Se trata del crucificado bajo la advocación del “Cristo de la Expiración”, que recuerda, con mucho al “Cristo de San Plácido” que pintara Velázquez hacia 1630.
El Santísimo Cristo de la Buena Muerte sigue el clásico modelo neobarroco tan característico de su iconología y fue encargado al escultor por la motrileña Laura Martín Cuevas. Si nos fijamos en su traza, vemos que sigue los cánones marcados por el insigne escultor José de Mora en la conocida obra del Cristo del Silencio de Granada. La obra motrileña queda definida aquí por el rictus de la muerte, lo que sirve para trasmitir a los fieles el sentido devocional de la imagen. Un rostro sereno, marcado por el sufrimiento, se nos muestra para comprender que el hijo de Dios ha alcanzado ya la paz, y por ello su cuerpo cae suavemente vencido por el peso. Además, la policromía en tono marfil hace resaltar con crudeza el fin de la vida terrenal.
Siguiendo la tradición, el impresionante paso del Cristo de la Buena Muerte aparece exornado con el típico tapiz de claveles de color rojo que se extiende a sus pies y los conjuntos de iris lila que identifican la figura del Hijo de Dios expirado. Marcha éste en modalidad de varal malagueño, lo que le confiere un porte exquisito y señorial en el tránsito por las calles. El paso es llevado a hombros por 68 portadores que exhiben el capillo caído. Tras el mismo, ha marchado la representación eclesiástica de la ciudad, que en esta ocasión ha ostentado el párroco de la iglesia de Capuchinos, D. Antonio Rodríguez Hervás, y D. Antonio Manuel Martín Blanco, agustino recoleto, que es igualmente consiliario de las cofradías del Santísimo Cristo de la Salud y la Oración en el Huerto.
La estación de penitencia del Cristo de la Buena Muerte refleja todos los años, desde lejos, un fino reguero de luces en plena oscuridad que marcan el sentido y devenir del cortejo sacro. Solo la luz tenue del paso en la lejanía ya llama a la contemplación de este exquisito transcurrir por las calles que marca con evidencia la transición del jueves al viernes santo. Como es habitual, la llegada de la imagen se ha verificado en plena madrugada, momento en el que se ha podido reflejar el intenso fervor que despliega la imagen entre la feligresía, pues son muy numerosos los incondicionales que a estas horas no desean perderse su llegada a la iglesia. Con la oración de costumbre se ha producido la clausura en el templo, dando por finalizada la última estación penitencial del día sin incidentes y sin lluvia, lo que es todo un lujo en esta semana santa que está pasada por agua.