GOTA DE AGUA
No piense nadie, que yo quiera ser alguien. Solo gota de agua quiero ser. Mirar a un árbol y ver el árbol y no, otear en todo y a cada instante, otro posible negocio en internet. Solo gota de agua, pero juntos formar mares. Escuchar campanas, que redoblan en una aldea lejana y mi alma vibre y no calle, esclavo y atrapado en el vacío de consolas, ladronas de tiempo y de mentes. Pensar como liberarme y no como lucrarme, cada vez que esta sociedad nos ataque, con sus grandes garras y pequeñas guerras sin cuartel. Que nadie piense que yo quiera ser alguien, solo gota de agua, en un torrente jubiloso quiero ser. Transcurrir por mi rio, en un murmullo de arroyo alborozado, contento doquiera que vaya y cantando al caudal cuánto amé. Pasar por acequias y valles, llevando vida donde la vida me lleve y dejar atrás, un bonito recuerdo y una sonrisa sincera, si pudiera ser. Que una cascada sea una sinfonía y un salto de agua un renacer. Disfrutar, cada momento, como si fuera mi último día, sin miedos ni rencores. Confiar en esa luz matinal, que ilumina los huertos y muere cada atardecer. Desconfiar de ese mundo virtual, que te aleja y a la vez posee.
Dios omnipotente, guía mi curso y aunque es parte de la naturaleza, no dejes que en inundaciones cause yo estragos. Si alguna vez ocurre, permíteme recuperar mi cauce raudo y provoque yo el menor daño. Dame osadía, para salir victorioso de pozas profundas, que apresan a las aguas y las dominan. Dame fe, para no tener miedo del océano, que solemne nos espera. Que nadie me obligue a subir a la cima de la montaña, porque la cima de la montaña me vio nacer y lo difícil no es llegar a lo más alto, sino desde lo más alto saber caer. Benditas llanuras de paz y sosiego y benditos también el Tigris y el Éufrates, pues solo valora la calma aquél que cabalgó la tormenta y vivir en paz quien sufrió hostilidades. Tanto oír hablar de felicidad… Es perder el tiempo. Ser feliz con poco, esa es la mayor riqueza.
Líbrame Señor de la soberbia, que todo desmantela, de buscar solamente la satisfacción personal, del deseo desordenado de acumular riquezas, de la pereza, de la ira, de querer poseer otros ríos o a más que ellos aspirar. Cada segundo, la vida brinda una nueva oportunidad. Aquí y ahora, ese es mi lema, en cada valle y estuario. Que mejor regalo que ser feliz a diario y cuidar, cada pequeño detalle, con enorme prolijidad y al divisar el mar… Fluye, da a Dios gracias y no dejes de soñar.