ÉXITO DEL PREGÓN OFICIAL DE SEMANA SANTA DE 2024

             Domingo A. López Fernández

Fotos: EL FARO

EL PREGÓN CAUTIVA EL ALMA DE LOS MOTRILEÑOS GRACIAS A LA SOLTURA, EXPRESIÓN Y SENTIMIENTOS DE LA PREGONERA, MARÍA ROMERO ESCÁMEZ

Como es tradición, el Teatro Calderón de la Barca volvió a ser el escogido escenario para cantar las excelencias de la semana santa motrileña. Cada año, la convocatoria acerca hasta el patio de butacas y sus recoletos palcos a una selecta concurrencia entre la que se deja ver un público muy variado, ya sean cofrades o no cofrades, para asistir a un momento inigualable en el que se ensalza y glorifica a las imágenes de pasión que recorren las calles en nuestra semana mayor. El pregón oficial marca una línea divisoria en la cuaresma para recrear con grandeza todas y cada una de las procesiones de penitencia que engrandecen nuestra semana santa.

Este año de 2024, la junta de gobierno de la Agrupación de Hermandades y Cofradías decidió conferir este honor a una joven motrileña curtida desde su más tierna edad en ese mundillo cofrade que envuelve y cautiva a quien vive con fe y devoción la pasión, muerte y resurrección del Señor. Se trata de María Romero Escámez, quien pese a su juventud, ha encandilado a todos los presentes con su aplomo frente al atril, su verbo fácil y elocuente, su perspicaz mirada, su soltura y sus continuos ademanes cargados de dilecta comunicación gestual. Muy acertada, pues la designación, ya que la pregonera no ha defraudado en ningún momento a la concurrencia pese a alargarse su discurso ligeramente en el tiempo. María Romero Escámez ha dejado a todo el público expectante, con ganas y una sensación de haber vivido de forma anticipada nuestra fiesta mayor. Éxito, sin lugar a dudas, para un pregón que ha sido granjeado con continuos aplausos, siendo la primera vez que se ha visto al público puesto en pie para ovacionar a la pregonera en pleno discurso.

El que ya cuenta como cuadragésimo primer pregón oficial de Semana Santa de Motril se pronunciaba en la tarde del sábado, 17 de febrero, ante un atento público entre el que ocuparon lugares reservados los miembros de la corporación local, autoridades civiles y militares, juntas de gobierno de las cofradías y hermandades de la ciudad y amigos y familiares de la pregonera. Igualmente, numerosas personas de todas las edades repartidas entre el patio de butacas y los palcos y plateas.

Iniciado el pregón, accedía al escenario el presentador, Jesús Ortiz Fuentes, vocal de Arte y Ornato de la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Motril, para dar paso a la intervención de la conocida artista Luz Marina Aijón, que al piano pudo interpretar las marchas “Reina de Reyes”, de Alejando Blanco Hernández, “Al que yo bese”, original de Francisco Javier Torres Simón y “La Madrugá”, de Abel Moreno Gómez. Soberbia actuación la de esta joven motrileña que en cada una de sus piezas supo arrancar los primeros aplausos del público presente. Concluida su intervención, Luz Marina fue obsequiada con un cuadro conmemorativo por su participación.

Seguidamente, Jesús Ortiz daba la bienvenida a todos los presentes con un breve discurso reivindicativo del periodo cuaresmal en que estamos inmersos y todo lo que lleva aparejado hasta llegar a la soñada y esperada semana santa. Jesús Ortiz ponía el énfasis en el pregón que estábamos a punto de escuchar, que según afirmó, ha de ser recordado como el pregón de María, que con su voz calmada y susurrante habrá de ser definido como de literatura en estado puro. Jesús Ortiz daba igualmente paso al vicario territorial, D. Alberto Sedano, quien en su intervención afirmó que las cofradías y hermandades son ejemplos de la caridad cristiana y testigos de la fe en la calle, pero que no debemos quedarnos solo en las celebraciones externas sino también en la reflexión de que Dios vive en nuestro interior y es nuestro guía.

