MI VISITA A RUBITE DURANTE CUATRO DÍAS

Autor del texto: Valeriano González Morales

(Escritor del libro: Polopos, entre barrancos que miran al amar)

Portada: Polopos, entre barrancos que miran al mar.

Nuevo encuentro en Rubite con mi primo Cayetano y su mujer Manoli. Cuatro días con ellos, disfrutando de su compañía, el buen paisaje, el aire limpio y la buena comida que hace Manoli.

En casa de mi primo me encuentro con José Antonio «el de la bandera», amigo. Tiene un pequeño cortijo en la parte alta del pueblo, donde tiene plantados árboles frutales, viñas, etc.

Elabora vino y lo hace muy bueno, ha aprendido los mejores métodos de elaboración y hace un excelente caldo. Me regaló una botella, que la estoy disfrutando. Conocí también a Antonio Jesús Cabrerizo buen amigo de mi primo. Hablamos de mi libro: «Polopos. Entre barrancos que miran al mar» y me dijo que él escribe en el Faro y en otro periódico de Motril, que era socio de Aula de Pensamiento y que me ayudaría para presentar mi libro allí.

Los pueblos de la Contraviesa están prácticamente abandonados, quedan personas mayores y en parte subsisten por los extranjeros que se enamoran de estos lugares, por los antiguos vecinos que vuelven a sus lugares de origen, arreglan las casas de sus padres y antepasados y, con nostalgia y amor a sus orígenes dedican tiempo y recursos; los que nos fuimos de niños y jóvenes, volvemos con los brazos abiertos, llenos de amor a esta tierra, que está siempre con nosotros.

Sobre el autor de: Polopos, entre barrancos que miran al mar.

HAZA DEL LINO

Visita con mi primo a la Haza del Lino, para ver la parte construida más antigua. Esa parte queda por detrás de lo que era la Venta y la casa de los «peones camineros» (El peón caminero fue en España el operario de cuidar a pie, en cada legua, que era la unidad de distancia equivalente a cinco kilómetros y medio). Estas casas están al otro lado de la planicie de la vega.

Mi padre, que fue albañil, fue a arreglar un tejado y una terraza -en aquellos años aún vivía alguna familia- cuando yo era un crio, había subido con él a la Haza del Lino y, me pareció una preciosa villa romana, con unas espectaculares vistas al mar, una vega sembrada de maíz, con hermosos manzanos llenos de fruta; todo rodeado de un bosque de alcornoques y encinas. Pensaba que aquellas personas tenían un privilegio especial, de vivir cerca en un cielo, desde el que se veía el mar, en un gran horizonte en el que cabía un continente de perfil, el africano… Esta parte de la Haza del Lino está olvidada y abandonada, de lo que fueron casas solo quedan los muros y las piedras diseminadas por el entorno. Unas casas se conservan mejor y estuvo la casa que sería de los señores, lugar de veraneo de los dueños de este territorio, que vivían en Motril. Esta casa aún conserva una estética y una construcción de categoría: una terraza con hermosas vistas, techos con bóvedas, chimenea, horno bien conservado, tejados con las tejas, escaleras para subir al piso superior y a la terraza. Al lado está el tronco seco del alcornoque donde se hicieron la foto famosa Lorca, Manuel de Falla y sus amigos en enero de 1926. Lo visitaron en un recorrido por La Alpujarra, pasando por Órgiva, pernoctaron en Bayácar, llegaron en un lujoso descapotable (landeau) de su amigo José Luna abogado y político liberal.

Mi padre hablaba con los de la Haza del Lino, de los sucesos que habían pasado en aquel entorno, de los guerrillero después de la Guerra Civil. De los enfrentamientos armados con la Guardia Civil, en una de estas casas mataron a un guerrillero, mientras comía migas con la familia, el marido había aprovechado para denunciarlo al cuartel de Sorvilán… Aquel sitio quedó en mi recuerdo, como un lugar de leyenda, con una mitología de héroes desgraciados.

