«SI QUIERES, PUEDES»
En tiempo de Jesús de Nazaret, el pueblo vivía sometido por:
– las leyes judías y
– las legiones romanas.
Era un sistema opresor que no cesaba de buscar pretextos para excluir y marginar a todo aquel que no pasaba el examen de:
– la «normalidad» o,
– la «moralidad» impuesta por los dirigentes políticos y religiosos que siempre encontraban algún pretexto para rechazar o excluir a los demás.
Podía ser por la raza, la cultura, la procedencia social, la forma de vida… y también, por la terrible enfermedad de la lepra, que llegó a convertirse en una de las mayores barreras sociales de aquel tiempo.
Los leprosos eran como muertos vivientes, apartados y expulsados de la vida social, familiar y sobre todo religiosa… pues era precisamente la religion la que se encargaba de legitimar y justificar esta situación, como queda claramente recogido en el Libro del Levítico:
«El leproso sea llevado al sacerdote y el sacerdote lo declarará impuro».
– impuro el leproso,
– impuro el que se acerca,
– impuro el que le toca…
Lo cual nos da una idea de la importancia que tiene el gesto rompedor de Jesús que, al acercarse a él aquel leproso que grita:
«Señor, si quieres puedes limpiarme»
él extiende la mano y le toca diciendo:
«Quiero, queda limpio».
Lo cual es tan rompedor, que produce en todos asombro y escandalo.
Y es que el evangelio lo pone todo del revés:
– el leproso viola la ley cuando se acerca a Jesús,
– Jesús viola la ley cuando toca al leproso,
– y la ley queda sin fuerza, al ocurrir lo contrario de lo que estaba previsto…
Pues al saltarse la norma, en vez de ocurrir nada malo, ocurre algo maravilloso:
– el amor vence a la ley y,
– la vida vence a la lepra.
También hoy son muchos los nuevos leprosos que malviven al margen de nuestra sociedad tan culta y tan moderna…
Las formas de discriminación social se multiplican y, a veces, da la sensación de que estamos conformes con tantas «lepras» que:
– nos corroen,
– nos aíslan y
– nos degradan…
¿No será que nos estamos acostumbrando a vivir en un sistema genocida como el nuestro que todos los días produce miles de:
– muertos,
– desahuciados,
– desterrados,
– desesperados y,
– desencantados…?
El grito del leproso y el gesto subversivo y rompedor del Jesús picapedrero, hoy nos conmueve:
» Si quieres puedes»
Si queremos podemos romper, entre todos, las barreras de la exclusión.»
Porque más allá de razas y culturas, ritos y creencias, formas de vivir o de buscar la felicidad… hay que afirmar con rotundidad que:
– nadie es un error,
– nadie es un basura,
– nadie es un fracaso…
Y por eso, ningún ser humano debe sentirse nunca excluido, marginado o expulsado de la vida… y mucho menos, en nombre de Dios.