MOTRIL EN 1914 Y EL GRAN MITIN DE PABLO IGLESIAS
En 1914 Motril era una ciudad de unos 17.000 habitantes con muchísimos problemas políticos, económicos, sociales y de infraestructuras, que durante años de infructuosas gestiones por parte de las clases políticas burguesas de la época no habían conseguido resolver, y se vivía en un permanente estado de crisis que convertía a la ciudad en un polvorín que podía estallar en cualquier momento.
Algún articulista de la prensa granadina afirmaba: “A esta desgraciada zona costeña, cuyo estado de postración es bien notorio, debido a la apatía de sus moradores; a la escasez de vías rápidas de comunicación para el trasporte de sus tropicales frutos y a la falta de protección de los gobiernos; a esta, repito, desgraciada zona le espera un terrible invierno (…), esto ha creado una situación angustiosísima, no solo a la clase trabajadora, sino también a los labradores que viven de sus cosechas. Se avecina, por tanto, un difícil conflicto y la opinión, saliendo de su habitual marasmo, comienza a preocuparse por el problema».
Los políticos locales que decidían en el Ayuntamiento o eran representantes de la comarca a nivel provincial o nacional, estaban más preocupados por sus luchas de poder que por resolver los problemas motrileños. El Ayuntamiento salido de las elecciones municipales de 1913 de mayoría del Partido Liberal y dirigido por el alcalde Francisco Pérez Santiago, había sido destituido por el gobernador civil y acusados, concejales y alcalde, de apropiación indebida de fondos municipales. Todos fueron procesados.
El 1 de enero de 1914 el gobernador, señor Tejón y Marín, nombra alcalde de Motril a Gaspar Esteva Ravassa miembro de Partido Conservador y como concejales interinos a hombres fieles al nuevo alcalde y conservadores: Antonio Trujillo Carmona, Francisco Romero Valdivia, Francisco Hernández Ortega, José Hernández Aguado, Miguel Hernández Ortega, Jerónimo Tros de Ilarduya, Inocencio Ortega Manrrubia, Victoriano Azpiolea Bellido, Enrique Pérez Almanza, Diego Martínez y Martínez, Juan Ramírez Sánchez, José Alonso García, Francisco Rioja Rubio, Enrique Terrón Castillo, Francisco Jiménez Cuevas y Gerardo Murillo. Estos concejales se negaban a tomar posesión de sus cargos, sin saber que había pasado con 25.000 pesetas que, de diversas recaudaciones, había en el Ayuntamiento y el alcalde saliente se había llevado a su casa.
Por su parte, el Partido Liberal motrileño inauguraba a primeros de enero el local del Circulo de la Juventud Liberal de Motril, a la que asistieron importantes miembros del partido a nivel nacional como el prestigioso diputado Niceto Alcalá Zamora, Isidro Romero Civantos, diputado por Motril, y los diputados provinciales Antonio Puchol y Luis Velázquez García. El acto, que llenó totalmente los locales del Círculo, lo dirigió Luis Cuevas Jiménez, presidente de la Juventud Liberal motrileña.
Una de las primeras decisiones del nuevo Ayuntamiento fue el dedicar la calle donde estaba la Casa de la Palma a la marquesa de Esquilache, lo que fue aprobado por unanimidad, aunque seguían los enfrentamientos políticos. Los liberales se quejaban que el Ayuntamiento conservador había situado guardias municipales en las puertas de las posadas y tabernas, cuyos dueños simpatizaban con las ideas liberales de Romero Civantos. Conseguían así, que nadie entrase en ellas y molestaban a quienes lo intentaban, con los que prácticamente tenían que cerrar a primeras horas de la noche. Romero Civantos afirmaba que se perseguía con saña a sus amigos políticos, algunos de los cuales se habían tenido que ir de la ciudad, por miedo a sufrir atentados personales. En marzo un policía municipal bofeteo a Antonio Martin Bustos por su apoyo al Partido Liberal. En abril el alcalde declaró al periódico liberal “El Eco de Motril” publicación clandestina, por no haber presentado escrito a la alcaldía comunicando su publicación. Se prohibió su circulación y se procesó a su director Eugenio Jiménez Cazorla, que alegó, en su defensa, que el periódico llevaba en la calle cuatro años y que tenía en su poder el resguardo de haber presentado el citado escrito.