Siguiendo el protocolo de la organización, accedía hasta el atril Yolanda Escámez Rodríguez, tesorera de la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Motril, que es la presentadora que la pregonera había elegido para mostrar públicamente sus cualidades y trayectoria personal en el mundo cofrade. De María Romero Escámez, su sobrina, puso de manifiesto su sencillez, su carácter nato de comunicadora, un don del que dijo había nacido con ella y que llega directamente al corazón con maestría. La presentadora afirmó que la Semana Santa es algo indisolublemente ligado a su persona. Fue un conocido nazareno de toda la vida, Juan de Dios Romero, su padrino, quien la hizo Nazarena de padre y Esperanza de madre. Reconoció la presentadora que María se ha curtido públicamente en pregones. Comenzó con el pregón a Nuestro Padre Jesús Nazareno, el mejor “que has dado” a juicio de la presentadora. Le siguió a este el pregón del XXV aniversario de María Santísima de la Victoria, y el Eucarístico Sacramental de la Santa Cena y María Santísima del Amor. En esta última hermandad, ambas, presentadora y pregonera, han compartido sentimiento cofrade bajo las trabajaderas del Cristo de la Fe. Yolanda Escámez recordó, igualmente, sus orígenes ligados a “La Chicotá”, grupo juvenil de la que fue fundadora y que “dio brisa de aire fresco a la Semana Santa en todos los rincones de España” y a la que inmortalizó con todos sus cortejos penitenciales. Es más, la inmortalizó gráficamente proyectando a Motril con un video promocional que se estrenó en FITUR, en el que se “reivindicó la fe como legado cultural, conjugando historia y pasión cofrade de forma exquisita”. Tras este sucinto recorrido de la vida de María Romero, la presentadora ponía fin a su intervención, momento en el que ambas se fundían en un fuerte abrazo sobre el escenario.

Ya frente al atril, María Romero tomaba aire, respiraba sosegadamente y, con maestría y extraordinaria quietud, comenzaba a expresar los sentimientos que salen desde lo más hondo de su corazón. La Semana Santa es uno de los motores de su fe y con ella, en su grandeza, pudo hilvanar el recorrido de la pasión según Motril con todas y cada una de las imágenes que salen en procesión por las calles de la ciudad. Sensaciones, “Misterios pasionistas”, sonidos, cuadrillas, “levantás” y diversos elementos significativos de los ejercicios penitenciales se dejaron escuchar con un verbo sutil y encandilado que fue subiendo de tono y de énfasis de forma gradual para terminar afirmando con firmeza “que Motril ya no habla de otra cosa, porque ya está aquí su Semana Santa”.

Tras este sonado preámbulo vinieron los saludas a las autoridades y su agradecimiento personal a todos los presentes por acompañarles en ese día tan especial. Igualmente, a su presentadora, a la que recordó los lazos familiares que les unen desde su más tierna edad. Con ello, entraba de lleno en el pregón para hacer un recorrido triunfal de nuestra fiesta señera, en la que dio principio a sus señaladas partes con la primera de ellas, la de “Dios se anticipa”. Sí, porqué se trata del  sábado de pasión y el Cristo de la Fe, paso del que ha formado parte, y cuya puesta en la calle se dejó oír  con notoriedad para hilvanar las peculiaridades y detalles de esa procesión en la que Dios se anticipa a la llegada del domingo de Ramos.

La siguiente estación en su discurso fue la que recuerda que Dios llama a la puerta el domingo en la popular procesión de la “Borriquita”. El texto está escrito y ella pone su voz a la narrativa del alegre domingo de Ramos, pero por momentos parece que la pregonera no lee, sino que recita desde su memoria. Frase a frase, en tono poético, la pregonera deja traslucir la alegría, las vivencias y sentimientos que derivan del pasaje de la entrada de Jesús en Jerusalén y el acompañamiento de su bendita Madre del Rosario. Y con ello, un recuerdo muy especial a los conocidos hermanos de la Borriquita que ya no están con nosotros, Cecilio Arcas, Pepe Luis Cabarrocas, Manuel Barros y Mari Ángeles Esteban.

