EFEMÉRIDES DE FIN DE SEMANA

Antonio Gómez Romera

Domingo, 10 de diciembre de 2023

En el LXIV aniversario de la entrega del premio nobel de fisiología y medicina al biólogo molecular español Severo Ochoa

El joven Severo Ochoa en el Parque de Málaga.

Hoy domingo, 10 de diciembre, festividad de Nuestra Señora de Loreto, cuadragésimo novena semana del año 2.023, se cumplen 64 años (jueves, 1.959) de la entrega a Severo Ochoa de Albornoz (Luarca, Asturias, 1.905 – Madrid, 1.993), bioquímico y biólogo molecular español, nacionalizado estadounidense, del Premio Nobel de Fisiología y Medicina, que comparte con el bioquímico estadounidense Arthur Kornberg (1.918 – 2.007), por sus descubrimientos sobre el mecanismo de la síntesis biológica del ácido ribonucleico (ARN) y del ácido desoxirribonucleico (ADN). Es el segundo español en conseguirlo tras Santiago Ramón y Cajal (1.852 – 1.934), Premio Nobel de Medicina en 1.906, con el médico y citólogo italiano Camillo Golgi (1.843 – 1.926), “en reconocimiento de su trabajo sobre la estructura del sistema nervioso”.

Severo Ochoa representa la figura del científico que mediante su propia capacidad y rigor, aborda y resuelve con inteligencia, más que con medios, algunos de los problemas que plantea la ciencia. El viernes, 16 de octubre de 1.959, Severo recibe el telegrama en el que se le notifica la concesión del Premio Nobel de Medicina por la síntesis del ácido ribonucleico, hallazgo clave para el desciframiento del código genético y para la comprensión de los procesos básicos de la vida.

Foto de Severo, con 7 años de edad.

El rey Gustavo VI de Suecia (1.882 – 1.973) entrega el Premio Nobel a Severo Ochoa, y en su discurso Severo expresa: “Como natural de España, nación a la que debo mucho de mi fondo de educación y cultura, fui profundamente influido por mi gran predecesor Santiago Ramón y Cajal (…) Entre los grandes nombres, que ilustran la lista de los ganadores de Premios Nobel en Medicina, está el de Otto Meyerhof, mi admirado maestro y amigo, a cuya inspiración, guía y ánimos tanto debo. También he tenido la fortuna de trabajar bajo la dirección de otros grandes científicos, y deseo reconocer mi deuda con Sir Rudolph A. Peters y con los laureados Premios Nobel Carl y Gerty F. Cori (…) mis trabajos no hubieran sido posibles sin la devota ayuda de los estudiantes de investigación de distintos países, con los que he tenido la fortuna de estar asociado durante años (…) El hombre casi ha conquistado ya el átomo y está preparándose para la conquista del espacio. Ha descubierto muchos de los secretos de la materia inerte y empieza a cavar hondo en el reino fronterizo entre lo vivo y lo muerto; el mundo de los virus. Es posible que el hombre nunca halle la clave de la naturaleza del sentido de la vida, pero podemos dirigir la vista adelante, con confianza y antelación, hacia una mucha mejor comprensión de un gran número de sus misterios. Para terminar, quiero expresaros en nombre de mi mujer, mi devota camarada, y en el mío, nuestra profunda deuda por vuestro recibimiento tan amistoso y por vuestra generosa hospitalidad. Conservaremos el recuerdo de éstos días, en tanto vivamos.”

Foto de grupo en el Instituto de Málaga.

Antecedentes

Severo siempre ha mostrado su gratitud a Santiago Ramón y Cajal. Y, así le recordaba en sus inicios como estudiante de la Facultad de Medicina de Madrid: “Los descubrimientos del gran neuro – histólogo español me habían impresionado y soñaba con tenerle como profesor de Histología. No puedo describir lo decepcionado y triste que me sentí cuando me di cuenta de que el septuagenario Cajal se había retirado de la cátedra”. Severo es humilde, tiene talento, es curioso y siente un gran amor por la investigación, pero para alcanzar sus logros necesita a su esposa, María del Carmen García Cobián (Gijón, Asturias, 1.904 – Madrid, 1.986), con la que comparte anhelos, dudas, dificultades y éxitos. “Carmen ha sido la promotora más enérgica y entusiasta de todo cuanto he podido realizar en esta vida y el más firme apoyo que he tenido en mis aspiraciones de hacer algo que no fuese intrascendente”.

Severo 0choa recibiendo el Premio Nobel de manos del rey Gustavo Adolfo de Suecia.