José Garcés Herrera intelectual motrileño y amigo de Esteva Ravassa, escribía en el “Noticiero Granadino” que las acusaciones que Romero Civantos y sus correligionarios hacían de ser perseguidos por el alcalde y los conservadores, eran falsas y que el Ayuntamiento liberal había sido destituido a causa del procedimiento criminal seguido por su pésima gestión municipal y que el anterior alcalde, Francisco Pérez Santiago era “analfabeto, sin prestigio y malversador”. Acusaba, también, al policía municipal José Guillen, partidario de Pérez Santiago, de ser uno de los autores de apaleamiento que sufrió el cura Peinado, por sus manifestaciones a favor del diputado conservador José María Márquez.
En las elecciones a Cortes de primeros de marzo, se enfrentaron como candidatos por el distrito de Motril, José María Márquez y Márquez por el Partido Conservador e Isidro Romero Civantos por el Liberal. El periódico “El Motrileño” fue el órgano oficioso del candidato conservador. Salió elegido José María Márquez que contó con el decidido apoyo del alcalde Esteva Ravassa y de una agrupación de votantes presidida por Francisco Rojas Herrera, que se había constituido en febrero para apoyar al candidato que más garantías ofreciere para desarrollar proyectos de mejora para Motril; tales como la canalización del rio Guadalfeo, la constitución de una comunidad de regantes, la construcción de un nuevo mercado y matadero, la canalización de aguas portables y la construcción de un sistema de alcantarillado.
El día 11 de marzo para celebrarlo se hizo una gran fiesta en el teatro Calderón, que aparecía adornado profusamente con colgaduras y plantas y rebosante de público, asistiendo la “gente más selecta de Motril”.
Pero el resultado de las elecciones fue impugnado por Romero Civantos y el Tribunal Supremo, anuló el acta de diputado de Márquez y la discusión sobre la llamada “Acta de Motril” llegó hasta las Cortes, donde se produjeron acalorados debates. En Motril el 12 de abril se organizó un mitin y manifestación a favor de Márquez, con más de 3.500 asistentes y donde hablaron el alcalde Gaspar Esteva, Sánchez Rosales, López Rojas y Garcés Herrera. Por su parte, la Juventud Liberal de Motril protestó ante el Gobierno por ese acto, al considerarlo irrespetuoso con la decisión del Tribunal Supremo.
Mientras todo esto ocurría y los viejos políticos de la burguesía motrileña se enfrentaban por el poder político y el mantenimiento del control económico y social, los verdaderos problemas de la ciudad seguían sin resolverse. El tan ansiado ferrocarril de la costa seguía sin construirse a pesar de las numerosas comisiones de notables granadinos que viajaron a Madrid sin obtener ningún resultado. Banquetes no faltaron. La carretera a Granada seguía siendo un completo desastre. No se habían terminado las carreteras que unían Motril con Málaga y Almería. No se había canalizado el rio Guadalfeo a pesar que llevaban dándole vueltas al proyecto desde hacía 100 años y era muy deficitario el sistema de agua potable que apenas llegaba a los barrios y no se había construido un alcantarillado, lo que ocasionaba numerosas enfermedades. Las obras del puerto estaban paralizadas desde hacía un año y se habían quedado en paro algo más de 1.000 obreros. Había una gran falta de trabajo y corrían rumores de manifestaciones y conflictos.
La vega, principal factor económico, tenía en cultivo unos 35.000 marjales, de los cuales se dedicaban 29.000 a cañas de azúcar y resto a maíz, judías, patatas y huerta. El problema era que los precios de la caña ofrecidos por los fabricantes de azúcar, especialmente por la Sociedad General Azucarera de España, eran muy bajos y apenas los pequeños y medianos labradores conseguían costear los gastos del cultivo, con lo que la efervescencia contra los fabricantes era enorme. Además, las fábricas, tenían la costumbre de retrasar el inicio de la campaña al máximo, para conseguir, con la desesperación de los cultivadores, precios más bajos; lo que, también, producía más paro entre los obreros industriales. El proyecto de reforma de la Ley de Azucares que se discutía en la Cortes, produciría grandes perjuicios a los cañeros motrileños.
