EFEMÉRIDES DE FIN DE SEMANA

Antonio Gómez Romera

Domingo, 18 de febrero de 2024

EN EL CDLX ANIVERSARIO DEL FALLECIMINETO DE MIGUEL ANGEL BUONARROTI, GENIAL ESCULTOR, PINTOR Y ARQUITECTO

Hoy domingo, 18 de febrero, festividad de San Simeón, primo de Jesucristo, segundo obispo de Jerusalén y mártir, en su séptima semana del año 2.024, se cumplen 460 años (1.564) del fallecimiento, a la edad de 88 años, de Miguel Ángel (Michelangelo di Lodovico Buonarroti, Caprese, Toscana, 1.475 – Roma, 1.564), arquitecto, escultor, pintor y poeta; sin duda, uno de los mayores artistas de todos los tiempos y símbolo del Renacimiento italiano. Antes, ha hecho testamento en presencia de su médico Federigo Donati: “dejando su alma en manos de Dios, su cuerpo a la tierra y sus bienes a los familiares más próximos”, y dejado por escrito que desea ser enterrado en Florencia. Fallece en su casa romana de Via dei Fornari (Plaza de Macel de’ Corvi), acompañado por su secretario, el pintor y escultor Daniele da Volterra (Daniele Ricciarelli, 1.509 – 1.566) y por su fiel amigo Tommaso Cavalieri (1.509 – 1.587). Por deseo del papa Pío IV (Giovanni Angelo Medici, 1.499 – 1.565), el féretro es conducido a la Basílica de los Santos Apóstoles, en el corazón del barrio de Trevi, siendo depositado bajo el altar mayor a los pies de la Asunción.

El 24 de febrero llega a Roma su sobrino Leonardo. Se presenta ante el gobernador de la ciudad y el día 27 recibe una caja con dinero y los papeles de Miguel Ángel. Se dice que Leonardo, acompañado por servidores del duque de Médici, entra en la Basílica y roba el cadáver. Rápidamente, ponen el cuerpo en un carro junto con otros paquetes y enseres y marchan hacia Florencia esquivando a los guardias de Roma. Una vez en Florencia, el 10 de marzo de 1.564 recibe sepultura en la Sacristía de la Basílica de la Santa Croce, reservada a los grandes héroes de la ciudad. Su tumba, ubicada al principio de la nave derecha, cerca de la puerta principal, se va a convertir en un hito del arte Renacentista y Florentino. Su amigo, arquitecto y biógrafo Giorgio Vasari (1.511 – 1.574), se encarga de todo el proyecto y de la pintura al fresco de la Piedad, situada sobre el busto de Miguel Ángel. La ejecución de la obra es confiada al gran escultor florentino Giovanni Battista Lorenzi, quien esculpe el busto de Miguel Ángel realizado a partir de su máscara funeraria. La escultura de la izquierda simboliza la Pintura, y porta unos pinceles y una estatuilla. La estatua central, que representa a la Escultura, lleva un bloque de mármol bruto y cinceles y es realizada por Valerio Cioli (1.529 – 1.599) y, la de la derecha, que simboliza la Arquitectura, porta en una mano un compás y en la otra un rollo de pergaminos y es esculpida por Giovanni dell’Opera (Giovanni Bandini, 1.540 – 1.599).

Los funerales oficiales, con gran pompa, se celebraron en la Basílica de San Lorenzo el 14 de julio de 1.564. El propio Vasari llegó a escribir: «A ningún Papa o Emperador despediría Florencia como a Miguel Ángel, su hijo pródigo».

Breves notas biográficas

Miguel Ángel es el segundo de los cinco hijos varones de Ludovico di Leonardo Buonarroti di Simoni (1.444 – 1.534), corregidor de Caprese, y de Francesca di Neri di Miniato del Sera (1.458 – 1.481). La de su padre es una vieja familia de mercaderes y banqueros que viven en Florencia desde hace más de 300 años y han pertenecido al partido de los “güelfos”,partidarios de los papas, y enfrentados a los gibelinos, defensores de los emperadores de Alemania.

Su madre fallece con sólo 23 años (1.481) cuando Miguel Ángel tiene 6 años y es criado por la mujer de un cantero de Settignano, lugar donde su familia tiene una cantera de mármol y una pequeña finca. Ya mayor de edad, solía repetir que de ahí procedía su vocación de escultor, pues según reconocía, “Juntamente con la leche de mi nodriza mamé también las escarpas y los martillos con los cuales después he esculpido mis figuras”.

Su padre le hace estudiar gramática en Florencia con el maestro humanista Francesco da Urbino, pero él quiere ser artista y cuando se lo comunica a su padre tienen fuertes discusiones ya que en aquella época es un oficio poco reconocido: “simples trabajadores, no mejores que zapateros”.