El rey Alfonso XIII en 1917 visitó la Haza del Lino. Fue recibido en Órgiva por el diputado a Cortes y subsecretario de Instrucción Publica el albuñolense Natalio Rivas. En la Haza del Lino fue agasajado por los alcaldes de la zona: de Torvizcón, Sorvilán, Alfornón, Albondón, Albuñol, La Rábita, Polopos…al pueblo al que pertenecía la Haza del Lino y por el diputado a Cortes Antonio Moreno Pérez de Polopos. No pudo ver el mar, ni las costas africanas, las planicies costeras…por la niebla que había y por la nieve. A pesar de todo, el rey dijo a Natalio Rivas: «felicito a usted por representar a la Región más pintoresca de España».

El día que fuimos a la Haza del Lino pasaba una vuelta ciclista: Lanjarón-Lanjarón, «Alpujarra Magna», pasando por los pueblos de Pampaneira, Pitres, Trevélez, Jubiles…Bérchules, Cádiar, Torvizcón, Haza del Lino, con avituallamiento en el castaño tricentenario, y Órgiva antes de regresar a Lanjarón., con 1318 m de desnivel acumulado. No lo sabíamos y tuvimos que esperar a que pasaran todos los ciclistas, aprovechando para seguir bebiendo el buen vino de la zona y las buenas tapas que dan en el restaurante.

Valeriano González Morales, autor de Polopos, entre barrancos que miran al mar.

BARGÍS

Después de Haza del Lino nos fuimos al pueblecito de Bargís. En su tiempo tuvo algo más de 300 habitantes, actualmente solo tiene uno. Nos oyó hablar y salió a saludarnos, a la entrada de su casa hay un precioso «tinao», habló con nosotros un buen rato, y en un momento dado entró en la casa a apagar el fuego, pues nos dijo que estaba preparando un arroz. Es agricultor, pastor y guardián de casi todo lo que se ve. Nos dijo que la campana de la iglesia se la llevaron a Berja, donde sigue todavía con una inscripción con el nombre de Bargís. Vimos unas ruinas de un buen edificio, que nos dijo que habían sido las escuelas y que en su mejor tiempo hubo más de 100 niños. En Bargís de Abajo están las ruinas de la iglesia y el cementerio, bien cuidado, hace muchos años que no se entierra a nadie. Entorno maravilloso de encinas, olivos, almendros, y alguna vega.

El origen de Bargís se debe a época romana. Con la llegada de los árabes se establecieron una serie de asentamientos en ambas caras de la Sierra de la Contraviesa. En el siglo XI Al Udrí habla de la existencia de Yuz de Bargís, al que probablemente estaría adscrito Rubite
Bargís, lugar de encanto oculto, recomendada para los amantes del senderismo. Fue habitado por un comunidad de hippies.

Contraportada de Polopos, entre barrancos que miran al mar.

POLOPOS

Otro día, muy de mañana salimos de Rubite, mi primo y yo, nos fuimos ha hacerle una visita a Polopos. Dimos una vuelta por sus calles, vacías de gente pero, llenas de recuerdos para mí. La casa donde viví con mis padres y hermanas -ahora casa de turismo rural-, la parra en la casa que fue de mi abuelo, la plantó mi padre, aún está viva y sigue echando buenas uvas «montuas». El recuerdo triste, de ver de niño a un hombre anciano, llevado en unas parihuelas después de haberse despeñado en el campo. Allí seguían estando los mismos trancones mohosos y la misma puerta envejecida por donde entraron a su casa. Percibí un silencio del más allá, con las miradas de resignación de los que lo portaban.

Llevaban a un hombre que ya no estaba entre nosotros…Fuimos saludando a los numerosos gatos, que estaban hablando de ratones y tomando el sol en las puertas de las casas, -muchas vacías-. Fui hablando con los pocos habitantes que viven todo el año en el pueblo.

Entramos en la iglesia, estaba la puerta abierta, unas mujeres estaban de limpieza. Al entrar me deslumbro por la belleza, al fondo un precioso retablo con una belleza sublime, el suelo limpio reflejándose todo el conjunto, el techo, una parte de madera artesonada. Me fui quedando cada vez más pequeño, hasta casi desaparecer. Me preguntaba donde están los fieles que llenaban la iglesia antaño. Algunos nos fuimos a buscar una vida mejor, otros fueron pasando por aquí dentro de una caja de madera que, el cura rociaba con un gran hisopo. Almas en el aire del tiempo para siempre jamás, en una eternidad de los que los recordamos mientras estemos vivos…

Nos encontramos con S… y nos invitó a su bodega a tomar un vasillo de su vino. Tiene poca cosecha, pero muy bueno. Los vinos de Polopos, antaño tan bien valorados en Granada, ahora quedan como algo testimonial, se han ido abandonando las viñas, una pena.

