«SI QUIERES, PUEDES»

«SI QUIERES, PUEDES»

Manolo Velázquez -Párroco-

En tiempo de Jesús de Nazaret, el pueblo vivía sometido por:

– las leyes judías y

– las legiones romanas.

Era un sistema opresor que no cesaba de buscar pretextos para excluir y marginar a todo aquel que no pasaba el examen de:

– la «normalidad» o,

– la «moralidad» impuesta por los dirigentes políticos y religiosos que siempre encontraban algún pretexto para rechazar o excluir a los demás.

Podía ser por la raza, la cultura, la procedencia social, la forma de vida… y también, por la terrible enfermedad de la lepra, que llegó a convertirse en una de las mayores barreras sociales de aquel tiempo.

Los leprosos eran como muertos vivientes, apartados y expulsados de la vida social, familiar y sobre todo religiosa… pues era precisamente la religion la que se encargaba de legitimar y justificar esta situación, como queda claramente recogido en el Libro del Levítico:

«El leproso sea llevado al sacerdote y el sacerdote lo declarará impuro».

– impuro el leproso,

– impuro el que se acerca,

– impuro el que le toca…

Lo cual nos da una idea de la importancia que tiene el gesto rompedor de Jesús que, al acercarse a él aquel leproso que grita:

«Señor, si quieres puedes limpiarme»

él extiende la mano y le toca diciendo:

«Quiero, queda limpio».

Lo cual es tan rompedor, que produce en todos asombro y escandalo.

Y es que el evangelio lo pone todo del revés:

– el leproso viola la ley cuando se acerca a Jesús,

– Jesús viola la ley cuando toca al leproso,

– y la ley queda sin fuerza, al ocurrir lo contrario de lo que estaba previsto…

Pues al saltarse la norma, en vez de ocurrir nada malo, ocurre algo maravilloso:

– el amor vence a la ley y,

– la vida vence a la lepra.

También hoy son muchos los nuevos leprosos que malviven al margen de nuestra sociedad tan culta y tan moderna…

Las formas de discriminación social se multiplican y, a veces, da la sensación de que estamos conformes con tantas «lepras» que:

– nos corroen,

– nos aíslan y

– nos degradan…

¿No será que nos estamos acostumbrando a vivir en un sistema genocida como el nuestro que todos los días produce miles de:

– muertos,

– desahuciados,

– desterrados,

– desesperados y,

– desencantados…?

El grito del leproso y el gesto subversivo y rompedor del Jesús picapedrero, hoy nos conmueve:

» Si quieres puedes»

Si queremos podemos romper, entre todos, las barreras de la exclusión.»

Porque más allá de razas y culturas, ritos y creencias, formas de vivir o de buscar la felicidad… hay que afirmar con rotundidad que:

– nadie es un error,

– nadie es un basura,

– nadie es un fracaso…

Y por eso, ningún ser humano debe sentirse nunca excluido, marginado o expulsado de la vida… y mucho menos, en nombre de Dios.

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