El Sábado Santo se anticipa ahora en su exposición para traer hasta los cofrades la figura de la Virgen de la Soledad, “la madre eterna de nuestra Semana Santa”. Riza el verso su figura para rogarle que le escuche, pues como bien expone, “Motril entero está respirando tu duelo ahogado en su propio quebranto, porque no puede verte llorando”.

Y Dios, según afirma la pregonera, vive en nuestra infancia, para traer hasta su mente a su Nazareno, “el santuario donde descansan nuestra creencias”. De forma intimista se declara nazarena, pues son las raíces donde nace su fe aun siendo muy niña. María Romero Escámez no esfuerza su memoria para desvelar todas las vivencias de un Jueves Santo, y ello desde el momento en que se dan los tres toques al portón hasta su encierro. Y con ese verso rizado de devoción y, por momentos arrebatador, espeta con devoción “!yo soy de ti, Nazareno, porqué la Esperanza me enseñó a quererte!”. Desde luego, porque la Virgen Madre de esta advocación tiene marcado su otro lado del corazón. Como bien dice, “en tu ancla me sostengo y tu palio es mi único puerto”. Sentimientos y valores desfilan ahora en su tierna voz para trasmitir a los presentes lo que supone esa marea humana de color verde esperanza que desfila al compás de su Madre. El tono de su discurso cobra por segundos la fuerza que emite su corazón para concluir afirmando con poderío que “en ti solo tiene salida la alegría, y yo ya cuento los días para que este desvelo se cuele y me diga: ¡Ahí viene la Esperanza, no es un sueño, ni una profecía. Despierta, que es la gloria de María!”.

Para María Romero Dios marca la dirección. Y pone como ejemplo al Santísimo Cristo de la Salud, imagen que concita plena devoción en los lugareños a cualquier hora del día. A Él  se dirigen todas las miradas y todas las súplicas, puesto que la Salud es el espejo de nuestra fe. La procesión de este bendito Cristo crucificado en la noche del miércoles santo clama devoción en las calles, donde esa riada humana de fieles van “tras su cruz, a curarle las heridas de sus clavos, a pedirle que permanezca en nosotros aun conociendo nuestros pecados”.

María Romero Escámez trae ahora a su mente las relaciones personales que le han hecho vivir de una forma muy especial la fiesta mayor. Hilvana en su memoria sus relaciones con los medios de comunicación y las personas con las que ha compartido sensaciones y vivencias junto a los pasos procesionales. Medios como el Muñidor, A Golpe de Llamador, Motril en Pasión, Cruz de Guía y, por supuesto, EL FARO, siente y afirma que son señas de identidad para el motrileño amante de la Semana Santa. Al margen de ello declara que Dios existe en el recuerdo. Y para ello trae ahora a su mente  a María Santísima de la Misericordia en el martes santo, junto a las personas que lo han dado todo por su devoción, la familia Jiménez Esparrel, Sergio Urrutia, Juan Carlos Medina, Antonio Hernández y muchos más. Este significativo martes es santo y seña del Perdón y su Madre Misericordia en el populoso barrio del Carmen, donde se hace trasmitir que “Tú, maniatado nos dijiste el amor es vuestra única misión”.

En su fe, la pregonera convence y está convencida que Dios renace como el Ave Fénix. Traspone su esencia a la Hermandad de la Vera Cruz, heredera de una tradición de siglos que “son vestigios de una devoción que una vez ardió en fervor en un tiempo glorioso que se niega a desvanecer”. Lo dice ella con aserto; “sus hermanos insuflaron vida a lo que parecía estar condenado al olvido”, y en ello no hay más razón que la fe. Por eso tuvo también un momento de alabanza para las personas que asumieron su reorganización y, con ello, a todos los que en sus diferentes cargos y cometidos procuran que la estación de penitencia discurra con orden y seriedad.

