GRANADA SE «MALAGUEÑIZA»

Granada se «malagueñiza»

Agustín Martínez -Periodista-

Es el perejil de todas las salsas. En cada conversación sobre las «desgracias» de Granada sale a relucir Málaga, ciudad a la que en otro tiempo mirábamos por encima del hombro y ahora lo hacemos con envidia y admiración. Sin embargo, el modelo de nuestros vecinos de la Costa del Sol que Granada quiere copiar, empieza a dar señales preocupantes.

Los 2,5 millones de personas que cada año nos visitan convierten a la ciudad de la Alhambra en la quinta más visitada del país, lo que se ha traducido en un auténtico boom en la construcción de hoteles de cinco estrellas, pero también en el «fenómeno» de los pisos turísticos cuya oferta se acerca a los 900 y la proliferación de franquicias de comida rápida,

Es cierto que Granada ha sido elegida para ubicar algunas de las sedes de gigantes tecnológicos como Google o Indra, recién aterrizados en los últimos dos años y es que Granada está de moda, como lo demuestra la celebración de la Cumbre Europea que reunió hace un mes a 47 jefes de Estado de toda Europa y convirtió a la ciudad en portada de todos los medios nacionales e internacionales; dentro de dos años albergaremos la Gala de los Goya y muy cerca de la ciudad, en Escúzar, se construye el acelerador de partículas IFMIF-Dones, el mayor proyecto científico en España, con 700 millones de euros de inversión y aspiramos a la capitalidad europea de la cultura en 2032, año en que nuestra Universidad cumplirá 500 años.

Este modelo de estar en boca de todos, para muchos, tiene música malagueña. Básicamente porque es esa combinación de esos elementos la que ha llevado a Málaga a convertirse en el referente económico, tecnológico, turístico y cultural que hoy es.
Según ha publicado El Confidencial hace unos días, el modelo por el que se inclina la alcaldesa va por ahí, como queda de manifiesto en la entrevista que dio por sus 100 días de gobierno en el periódico Ideal, donde señaló que su intención es llenar Granada de «nómadas tecnológicos y artísticos» para combatir el vaciamiento de la población en la capital, que perdió más de 3.000 vecinos el último año. Si Málaga lleva de moda la última década, Granada quiere ser la nueva Málaga.
Según el arquitecto Fernando Ramos, afincado en Málaga, la idea de ese modelo no es nueva. El concepto clave es el de financiarización de la ciudad. Esto es, convertirla en un activo económico.

El arquitecto recalca que, a pesar de que esa financiarización tenga que ver con un tipo muy concreto de políticas urbanas (nuevos hoteles de cinco estrellas o nuevos museos) es la ausencia de un modelo urbano lo que propicia el fenómeno. «Sin planificación, todas las iniciativas que sean de fomento del turismo o mayor edificabilidad van haciendo una bola de nieve» que imponen un desarrollo económico. También con sus contraprestaciones. En definitiva, «deja de ser una ciudad y acaba por ser un parque temático».

Las posibilidades de Granada de «malagueñizarse» en ese aspecto son altas. Lleva sin un nuevo Plan General de Ordenación Urbana desde hace dos décadas y la transformación que vive el centro histórico resulta una copia de prácticas ya aplicadas en otras ciudades.

La apuesta por la tecnologización y la turistificación dan un retorno económico evidente, pero también favorecen una desigualdad mayor, que vecinos de toda la vida tengan que abandonar la ciudad y la práctica desaparición del comercio local.
Si nos miramos en el espejo malagueño, podemos adivinar el futuro de lo que puede ocurrir en Granada en el medio plazo. La página web «Moving to Spain» califica a Granada como una de las ciudades más baratas para alquilar de toda España y eso que el precio del alquiler se ha disparado y ha subido casi un 10% en el último año.

La aparición de los pisos turísticos allá por 2013 ha afectado enormemente a la paulatina transformación del centro. Los números reflejan hasta un 270% de crecimiento en los últimos 10 años y el cambio de políticas en el Ayuntamiento no hace sino temer que el problema pueda ir a más si el prototipo de inquilino que se busca es el de los famosos «nómadas», además del turista, lo que además implica que todos los negocios que orbitan alrededor de los residentes seguirán cambiando. Cuesta encontrar una zapatería o una ferretería y cada vez menos hallar un gastrobar o un take away. En cuanto a los comercios locales se estima que entre un 20 y un 25% de locales han echado el cierre desde la pandemia.

El problema, a largo plazo, es de «arraigo», tal y como insiste el sociólogo Ricardo Duque, que ya investigó el proceso de gentrificación en Granada hace una década, concretamente en relación con el barrio del Albaicín. «Si la gente no siente conexión con su barrio, tampoco va a tener motivos para quedarse».

Otro de los factores esenciales para el arraigo residencial es la familia. «En el momento en que familia y amigos no están, no te quedan los negocios ni vecinos, entonces el barrio no significa nada», explica. Lo más usual, de hecho, es ver cómo los pisos son heredados por los hijos de vecinos que fallecen y, en esa situación, sin capacidad de endeudarse y sin ningún factor sentimental que haga que merezca la pena quedárselo, opten por la venta. Es ahí donde, quizás, viva el nómada digital en un futuro… muy «malagueñizado».

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