Para colmo, desde febrero se estaba produciendo en Torrenueva una epidemia de fiebres tifoideas que no se conseguía atajar y que había sembrado el pánico entre los habitantes de la localidad, donde se decía que había más de 500 enfermos. La epidemia, afirmaban, se debía al abandono de las más mínimas condiciones higiénicas y a que las aguas potables estaban contaminadas por filtraciones del cementerio. El miedo a la infección llegó hasta Motril. Algunos de los enfermos torreños se trajeron al hospital de Santa Ana y dos de las hermanas de la Caridad que los atendían se contagiaron y murieron, con lo que los vecinos de la ciudad se opusieron a que se trasladasen a Motril enfermos. La solución estuvo en habilitar la iglesia de Torrenueva como hospital provisional de tifoideos. También, los habitantes del Varadero empezaron a temer que el tifus llegara a su barrio, que estaba bastante abandonado por las autoridades municipales. El Varadero en esta época tenía entre 120-130 casas, la mitad de ellas no tenían retretes, usándose para ello la vía pública, especialmente el trozo de camino entre la carretera y la plaza que, como no se parcheaba, estaba convertido en un lodazal donde los vecinos arrojaban basuras y pescados. Era una fuente de infección. Algunos vecinos pedían al alcalde que se clausuraran las casas sin retretes y sin ventilación y que se obligara a los dueños de las viviendas a higienizarlas, prohibiéndose que las calles del Varadero sean “verdaderos establos”.
En este complicado contexto de una ciudad al borde de un enorme conflicto, se crea en abril de este año de 1914 la “Democracia Social”, agrupación socialista federada al Partido Socialista Obrero Español, seguramente iniciada por algunos obreros azucareros y auspiciada por el socialista granadino Manuel Yudes. Posiblemente el primer acto público donde participa la Democracia Social, fue en la formidable manifestación del día 1 mayo donde asistieron más de 10.000 personas.
La Agrupación Socialista se reunía con regularidad en su sede que dispusieron desde el 16 de mayo, aunque al principio el alcalde les había ocasionado algunos problemas. Para solventarlos, una comisión visitó al gobernador civil y la entrevista debió surtir efecto, ya que desde entonces Esteva Ravassa no les puso ningún impedimento.
El domingo 5 de julio, Manuel Yudes viajó a Motril para dar una conferencia en el acto inaugural de la nueva sede socialista de la Calle Nueva. El local, a pesar de ser grande, se llenó al completo y la conferencia de Yudes versó sobre el desarrollo de las ideas socialistas.
El día 7 ese mismo mes se crea la nueva Junta Directiva de la Democracia Social de Motril:
Presidente: Manuel Peña
Vicepresidente: Miguel Castillo
Secretario Primero: Eduardo Castro
Secretario segundo: Francisco Antonio Domínguez
Tesorero: Juan Godoy
Contador: Antonio Burgos
Vocales: Eduardo Fernández, Fernando Sánchez, Francisco Antúnez, Rafael Herrasti y Enrique Díaz.
Junta de Revisión de Cuentas: Antonio Olmos, Francisco Pinos y José Jiménez
Mesa de Discusión:
Presidente: Modesto Espejo
Secretario: Antonio Loren
Vocales: Francisco Díaz, Francisco Rueda y Miguel Ocete
Con estos nombramientos y algunas consideraciones finales que, con respecto a la organización, hizo Manuel Yudes, se acabó la reunión dando vivas a Pablo Iglesias, al Socialismo y a Carlos Marx. Asistieron más de 800 afiliados, a los que se anunció un próximo mitin contra la guerra de Marruecos.
El 18 de julio la Democracia Social inauguró una escuela en el Centro Obrero, el acto estuvo muy concurrido, haciendo uso de la palabra el presidente Manuel Peña, el secretario Eduardo Castro y el profesor Andrés Márquez; todos hicieron hincapié en la educación como base primordial e indispensable para la clase obrera. Por esta fecha la agrupación socialista tenía ya 1.050 afiliados.
El escenario económico y social motrileño seguía siendo muy complicado al inicio del verano:
“Al sentir esa muy honda tristeza que causa en el alma el grupo de esos desheredados seres que emigran; al mirar las necesidades de un pueblo, el abandono de su cultivos, la miseria del mayor número de sus moradores, cogemos la pluma y pedimos pan para esos desamparadas que sin alzar un solo grito de protesta sufren resignados la pobreza, esa miseria que unos falsos políticos nos legaron. (…) Preciso fuera hacer algo más de lo que hasta ahora se tiene hecho, con tal de que nuestro agricultor no emigrase; para que los silbatos de una locomotora vinieran pronto a consolar al niño que hambriento llora en las faldas de su madre; para que en ese puerto de Motril, aun no terminado, viéramos deshecho en el espacio, el humo que vomitan las calderas de un vapor que arriba, y para que pueblos enteros no fueran forzosamente arrancados de sus viviendas, dirigiéndose a lejanos puertos para esperar, tal vez con amargas lágrimas, el momento triste que un gigantesco trasatlántico parta hacia extranjera tierra, conduciendo a centenares de trabajadores, de honrados españoles, que en su patria ya no puede vivir”.