Con un sentido recuerdo a la partida celestial de su abuelo, Pepe Escámez, trae hasta su mente la imagen que desde siempre ha acompañado a toda su familia, el Cristo de la Buena Muerte. En su ser, afirma que la procesión del Silencio es un eco que le recuerda. Por eso, con el énfasis que le inspira su devoción, pero también su corazón, expone con un fuerte latido que esa imagen que está en el “altar mayor de la iglesia se parece tanto a ti, que siempre que le miro parece que en su agonía también me sonríe. Parece que te veo, parece que bajas del cielo, parece que todavía estás aquí”. Y, evocando la procesión de ese significativo tránsito del jueves al viernes santo, la poesía vuelve a su narrativa para cantar a los cuatro vientos que “no es casualidad que esta ciudad te eligiera como baluarte de la fe más verdadera, para alzar la vista y verte siempre omnipotente, en el altar mayor de su iglesia, en la noche y en el día, en las dudas y la agonía, y también en sus reveses, cuando ya nada nos parece suficiente”. Por eso, “¡Calla esta noche, calla, que mi Cristo de la Buena Muerte, no despierte en la madrugada!”. 

El siguiente pasaje de su pregón evoca que Dios nos asiste en el dolor, y para ello trae hasta la mente de todos los presentes la solemne procesión del Viernes Santo y sus dos titulares, Cristo Yacente y la Virgen de los Dolores.

Para ella la titular mariana tiene el dolor más humano y es aserto público que cuando los motrileños miran su cortejo fúnebre inclinan por respeto la cabeza. Y reconoce con voz poética y singular que “por grande que sea nuestro dolor, Motril hoy se convierte en sudario de divino amor”.

El Jueves Santo llama ahora a su discurso para evocar la estación de penitencia de Jesús de Pasión, “la que aguarda el dolor del atardecer bajo el peso del tormento”. Las frases de María hilan devoción con un marcado toque sentimental para hacer valer que “Motril ya reza contigo”. María Romero despide este pasaje con una tierna poesía: “si le ves, ira caminando al calvario con una pesada cruz por decreto romano. Por coraza llevará la mirada, si no puedes decirle nada, ayúdale a levantarse, alíviale su espalda herida…”.

Pero Dios puede lo imposible; lo dice con firmeza y con plena convicción. Trae como ejemplo al Cristo de Gran Poder, el Nazareno de las Monjas, al que acompaña el pueblo con rigor penitencial. María se siente devota desde lo más hondo de su corazón, porque “soy de tu luz, Gran Poder, de esa luz que disipa todas las sombras. Soy de tu fe arrolladora”. Con estilo, con verbo cálido y envolvente no faltan prendas a la pregonera para describir el ambiente pleno de fe que se vive en el barrio para arropar a quien lleva la cruz de su martirio sobre sus hombros y, a su lado, la Madre del Mayor Dolor. Desde luego, así es y así acontece “cuando la noche es más oscura”, un momento único e irrepetible en el que “Motril cae entero a sus plantas, sin complejo, ni impostura”.

El sentimiento le lleva ahora a recordar a su pléyade de compañeros que establecieron “La Chicotá” para situar en un lugar destacado del mapa a Motril y su semana santa. Para María Romero, “La Chicotá se convirtió en una seña de identidad de todos los cofrade de Motril”. Y en ese momento, con nostalgia, afirmó a los cuatro vientos que es “un recuerdo vital que nos acompaña”. Ya lo decía en aquel spot publicitario  que hizo época en su día; “Deja que te llamen loco, que hay historias que nos van a acompañar el resto de nuestra vidas”. Para María, “La Chicotá” “ha sido, es y será mi historia cofrade más inabarcable, la que no prescribe y la que nunca caerá en el olvido”.

El recorrido del pregón va llegando ya a su fin. Pero en su epílogo, todavía faltan dos estaciones de penitencia que mantienen una especial querencia en su corazón. Una es la del Dulce Nombre de Jesús, que es quien trae la luz de la resurrección. Una luz que como bien dice, “no se apaga, incluso cuando el tiempo discurre delante de nosotros a una velocidad vertiginosa”. Reconoce que con el Dulce Nombre todos recobramos la inocencia y todos volvemos a ser niños jugando con lo divino en el patio de nuestra infancia. Y con ello, la poesía  hace trasponer la realidad de un Domingo de Resurrección en el que “las campanillas ya se alzan en su dulce repicar, para poder anunciar que su mensaje sigue vivo, que triunfó la vida sobre la muerte, que nadie puede detener esta alegría, al sentir que no es un domingo como el de todos los días”.