Cuando cuenta 13 años de edad (1.488) entra en el Taller de los famosos “Ghirlandaio”, apodo de Domenico (1.448 – 1.494) y Davide di Tommaso Curradi di Doffo Bigordi (1.452 – 1.525). Su apodo, “Ghirlandaio”, significa en italiano fabricante de guirnaldas, y se debe a la actividad de su padre, joyero del Puente Vecchio y afamado creador de las guirnaldas que solían llevar sobre la frente las jóvenes en Florencia.

En 1.489, un año después de ingresar en el taller de “Ghirlandaio”, Lorenzo de Médicis (1.449 – 1.492), gran mecenas de las artes, lo invita a vivir y a formarse en su palacio. La corte de Lorenzo el Magnífico, compuesta por los más famosos poetas, filósofos y artistas de la época, se convierte para Miguel Ángel en su gran fuente de aprendizaje en el arte de la Antigüedad Clásica. Las tertulias filosóficas que se celebran en el Palacio, presididas por Marsilio Ficino (1.433 – 1.499), artífice de la resurrección del platonismo en unión con el cristianismo, marcan al joven aprendiz. Los jardines albergan una valiosa colección de escultura romana y allí, de la mano de Bertoldo di Giovanni (1.440 – 1.491), un anciano discípulo de Donatello, toma contacto con la escultura, que considera un “Arte superior”, desde entonces.

Ya en esos años su virtuosismo artístico es tal que se cuenta que una estatua suya de Cupido fue vendida a un coleccionista haciéndola pasar por antigua. El engaño es pronto descubierto, pero el comprador, el cardenal Raffaele Riario (1.460 – 1.521), lejos de indignarse, se convierte en mecenas de Miguel Ángel. Esculpe sus primeras estatuas, que son muy admiradas, y recibe sus primeros encargos. No se casa ni tiene hijos, y entre los estudiosos existe un amplio consenso sobre su homosexualidad. No es un hombre apuesto. De estatura mediana y complexión achaparrada, sus facciones quedan desfiguradas cuando de joven, en una disputa, el (1.472 – 1.528) se le parte la nariz de un puñetazo.

En 1.496 viaja por primera vez a Roma, donde va a permanecer 5 años. La ciudad papal, en pleno pontificado del fastuoso papa Borgia, Alejandro VI (1.431 – 1.503), es un centro de atracción de artistas que ofrece generosas perspectivas de mecenazgo y de celebridad.

En agosto de 1.498, el cardenal de Saint Denis, Jean Bilhères de Lagraulas (1.430 – 1.499), embajador de Francia ante la Santa Sede, encarga «la obra de mármol más hermosa que se haya visto en Roma» al joven Miguel Ángel: La “Piedad del Vaticano”, destinada a su tumba en la capilla de Santa Petronila de la antigua basílica de San Pedro. El escultor tiene solamente 22 años, y en el contrato firmado se compromete a entregarla en el plazo de un año a cambio de 450 ducados. La obra es entregada 20 días antes de finalizar el plazo. Cuenta la leyenda que ante las dudas surgidas sobre su autoría, pues nadie creía que una persona tan joven fuera el responsable de esa obra maestra, una noche se coló en la basílica para estampar su firma en la banda que envuelve el pecho de la Virgen, en caracteres lapidarios romanos: “MICHEL ANGELUS BONAROTUS FLORENT CIEBAT”: «Miguel Ángel Buonarroti, florentino, la hacía». Esta es la primera y la única obra que firma Miguel Ángel. Entre 1.749 y 1.750 es trasladada desde su ubicación original a la Basílica de San Pedro y colocada en la primera capilla de la derecha.

La obsesión por la representación perfecta del cuerpo humano es una constante en su larga carrera. En 1.501, con 26 años, retorna a su ciudad natal. Tres años antes, Girolamo Savonarola (1.452 – 1.498), predicador y organizador de la célebre hoguera de las vanidades ha sido ejecutado (excomulgado, ahorcado e incinerado), pero la República que ha contribuido a fundar se mantiene, pese a las maniobras de los Médicis para restaurar su principado.

Precedido por la fama adquirida en Roma, recibe el encargo de una escultura que represente a David, el vencedor sobre Goliat. La obra, de 5’17 metros de altura, es concebida como la máxima expresión del ideal republicano que domina Florencia en ese momento. Según Giorgio Vasari, “Cualquiera que haya visto al David no tiene necesidad de ver otra cosa de ningún otro escultor vivo o muerto”.

En 1.505, Miguel Ángel vuelve a Roma. El papa Julio II (1.443 – 1.513) le encomienda el ambicioso proyecto de la realización de su sepulcro. Este encargo, que tanto fascina a Miguel Ángel, se va a convertir en su peor tormento a causa de las demoras en su realización. Por orden de Julio II viaja a Bolonia, donde pasa 2 años. Hasta 1.508 no regresa a Roma, pero tampoco entonces puede ponerse a trabajar en el mausoleo que tanto le obsesiona, pues un nuevo y colosal proyecto le es asignado: la ejecución de los frescos de la bóveda de la Capilla Sixtina, más de 1.100 m2.