En septiembre la situación era ya era prácticamente insostenible, la crisis económica era muy profunda, la exportación de los productos locales era imposible por el mal estado de las carreteras debido a las primeras tormentas. Había miles de obreros sin trabajo, con lo que se temía un grave estallido social. El descontento y el malestar entre las clases trabajadores era muy palpable y la situación era angustiosa. Había mucha hambre y mucha desdicha en Motril. Las obras de puerto se habían paralizado por completo por no haberse tramitado la ampliación de la dársena y muelles y se habían despedido a 1.590 trabajadores. Se pedía que se siguieran las obras de la carretera a Calahonda y la construcción de ferrocarril, lo que absorbería mucha mano de obra.
En esas fechas seguía avanzando el movimiento socialista en Motril, la enorme crisis existente no impedía que estos hombres comprometidos lucharan con fuerza por sus derechos. Ya se habían creado ocho gremios profesionales y una exitosa cooperativa de fabricación de pan. El domingo 6 de septiembre se dio una conferencia en el Centro Obrero sobre la neutralidad en la Guerra Europea. Intervinieron Manuel Peña, presidente, Eduardo Castro, secretario y presidente de la Juventud Socialista y Antonio Manzano, presidente de la Agrupación Socialista de Granada. A final habló Manuel Yudes, pidiendo que se tenga en cuenta “la honradez y la entereza que observan los compañeros de La Marítima Socialista Motrileña, prefiriendo sufrir necesidades, antes que perder la huelga que hoy sostienen”. Continuó explicando que las organizaciones “hay que afianzarlas para que prosperen y sean grandes y para esto hace mucha falta olvidar rencillas y venir a este Centro con afán; poner todo cuanto podáis de vuestra parte y el triunfo será nuestro”. Terminó con frases muy duras para los partidarios de la intervención española en la Guerra Europea, diciendo “que los que proponen tal cosa son locos o malvados”. El acto concluyó con el himno de La Internacional, cantado por la Juventud Socialista.
El día 13 de este mes, se desarrolló una multitudinaria manifestación organizada por la Agrupación Socialista para pedir al alcalde que solicitara al Gobierno de la Nación ejecutar las obras públicas pendientes en Motril y así paliar el gran paro obrero existente en la población. “Los obreros de Motril piden trabajo y si no se les atiende, la situación será cada día más difícil, más angustiosa, y no es fácil predecir, a qué punto podría llegar”.
Es posible que para aliviar esta situación de inquietud popular, llevase al alcalde Esteva Ravassa a plantear unas Ferias de Octubre que tuviesen una extraordinaria brillantez. Se creó una comisión de fiestas con los siguientes cargos:
Presidente: Federico Pérez
Tesorero: Domingo Moyano
Secretario: Antonio Rosales Villareal
Vocales: Fernando Díaz, Paulino Bellido, Jerónimo Tros, Francisco Jiménez Cuevas, José Garcés Herrera, José María Banqueri, Ricardo Ortega Herrera, Placido Velazco y Antonio Herrador.
La comisión decidió hacer el ferial en Las Explanadas, el paseo bajo estaría muy bien adornado e iluminado con focos eléctricos y el paseo alto decorado con arcos y banderines.
El programa de festejos fue el siguiente:
Domingo 11 de octubre: Alborada y repique general de campanas, cohetes y palmas. Diana de la Banda de Música por la calles de la ciudad. A las 12 del mediodía, proclamación de los cultos a la Divina Pastora en su iglesia. A las 7 de la tarde, novenario y a las 9 de la noche inauguración de la feria y velada amenizada por la Banda de Música.
Lunes 12 de octubre: A las 10 de la mañana, reparto de pan a los pobres. A las 4 de la tarde, cucañas en Las Explanadas. 9 de la noche, velada amenizada por la Banda de Música.
Martes 13: A las 4 de la tarde, elevación de globos fantoches en Las Explanadas. A las 9 de la noche, velada.