En 1.955, Severo Ochoa descubre y aísla una enzima de una célula bacteriana de

“Escherichia coli” a la que él llama “polinucleótido – fosforilasa”, y que más tarde va a ser conocida como “ARN – polimerasa”, un conjunto de enzimas implicadas en la síntesis del ARN mensajero o transcripción del ADN. Un año más tarde, el bioquímico norteamericano y discípulo de Severo, Arthur Kornberg, demuestra que la síntesis de ADN también requiere de otra enzima polimerasa que es específica para esta cadena. El descubrimiento de estas dos enzimas es como la “piedra angular” de la Ingeniería Genética, al demostrar que es posible sintetizar ARN y ADN de forma artificial.

Se cuenta que Severo recibe la noticia de la concesión del Premio Nobel y rápidamente cogió su coche para contárselo en persona a su esposa. La gran emoción le hizo conducir demasiado rápido y fue detenido por un agente de tráfico, agente que le perdonó la sanción al oír su justificación. Igualmente, cuando Severo va a recoger el Premio Nobel, lo hace vistiendo el frac que le ha prestado, Edward Lawrie Tatum (1.909 – 1.975), el bioquímico estadounidense que había ganado el Premio el año anterior. Pero Tatum era más bajo que Severo y, en las fotos de la ceremonia de entrega del Nobel, se ve que el pantalón le quedaba bastante corto.

Carmen García-Cobián y Severo Ochoa en el Baile de Gala, con motivo de la entrega de los Premios Nobel.

Notas biográficas de infancia y juventud

Severo Ochoa de Albornoz, nace el domingo, 24 de septiembre de 1.905, en la Villa de Luarca (Asturias), en una casa de la calle Párroco Camino, número 11. Es el séptimo hijo del matrimonio formado por Severo Manuel Ochoa, abogado y empresario, y Carmen de Albornoz Liminiana, hermana del político y, posteriormente, presidente del Gobierno de España en el exilio, Álvaro de Albornoz (1.879 – 1.954).

Con 7 años (1.912), tras la muerte de su padre, a su madre, enferma de bronquitis crónica, su médico le aconseja que busque un clima más benigno y la familia que vive de las rentas de los negocios que tienen en Puerto Rico se traslada a vivir a Málaga. Lo hacen en la Cortina del Muelle y, posteriormente, se trasladan a la calle Don Juan Díaz con fachada a la calle Larios y a una casa en la zona residencial de El Limonar, donde la familia reside durante el curso escolar, de octubre a junio, pasando las vacaciones del verano en Luarca.

Sello de Correos Severo Ochoa Premio Nobel 1959.

Joaquín Morilla García – Cernuda, sobrino nieto de Severo Ochoa, nos dice en sus “Recuerdos familiares sobre Severo Ochoa de Albornoz” que “Durante sus estancias en Luarca bajaba todos los días a la playa de Portizuelo. Era un gran observador de la naturaleza ya desde niño y, según él nos contaba, se pasaba las horas muertas observando, en los pozos que quedaban a la bajamar, la gran variedad de animales y plantas que los poblaban, lo que, en su opinión, posiblemente fue lo que despertó su gran afición a la biología. Recuerdo que mi abuela Lola nos contaba que Severín, como ella lo llamaba, se pasaba horas y horas encerrado en el palomar, ubicado en un edificio anexo a «Villa Carmen», y que llamaban «La Casa del Rey», por llamarse así un jardinero que habitaba dicha casa. Severo se pasaba allí horas diseccionando lagartijas y otros animales que recogía en Portizuelo o en el jardín de casa”.

Severo Ochoa Doctor Honoris Causa por la Universidad de Granada.

Entre 1.912 y 1.915, Severo estudia en el colegio de preparatoria “Sagrado Corazón de Jesús”, que los jesuitas acababan de abrir en la Calle Pozos Dulces, unido a la residenciade los jesuitas en la calle Compañía y junto a la iglesia del Sagrado Corazón, y esmiembro de la Congregación Mariana de San Estanislao.En el mismo centro también estudió el poeta Vicente Aleixandre (1.898 – 1.984), peroninguna placa recuerda que allí estudiaron dos premios Nobel.

El 1 de junio de 1.915, con 10 años de edad, Severo se presenta al examen de ingreso que le posibilita comenzar sus estudios de Bachillerato en el Instituto de Segunda Enseñanza de Málaga “Vicente Espinel”, situado en la céntrica calle Gaona, por lo que es conocido también como Instituto Gaona, estudios que complementa con la asistencia a la Academia privada de Don Buenaventura Barranco en la calle Sánchez Pastor. El Instituto de Enseñanza Secundaria (IES) “Vicente Espinel”, ubicado en un histórico edificio que en sus orígenes alojó a la Congregación de Sacerdotes San Felipe Neri, fue creado el año 1.846 como Centro Provincial de Segunda Enseñanza y, durante muchas décadas, era el único espacio para las enseñanzas medias en la provincia. Severo es un estudiante aplicado, pero no un empollón y sus calificaciones fueron mejorando conforme avanzaba el Bachillerato con sobresalientes y matrículas de honor.