La otra devoción es el Cristo Orante y su madre, la Virgen de la Victoria. Ya lo dice con verbo firme y elocuente: “que avance, dejar que pase, que se note que somos capaces de llenar Motril de fe un lunes por la tarde”. Con rima poética y sugerente define el misterio que representa la imagen. Por eso, arenga sus pensamientos con frase certera: “De frente Motril, con el Huerto de su Oración, que sepan que un beso y treinta monedas no acaban con Dios”. De su Virgen, una frase lo dice todo: “Conocerte fue Victoria”. María Romero reconoce que ella es “Mi Reina, la reina de todos mis días, la luz, el faro y toda mi candelería”.

El pregón ha cumplido ya su función mientras el público, expectante, espera todavía más de sí. La pregonera hace recordar a la concurrencia que se esperan cuarenta días para la llegada de la semana santa motrileña. Y, en su mente, hace extender su suspiro a toda la ciudad, porque ella “vive restando el tiempo que le queda para una nueva semana santa”. El último aliento de sentimiento va dirigido a quien ya partió hacia el Padre, su abuelo, afirmando que “hoy mi voz mira al cielo, sabiendo que tú la escucharas sentado en una silla de mimbre en ese balcón celestial. Los hombres buenos como tú se sientan al lado de Dios haciendo nuestro dolor más bello”. Y con fruición espeta a los cuatro vientos: “cuando se apaga la luz de la vida, se enciende una luz en el alma, se escuchan sus voces en eco anunciando la Semana Santa. Por ello, tuya es la venia, Motril ¡sal a buscarla!”.

Termina su discurso, acaba su dicción, concluye la semblanza y el Teatro Calderón de la Barca es un clamor de pueblo en el que todos los asistentes, de pie, dedican interminables aplausos a la pregonera del año. Tras un breve lapso de tiempo llegan las felicitaciones personales e institucionales y las fotos de rigor de hermanos cofrades, familiares y amigos de la pregonera.

En el tiempo de reflexión y la cena de convivencia que se celebró con posterioridad se encontraban presentes el autor del Cartel Oficial de la Semana Santa  de Motril, Paulino Martínez Moré, Cronista Gráfico Oficial de la ciudad y el presentador oficial de dicho cartel, José Manuel González, periodista y director de EL FARO, juntamente con la protagonista, María Romero Escámez, que recibió de manos del presidente de la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Semana Santa, Manuel Terrón, las tapas del pregón para su recuerdo y como testimonio de su buen hacer. La entrega se hacía en presencia del Vicario Territorial, D. Alberto Sedano, y el vice-tesorero de la junta de gobierno de la Agrupación, Carlos Vázquez. Asimismo, María Ángeles Escámez, madre de María Romero, hacía entrega a su hermana, Yolanda Escámez, presentadora de la pregonera, de un cuadro con la impronta enmarcada de haber elogiado la figura de su sobrina antes de que ésta iniciara su disertación cofrade y personal en el Teatro Calderón de la Barca. A su vez, la pregonera recibió de parte de su tía y presentadora, en un momento lleno de sentimiento y de grata complicidad entre ambas, un cuadro recordatorio con una poesía de María Romero publicada en medios en su día con la que fue gratificada como ganadora de un concurso literario cuando la pregonera cursaba 3º de la ESO y ya despuntaba con su sensibilidad a la hora de escribir y comunicar a través de la palabra.

Jornada memorable, pues la de este sábado que para la historia queda al haber ofrecido un pregón que marca época en su expresión, en su sentimiento, en la soltura y el arte y la maestría de María Romero para comunicar todo lo que subyace alrededor de la semana santa, nuestra semana santa. Como bien reconoció en varias ocasiones el cardenal emérito de Sevilla, D. Carlos Amigo Vallejo, “no hay mejor Semana Santa que la de mi pueblo” y eso es lo que María Romero, en definitiva, quiso trasmitir a los presentes que llenaron el patio de butacas del Teatro Calderón de la Barca.

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