Miércoles 14: A las 4 de la tarde, recepción de la Caravana Automovilista Granadina. A las 9 de la noche, inauguración del alumbrado de Las Explanadas. A las 10 de la noche, gran baile.
Jueves 15: A las 6 de la mañana, inauguración de la Feria de Ganado. A las 5 de la tarde, carrera de bicicletas. A las 9 de la noche, kermesse en Las Explanadas y velada en el real de la feria.
Viernes 16. Segundo día de la Feria de Ganados. 4 de la tarde, corrida de novillos. 9 de la noche, función de gala en el Cinema Sexis y velada en Las Explanadas.
Sábado 17: Tercer día de Feria de Granado. A las 12 del mediodía, Pública de las Fiestas con Gigantes y Cabezudos, cedidos por el Ayuntamiento de Granada. 4 de las tarde, fiesta escolar y a las 9 de la noche, castillo de fuegos artificiales en Capuchinos.
Domingo 18: 10 de la mañana, función religiosa a la Divina Pastora. 4 de la tarde corrida de novillos. 7 de la tarde, Procesión de la Divina Pastora. 9 de la noche, velada en Las Explanadas y a la medianoche, retreta y traca final de fiestas.
Precisamente el último día de la Feria de Octubre, fue el elegido por la Agrupación Socialista para que Pablo Iglesias, líder del PSOE, diese un mitin en la ciudad. Seguramente fueron Manuel Yudes y el ingeniero motrileño Florencio Moreu Díaz, amigos íntimos de Iglesias, los que consiguieron que viniese a Motril, respaldando con su presencia el éxito y la fuerza que estaba teniendo el socialismo motrileño.
Pablo Iglesias llegó a Motril a las 12,30 del mediodía acompañado en el coche por Fernando Moreu, Manuel Peña, Fernando Almoguera y Manuel Yudes. Desde un trecho de la carretera antes de entrar a Motril, lo esperaban más de 2.000 personas y todas las sociedades obreras locales con sus banderas. La bandera de la Agrupación Motrileña abrió la marcha y las miles de personas llegaron con dificultad hasta el Centro Obrero de la Calle Nueva. Los vivas al Socialismo y a Pablo Iglesias no cesaron en todo momento y el líder socialista tuvo que salir al balcón del Centro a saludar a la multitud. Sus palabras fueron de agradecimiento por la acogida que le habían dispensado y pidió, a los asistentes, que se disolviesen con orden.
El “meeting” se inició a la tres de la tarde en la explanada de la Rambla de Capuchinos, donde se había levantado una tribuna adornada con todas las banderas de los centros y sociedades obreras locales. Inicio el acto el presidente de la Agrupación Manuel Peña que hizo las presentaciones y cedió la palabra a Eduardo Castro, presidente de la Juventud Socialista. Castro intentó, en su discurso, demostrar que las ideas socialistas era las mejores, recomendando la unión de los todos los oprimidos. A continuación intervino Manuel Yudes, haciendo historia de las doctrinas de Carlos Marx y señalando que la clase media al final tendría que unirse al Socialismo. “¿Cómo vamos a estar conformes los que luchamos por nuestras ideas con la sociedad presente? ¿Es justo que mientras hay quien se acuesta sin comer, haya rico que tire lo que le sobra y se vean esos cuadros de dolor y miseria, tantas criaturitas descalzas, harapientos, sus padres anémicos, sin casa, sin luz, ni ventilación y sin que tengan siquiera lo más necesario? Terminaba, recomendando a los obreros estar muy unidos para no ser explotados por la clase burguesa. Una enorme salva de aplausos acompañó las últimas palabras de Yudes.
En ese momento se levantó Pablo Iglesias, el aplauso y los vivas de la multitud congregada, más de 5.000 personas, fue ensordecedor. El discurso no fue largo. Habló de las ventajas que, por la organización obrera, ha ido obteniendo la clase trabajadora. Expuso la finalidad del programa socialista, explicando con claridad los procedimientos que el Partido Socialista empleaba para conseguir sus fines, que son la emancipación de la clase trabajadora. Intentó demostrar como el capital es el mayor factor que tiene el Socialismo, “pues ejerciendo con la clase trabajadora mucha tiranía, hace que esta vaya buscando la unión con sus compañeros, para defenderse de las garras del capitalismo”.