Inauguración de la estatua de Severo Ochoa en Luarca.

El lunes, 28 de septiembre de 1.987, Severo fue investido “Doctor Honoris Causa” por la Universidad de Málaga, en un solemne acto celebrado en el Teatro Cervantes. Y allí, haciendo memoria, pronunció éstas palabras: “El Instituto tuvo dos profesores de los que guardo un recuerdo especial. Uno de ellos, don Eduardo García Rodeja, de quien he hablado muchas veces. Don Eduardo era un joven profesor de Física y Química recientemente llegado al Instituto de Málaga. Yo cursé con él la Química en el sexto y último año. Don Eduardo fue la persona que más influencia tuvo en mi formación en aquellos tiempos y quien, indudablemente, despertó con fuerza incontenible mi afición a las ciencias naturales. De que esta afición me inclinara hacia la Biología, fue responsable, sin duda, don Luis Muñoz-Cobo, magnífico profesor de Historia Natural”.

En 1.922, con 17 años de edad, comienza su formación universitaria en la Facultad de Medicina de Madrid, bajo el magisterio del profesor Juan Negrín López (1.892 – 1.956), catedrático de Fisiología que, con su atractiva personalidad, le ofrece a Severo una visión del mundo de la ciencia totalmente desconocida y estimulante. En la Facultad de Medicina también conoce a otros profesores, entre los que destaca un brillante discípulo de Ramón y Cajal, Teófilo Hernando Ortega (1.881 – 1.976), catedrático de Farmacología: “Puedo decir, y lo he dicho muchas veces, que después de Negrín, quizás la persona que más influyó sobre mí y que más me ha estimulado fue don Teófilo Hernando Ortega”.

La vida de Severo Ochoa en Madrid transcurre en la Residencia de Estudiantes, situada en los Altos del Hipódromo (Colina de los Chopos), donde se desarrolla una actividad artística, literaria y científica de primera magnitud. Es extraordinaria y es un foco de difusión de la modernidad, donde se está gestando la mejor cultura española del siglo XX. Y aquí conoce a Federico García Lorca, Salvador Dalí o Luis Buñuel, entre otros muchos más.

Ya licenciado, Severo piensa cumplir lo que más desea desde hace tiempo: salir al extranjero para completar su formación y por ello le escribe al fisiólogo alemán Otto Fritz Meyerhof (1.884 – 1.951), uno de los científicos más destacados del siglo XX. Es revolucionario, original y brillante y tiene la suerte de ser admitido. Y, en 1.929, con la recomendación de Negrín, solicita a la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas una beca para proseguir su formación en el “Kaiser Wilhelm Institute” de Berlín (Alemania). Hay que mencionar que en 1.922, el fisiólogo alemán Otto Meyerhof recibió el Premio Nobel de Medicina, junto con otro fisiólogo, Archibald Vivian Hill (1.886 – 1.977).

Estatua de Severo Ochoa en la Universidad Complutense de Madrid.

Colofón

Muchas voces autorizadas defienden que Severo debió de haber recibido un segundo premio Nobel en el año 1.968. Ese año, el Instituto de Karolinska se lo concedió a Marshall Nierenberg (1.927 – 2.010) por sus contribuciones a la interpretación del código genético, una labor en la que las investigaciones de Severo fueron realmente determinantes. Margarita Salas Falgueras (Canero, Asturias, 1.938 – Madrid, 2.019), en “Recuerdos de Severo Ochoa en el centenario de su nacimiento” (2.005), nos dice: “A pesar de su gran prestigio y relevancia como investigador, Severo Ochoa era una persona enormemente sencilla, quien siempre estaba dispuesto a atender a todos los que se acercaban a él y a quitarle importancia a sus méritos y al hecho de haber obtenido el Premio Nobel. En una entrevista que le hicieron en los últimos meses de su vida, le preguntaron cómo le gustaría que le recordasen, a lo que él contestó que como hombre tolerante y bueno, que es lo que creía que había sido. Como hombre tolerante y bueno, como gran investigador y como gran maestro siempre recordaremos a Severo Ochoa. El 1 de Noviembre de 1.993, el mundo entero perdió un gran investigador, un gran maestro y una gran persona. Sus restos descansan junto con los de su mujer Carmen, en el cementerio de Luarca, con una impresionante vista hacia el mar. Sin embargo, aunque Severo Ochoa ya no esté entre nosotros, su recuerdo y ejemplo permanecerán para siempre”.

YOUTUBE: El Gaona de Málaga, Instituto de Enseñanza Secundaria Vicente Espinel, Medalla de Andalucía 2017 – MemorANDA.

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