Cuando estábamos en animada tertulia en la bodega llegó el amigo J…,él nació en Los Barriales (Los Garcías) y nos contó una historia que le pasó en el cortijo cuando tenía doce años. Murió un vecino. Él estaba en la casa acompañando al enfermo. Faltaba agua en la casa y la mujer le dijo, voy a la fuente y en un momento estoy de vuelta; pero pasó que al poco de irse, el hombre expiró quedando como dormido…Cuando llegó la mujer y vio que había muerto, le dijo al niño que corriera a decirle a su hijo, que estaría en camino a Polopos y había ido a avisar al médico para que viniera a visitar al enfermo. J… corrió y encontró al hijo a medio camino, diciéndole que su padre acababa de morir y no hacía falta la urgencia del médico. Los dos jóvenes llegaron al pueblo, primero avisaron al doctor y se fueron al que tenía las cajas de muerto para aprovechar el viaje, llevarían una para Los Garcías. El hombre les dijo que como el trayecto era largo él los llevaría con la caja en su coche hasta la loma cerca de Sorvilán y, desde allí ellos dos a hombros la transportarían hasta el cortijo donde estaba el muerto. Nos contaba J… que como fue un día de mucho viento lo pasaron muy mal y perdura en su recuerdo como una pesadilla. El viento los llevaba de un lado a otro como si estuvieran borrachos. En una vuelta del camino ya cerca del cortijo el aire era tan fuerte que no podían pasar la lomilla, a los dos jóvenes junto con la caja vacía los arrastró por los suelos revolcándolos sobre la tierra. El cortijo de Polopos estará entre tres y cuatro kilómetros y para todos los servicios había que ir a Polopos, incluyendo los enterramientos. J de niño había ido a la escuela andando con su cartera de cartón y con los pocos libros que se necesitaban. A los niños de entonces, desde muy pequeños se les daba mucha responsabilidad, que por edad no les correspondía. Se les dejaba libres en la calle hasta la hora de comer o de dormir…

Valeriano González Morales, Polopos, entre barrancos que miran al mar.

ÓRGIVA

El día de vuelta a Granada, mi primo me trajo con su coche hasta Órgiva, desayunamos en un bar, y me quedé hasta la tarde. Fui a la librería Atlántida donde en otra ocasión había dejado libros de: POLOPOS Entre barrancos que miran al mar» habian vendido cuatro. Compre un librillo: Guía lorquiana de la Alpujarra, venían las fotos que García Lorca se hizo en la Haza del Lino…

Después me fui a la biblioteca de Órgiva a donar un ejemplar. Hable con la secretaria que me atendió muy amablemente y resulto ser de Rubite, hablamos un buen rato. Allí vivió un hermano de mi padre después de casarse con una rubiteña.

En la sala cervantina de la biblioteca copie unos párrafos del quijote: «en un lugar de La Alpujarra…» Carmen, la bibliotecaria me hizo una foto de tan interesante acto, para la biblioteca y para mi recuerdo personal.

Alberga una de las colecciones más importantes que existen en España sobre el Quijote. La colección se inicia en 1967 por el bibliotecario Agustín Martín Zaragoza, entusiasta del quijote. La donación de un ejemplar de parte de del entonces príncipe D. Juan Carlos y que firmó en 1994 ya entonces rey a su visita a Órgiva. Actualmente la colección formada por más de trescientos ejemplares quijotiles, veinte ejemplares en distintos idiomas. También numerosas pinturas en la entrada de la biblioteca y la importante estatua de D. Quijote.

«Hay almas a las que uno tiene ganas de asomarse,
como a una ventana llena de sol» -G. L.-

Estamos tocados por la muerte, pero también
por la belleza y lo sublime,
«Queremos vivir porque la vida es un gusto».

¿Qué información le vas a dar a un programa informático para que sienta el amor? No va a sentirlo».

«Me alejaré de este paisaje -pensé- antes de que el sol se ponga.

Me llevaré conmigo un recuerdo envuelto en toda su belleza».

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