Durante 4 años, él sólo, sin ninguna ayuda, trabaja en estos frescos en una tarea agotadora: recostado sobre un andamio para poder pintar la bóveda y con la pintura cayéndole en la cara. Julio II visita a menudo a Miguel Ángel y se irrita por la lentitud con que avanza. Ambos, de fuerte carácter, violentos y orgullosos, se pelean y se enfadan con frecuencia, pero al final acaban siempre reconciliados. Y ésta monumental obra, que inicialmente va a estar compuesta por una simple representación de los doce Apóstoles y la ornamentación de la sección central (por 3.000 ducados) cambia por completo conforme va avanzando. Recoge ésta 9 escenas del Génesis, 7 retratos de profetas, Zacarías, Joel, Isaías, Ezequiel, Daniel, Jeremías y Jonás, 5 retratos de las sibilas del mundo clásico, Délfica, Eritrea, Cumana, Pérsica y Líbica, 4 secuencias que narran la salvación del pueblo de Israel y 14 frescos que hacen referencia al linaje de Jesús. Pero Jesús no está representado. Hasta octubre de 1.512, Miguel Ángel dedica todo su tiempo a la realización de estos frescos, compuestos por más de 300 figuras.

La apertura inaugural al público de la Capilla es un verdadero acontecimiento y el deslumbrante resultado final es alabado por todos. El genio de la literatura Johann Wolfgang von Goethe (1.749 – 1.832) escribe lo siguiente sobre ella: “Sin haber visto la Capilla Sixtina, uno no puede formarse una idea apreciable de lo que el ser humano es capaz de lograr».

Julio II es el primer papa que alienta la carrera de Miguel Ángel y lo continúan haciendo sus sucesores. En 1.513 Juan de Médicis (1.475 – 1.521), hijo de Lorenzo el Magnífico, con quien Miguel Ángel ha vivido entre 1.489 y 1.492, sube al trono papal adoptando el nombre de León X y confía a Miguel Ángel una serie de grandes proyectos arquitectónicos. Desde 1.519 trabaja en Florencia, en la fachada de la iglesia de San Lorenzo, las tumbas Mediceas y la Biblioteca Laurenciana, pertenecientes al complejo de la misma iglesia. De esta forma, el Papa lo aparta de la realización del sepulcro de Julio II ya que los Médicis están enfrentados con la familia Della Rovere. Durante el pontificado de Clemente VII Julio de Médicis, (1.478 – 1.534) encargará a Miguel Ángel los frescos con el Juicio Final para el muro de entrada de la capilla Sixtina, siguiendo la obra personalmente. Paulo III (Alejandro Farnesio, 1.468 – 1.549) confirma el encargo y Miguel Ángel, en su composición, sigue fielmente el credo católico: Cristo volverá en la gloria al final del mundo para juzgar a los vivos y a los muertos. Separará a los buenos, destinados a ascender con Él al Paraíso, de los malos, condenados por la eternidad a estar lejos de Él en el sufrimiento del Infierno. Pinta figuras atormentadas, traduciendo toda el ansia y la incertidumbre de su generación destrozada por la Reforma de Lutero, proclamada en 1.517 y herida por el Saco de Roma de 1.527. En cierto modo, es la visión del mundo que se va a imponer en toda la Europa católica con el Concilio de Trento (1.545 – 1.564) y con el movimiento de la Contrarreforma.

Miguel Ángel trabaja toda su vida sin concederse más descanso que el necesario para comer y dormir, y realiza obras incomparables. Se pone al servicio de la política de reafirmación del poder papal, que lleva a un ambicioso programa de renovación urbanística de Roma. Y como arquitecto se consagra a obras tan imponentes como la ampliación de la Basílica de San Pedro, la realización de la plaza del Campidoglio y la Porta Pía.

El proyecto de la Basílica y de la cúpula de San Pedro ha pasado por muchas manos prestigiosas: Bramante (Donato di Angelo, 1.443 – 1.514), Rafael (1.483 – 1.520) y, finalmente, Sangallo, Antonio da Sangallo el Joven, (1.484 – 1.546). Cuando éste fallece, Miguel Ángel es nombrado arquitecto jefe del conjunto y él cree haber sido escogido para ese trabajo por el mismísimo Dios. Modifica la construcción según sus ideas, retomando en parte la concepción original de Bramante. Camino de los 70 años, ya cansado, dedica sus últimas fuerzas al proyecto. Ni siquiera quiere cobrar nada por ello. Pero la edad comienza a pasarle factura y padece problemas vasculares que limitan de manera importante su movimiento. Por desgracia, nunca pudo ver el trabajo terminado: las obras de la cúpula finalizan 24 años después de su muerte.

Colofón

Miguel Ángel es el primer artista occidental del que se publican dos biografías en vida: “Le vite de’ più eccellenti pittori, scultori e architettori” (1.550) de Giorgio Vasari, en la que es el único artista vivo incluido, y “Vita de Michelangelo Buonarroti” (1.553) de Ascanio Condivi(1.525 – 1.574), pintor y discípulo de Miguel Ángel.

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