Rubialeslandia
Once días después de la mayor gesta del balompié femenino español y por obra y gracia de uno de los personajes más tóxicos de la historia del fútbol patrio, este país se ha convertido en «Rubialeslandia», un lugar de frenopático, donde los pájaros disparan a las escopetas, por el mar corren las liebres y por el monte las sardinas.
El vomitivo discurso de nuestro paisano ante la asamblea general de la Real Federación Española de Fútbol que dejó ojiplático a la casi totalidad de este país y parte del extranjero, fue el banderazo de salida para que el machirulismo cañí, el club de la caspa, la gran orden de la zafiedad y la grosería y el catetismo más rancio del solar hispánico, se pusieran en primer tiempo de saludo, a la hora de defender las esencias patrias, empezando por la de «la mujer en casa y con la pata quebrada», «la maté porque era mía» y «es que iba provocando.
La «cacería», de la que Rubiales denunciaba ser víctima, es la que se ha decretado contra su víctima, colocando a Jenni Hermoso, en el punto de mira de redes sociales, panfletos de la fachosfera, aprendices de Goebbels y meritorios de Vox, que ven en el motrileño la gran esperanza blanca para el partido de Santiago Abascal, como quedó demostrado en su discurso del pasado viernes, que firmaría con sangre el más integrista militante del partido del diccionario.
Mientras la FIFA le suspendía por tres meses, la RFEF pedía su dimisión y le retiraba todas sus prebendas económicas y de infraestructura; mientras la ONU le ponía como ejemplo de todo aquello que no se debe hacer en aras de la igualdad; el New York Times, The Guardian, la BBC, L´Equipe y los principales medios de comunicación internacionales se hacían cruces de su mitin tardomedieval, Rubiales decidía poner a Motril en el mapa, porque como todo el mundo sabe, a los dictadores patrios siempre les ha gustado que su patria chica se vincule a sus «grandes gestas». Ahí está sin ir más lejos, «Paca la Culona», como fue bautizado Franco por Queipo de Llano, que dio apellido a su localidad natal, el Ferrol, a la que durante décadas, conocimos como «del Caudillo».
Rubiales anuncio a bombo y platillo que se iba de vacaciones a su Motril natal, donde además iba a jugar un partido de fútbol, suponemos que entre los equipos de «casposos» contra «chuloputas». A la vista de lo que se venía encima, la alcaldesa, Luisa García Chamorro, negó la utilización del estadio municipal a semejante banda, fuera a ser que al encuentro se apuntara lo más granado del gañanismo patrio.
El caso es que el team Rubiales es mucho team y a las pocas horas del evento deportivo frustrado, mientras el padre de la criatura «abrasaba» el whatsapp enviando «urbi et orbe» audios delirantes, en los que aseguraba que todo estaba bajo control, la señora madre del ecce homo federativo decidía encerrarse en una iglesia y no probar bocado, hasta que «Jenni dijera la verdad», completando así el esperpento que ha sido reproducido por toda la prensa nacional e internacional y especialmente por los tabloides británicos, que tan a gusto chapotean en las ciénagas y que han dedicado páginas y páginas a la aventajada discípula de Ghandi, con la inapreciable colaboración de esa especie de «nancys rubias» en que se convirtieron las primas-portavoces del macho alfa. El ayuno martir solo duró 48 horas y como en una buena película de Berlanga, o de Cuerda, fue el cura párroco quien anunció el fin de la abstinencia y el traslado al hospital de su ilustre huésped.
Para rematar el sainete el tío del presidente-mártir y otrora jefe del gabinete de la RFEF, Juan Rubiales, concedía ayer tarde sendas entrevistas a El Mundo y El Confidencial, por las que, de ser ciertas la mitad de la mitad de las cosas que en ellas dice, su sobrino debería pasar muchos años en Soto del Real.
El tito de Luis asegura en esas entrevistas, que su «sobri» le ordenó que a su padre y exalcalde de Motril, no le faltara gloria bendita cada mes a cargo de la Federación, que sabía que «tarde o temprano iba a caer porque me di cuenta de que no tenía talla para ser presidente de la RFEF»; que «ha utilizado a la Federación como una herramienta para su bien personal, satisfacer su ego y luchar contra esos fantasmas que ve en todas partes», añadiendo que «es una persona soberbia y arrogante, obsesionado con el poder, el lujo, el dinero y las mujeres y que necesita un programa de reeducación social y en relación con la mujer». Para rematar semejante traje, el tío de la criatura afirma que «los Rubiales -es de imaginar que todos menos Luis hijo y Luis Padre-, estamos posicionados con una idea de dignidad y esa idea es la defender a Jenni, entenderla y reprochar los comportamientos bochornosos de este presidente»
No sé como acabará el esperpento, pero lo que sí sé es que, una vez más, la imagen de modernidad que pretende dar Granada en el mundo, ha sido hecha trizas por uno de los disparates más estrafalarios que recordamos, a cuenta de un tipo que jamás debió pasar de ser el discreto futbolista que fue… Y mucho ojito que en poco más de diez días, la Selección masculina juega en Granada un partido internacional, en el que no descarten que podamos tener una nueva entrega de esta España de charanga y pandereta.
Motril no merece haberse convertido en el epicentro de este espantajo nacional por obra y gracia del gañán mayor del reino, que es en lo que se ha convertido Luis Rubiales, quien solo por los desatinos a que ha sometido a su ciudad natal, se ha ganado sobradamente que le retiren la medalla de oro y casi, casi que le nombren persona non grata per secula seculorum.