El discurso del dirigente del Partido Socialista Obrero Español, concluía con un consejo a los motrileños: “Motrileños, yo no conozco este pueblo, pero por las noticias que tengo de él, parece que hay algo de tirantez entre los obreros y patronos. Eso no debe existir, pues como los patronos y gentes acomodadas de este pueblo sigan por este camino, cada vez se ahondaran más las diferencias y tened en cuenta que el que siembra vientos, recoge tempestades”.
Una ovación delirante que duró 15 minutos, puso el punto y final al mitin. La muchedumbre se disolvió ordenadamente. No hubo ningún incidente y de nada sirvieron las grandes precauciones tomadas por las autoridades. Esa misma noche, Pablo Iglesias regresó a Granada.
El corresponsal en Motril del “Noticiero Granadino”, Garcés Herrera, citaba que el acto resultó deslucido y frio y que al coincidir con las fiestas de la ciudad y una corrida de toros, se le restó importancia al mitin. Mencionaba que Iglesias, en tono de apóstol o predicador, hizo un discurso elocuente de exposición del programa y aspiraciones del Socialismo. Hubo en el mitin, decía, “muchos elementos que ni están ni pueden estar con el Socialismo”. “No pudimos ver allí el calor de pasión y de entusiasmo de un núcleo socialista tan numeroso. O el discurso del jefe no les llegó o que mucha parte de los correligionarios de Pablo Iglesias estaban en los toros”.
De todas maneras y a pesar de lo que aludía Garcés, el éxito de la Agrupación Socialista motrileña la “Democracias Social”, con el mitin de Pablo Iglesias fue formidable. Reunir a más de 5.000 personas en una ciudad como era el Motril de 1914, tan dócil políticamente a los viejos caciques y unas clases populares tan iletradas y, además, compitiendo con la feria y los toros, no fue tarea fácil. Lo consiguieron y mostraron la fuerza del socialismo motrileño en esos difíciles años iniciales del siglo XX.
A finales de octubre la situación en Motril era gravísima. Varios miles de trabajadores en paro, una administración municipal que no tenía fondos para intervenir y mejorar la situación, las obras públicas paralizadas y cientos de familias en la más profunda miseria. Se temían altercados y alteraciones del orden público.
La solución propuesta por la burguesía local, ante esta terrible situación, fue la caridad y para ello se celebró el 25 de octubre de una novillada benéfica para los pobres de Motril, organizada por el director del periódico “El Motrileño”, Antonio Rosales Villareal, en la plaza de la calle Tercia, para el lucimiento de las más bellas señoras y señoritas y de algunos caballeros de las “principales familias de la ciudad”.
El palco de honor lo presidia la señora de Ricardo Burgos Careaga, acompañada de María Luisa dela Torre, Lolita Burgos Martell, María Pérez Granés y Conchita Tuset. Los novillos pertenecían a la ganadería de Burgos Careaga y fueron lidiados a caballo por Placido Jiménez Ulla y Luis Martín; y a pie por Florencio Moreu Díaz, José Arcos Ocete, Julio Videras Ruiz, Marino Hernández Cuevas, Juan Sevilla Cazorla, Emilio Moreu, Francisco Herrador, Antonio Cortés, Francisco García Aijón y el susodicho Antonio Rosales Villareal.
“Motril, este día, ofrecía el aspecto de las grandes ciudades en días clásicos de toros, el ir y venir de los carruajes enjaezados; las bellísimas manolas con mantillas, vistosos trajes y pañolones de Manila de largo fleco”.
Pero ese no era el Motril real. La animación en la ciudad era muy escasa, el comercio muy disminuido. La necesidad mucha y el trabajo muy poco. Los talleres de caridad de María Esteva y de Esperanza de la Torre no daban abasto para repartir ropa a los pobres motrileños, en un invierno bastante frio. La Navidad trascurrió en medio de la mayor desanimación.
El día 25 de diciembre la Democracia Social celebró un mitin muy concurrido para pedir al Gobierno trabajo y la libertad de todos los presos políticos.
Se esperaba que el inicio de las prometidas obras de la carretera a Calahonda, aliviara un poco la situación. Para la obra del trozo de carretera desde Motril a Torrenueva, que había conseguido en octubre de Pablo Iglesias del ministro de Fomento, solo se habían librado por el Gobierno 42.000 pesetas para las expropiaciones y ello daba algunas esperanzas a los obreros motrileños, pero no había fecha para iniciar los trabajos.
Acababa 1914, un año que empezó mal y mal terminaba.